La República de Weimar representa uno de los capítulos más interesantes de la historia de Europa en el siglo XX. Con una Alemania derrotada en la Guerra Mundial, y con la amenaza de que la revolución marxista prendiera en el país, con Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht agitando a las masas, y con una república proclamada sin permiso ni autorización por un Philip Scheidemann, no es de extrañar que Lutes se sintiera fascinado por este periodo de la historia que había de llevar a un país a sufrir la mayor inflación de la historia (una barra de pan costaba 20.000 marcos por la mañana y 5.000.000 por la tarde; los precios en los restaurantes subían durante la comida, y a los obreros se les tenía que pagar dos veces al día), que iba a ser testig del apogeo de figuras como Brecht o Fritz Lang, y que, finalmente, iba a ver el ascenso al poder de Hitler.

Los trazos de Lutes son realistas, con pocas licencias poéticas (salvo en las dos últimas páginas de "Ciudad de Piedras"), y gusta de recrearse en grandes escenarios tales como manifestaciones y desfiles. En su voluntad de ofrecernos un retrato total del periodo, utiliza su lápiz a modo de cámara. Así, a partir de una toma con "gran angular", va acercando el objetivo poco a poco, para finalmente permitir que acompañemos a un personaje desconocido al interior de su casa, donde, sin palabras, lo dejamos en compañía de su familia.
"Ciudad de humo" concluye en septiembre de 1930, con las elecciones generales y el ascenso imparable de los nacionalsocialstas. No sé hasta qué momento de la historia de la República se propone llegar Lutes, pero desde luego es una pena que sólo quede una tercera entrega pendiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario