tag:blogger.com,1999:blog-69790804422288758502024-03-07T00:54:54.086-08:00El niño vampiro leeEl niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.comBlogger321125tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-31003764048420350582023-02-21T00:56:00.003-08:002023-02-21T03:20:32.506-08:00El triunfo de la ñoñería<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg40fE5AzEbgmEIVVpd98pCsQ6Vc4ZZGbSEqkob8kJxLbpJZ6Ok63A0cY6wfuPrazAJNe9xgIAI1IQpjhYpAJ4ZnQpZry97LzN1J_FS_FKFKJki5YctAcdhb5MzHsJCfnm1UQoeRpYTJ9j1t0d5pJZL9SildXLDGwUfHQFhWX-N1NcVAcp_mEZcw75L" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="531" data-original-width="758" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg40fE5AzEbgmEIVVpd98pCsQ6Vc4ZZGbSEqkob8kJxLbpJZ6Ok63A0cY6wfuPrazAJNe9xgIAI1IQpjhYpAJ4ZnQpZry97LzN1J_FS_FKFKJki5YctAcdhb5MzHsJCfnm1UQoeRpYTJ9j1t0d5pJZL9SildXLDGwUfHQFhWX-N1NcVAcp_mEZcw75L=w400-h280" width="400" /></a></div><br /><p>Será porque la estupidez colectiva en la que estamos sumidos ha alcanzado un nivel intolerable de fetidez, será porque la triste y dolorosa situación familiar por la que estoy pasando me hace ver las cosas muy negras, o será porque nunca había visto a mi hijo tan indignado. Será por lo que sea, pero no he podido por menos de recuperar, no sé si excepcionalmente, mi querido blog y lanzar un munchiano grito al mundo.</p><p> Fue precisamente mi hijo quien me dio la noticia. ¡Qué asco!, le oí decir. Y no es para menos: los libros de su infancia, los libros de su autor fetiche, los libros con los que él, sus hermanas y mi mujer y yo pasamos tantas horas tan gratas (ellos los leían y releían, y en nuestros viajes en coche, toda la familia los escuchábamos una y otra vez en aquellas cosas raras llamadas CDs), van a ser "<a href="https://www.theguardian.com/books/2023/feb/18/roald-dahl-books-rewritten-to-remove-language-deemed-offensive">adaptados</a>" a los tiempos que algunos llamarán modernos, y que a mí me parecen puritanos y reaccionarios como hacía décadas que no veía el mundo.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjRO4B53bbWNJvf8TTcKvSjtqwdmXJvXmwHWM5RlgAbSo_hPXwxHpdSNR3hsHCN8aOOQrMlPuvzuZwnmRCGedqmA7qrZXllwRxFaFMNxu0r_GYT1_0ypcVbXN0j2um9IACEfUp2GxwyXzWLB6tFCmOsyUUnawiUq8-tCsKzzh6crpksu90SGxXKarkH" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2160" data-original-width="2160" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjRO4B53bbWNJvf8TTcKvSjtqwdmXJvXmwHWM5RlgAbSo_hPXwxHpdSNR3hsHCN8aOOQrMlPuvzuZwnmRCGedqmA7qrZXllwRxFaFMNxu0r_GYT1_0ypcVbXN0j2um9IACEfUp2GxwyXzWLB6tFCmOsyUUnawiUq8-tCsKzzh6crpksu90SGxXKarkH=w400-h400" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Una joya ahora más valiosa que nunca</i></div><p> Porque la gracia de Roald Dahl radica, en gran parte, en esa combinación de candidez y mala uva, en la creación de un mundo en el que los malos son feos, en el que la bondad se premia, en el que el egoísmo se castiga, y en el que, a pesar de todo ello, hay sitio para la sorpresa y la magia. Es un mundo que apela a ese anhelo que nos define como seres humanos y que dio lugar a los cuentos folklóricos: el anhelo de justicia. </p><p>Aparte de horas de diversión, el niño encuentra (¿encontraba?) en Dahl consuelo ante las injusticias del mundo. En él veía cómo los poderosos son en el fondo más dignos de pena que de envidia, cómo la belleza externa no vale nada si tu corazón está podrido, y cómo no es el destino lo que marca tu vida, sino tus propias decisiones: está en tus manos ser bruja y buena persona.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEip-TBfo_tEIaJghh_TGXHKR7aHZ9OK3ekUQHry6aI_YpmXfAWsrXSuhlDg4nL43ZOi2Yru_VGlVKhq8OfvHj2HCG1E8Emyt-MAWxPJADgsOht-gp4uUXo7ioI-h1K0I24xlkWA8-XsNkgZK9svBCcKK5qvMQJvH_vXUTbGJZ6vriK7izVE_IeIN0E1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="748" data-original-width="1330" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEip-TBfo_tEIaJghh_TGXHKR7aHZ9OK3ekUQHry6aI_YpmXfAWsrXSuhlDg4nL43ZOi2Yru_VGlVKhq8OfvHj2HCG1E8Emyt-MAWxPJADgsOht-gp4uUXo7ioI-h1K0I24xlkWA8-XsNkgZK9svBCcKK5qvMQJvH_vXUTbGJZ6vriK7izVE_IeIN0E1=w400-h225" width="400" /></a></div><br /><p>Diría uno, pues, que la moralidad del Dahl infantil (luego están sus excelentes relatos no infantiles, pero eso es otra historia, a la cual se une el hecho de que el señor Dahl también <a href="https://www.theguardian.com/books/2020/dec/06/roald-dahl-family-apologises-for-his-antisemitism" target="_blank">tenía sus cosas</a>, y su familia ha tenido que disculparse por ellas) es perfectamente compatible con una sociedad que promueve los valores de la igualdad, la justicia, la libertad y la ética, ¿no? Pues parece que, o bien hay algo en alguno de esos conceptos que rechina con las élites biempensantes, o bien es que utilizamos diccionarios diferentes.</p><p>El caso, para ir al grano, es que la editorial Puffin ha decidido reescribir (sí, esa es la palabra) los libros de Dahl con el fin de "retirar" de sus libros (¿no pensáis que este término, "remove" en inglés, es aún más siniestro que "eliminar"?) el lenguaje considerado ofensivo. Y a tal fin, ha contratado, ojo al dato, a "lectores de sensibilidad" para reescribir partes del texto y así asegurarse de que "todo el mundo puede seguir disfrutando de esos libros". </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjc9kSXjHob67BLpqpknKiwWccxwB8dUlQsJ7k3hH6TVAsn-YBETks_CEUPOsMh82nEtbyu8g7LVDTW01AKtWCk6_vFaHmP03OT63qUHz76ewFnqBGsLKCvkPIAs20yufNuwaeOX8mE8AjavGMLJrqyf0vDobo8Z3Ejgdg5a3Pqfu3OBynCNfoalvjx" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="567" data-original-width="1000" height="226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjc9kSXjHob67BLpqpknKiwWccxwB8dUlQsJ7k3hH6TVAsn-YBETks_CEUPOsMh82nEtbyu8g7LVDTW01AKtWCk6_vFaHmP03OT63qUHz76ewFnqBGsLKCvkPIAs20yufNuwaeOX8mE8AjavGMLJrqyf0vDobo8Z3Ejgdg5a3Pqfu3OBynCNfoalvjx=w400-h226" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Enorme</i></div><p>Las primeras víctimas han sido las palabras "gordo" y "feo", que han desaparecido de todas las nuevas ediciones. Así, Augustus Gloop, el golafre de <i>Charlie y la fábrica de chocolate</i>, ya no es gordo sino "enorme". La señora Twit ya no es "ugly and beastly", sino sencillamente "beastly" (desconozco cómo estaba traducido al español).</p><p>Pero a veces cambiar o retirar una palabra no es suficiente garantía de que nuestros niños vayan a ser dignos paladines de la ñoñez mundial. A veces hay que explicarles algunas cosas que, de otro modo, podrían conducirles a peligrosísimas conclusiones, y como Dahl no estaba por la labor, pues también hay que <b><u><i>añadir</i></u></b> tales explicaciones. Así, en <i>Las Brujas</i>, tras informarnos de que, bajo sus pelucas, las brujas son calvas, la nueva edición nos dice amorosamente que "hay muchas razones por las que una mujer puede llevar una peluca, y no hay nada malo en ello". ¿Qué es eso? ¿Oigo vuestras arcadas?</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWBVxU6B-IGxF4i3INuo_wi-pBNor_nBz0Vxacqu9gGH05_oBA4wguNqpXoFIyUWoaKuP8krh1K0y-C30g5yr8RQV9cf_Uh3m2ZBRvRgJo-KcNlgqeZhuMlPYnAGccQrbGEEXFw469kgPt2EnRa8y6hav811zJ84dpGSplTCir2hyazcK9l4Wf51IH" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="630" data-original-width="1023" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWBVxU6B-IGxF4i3INuo_wi-pBNor_nBz0Vxacqu9gGH05_oBA4wguNqpXoFIyUWoaKuP8krh1K0y-C30g5yr8RQV9cf_Uh3m2ZBRvRgJo-KcNlgqeZhuMlPYnAGccQrbGEEXFw469kgPt2EnRa8y6hav811zJ84dpGSplTCir2hyazcK9l4Wf51IH=w400-h246" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Os voy a lavar la lengua con jabón</i></div><p>Ya sé que nada de esto es nuevo. Mark Twain, Harper Lee y otros han sido <a href="https://www.theguardian.com/books/2018/feb/12/hurtful-harper-lee-mark-twain-dropped-from-minnesota-curriculum-to-kill-a-mockingbird-duluth" target="_blank">víctimas de esta censura</a>. Y sabemos también que gracias a ello desapareció el racismo en los EEUU. Así que admito que esta diatriba puede estar motivada por mis actuales circunstancias personales, y que quizá mañana vea las cosas de otra manera. Pero, joder, reescribir Roald Dahl...</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEisRcRhBjaq6JMqs7uCBl03IAIoTFhvMazW291xfYDBUSNqFKzHCSuRpcn9ibz2FnhB2tyByK_jsrmK_u8W9aF20c8ZRdq9Bz_xCO0fb6EFRDVTUkK6wRTL17UwZh7aMUaSgvsQViXXUBCJMPqppCUKlAIfUkJeTtyZxLfdpIUicMLR-pW9lITCjwSu" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1424" data-original-width="1552" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEisRcRhBjaq6JMqs7uCBl03IAIoTFhvMazW291xfYDBUSNqFKzHCSuRpcn9ibz2FnhB2tyByK_jsrmK_u8W9aF20c8ZRdq9Bz_xCO0fb6EFRDVTUkK6wRTL17UwZh7aMUaSgvsQViXXUBCJMPqppCUKlAIfUkJeTtyZxLfdpIUicMLR-pW9lITCjwSu" width="262" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjkIIsWEWiK2GYCjHwiAWGISdUjDui7HsjeXp3URTLPX1iiKZzbohGppt4TyCw5GUXYlT7l4k25BXDZptjK3YxbfAH0VNCg3vDbynFnEBAdWUVjRTV8JvcD65f_hhybs9EMbJhS_0LqvnVlJFb-gTjmnkCSwbiZH-x3pWhBf0WyfFIUUXL4pFK1u8AN" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1562" data-original-width="1378" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjkIIsWEWiK2GYCjHwiAWGISdUjDui7HsjeXp3URTLPX1iiKZzbohGppt4TyCw5GUXYlT7l4k25BXDZptjK3YxbfAH0VNCg3vDbynFnEBAdWUVjRTV8JvcD65f_hhybs9EMbJhS_0LqvnVlJFb-gTjmnkCSwbiZH-x3pWhBf0WyfFIUUXL4pFK1u8AN" width="212" /></a></div><br /><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgJTHMLLTtm10_vA0edXwr80nS7z_LuRd6fNbw1JxAnEjUfr0a_Xxt-voMY3sLhAUzDiFlTTn8WxPzHAOvrLoW3sXFAVzUfzNsGhPY7eq9U0SRLiWKIiWcKonM5FEPvjARB4xgiU_BBqmvdqiDx5xaFHVs1R3pgRR-S-14MySNdYtV_P2q1XKMe2avz" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1466" data-original-width="1378" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgJTHMLLTtm10_vA0edXwr80nS7z_LuRd6fNbw1JxAnEjUfr0a_Xxt-voMY3sLhAUzDiFlTTn8WxPzHAOvrLoW3sXFAVzUfzNsGhPY7eq9U0SRLiWKIiWcKonM5FEPvjARB4xgiU_BBqmvdqiDx5xaFHVs1R3pgRR-S-14MySNdYtV_P2q1XKMe2avz" width="226" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjCpMTS5LHnfNppmNeqg4IJ7STwevUwPERWlvL10R2XCdRB6-mAlp9uVVBZkb6giTrVt-uUyQMmEt5qHRiq23qcGEV7POd8HWkVLhOBV-_rYkL7_33dbapKm1hl9WUpvuuQHRsikSbNcci6Y3iOELJrnFT7Tx1qfTAvid0Wb-TBSDJvb6z2TH8g6vfw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1410" data-original-width="1378" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjCpMTS5LHnfNppmNeqg4IJ7STwevUwPERWlvL10R2XCdRB6-mAlp9uVVBZkb6giTrVt-uUyQMmEt5qHRiq23qcGEV7POd8HWkVLhOBV-_rYkL7_33dbapKm1hl9WUpvuuQHRsikSbNcci6Y3iOELJrnFT7Tx1qfTAvid0Wb-TBSDJvb6z2TH8g6vfw" width="235" /></a></div><br /><br /></div></div></div></div><p></p>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-53664895260543162992022-09-30T15:23:00.002-07:002022-10-01T05:23:04.446-07:00Elogio de la brevedad, o el escritor goteo<p style="text-align: center;"> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhnOm6qihHbM_yg3_p2DiDCCk2KRbH_mcEwitM3emlc8aOJkf0pHPRVi7gE3FfLtqhHureEX3dOd3psZYt8-DeUGQjYm9-eM38iDaqOJUSW9y93vbmpQ4sbM7DYRJWnpuhAzwoFIWjQh7_vIR-4KN5zMqO0bKcKI5GtAODmMzu_adCcrdmK9EtlVhxe" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="428" data-original-width="640" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhnOm6qihHbM_yg3_p2DiDCCk2KRbH_mcEwitM3emlc8aOJkf0pHPRVi7gE3FfLtqhHureEX3dOd3psZYt8-DeUGQjYm9-eM38iDaqOJUSW9y93vbmpQ4sbM7DYRJWnpuhAzwoFIWjQh7_vIR-4KN5zMqO0bKcKI5GtAODmMzu_adCcrdmK9EtlVhxe=w400-h268" width="400" /></a></p><p></p><p>A mis alumnos les pido que lean tres libros en inglés a lo largo del curso. Les insisto en que al menos uno de ellos tiene que ser un libro "de verdad", es decir, un libro no abreviado ni adaptado para estudiantes de inglés. Para ello, les doy una lista con algunas recomendaciones, como por ejemplo <i>Rebelión en la granja</i>, que les recomiendo con fervor, <i>Boy</i>, de Roald Dahl, <i>Wonder</i>, o el clásico de novela gráfica <i>Maus</i>. Sin embargo, como al fin y al cabo sólo soy profesor de inglés, y no de literatura, no se me caen los anillos por incluir en esa lista algún bodrio como<i> Los puentes de Madison County</i>, posiblemente la peor novela jamás escrita. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/uANfnokkEKU" width="320" youtube-src-id="uANfnokkEKU"></iframe></div><p>Pero hay un pequeño problema: ¿qué hacemos con aquellos a los que no les gusta leer, ni en inglés ni en español ni en la lengua de Rosalía? Pues la verdad es que mis dotes de persuasión deben de ser mejores de lo que pensaba, porque el caso es que muchos de ellos acaban haciendo una visita a la biblioteca de la escuela, para buscar o bien una de mis recomendaciones, o bien algo más acorde con sus exigencias. A saber, un libro delgadito y, a ser posible, con la letra bien grande.</p><p>Naturalmente, un criterio tan gaseoso tiene que tener consecuencias, la principal de las cuales suele ser el aburrimiento. Porque si no te gusta leer, el libro más corto se te puede hacer interminable. Puedo disculpar esa reacción con <i>El viejo y el mar </i>(sí, esa novela breve es demasiado larga), o <i>Desayuno en Tiffany's</i> (algún día tendré que releerlo; creo que a mí también me aburrió). Más imperdonable me parece que no aprecien <i>La muerte de Iván Ilych</i> (sólo por eso suspendí de curso a esa alumna), mientras que, dados sus gustos, me sorprende que <i>La perla</i> (sin la joven, por favor) suela parecerles más que tolerable.</p><p style="text-align: center;"> <img alt="Thin and gorgeous leather bound books. | Book decor, Antique books, Leather bound books" height="400" src="https://i.pinimg.com/originals/ec/d6/9c/ecd69c26341c19fa86edb94b68772340.jpg" width="400" /></p><p style="text-align: center;"><i>Pa' comérselos, tan delgaditos</i> <br /></p><p>En todo caso, yo también aprecio la brevedad en la literatura. Es cierto que los novelones de más de 600 páginas, por los que siento predilección, le permiten a uno introducirse durante unos días en el mundo imaginado por el autor, y que, cuando salimos de él, tardamos un tiempo en volver a la realidad, embargados por una mezcla de gustirrinín y vacío anímico parecida a lo que podemos sentir al regreso de un largo viaje. Sin embargo, esa misma extensión de la novela nos obliga a entrar y salir de ese mundo constantemente y hacerlo, con demasiada frecuencia, a destiempo. Así, nos despedimos de Natasha para poner la lavadora, David Copperfield nos avisa de que nos bajamos en la próxima parada, dejamos a Hans Castorp ahí tosiendo y nos vamos al Mercadona. Sólo en muy contadas ocasiones podemos hacer un viaje de ese calibre de un tirón. En mi caso, me ha sucedido únicamente con <i>Obabakoak</i>, cuyas quinientas y pico páginas me zampé un domingo de lluvia, feliz de sacrificar para ello mi sagrada siesta dominical. Eran, claro, años de pisito de soltero, sin pañales ni visitas al parque infantil.</p><p>Son obvias, pues, las virtudes de la brevedad: no sólo cumple uno fácilmente con el engorroso trámite impuesto por el profesor de inglés, sino que además nos permite leer un libro entero sin anuncios. </p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_Q5lQN00QnGpyuX6JM_Xvfaw-usRjM9y_cge4bpWfqkRI8CK4_5yVbOSi7CH8uG5wcfAOpibFth1_fXeGhu0BZEf4Ej59-u6nDu-SVxnQrOCXLj4-8hU6M8B0koxhNxQf-OvdQgnul-sUxjJmTd0Zl-4abLm1H-lIivjvCz9mNOJYDAJiBjqGw_zl" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="324" data-original-width="610" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_Q5lQN00QnGpyuX6JM_Xvfaw-usRjM9y_cge4bpWfqkRI8CK4_5yVbOSi7CH8uG5wcfAOpibFth1_fXeGhu0BZEf4Ej59-u6nDu-SVxnQrOCXLj4-8hU6M8B0koxhNxQf-OvdQgnul-sUxjJmTd0Zl-4abLm1H-lIivjvCz9mNOJYDAJiBjqGw_zl=s16000" /></a></div><div style="font-style: italic; text-align: center;"><span style="text-align: left;">Oh, esto está muy bien</span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">El mundo está lleno de grandes novelas breves. Ahí están El Gran Gatsby, Bartleby el Escribiente, El Corazón de las Tinieblas, o las ya mencionadas de Orwell, Steinbeck o Tolstoi, entre unas cuantas decenas más. Sin embargo, no se me ocurren muchos novelistas breves. Quien más quien menos, todo escritor que se precie siente en algún momento la necesidad de escribir una GRAAAAN novela, quizá porque intuyen que en ese mundo maravilloso llamado la Posteridad las pagan a tanto el kilo.</div><p>Pero haberlos haylos, y uno de ellos es el guatemalteco Eduardo Halfon.</p><p style="text-align: left;">En las últimas semanas, he estado apurando al máximo el tiempo de lectura del que disponía, pues, en cuanto empiezan las clases, con su preparación, sus redacciones, sus reuniones y su estrés, los libros, breves y extensos, buenos y menos buenos, se alargan mucho. Y en ese momento, los libros del señor Halfon me vendrán de perlas, pues sólo en septiembre me he llevado al huerto, sin contar otras lecturas, hasta cinco libros de este autor: <i>Monasterio</i>, <i>Duelo</i>, <i>Signor Hoffman</i>, <i>El Boxeador Polaco</i> y <i>Biblioteca Bizarra</i>, no recuerdo ya en qué orden. No me extenderé sobre ninguno de ellos por dos razones: la primera, en aras de la siempre elogiable brevedad. Y la segunda, porque no sería capaz de hacerlo sin repetirme no una ni dos, sino quizá cinco veces. </p><p style="text-align: center;"> <img alt="Signor Hoffman, Eduardo Halfon (Libros del Asteroide)" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjErpeO9PaUILXp9xQgodRzXsdLWDM5NyEs4wUCpWN2irh26WJvNQJppUYQV-7RpGqenoBLXqgBs-Yyj_O5tyB9f17yMDpYoFfsLdhR5zRNfz3VXp_h2F3YIeHVQzJ8HP6_wFkQh9Z-e-vV/w400-h282/foto-Halfon.-Archivo-del-autor.jpg" width="400" /></p><p>Eduardo Halfon es uno de esos escritores que han decidido convertir su vida en literatura. En efecto, en estos cinco libros tenemos un narrador llamado Eduardo Halfon que se parece mucho al autor, y los relatos que componen <i>El Boxeador Polaco</i> o los textos, más cercanos al ensayo, de <i>Biblioteca Bizarra</i>, por citar un par de ejemplos, giran, en mayor o menor medida, alrededor de episodios (muy parecidos a los) de la vida del autor. Que esta vida no sea especialmente rica en acontecimientos no es óbice para hacer con ella buena, a veces muy buena, literatura. Tampoco la repetición casi obsesiva de algún episodio, como el modo en que su abuelo consiguió salir vivo de Auschwitz, menoscaba en mi opinión la calidad de su obra. Repetirse bien es un arte. No todo el mundo sabe hacerlo sin provocar un uf otra vez por parte del lector que hojea un ejemplar en la sección de novedades. Vila-Matas sabe. Murakami, con sus gatos y sus platos de fideos con jazz de fondo, no. Y Halfon, en mi opinión, lo hace muy bien (naturalmente, hay opiniones para todo: a David Pérez Vega <a href="http://desdelaciudadsincines.blogspot.com/search/label/Eduardo%20Halfon">le gusta</a> tanto como a mí; a Tongoy, <a href="http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/search/label/Eduardo%20Halfon">ni fu ni fa</a>). </p><p>En otras palabras: leo a Halfon sabiendo lo que me voy a encontrar, porque lo que me voy a encontrar me gusta.</p><p style="text-align: center;"><img alt="Cómo actuar ante una lluvia torrencial" height="267" src="https://www.que.es/wp-content/uploads/2020/12/lluvia-torrencial.jpg" width="400" /></p><p></p><p style="text-align: center;"><i>Tu Rostro Mañana</i><br /></p><p>Los libros del recientemente fallecido Javier Marías, tanto los mejores como los menos logrados, con frecuencia nos presentan también a un narrador muy parecido a Javier Marías, que a lo largo de quinientas o seiscientas páginas nos habla de la traducción, de lo que se cuecen los dones de Oxford, de la imposibilidad de conocer la verdad, y de la pulsión de convertir los secretos inconfesables en historias. Seguro que se os ocurren muchos otros escritores que con un par de obsesiones te llenan media estantería (no, ni Dickens ni Tolstoi; poco XIX hay en ese club). Pero frente a ese tipo de escritor, que no sé si llamar torrencial, tenemos al escritor goteo. Halfon, espécimen perfecto de esta variedad, exprime, nunca mejor dicho, esas tres o cuatro ideas que vertebran la obra de prácticamente cualquier autor, y con el material que otros convertirían en novela de varios domingos y mantita, nos regala cinco o seis gotas que quizá algún día den lugar a una estalagmita.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiz6Wl7-gnwn3azhP3x5mMx59kbO-TXghjyOMHB9ZEIUw2DLJHvl7vSXtZ8UdUuI3xocWpB1mmxdsmRhvUFBrOGT3sCtISZ8JaiBZpTxXQfyKzjqUVYNgSfyceR6q2aEtqLIzpznAtwTUAXKdYJP5Ml-HuWFX5iB4A8_HL_c5_fN5DIG-2LxX8QjBZd" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="768" data-original-width="1152" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiz6Wl7-gnwn3azhP3x5mMx59kbO-TXghjyOMHB9ZEIUw2DLJHvl7vSXtZ8UdUuI3xocWpB1mmxdsmRhvUFBrOGT3sCtISZ8JaiBZpTxXQfyKzjqUVYNgSfyceR6q2aEtqLIzpznAtwTUAXKdYJP5Ml-HuWFX5iB4A8_HL_c5_fN5DIG-2LxX8QjBZd=w400-h267" width="400" /></a></div><p></p><p>Desde luego, Halfon no se repite más de lo que lo hace cualquier otro autor. Cambian los títulos, cambian las historias, queda ese aire a "libro de fulanito". Quién sabe, a lo mejor he soltado todo este rollo para descubrir que hay una cosa llamada "estilo personal". </p><p>En definitiva, y por abreviar, me gusta Eduardo Halfon porque habla de su abuelo, de sus viajes, de su casi imposible judáismo, de sus lecturas, de sus cigarrillos, de su emoción ante el nacimiento de su primer hijo, de las visitas que hace a sus tíos, de sus clases en la universidad, de literatura, y porque su nombre me hace pensar en mi tía Alfonsa.</p><p></p>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-72492124032135811902022-09-07T23:59:00.001-07:002022-09-08T00:01:30.350-07:00De noche, bajo el puente de piedra<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiCSULyyYE6ABS0h4IwS50EvILsMMCbW7XC6sTZHR62qlfhsP5M35KyNWgKmML8dbMjNg03PJfDYHpkmJJd-RM6NihHAOF8FsmHyphPYXoEEDe2wXm81PmX0ucS9nG61uGLc4hOHSmhAohuxB1EM3xIxoHzswHmFWhpa0lxPg4duJEnoeNtilXnEXIK" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2361" data-original-width="1534" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiCSULyyYE6ABS0h4IwS50EvILsMMCbW7XC6sTZHR62qlfhsP5M35KyNWgKmML8dbMjNg03PJfDYHpkmJJd-RM6NihHAOF8FsmHyphPYXoEEDe2wXm81PmX0ucS9nG61uGLc4hOHSmhAohuxB1EM3xIxoHzswHmFWhpa0lxPg4duJEnoeNtilXnEXIK=w260-h400" width="260" /></a></div><br /><br /><div>Nos dice la contraportada que <i>De noche, bajo el puente de piedra</i> es una "historia de historias, relato de relatos". Y seguramente lo es, pero no creo que sea la mejor forma de describir lo que es este libro fundamentalmente: una novela. Formada a base de relatos, sí, cuya relación entre unos y otros, por lo menos al principio, no es del todo obvia, de acuerdo. Pero el poso que nos deja al final es el de Novela. Extraordinaria, bellísima Novela. Con una mayúscula, simplemente porque tampoco es cuestión de ponerse a gritar.<p><i>De noche...</i>transcurre en la Praga de finales del siglo XVI y principios del XVII, una época y lugar en los que mi ignorancia se siente como en casa y que resultan ser de lo más interesantes. Praga era a la sazón la capital del Reino de Bohemia, y había sido residencia de varios Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico. A pesar de ser, pues, territorio de fuerte tradición católica, el protestantismo iba ganando en aceptación, lo cual, unido a otras causas, desembocaría en 1618 en la Guerra de los Treinta Años. Antes de llegar a ella, sin embargo, Praga pasó por un período marcado por la inefable figura de Rodolfo II, Rey de Bohemia y Emperador del Sacro bla bla bla. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh2228ZdZGWcZ9lIcLMTO3p1R9eB102tZ7cUlYEkElbSsU9Dzmd3ooPOgoDTSXEVmKgFZ4xp7Hc7mK-09b0L-CuuRQ0T7Q6VwnGQjAi7h-o5kWhfql009qPRC3d2BwuvLbMyMFVyZ6nqoBOEC9Q1boaZe30bqMWKs2pepU07GKcGUIYv9S7waocqW6z" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2381" data-original-width="1920" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh2228ZdZGWcZ9lIcLMTO3p1R9eB102tZ7cUlYEkElbSsU9Dzmd3ooPOgoDTSXEVmKgFZ4xp7Hc7mK-09b0L-CuuRQ0T7Q6VwnGQjAi7h-o5kWhfql009qPRC3d2BwuvLbMyMFVyZ6nqoBOEC9Q1boaZe30bqMWKs2pepU07GKcGUIYv9S7waocqW6z=w323-h400" width="323" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El conocido retrato que hizo Arcimboldo de Rodolfo II</i></div><p></p><p>A este Rodolfo no le preocupaban demasiado los asuntos de la corte ni sus ramificaciones religiosas. Sobrino de nuestro Felipe II, Rodolfo era católico, y pasó sus años de formación en España, a pesar de lo cual su reinado se caracterizó por la tolerancia religiosa. Protestantes y, sobre todo, judíos podían vivir sin miedo, hasta el punto de que en aquellos años la vida cultural judía floreció en Praga como no lo había hecho hasta entonces. Baste decir que, a principios del siglo XVIII, en ningún lugar del mundo había tantos judíos como en Praga, donde representaban la cuarta parte de la población. </p><p></p><p>A falta de interés en la política, la vida de Rodolfo II giraba en torno a sus grandes pasiones: las artes, la astrología y la alquimia. Fue mecenas de numerosos artistas y científicos, y algunos de ellos, como Arcimboldo o Bartholomeus Spranger, Kepler o Tycho Brahe, fueron acogidos en su corte. Tenía una notable colección de obras de arte en la que figuraban varios Durero y Brughel, y un célebre gabinete de curiosidades que incluía leones, tigres, águilas y osos.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgpEyVo4BaA6wV2YEBTI0mQoldwwZArotUPpYGr7F32rfDogzqntR90hEXDGGQ87Mz6SraT7UVhLhDDS9zmV5-U81sn2TzQPOvdAR3tgLKufqwh0OVeWeC1J4zu9ANbkBeTrBgYFSwInrxJl-nc1es3cXWTGXevcGvA_h9LUGrH3mxxp5YTnJfbC-Hs" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="400" data-original-width="507" height="316" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgpEyVo4BaA6wV2YEBTI0mQoldwwZArotUPpYGr7F32rfDogzqntR90hEXDGGQ87Mz6SraT7UVhLhDDS9zmV5-U81sn2TzQPOvdAR3tgLKufqwh0OVeWeC1J4zu9ANbkBeTrBgYFSwInrxJl-nc1es3cXWTGXevcGvA_h9LUGrH3mxxp5YTnJfbC-Hs=w400-h316" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Johannes Kepler y Rodolfo II</i></div><p>Muchos historiadores han achacado al aparente desinterés de Rodolfo por las cosas de palacio los desastres de su reinado, el más señalado de los cuales es la ya mencionada Guerra de los Treinta Años. Esa visión, sin embargo, ha cambiado en los últimos años, y ahora historiadores y biógrafos se inclinan por valorar su notable contribución al desarrollo cultural y científico del país, que ven como un factor clave en el desarrollo del Renacimiento en Bohemia. Esa mirada benevolente de los historiadores hacia sus filias se extiende también a sus fracasos políticos, que hoy se consideran más bien un loable intento fallido de crear un imperio cristiano unificado. </p><p>Y diréis, ¿a cuento de qué la vida y milagros de este señor? Pues a cuento de que es uno de los protagonistas de esta soberbia obra literaria que es <i>De noche, bajo el puente de piedra</i>. </p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguYvP-nz9ZaW_MTkTLVhrjqWuSFJaz-qnG6aktyk0Uw4AeAP9qhRWwcGCHuKAf1z9mINY6LeeRsEHaOG-0sRwgFRR_0kwyBSE3uavw60WGXx08Be5rH6GcMTzQ5yOHI3rlMKb-a4v39QYWXnDfK8FK6uAxVZ5XJ19KYOC1BfljHkto7BL21ERC5t2S" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="3472" data-original-width="2394" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguYvP-nz9ZaW_MTkTLVhrjqWuSFJaz-qnG6aktyk0Uw4AeAP9qhRWwcGCHuKAf1z9mINY6LeeRsEHaOG-0sRwgFRR_0kwyBSE3uavw60WGXx08Be5rH6GcMTzQ5yOHI3rlMKb-a4v39QYWXnDfK8FK6uAxVZ5XJ19KYOC1BfljHkto7BL21ERC5t2S=w441-h640" width="441" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>La calle Rabínská, en el antiguo barrio judío de Praga</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Aunque mucho menos conocido, otro de los grandes personajes de la época que se pasean por estas páginas es Mordecai Maisel (Mordejai Meisl en el libro), filántropo, prestamista y líder de la comunidad judía. A lo largo de su vida, el emprendedor Maisel llegó a amasar una inmensa fortuna. Su filantropía le impulsó a realizar obras de caridad, promover la construcción de hospitales, proveer de ropa a los más pobres, contribuir a la construcción de iglesias y sinagogas, y prestar dinero sin intereses a mercaderes en apuros. Es más, con el tiempo Maisel se convirtió de facto en el prestamista oficial de Rodolfo II, a quien prestó grandes cantidades de dinero a cambio de ciertos privilegios y oportunidades de negocio.</div><p>Siglos más tarde, Jakob Meisl (a éste le dejo el apellido como en el libro), estudiante de medicina y descendiente del legendario Mordecai, le cuenta todas estas historias a su alumno particular, que es nuestro narrador. En palabras de Meisl, ni los libros ni los profesores son capaces de explicar los porqués y los cómos de la Historia, pues siempre dejan de lado el factor humano y el lado mágico de la vida. Así, por ejemplo, cuando los rebeldes bohemios perdieron la histórica batalla de Monte Blanco, ello no se debió a que tenían enfrente al conde Tilly ni al pésimo emplazamiento de su artillería, sino a que el caballero Peter Zaruba "no tuvo la sensatez de preguntarle al mesonero que le atendió: ¿cómo puedes ofrecer doce platos semejantes por solo tres gros? ¿Eso, amigo, es económicamente imposible! Y así perdió Bohemia su libertad y cayó en manos de Austria...".</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgPMgjbutQAwdsb-_jiJpG43Lt3PDox-WQXNt5sDfUnRP8qJqb_KLmNUjBeG7HwkpVsU2l4VAc_-Ky2xuoXjOgFj7FwiGPJmsN6D3j1oNGtBfcKnUSKyQxHWUknz1FhloNVGa6bZ_RFjqhLirY7ypxFF4ugd-SNX_E-aKHWi2dRJRWFNxPSRImj07v1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="637" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgPMgjbutQAwdsb-_jiJpG43Lt3PDox-WQXNt5sDfUnRP8qJqb_KLmNUjBeG7HwkpVsU2l4VAc_-Ky2xuoXjOgFj7FwiGPJmsN6D3j1oNGtBfcKnUSKyQxHWUknz1FhloNVGa6bZ_RFjqhLirY7ypxFF4ugd-SNX_E-aKHWi2dRJRWFNxPSRImj07v1=w510-h640" width="510" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Retrato de Mordecai Maisel</i></div><p></p><p>Las vidas de Mordecai y Rodolfo se cruzan en varios momentos, algunos de los cuales nos proporcionan unas páginas maravillosas. Como ya hemos dicho, Mordecai prestó grandes sumas al Rey, pero a estos dos personajes no sólo los unen los lazos económicos, sino que también hay de por medio una historia de amor cuyo origen y razón de ser sólo se nos revela al final del libro.</p><p>Estos saltos adelante y atrás en el tiempo, saltos que van desde la época del narrador hasta la infancia de un niño judío muy espabilado, pasando por la juventud de Rodolfo tras su regreso de la corte española y por las maquinaciones del chambelán Philipp Lang (otro personaje histórico que podría estar sacado de una película), dan una gran agilidad al relato y lo impregnan de misterio. A ello contribuyen también las otras grandes dualidades que nutren la historia. Así, <i>De noche...</i> se desliza por esa dimensión que se extiende entre el mundo de los sueños y el de la realidad, juega los conceptos de destino y azar, hace un esqueje entre un rosal y un romero, y toquetea los hilos que unen al mendigo más miserable con el emperador más sacro y más germánico.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhcpDcHZ_C5ti72tEjwRGVjIHvtkgIKiRtIf3HtsQ5ctVYLO8_4jZaHE32BcX1l0t0qAs3Og_OEYRcnz7EqNJctr9AyFHIYHws2RuaflUaPCXFcRyy4lGWwYZKB13Pxh9ppN_vWA2OZXgrBvJRGdQnGb5K6YzOhglJrQS98PY_4hvmvZTb8RT3ZGr43" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img alt="" data-original-height="480" data-original-width="642" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhcpDcHZ_C5ti72tEjwRGVjIHvtkgIKiRtIf3HtsQ5ctVYLO8_4jZaHE32BcX1l0t0qAs3Og_OEYRcnz7EqNJctr9AyFHIYHws2RuaflUaPCXFcRyy4lGWwYZKB13Pxh9ppN_vWA2OZXgrBvJRGdQnGb5K6YzOhglJrQS98PY_4hvmvZTb8RT3ZGr43=s16000" /></div></div><div style="text-align: center;"><i>Fotograma de </i>El Golem<i> (1920), de Paul Wegener</i></div><p></p><p>La novela, pues, está envuelta en lo que los gentiles con escaso conocimiento del misticismo judío podríamos definir como un ambiente cabalístico, que es otra manera de referirse al elemento mágico. De hecho, uno de los numerosos personajes históricos que vemos en la obra es el Rabino Loew, el destacado talmudista a quien la leyenda atribuye la creación del Golem, ese personaje de barro cuya misión era proteger a los judíos de Praga de ataques antisemitas y pogromos. En nuestra historia no hay golems, pero sí fantasmas, profecías, transmigración de almas o perros que hablan, pero mucho ojo, que a nadie se le ocurra hablar de realismo mágico. Por favor. Porque no.</p><p><i>De noche...</i> es también una elegía al antiguo barrio judío de Praga, ciudad natal del autor. Si habéis visitado la ciudad, quizá os haya sucedido como a mí, que busqué en vano esas estrechas y oscuras calles del barrio judío, tan tortuosas ellas, por las que se paseaba el golem de Paul Wegener. Aquel histórico barrio, conocido como Josefov, fue en su mayor parte demolido entre 1893 y 1913, con el fin de hacer sitio a una remodelación de la ciudad al estilo del plan Haussmann que transformó París. De él sólo quedan en pie seis sinagogas, el viejo cementerio y el ayuntamiento judío, todos ellos parte del Museo Judío.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiiBd4_Ms5ePo45i3DDBlJzjvAgJ_zhJyMjZS6bDfwU0KqCgWSO6eY3hVdy4GJAaIHFS_3HIrfdhS8XPx6wJdyorPC_X1reNVI8PgrYBoZUJpXnoAc2mRlPicfMPCjd881owKtdmC6XbBe3OoJ5zxSwYamQ13zRplBdrgOByX39PuO6TRhvWvVaLxUw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="764" data-original-width="515" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiiBd4_Ms5ePo45i3DDBlJzjvAgJ_zhJyMjZS6bDfwU0KqCgWSO6eY3hVdy4GJAaIHFS_3HIrfdhS8XPx6wJdyorPC_X1reNVI8PgrYBoZUJpXnoAc2mRlPicfMPCjd881owKtdmC6XbBe3OoJ5zxSwYamQ13zRplBdrgOByX39PuO6TRhvWvVaLxUw=s16000" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El barrio judío antes de su demolición. Los rincones tan kafkianos como éste ya no existen.</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div><i>«A punto de concluir el siglo, cuando contaba quince años e iba al instituto —mal estudiante, siempre necesitado de preceptores—, vi por última vez el barrio judío de Praga, que ya no se llamaba así, sino la “ciudad de José”. Aún la recuerdo tal y como era en aquella época, con sus endebles casas apoyadas unas contra otras y casi en ruinas, con agregados laterales y delanteros que hacían las callejuelas aún más estrechas. Esas callejuelas sinuosas y llenas de recodos que formaban un laberinto en el que me perdía irremisiblemente si no me andaba con cuidado. Oscuros pasadizos, patios sombríos, ventanucos y bóvedas como cuevas en las que los ropavejeros solían ofrecer su mercancía, pozos y cisternas contaminadas por la enfermedad de Praga, el tifus, y en cada rincón, en cada esquina, una taberna en la que confluía el submundo de la ciudad.» </i></div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEifDOjus5Ci2I7RrUsOVF8jyUbMqPv355GnQ-G5UaGqMSGdkiCPh-4LlrVTRXbaSzHsoIdqxhe5QrJtTxarYoXmSu26obGxSphuQglZraiExwjnXTadgTJF7qCQdn_5hD72SmbyKk7dBpvmbzONEiAxldqH2_YXlzSNSOyWTTS3UyBCQM48ckd-UO6U" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="553" data-original-width="660" height="536" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEifDOjus5Ci2I7RrUsOVF8jyUbMqPv355GnQ-G5UaGqMSGdkiCPh-4LlrVTRXbaSzHsoIdqxhe5QrJtTxarYoXmSu26obGxSphuQglZraiExwjnXTadgTJF7qCQdn_5hD72SmbyKk7dBpvmbzONEiAxldqH2_YXlzSNSOyWTTS3UyBCQM48ckd-UO6U=w640-h536" width="640" /></a></div><br />Leo Perutz, nacido en Praga en 1882 de familia judía, fue una de esas mentes privilegiadas que fracasan en los estudios. Pese a un historial de resultados académicos mediocres, cuando no de expulsiones y abandonos, nos dejó, por ejemplo, además de libros tan magistrales como el que nos ocupa, fórmulas matemáticas que aún hoy se emplean en el cálculo estadístico. </div><div><br /></div><div>Trabajó en la misma compañía que Kafka, si bien en otra sede, y se relacionó con artistas de la talla de Kokoschka, Brecht o Werfel (de quien un día de estos hablaremos), entre otros. No tuvo, al igual que su imperial personaje, demasiado interés por la religión. Sin embargo, como para los nazis la falta de fe no era un atenuante, nuestro amigo decidió, ante lo que se le venía encima a Europa, trasladarse a Tel Aviv. Poco amigo del sionismo y de cualquier tipo de nacionalismo, no se puede decir que celebrara la creación del estado de Israel. De hecho, nunca llegó a sentirse a gusto aquel país e intentó repetidamente regresar a Austria. No fue hasta 1950 cuando el país que, como veíamos <a href="http://batboyreads.blogspot.com/2022/07/despues-del-reich-de-giles-macdonogh.html">aquí</a>, se consideraba víctima del nazismo le permitió volver y recuperar la ciudadanía austriaca. Pero no encontraría editor para sus cuentos, tildados de excesivamente judíos. </div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjjENKcfdgiIpcHku7t9tozwbPqlNptIgU7vcN1ccDyhKNwukuNrgAeC4qTXasq5Y-SuGJtKorLXRPRClynZaqXDfF1CAzJkJKDb3bF1ASpIkyMA3GJQMx-l_8f27NUrQmFdcsFdq4oO4CpiTGWFkoGwXjpKau6GRmR93UFvFtrhGBLK6tfIdf0P_jS" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2240" data-original-width="1400" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjjENKcfdgiIpcHku7t9tozwbPqlNptIgU7vcN1ccDyhKNwukuNrgAeC4qTXasq5Y-SuGJtKorLXRPRClynZaqXDfF1CAzJkJKDb3bF1ASpIkyMA3GJQMx-l_8f27NUrQmFdcsFdq4oO4CpiTGWFkoGwXjpKau6GRmR93UFvFtrhGBLK6tfIdf0P_jS=w400-h640" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Una edición en inglés muy bonita</i></div><br /></div><div>Hay <a href="https://www.theglobeandmail.com/arts/books-and-media/a-transmigration-of-souls/article4277400/">quien </a>ve en la Praga de <i>De noche..., </i>publicado en 1953<i>,</i> una representación alegórica del holocausto y de la vida del autor. Personalmente, pese a haberlo leído dos veces seguidas (y las que vendrán), no he visto tan claramente dicha alegoría. Pero es que este libro tan rico, sugerente y hermoso merece tantas lecturas que vete tú a saber qué encontraré en él la próxima vez.</div><div><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-30038091150293123292022-07-09T02:53:00.000-07:002022-07-09T02:53:51.684-07:00Después del Reich, de Giles MacDonogh<div><div><p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjIGLX-uYZHcNI44AEt8MjQeEHRiT-GcdUz674CMPxia4ZlNSFfObmr_YI_k93c5ugUCF1sSezUN4FL90-PIm2qw5lVUmE6R_WXKjXu_KqDNIHzLavyrs19QUlkeOIaT5U-pavpxyw5hxCGNkTA0eMBs_yTiuzcvfmp-keUUKvQPKdFW89pdjvTrla7" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1548" data-original-width="1017" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjIGLX-uYZHcNI44AEt8MjQeEHRiT-GcdUz674CMPxia4ZlNSFfObmr_YI_k93c5ugUCF1sSezUN4FL90-PIm2qw5lVUmE6R_WXKjXu_KqDNIHzLavyrs19QUlkeOIaT5U-pavpxyw5hxCGNkTA0eMBs_yTiuzcvfmp-keUUKvQPKdFW89pdjvTrla7=w263-h400" width="263" /></a></div><br /><p></p><div><i>Hoy inician los aliados las negociaciones. La radio escupe discursos, rebosa de las bellas palabras con las que nuestros ex enemigos se rinden mutuo homenaje. Yo únicamente entiendo que nosotros, los alemanes, estamos perdidos y entregados, somos una colonia. (Una mujer en Berlín)</i></div><div><br /></div><div>Las guerras no terminan con la firma de la capitulación del bando perdedor. Continúan cobrándose víctimas de otra manera durante años, y a veces décadas. Si sabremos de eso los españoles.</div><p>La Segunda Guerra Mundial no es una excepción a esta regla. No concluyó ni con el suicidio de Hitler en su búnker ni el día en que Wilhelm Keitel firmó la rendición incondicional. Tampoco lo hizo con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Algunos dirán que empezó a acabarse en la Batalla de Stalingrado; otros, que el principio del fin llegó con Pearl Harbor y la consiguiente entrada de los EEUU en guerra; y los de más allá, que el final de verdad llegó casi cuarenta años más tarde con la caída del Muro. Pero viendo cómo está el patio, uno llega a la inevitable conclusión de que llevamos desde los años 30 en una guerra permanente que simplemente cambia de vez en cuando de escenario.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgktFGyuPJBSmLsqdiX8WpBIlPgNe35z4RdD7gbvgbJScN27f7BgEjRD7oZ1DIF011ba1u6naQn9D51t4aHciUmE0ojSD6case89nj7FZG04XHfquas1UhP544GrY4lPCPmN86ce4SIH_YcM6o49A74ykwmd6wieTTBdGLANcxQ7TVv9ZIwsVxymK2P" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgktFGyuPJBSmLsqdiX8WpBIlPgNe35z4RdD7gbvgbJScN27f7BgEjRD7oZ1DIF011ba1u6naQn9D51t4aHciUmE0ojSD6case89nj7FZG04XHfquas1UhP544GrY4lPCPmN86ce4SIH_YcM6o49A74ykwmd6wieTTBdGLANcxQ7TVv9ZIwsVxymK2P" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVCyoPqC5eGTlcqrKgzCYwBs6PyAJ4L_YojtJmMA_fOebYdvdw-EbPZtwbsNK8z65-q07bT-EY2knp3Bi3JlCcSflzBOGFBam9m98UwuesrlYFG_YUuPa_3XkoojufNh7XkCk1r8xJeKHjTyIF4soZsmzl15n-wRVtj212TvzTFaXWW4OvT1qd-6w-" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1276" data-original-width="2048" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVCyoPqC5eGTlcqrKgzCYwBs6PyAJ4L_YojtJmMA_fOebYdvdw-EbPZtwbsNK8z65-q07bT-EY2knp3Bi3JlCcSflzBOGFBam9m98UwuesrlYFG_YUuPa_3XkoojufNh7XkCk1r8xJeKHjTyIF4soZsmzl15n-wRVtj212TvzTFaXWW4OvT1qd-6w-=w640-h399" width="640" /></a></div></div><i><div style="text-align: center;"><i>El mariscal de campo Wilhelm Keitel, acompañado de oficiales soviéticos, antes de firmar la rendición incondicional de Alemania</i></div></i><p style="text-align: left;">Sea como sea, la Historia necesita fechas, así que daremos por buena la del 8 de mayo de 1945. Poco, muy poco, sucedió aquella noche. Unos señores importantes firmaron un documento que estipulaba quiénes eran vencedores y quiénes vencidos. Y fijaos la relevancia que tiene la fecha que unos países celebran la victoria el 8 de mayo mientras otros lo hacen el 9.</p><p style="text-align: center;"> <img alt="History" class="n3VNCb KAlRDb" data-noaft="1" src="https://i.pinimg.com/736x/23/f2/99/23f299afc0600ac7d8ee67c4bca9c313--hitler-germany-joseph-stalin.jpg" style="height: 600px; margin: 0px; width: 497px;" /></p><p>No pasa nada, dirá Giles MacDonogh. Lo verdaderamente importante abarca un periodo que empieza unos años antes (¿cuándo? Véase más arriba) y termina unos años después, en prisiones y patíbulos repartidos por Europa, así como a lo largo de una línea que empezó a dividir el continente en dos partes. Y a eso verdaderamente importante se dedica en este abrumador y apasionante libro al que va a resultar difícil hacer justicia. <br /></p><p></p><p><i>Después del Reich</i> es un recorrido por un espacio y unos años que, hasta cierto punto, han quedado arrinconados y barridos bajo la alfombra de la Historia. Diríase que lo que vino justo antes fue tanto y tan gordo que no había espacio en los libros ni interés en los lectores para culminar el relato con un epílogo que sería cualquier cosa menos feliz.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiyBB2gCQA1-gaI01A6gga7qXUFx175m63t-4S6JwT3j2IwODI4f5I0FYDW-DQ1yj6QxiEfgZnBpo0ijinSbrTjrEZggilrFSTqZjz9jnWAXjI--IJ5AbZrmWTLV9pXXG4-MjDm_T4P2WiORmpK3npVyaIC3osxBuHibpL8i4k5Dx67Wz45Ejd_bLW4" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="944" data-original-width="916" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiyBB2gCQA1-gaI01A6gga7qXUFx175m63t-4S6JwT3j2IwODI4f5I0FYDW-DQ1yj6QxiEfgZnBpo0ijinSbrTjrEZggilrFSTqZjz9jnWAXjI--IJ5AbZrmWTLV9pXXG4-MjDm_T4P2WiORmpK3npVyaIC3osxBuHibpL8i4k5Dx67Wz45Ejd_bLW4=w621-h640" width="621" /></a></div><i><div style="text-align: center;"><i>Compra y venta en las calles de Berlín, octubre de 1945</i></div></i><p></p><p>Pero este epílogo de más de ochocientas páginas da para mucho, y aunque en ningún momento puede ser una lectura alegre, sí va más allá de una mera descripción de barbaridades y tribulaciones colectivas. Leyéndolo, recuerda uno en más de un momento esas viñetas satíricas de los periódicos de antaño, con estereotipos de diferentes países repartiéndose un pastel, sea África, Asia o, en este caso, Alemania. Se horroriza con los testimonios de violación sistemática de mujeres por parte del Ejército Rojo, crimen al que no fue ajeno el ejército aliado. Asiste a esa tragedia tan de nuestro tiempo, la de millones de desplazados, en este caso alemanes, que fueron atacados, humillados y expulsados de países donde llevaban viviendo desde hacía generaciones. Se asombra con el hecho de que la moneda más sólida y fiable de aquellos años no fuera el dólar, la libra ni el franco, sino... el paquete de tabaco. No puede por menos de sonreírse ante el papel de víctima que pretende (¡y consigue!) interpretar Austria. Se sorprende estrechando la mano de un campechano verdugo que tan pronto te sirve una pinta de cerveza como te ahorca. Se siente intrigado con el mito de los Werewölfe, que no eran licántropos sino nazis incapaces de asumir la caída del Reich. Y uno, en definitiva, disfruta como un señor bajito.</p><p style="text-align: center;"> <img height="429" src="https://albumwar2.com/wp-content/uploads/2017/12/02518.jpg" width="640" /></p><p style="text-align: center;"><i>Soldados soviéticos camino de Viena pasan junto a la casa incendiada de un funcionario nazi <br /></i></p><p>En un continente devastado, sembrado de cadáveres y ciudades arrasadas, quizá la imagen que mejor puede resumir la situación del escenario tras la batalla es la del caos. Un caos que hemos visto en los libros de Primo Levi y en las películas de Rossellini, un caos que hace aún más difícil dar respuesta a la pregunta fundamental que planea sobre el libro de principio a fin: ¿acaso era posible impartir justicia? </p><p><i>Este libro no pretende excusar a los alemanes, pero no duda en poner en evidencia a los Aliados victoriosos por el modo en que trataron al enemigo en tiempos de paz, pues en la mayoría de los casos no se violó, mató de hambre, torturó o apaleó hasta la muerte a los criminales, sino a mujeres, niños y ancianos. Lo que documento y, a veces, cuestiono aquí es cómo algunos comandantes militares e, incluso, ministros de gobiernos permitieron a mucha gente tomar venganza; y el hecho de que, en muchas ocasiones, al ejercer su venganza, esa gente no mató a los culpables sino a inocentes. Los verdaderos asesinos murieron con demasiada frecuencia en la cama.</i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjKW_X-mBVZ3-QH8dndq1wqz3WpGEqf6DyK_zJKNwYPBKStC8AOSW5SHmqjtra7HVQm3SlX0FIBjECVNO3vK87VSS1ssbnBh5d4yEbNoA7JYKrMLp31SguceVwiiDsaiw4bf8e5XPvWvXwPr_x2NotjrQ_lVa0Q41qpwglj5ehKoCtLGYR0R_YROTty" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="716" data-original-width="960" height="478" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjKW_X-mBVZ3-QH8dndq1wqz3WpGEqf6DyK_zJKNwYPBKStC8AOSW5SHmqjtra7HVQm3SlX0FIBjECVNO3vK87VSS1ssbnBh5d4yEbNoA7JYKrMLp31SguceVwiiDsaiw4bf8e5XPvWvXwPr_x2NotjrQ_lVa0Q41qpwglj5ehKoCtLGYR0R_YROTty=w640-h478" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Tras la liberación de Dachau, estos reclusos se disponen, pala en mano, a tomarse su venganza. La inminente víctima es probablemente un kapo.</i></div><p>Nos cuenta el autor en el prólogo que, al visitar el monumento a la Primera Guerra Mundial en Berlín, observó que la inscripción había sido eliminada con un cincel. Los alemanes habían perdido el derecho a tener héroes. La conciencia de ser culpables de iniciar la guerra y haber cometido las atrocidades que conocemos llevó al pueblo alemán a aceptar con sorprendente docilidad la culpa colectiva. Se les iba a privar de derechos y de soberanía nacional. </p><p><i>Quedarían a merced de los Aliados hasta que sus conquistadores hubiesen decidido qué hacer con ellos. Y, entretanto, no podrían protestar por el trato que se les daba.</i></p><p style="text-align: center;"><img height="476" src="https://albumwar2.com/wp-content/uploads/2017/12/02633.jpg" width="640" /></p><p style="text-align: center;"><i> Entre estos presos que celebran la liberación, vemos al de la pala de la foto anterior<br /></i></p><p> En Gran Bretaña, al principio fue fácil respaldar esas intenciones,
pues estaban en la línea de lo que desde hacía tiempo se conocía como <i>vansittartismo</i>. El
<i>vansittartismo</i>, llamado así por Robert Gilbert Vansittart, diplomático
británico y feroz germanófobo, era una doctrina que sostenía que, desde
el siglo XIX, la agresiva política militar de Alemania había contado con
el apoyo incondicional de la población, y abogaba, por tanto, por una
Alemania permanentemente desmilitarizada y aislada políticamente para
evitar futuras agresiones.</p><p>En mayor o menor medida, esta germanofobia continúa vigente en el Reino Unido. </p><p><img alt="It's high time we stopped mentioning the war | Comedy | The Guardian" src="https://i.guim.co.uk/img/media/34ce8c43db507623d70381a9cdf4fca908d14720/0_0_1801_1080/master/1801.jpg?width=700&quality=85&auto=format&fit=max&s=4235ff997d05ca96a27139528d729f6f" /></p><p>Una amiga inglesa de mi edad me dijo un día que jamás pisaría Alemania, por lo que hicieron en la guerra. Recuerdo algunos ingleses, alumnos míos de español, algo mayores, que decían cosas parecidas. ¿Se puede justificar esa actitud? Bueno, es difícil explicarle a alguien que vivió el Blitz en sus carnes que su germanofobia es un poco exagerada.</p><p>Pero no nos desviemos, que me conozco.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgXS_-0m2sGc9NfqiXyPYX-nw2eBDD8pkpqOoFm3tcvh0Wl70or0ahZEBeMENSvh0SzgZ7qyEvLrFTiwGtPeAS942sZYLqBtNTMMVUFRFHDPshbXhO6-GtPFZ5LdUf2H5AocQA-Ke4MNsXWaB5yXp6s9RsC1q29sUm6YDe4_0td3hbmVu9Oediz1-2r" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="788" data-original-width="500" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgXS_-0m2sGc9NfqiXyPYX-nw2eBDD8pkpqOoFm3tcvh0Wl70or0ahZEBeMENSvh0SzgZ7qyEvLrFTiwGtPeAS942sZYLqBtNTMMVUFRFHDPshbXhO6-GtPFZ5LdUf2H5AocQA-Ke4MNsXWaB5yXp6s9RsC1q29sUm6YDe4_0td3hbmVu9Oediz1-2r=w405-h640" width="405" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Otro acto de venganza tras la liberación de Dachau</i></div><p></p><p>El odio a Alemania y la sed de venganza contra el país se manifestó también al otro lado del Atlántico, donde Henry Morgenthau Jr., Secretario del Tesoro, presentó a Roosevelt un programa (las hojas de ruta todavía no existían) para la Alemania post-capitulación. El Plan Morgenthau, como dio en llamarse, ilustraba perfectamente el escenario que se le presentaba a Alemania: desmilitarización total, partición de Alemania "en cuatro estados de naturaleza casi totalmente agraria", desmantelamiento de la industria en la cuenca del Ruhr, y restitución y reparaciones en forma de trabajos forzados o confiscación de todo tipo de bienes fuera del país, entre otros. El plan fue presentado en 1944 y recibió el apoyo del presidente Roosevelt. Finalmente no se implementó, si bien su influencia, aunque fuera debida al rechazo que provocó, se hizo notar.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj_q4nkr0GbrKZnxPJCizqP3twbJLpyFY92FbMhS_4ctURZgDszijqbbU6FjM7FelZGzGXJ6KZzNchv4HXI7y4sJ_dvh90msFlEibFR4e2uGfKa5FQ6HbWSVuu2kOAe9eaxhqx1yAiEuYgNIc0wsNK8bbhiZYEG_Qx5K47I80FRf7sYVAMDfcCxUcIP" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="900" data-original-width="1200" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj_q4nkr0GbrKZnxPJCizqP3twbJLpyFY92FbMhS_4ctURZgDszijqbbU6FjM7FelZGzGXJ6KZzNchv4HXI7y4sJ_dvh90msFlEibFR4e2uGfKa5FQ6HbWSVuu2kOAe9eaxhqx1yAiEuYgNIc0wsNK8bbhiZYEG_Qx5K47I80FRf7sYVAMDfcCxUcIP=w640-h480" width="640" /></a></div><i>Soldados americanos ejecutando sumariamente a guardianes de Dachau. </i></div><div><br /></div>Se ha dicho miles de veces que la Historia la escriben los vencedores. Como muestra, un par de botones. En febrero de 1944, cuando ya se atisbaba el fin de la guerra, Churchill dijo ante la Cámara de los Comunes: "La rendición incondicional significa que los vencedores tienen carta blanca. (...) Si algo nos constriñe es nuestra propia conciencia de la civilización".</div><div><br /></div><div>Puede que algunos consideren que las dos frases se contradicen mutuamente, pero es que en caliente se dicen muchas cosas. Unos meses más tarde, Roosevelt soltó lo siguiente: "hay que enseñar al pueblo alemán su responsabilidad por la guerra, y durante mucho tiempo deberían tener sólo sopa para desayunar, sopa para comer y sopa para cenar." Unos meses más tarde, media Alemania habría sido feliz simplemente con sopa para merendar.</div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBTyOQsNrF6oNC_5gfs2ozGfzOCmOTPeMDXrvdqEiXfwhK1lgH__Ylyn0TwiJ58CIWSuZFY3lCwowD3QqfJf0Zk_uKjxEP_JN53XKxFKK-cQfy78dALXR2LlOSdrvbtQ0oX-UdVBSTxk_oyJn3fHPC5C1ME_LUX3wfqVeiGUvK4gbWLDPArHJlkF_u" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="621" data-original-width="728" height="546" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBTyOQsNrF6oNC_5gfs2ozGfzOCmOTPeMDXrvdqEiXfwhK1lgH__Ylyn0TwiJ58CIWSuZFY3lCwowD3QqfJf0Zk_uKjxEP_JN53XKxFKK-cQfy78dALXR2LlOSdrvbtQ0oX-UdVBSTxk_oyJn3fHPC5C1ME_LUX3wfqVeiGUvK4gbWLDPArHJlkF_u=w640-h546" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Grupo de asalto soviético a punto de tomar el Reichstag</i></div><div><br /></div><div>Mientras tanto, Francia y la URSS iban también a intentar sacar tajada. Francia exigía sanciones ejemplares para Alemania y reparaciones a gran escala en forma de carbón y coque. Al mismo tiempo, y pese al escasamente glorioso papel que jugó su ejército, buscaba su reconocimiento como gran potencia. Uno piensa en ese tipo que, cuando la pelea ha terminado, llega agitando el puño y gritando ¿dónde está, que lo mato?</div><div><br /></div><div>Stalin, por su parte, "quería mantener las fronteras occidentales de Rusia tal como las había fijado el pacto de 1939 que él mismo había rubricado con Hitler". Debe de ser eso que llaman desnazificar.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhGyLmS_Z0f9ncoGbNOP1rTYyNgdOWVEKz-KNgxhEKuFlm9gEF1ZZ4QB2hi_NW0TKV3AGH3J5Q_WhS3z4_iYOYdIJ0DRanp_RUAcvuAZJft7WFrXZwz42bICi1Cj6HS3i2xQA16PRyLA3cYv9jUBuO3-Cq-OL3gybt6VlE9G2bNA6uy8Zoqr5WzIPft" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1296" data-original-width="1559" height="531" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhGyLmS_Z0f9ncoGbNOP1rTYyNgdOWVEKz-KNgxhEKuFlm9gEF1ZZ4QB2hi_NW0TKV3AGH3J5Q_WhS3z4_iYOYdIJ0DRanp_RUAcvuAZJft7WFrXZwz42bICi1Cj6HS3i2xQA16PRyLA3cYv9jUBuO3-Cq-OL3gybt6VlE9G2bNA6uy8Zoqr5WzIPft=w640-h531" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><i>El Teniente Coronel Felix L. Sparks intenta detener la matanza</i></span></div><p></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"></p><p></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: arial;">Pero en ese sentido, el que esté libre de pecado ya sabe lo que tiene que hacer. El historiador Raoul Hilberg, por ejemplo, cuestiona la nobleza de la que los Aliados invistieron a posteriori sus objetivos: "la liberación de los supervivientes fue casi por entero un subproducto de la victoria. Los Aliados podían armonizar con su esfuerzo de guerra todo tipo de denuncias contra los alemanes, pero no estaban dispuestos a desviarse de sus objetivos militares para liberar a los judíos". Desde luego, no lo estaba la Unión Soviética, donde aún se recordaban los pogromos del Imperio Ruso y todavía estaba por llegar el Complot de los Médicos.</span></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-size: medium; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"><i><span style="font-family: arial;">Ningún ruso me ha reprochado hasta ahora la persecución de los alemanes contra los judíos (Una mujer en Berlín)</span></i></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-weight: 400;">Durante varios meses, el grito "¡que vienen los rusos!" se oyó de uno al otro confín de Europa, a veces con alegría, más frecuentemente con espanto. Con el ejército alemán en retirada, el avance soviético desde el este era imparable.</span> Los rusos iban liberando ciudades, lo que en la jerga del ejército rojo quiere decir robar, saquear y violar salvajemente a toda mujer que se les pusiera por delante. </span></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; widows: 2;"></p><div class="separator" style="clear: both; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; text-align: center; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhNbX4HyItNQIizUFDG9mH8NhQ2OZ0DanwDpsc0j7QLWOKVIGMlk_uWwE6Q33z4W_tPHvQpF0mwTEcI8nSTeP3TGY38zBAlU5FTyt2JzXW8xgRu5owD8M2i5f_Q_W1C-zHIGPdR1eI7KHhO8PQL1t6CgSXr_naJ9RCEhTnH8PSSuNjD6dp0AfJtuYXQ" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1600" data-original-width="1212" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhNbX4HyItNQIizUFDG9mH8NhQ2OZ0DanwDpsc0j7QLWOKVIGMlk_uWwE6Q33z4W_tPHvQpF0mwTEcI8nSTeP3TGY38zBAlU5FTyt2JzXW8xgRu5owD8M2i5f_Q_W1C-zHIGPdR1eI7KHhO8PQL1t6CgSXr_naJ9RCEhTnH8PSSuNjD6dp0AfJtuYXQ=w485-h640" width="485" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Soldados del Ejército Rojo acosando a una mujer Alemana en Leipzig, 1945</i></div><p></p><p>Una de estas atrocidades tuvo lugar en octubre de 1944, en Nemmersdorf (hoy, Mayakóvskoye), donde los soviéticos violaron y asesinaron a decenas de personas. Hubo matanzas mayores, pero pocas alcanzaron la crueldad de aquella, que posteriormente fue explotada por el Ministerio de Propaganda de Goebbels. Los testimonios hablan de víctimas crucificadas sobre la puerta del granero, y las fotos que no publico muestran niños con el cráneo reventado. Naturalmente, no todo el mundo acepta la veracidad de dichas fotos y testimonios. Pero en cualquier caso, fuera o no exagerada y aprovechada por Goebbels, la matanza ocurrió, y en no poca medida contribuyó a ella el célebre escritor y periodista Iliá Ehrenburg. </p><p><i>«Los alemanes no son seres humanos [...] No debemos hablar más. No debemos emocionarnos. Debemos matar. Si no has matado al menos un alemán en un día, has derrochado ese día [...] Si no puedes matarlo con una bala, mátalo con una bayoneta. Si tu sector del frente está tranquilo, o estás esperando para un gran ataque, mata un alemán mientras tanto. Si dejas un alemán vivo, él matará a un ruso, violará a una rusa. Si ya has matado a un alemán, mata a otro. Nada nos es más grato que un montón de cadáveres de alemanes. No cuentes los días. No cuentes los kilómetros. Cuenta solamente el número de alemanes que has matado. Mata al alemán, es lo que te pide tu abuela. Mata al alemán, es lo que te pide tu hijo. Mata al alemán, es lo que te pide tu patria. No lo olvides. No lo dejes pasar. Mata.»</i></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEggQVMvqzNVVxH2GcLCQJlgkfcXQcOVEhPI2HdhnvgM0x8ANzcrlTlnqn-7zQcu_Luf1qSAOxWYcVP3jL0k8kFOkTaqtpyETeSlMeDqvlcxdrKhCk6GWmoznEXNCe-j56xTPP3qSdINxiDauKm1Opw_l5XQS02fz2uoCaqAucDg8Q6GJRvPq4WoKCzC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="597" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEggQVMvqzNVVxH2GcLCQJlgkfcXQcOVEhPI2HdhnvgM0x8ANzcrlTlnqn-7zQcu_Luf1qSAOxWYcVP3jL0k8kFOkTaqtpyETeSlMeDqvlcxdrKhCk6GWmoznEXNCe-j56xTPP3qSdINxiDauKm1Opw_l5XQS02fz2uoCaqAucDg8Q6GJRvPq4WoKCzC=w477-h640" width="477" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Masacre de Nemmersdorf</i></div><p></p><div>Ehrenburg publicó estas incendiarias líneas en un panfleto titulado "Guerra", pero, como suele suceder con las cosas feas que hacían los soviéticos, muchos lo ponen en duda. No fue eso lo que dijo Ehrenburg, aseguran, sino que se trata de una burda manipulación por parte de los nazis, explicación que todavía hoy esgrime el invasor de turno ante las acusaciones de masacres de civiles. ¡Qué harían los sátrapas sin el comodín Goebbels!<br /></div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiL7fcTe3N9Arx9ZgyoGOwcGluahJfBY0-8VWRYyneYaJaA2SRwEAKJaMj81eoLtgE2cxgHFbKLmtXWpF1es8HDjQ532GH13KlEs7scbbCpWaja67OoR4Rpmq9qqu77uXJetbTq6rJEUQek3Bs1z6ia0VmANxz8jb6f-d3ylDlOC4mCtrNAHpJNhXgX" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="400" data-original-width="850" height="302" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiL7fcTe3N9Arx9ZgyoGOwcGluahJfBY0-8VWRYyneYaJaA2SRwEAKJaMj81eoLtgE2cxgHFbKLmtXWpF1es8HDjQ532GH13KlEs7scbbCpWaja67OoR4Rpmq9qqu77uXJetbTq6rJEUQek3Bs1z6ia0VmANxz8jb6f-d3ylDlOC4mCtrNAHpJNhXgX=w640-h302" width="640" /></a></div><br /> Después del libro de MacDonogh, he leído <i>Una mujer en Berlín</i>, testimonio anónimo de la vida en el Berlín tomado por los rusos, hoy convertido en un clásico. Cuando se publicó por primera vez en Alemania, en 1959, el libro cosechó tan acerbas críticas que su autora se negó a publicarlo otra vez mientras viviera. ¿Y a qué se debían esas críticas? Pues a que el libro enfrentaba a la sociedad con uno (en realidad, varios) de sus grandes tabúes: las violaciones en masa que sufrieron las alemanas durante aquellas semanas, a raíz de las cuales se calcula que nacieron 150.000 y 200.000 bebés "rusos". Por si eso fuera poco, desafiaba dicho tabú con un tono no sólo desapasionado, sino a veces incluso humorístico. Añádase a ello que el anonimato de ese título (compárese, por ejemplo, con <i>El Diario de Ana Frank</i>) dejaba bien a las claras que no se trataba de una historia personal, sino de una tragedia colectiva. En 1959 apenas habían transcurrido quince años desde aquel horror. Quizá la sociedad alemana no estaba preparada para reconocer su parte de sufrimiento.</div><p><i>A pesar de todo, las tres estuvimos muy divertidas, nos fuimos superando una y otra vez en lo relativo a los chistes sobre violaciones (Una mujer en Berlín)</i></p><p> <img alt="Adolf Hitler Nazi Germany Berlin World War II" class="lazy-image js-queued js-rendered" data-content-type="image/jpeg" data-srcs="{"https://i.insider.com/591c8bfe1442933b048b6363":{"contentType":"image/jpeg","aspectRatioW":1165,"aspectRatioH":867}}" src="https://i.insider.com/591c8bfe1442933b048b6363?width=700&format=jpeg&auto=webp" /></p><p><span class="image-source-caption"></span></p><p style="text-align: center;"><i>Abril de 1945. La Cancillería del Reich. Hitler ve cerca el fin. <br /></i></p><p> <i>Tras la cena desacostumbradamente opulenta me sentía apasionada y con ganas de travesuras. Pero por la noche me encontré de nuevo fría como el hielo en los brazos de Gerd. Me alegré cuando me dejó. Estoy echada a perder para el hombre (...) Si yo estaba de buen humor y me ponía a contar historias de las que nos tocó vivir durante las últimas semanas, entonces se montaba una buena, con muchas voces. Gerd: "Os habéis vuelto desvergonzadas como las perras, todas aquí en esta casa." (Una mujer en Berlín)</i></p><p><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjnQSWVPCqE_8TnvT3G17QVc8VWvZ5o1EzOb7SOJFBxyLTq_yPIdm5traCCnbr3dsl09F6JGY6AwGQ7epAkcdbHj88cex7xm0Mz8o3g1Cq5zpnWmgHnIE4qqts1CYZPjhh7Nbuo37vxxJyfxP2XlCGXXV49pCMugp4XnLAMVos4V7s4mXXZNAyWWiqS" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2566" data-original-width="1614" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjnQSWVPCqE_8TnvT3G17QVc8VWvZ5o1EzOb7SOJFBxyLTq_yPIdm5traCCnbr3dsl09F6JGY6AwGQ7epAkcdbHj88cex7xm0Mz8o3g1Cq5zpnWmgHnIE4qqts1CYZPjhh7Nbuo37vxxJyfxP2XlCGXXV49pCMugp4XnLAMVos4V7s4mXXZNAyWWiqS=w403-h640" width="403" /></a></i></div><i><br /></i> Pero el Ejército Rojo no se dedicó sólo a violar, sino que se entregaron a la rapiña a todos los niveles. Así, tras el paso de los rusos apenas quedó un reloj en Berlín, tanta era la fascinación que aquellos objetos causaban a los soldados. Lo mismo sucedió con gramófonos o bicicletas, que no habían montado nunca. Aparte de objetos de uso personal, también arrasaron con las camas de hospital y con los raíles del tren, así como con monumentos e industrias y, ya puestos, debieron de pensar, con científicos, a los que secuestraban por decenas y se llevaban a la URSS.<p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjYz_OXtdqAZFJARGumqdABkcvIbT8v0frhwJhL9t3clSnFuapfL8Zxrh3Tu-kFPLwvj2qKq9ZBii-PkfRJsENbu5l9WZVFVXKGvp4hSBpq7SRY-2QBjt1-l-HBRtGDjQELFVGLJHtJtkzQUQsrkPNJCt4by9Y6UblDGUDJZOR4o-DxWHNJv87jy5JC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="311" data-original-width="560" height="356" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjYz_OXtdqAZFJARGumqdABkcvIbT8v0frhwJhL9t3clSnFuapfL8Zxrh3Tu-kFPLwvj2qKq9ZBii-PkfRJsENbu5l9WZVFVXKGvp4hSBpq7SRY-2QBjt1-l-HBRtGDjQELFVGLJHtJtkzQUQsrkPNJCt4by9Y6UblDGUDJZOR4o-DxWHNJv87jy5JC=w640-h356" width="640" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>En Praga, ciudadanos alemanes obligados por la Guardia Revolucionaria a desmantelar las barricadas </i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Mientras los berlineses, y sobre todo las berlinesas, sufrían entre las ruinas de sus casas, los millones de alemanes que vivían en otros lugares de Europa pagaban también su participación en la culpa colectiva.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgMFihbb_fZsVTvae2NMKDkbXyhD7yA_HpCvhC8rCUOq-i_XfBLoqzNaEfmonaDoOmKY13L3ebCJdPiTOX08rQW3orxPPRIYZw-ZUwkWEPSeLsKwjAe7uOB4Y8mHJDf0GnQA2MXI3RH418DyQ1tuxCvjD8U74-L7QS5SPzzQ072Ms7wO2LDIROrwWyP" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1237" data-original-width="1920" height="413" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgMFihbb_fZsVTvae2NMKDkbXyhD7yA_HpCvhC8rCUOq-i_XfBLoqzNaEfmonaDoOmKY13L3ebCJdPiTOX08rQW3orxPPRIYZw-ZUwkWEPSeLsKwjAe7uOB4Y8mHJDf0GnQA2MXI3RH418DyQ1tuxCvjD8U74-L7QS5SPzzQ072Ms7wO2LDIROrwWyP=w640-h413" width="640" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Más civiles alemanes en tareas de reconstrucción </i></p><p>En un escenario político en el que la vileza está tan cerca de la heroicidad, uno de los personajes más interesantes es Edvard Beneš, el presidente de Checoslovaquia. Fue precisamente el gobierno en el exilio de Beneš quien organizó la Operación Antropoide, de la que hablábamos <a href="http://batboyreads.blogspot.com/2022/04/hhhh.html">aquí</a>. Dicha operación garantizaba a Beneš un merecido lugar en el Salón de la Fama de la Guerra. Lástima que luego decidiera estropearlo con sus vengativos decretos.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuttzwuhkl00ECjX-9dbGBUwCCKDmR2ra7o_q5lxdCb2cTc5ICFw1T28rKKEJvrtJnd68PNSnHeeE6pVhwoA7jfSckYni9y3-Yfznik7ap2U90HAAqI_u3oETodlXkEMgarYHuX88uQTtMlsXleEnJC4TOC07sCQPFeYakyjwCU1XUZe1kBfNeh4qY" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1263" data-original-width="1920" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuttzwuhkl00ECjX-9dbGBUwCCKDmR2ra7o_q5lxdCb2cTc5ICFw1T28rKKEJvrtJnd68PNSnHeeE6pVhwoA7jfSckYni9y3-Yfznik7ap2U90HAAqI_u3oETodlXkEMgarYHuX88uQTtMlsXleEnJC4TOC07sCQPFeYakyjwCU1XUZe1kBfNeh4qY=w640-h422" width="640" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>La humillación pública de los ciudadanos alemanes fue sólo una parte de la venganza.<br /></i></div><p>Ya vimos en <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com/2022/04/hhhh.html">HHhH </a> </i>cómo las gastaron los alemanes en Checoslovaquia. Por ello, es fácil entender que, al cambiar las tornas, la situación no se caracterizaría por una voluntad de reconciliación. "¡Ay, ay, ay, tres veces ay para los alemanes!, ¡vamos a liquidaros!", exclamó Beneš muy a lo Ehrenburg en una emisión de radio. De hecho, los Decretos de Beneš, que es como se conocen, resultan difícil de diferenciar de las Leyes Antijudías. Así, con el apoyo del Ejército Rojo y la vista gorda de los Aliados occidentales, se adoptaron medidas tales como las siguientes: los alemanes sólo podían salir a la calle en determinados momentos del día; estaban obligados a portar brazaletes blancos que, a veces, tenían estampada una "N", de la palabra checa Nemec, "alemán"; se les prohibía utilizar el transporte público o caminar por las aceras, y otras medidas por el estilo. Y, si una cosa ha demostrado la Historia, es que cuando estas decisiones están inscritas en un marco legal, las consecuencias prácticas son infinitamente más violentas.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWSSugPuZVv7M15Z7rWk1vvqB5rZSkXDAmoOzdbRUQsBWerSDPVxY6j1FZwFN9T-9dbEQRimMIFW3z90fBLlYA4CoP7Efw7gBZCM14fmLihdsxf-NAvpEGG_D0-xktleDFue5zm5o3-b_OjBGYWxDLQh4mXcJEUYREEacUer42wgp_2aWScla6GCGA" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="667" data-original-width="1000" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWSSugPuZVv7M15Z7rWk1vvqB5rZSkXDAmoOzdbRUQsBWerSDPVxY6j1FZwFN9T-9dbEQRimMIFW3z90fBLlYA4CoP7Efw7gBZCM14fmLihdsxf-NAvpEGG_D0-xktleDFue5zm5o3-b_OjBGYWxDLQh4mXcJEUYREEacUer42wgp_2aWScla6GCGA=w640-h426" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: left;"><i>Beneš</i></span><i>, aclamado a su llegada a Pilsen en 1945</i></div><br /><i>"...Una mujer auxiliar de la Wehrmacht fue lapidada y ahorcada; otro miembro de la SS fue colgado de una farola por los pies y quemado. Muchos testigos dieron fe de cómo se colgó y quemó a alemanes como 'antorchas vivientes', y no sólo a soldados sino también a chicos y chicas jóvenes..."</i><br /><p></p><p>Los Decretos venían acompañados del Programa de Kosice. En dicha ciudad, ya liberada por el ejército soviético, se trazaron algunas de las principales líneas políticas, económicas y sociales que determinarían el futuro del país. En líneas generales, este programa, elaborado por el Partido Comunista de Checoslovaquia y definido con la siniestra combinación de palabras "programa de revolución nacional y democrática", ponía al país de cara al este, de donde vendrían las instrucciones, las órdenes y, dos décadas más tarde, los tanques. Asimismo, subrayaba la culpa colectiva de los partidos de derechas, así como de las poblaciones alemana y húngara por la ocupación nazi de Checoslovaquia.</p><p style="text-align: center;"><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgg9U_JM4mSHGd3oFgfkbH7bQf6RpvMUYCld7cIeJa0QKArS9P9vMuI-o6_VbWTJ2BTetkxPD4I9fSnn34pQaqiXInAUMju7R1HBo_N_74jnUUrp3_kQlylmDNjsc-McHc1pHDEXa5QF-tAd09Vc_a5dBpmoShZ-yz0bk02gTbaMDB4QDDhot80vIBV" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="283" data-original-width="425" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgg9U_JM4mSHGd3oFgfkbH7bQf6RpvMUYCld7cIeJa0QKArS9P9vMuI-o6_VbWTJ2BTetkxPD4I9fSnn34pQaqiXInAUMju7R1HBo_N_74jnUUrp3_kQlylmDNjsc-McHc1pHDEXa5QF-tAd09Vc_a5dBpmoShZ-yz0bk02gTbaMDB4QDDhot80vIBV=w640-h426" width="640" /></a></i></div><i><br /></i><i> Alemanes a la espera de ser expulsador de Checoslovaquia. Esas esvásticas en la frente...</i><p></p><p style="text-align: left;">Algunas de las medidas del Programa de Kosice eran el establecimiento de un sistema político basado en el Frente Nacional del que se excluía a la oposición, restricciones a la propiedad privada, la desnaturalización de los ciudadanos alemanes y húngaros residentes en el país, y la formación del ejército checoslovaco sobre los principios del Ejército Rojo, con la introducción de oficiales de propaganda. Ahí es nada.</p><p style="text-align: center;"><img alt="" class="mw-mmv-final-image jpg mw-mmv-dialog-is-open" crossorigin="anonymous" height="640" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/5d/VolarydeadJews.jpg/800px-VolarydeadJews.jpg" width="515" /></p><p style="text-align: center;"><i>Alemanes de los Sudetes obligados a ver los cadáveres de mujeres judías que murieron de hambre.</i></p><p style="text-align: left;">Para hacernos una idea de la magnitud de las expulsiones y los desplazamientos, baste decir que para el año 1947 los americanos habían recibido casi un millón y medio de solicitudes de alemanes checos para asentarse en su zona, con otros casi 800.000 acogidos por la URSS. Huelga decir que, aparte del drama humano, las consecuencias económicas para el país fueron desastrosas. Mientras tanto, la minoría suaba era expulsada de Hungría, y Rumanía y Yugoslavia se deshacían también de sus ciudadanos alemanes. </p><p style="text-align: center;"> <img alt="Königsberg Castle before World War I" class="mw-mmv-final-image jpg mw-mmv-dialog-is-open" crossorigin="anonymous" height="852" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/ba/K%C3%B6nigsberg_Castle.jpg/800px-K%C3%B6nigsberg_Castle.jpg" width="625" /></p><p style="text-align: center;"><i>El Castillo de Königsberg, en una foto anterior a la I Guerra Mundial <br /></i></p><p>Con los desplazamientos de estos millones de ciudadanos, el mapa de Europa iba variando. Hoy la ciudad de Kaliningrado aparece en las noticias debido a la decisión de Lituania de aplicar sanciones a las mercancías rusas que pasen por su territorio. Y es que, si miráis el mapa, veréis que Kaliningrado es un enclave ruso que se encuentra entre Polonia y Lituania. Hasta 1945 se llamaba Königsberg, y había sido siempre una ciudad alemana. En aquel año fue destruida y anexionada por el Ejército Rojo, que a continuación utilizó a los civiles como mano de obra esclava antes de expulsarlos al año siguiente. También cayó Danzig, hoy Gdansk, si bien en este caso la ciudad fue reintegrada a Polonia, y sus ciudadanos varones de entre dieciséis y cincuenta y cinco años, enviados a trabajos forzados a la URSS.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiVN18JPjK-SqlqY0xxefQPfuPtuXR1pWb-odZAD8G6CFj9_dv0qP3VhJ7bC92c2gP-sfy2fNVYJhhH2awZeUdKBpurNnz9tYg8V4gt19g5asuxPjY-UBNCH8T18JiiD4gXV6CMXeWYEqpq106MU49FrYLSTx9LtzuwAmr0Kxh8oqNl8zl_yL62XSFv" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="466" data-original-width="700" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiVN18JPjK-SqlqY0xxefQPfuPtuXR1pWb-odZAD8G6CFj9_dv0qP3VhJ7bC92c2gP-sfy2fNVYJhhH2awZeUdKBpurNnz9tYg8V4gt19g5asuxPjY-UBNCH8T18JiiD4gXV6CMXeWYEqpq106MU49FrYLSTx9LtzuwAmr0Kxh8oqNl8zl_yL62XSFv=w640-h426" width="640" /></a></div><p></p><p style="text-align: center;"><i> Albert Pierrepoint, con cara de no haber ahorcado a nadie en su vida</i></p><p style="text-align: left;"></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"></p><p></p><p style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: left; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: arial;">El concepto de culpa colectiva, como vemos, condenó a millones de inocentes. Y los verdaderos culpables no siempre recibieron el castigo que merecieron. Sin embargo, sí se intentó al menos. Hubo sumarios, juicios y condenas, y hasta el día de hoy cualquiera que estuviera implicado en las atrocidades nazis ha corrido el riesgo de ser obligado a responder de sus actos (<a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61971654">aquí</a><span> </span>una noticia del 28 de junio de este mismo año). Con aquellas sentencias se consiguió dar a la retribución un aspecto más parecido a la justicia que a la mera venganza. No obstante, dado que la mayoría de las ejecuciones se llevó a cabo por medio de la horca y no el fusilamiento, se hizo necesaria la participación de un verdugo. Entra entonces en escena Albert Pierrepoint, hijo y sobrino de verdugos, quien, hasta su nombramiento como verdugo oficial, había combinado el trabajo en su tienda de verduras con su actividad como verdugo asistente. </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiy0_RCQcdmZ9AmCmmBk5LPDDqdUP6RENiOCojc5_ha6SyOAfEUsAfpg8AQD4BF3HY03SwbYdvLV2zwunAtYMdkAP5Z9Oe0Wh4hIa-njk19grnSPc5rehmMETmY4x-ZneSp9VoVl_XDzOAVJLEZsNKEQ19IvKWMQkIjCO8lMJX4dHbnTnAd9bTnBKcr" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="533" data-original-width="566" height="602" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiy0_RCQcdmZ9AmCmmBk5LPDDqdUP6RENiOCojc5_ha6SyOAfEUsAfpg8AQD4BF3HY03SwbYdvLV2zwunAtYMdkAP5Z9Oe0Wh4hIa-njk19grnSPc5rehmMETmY4x-ZneSp9VoVl_XDzOAVJLEZsNKEQ19IvKWMQkIjCO8lMJX4dHbnTnAd9bTnBKcr=w640-h602" width="640" /></a></div><p></p><div style="text-align: center;"><i>Josef Kramer e Irma Grese</i></div><div style="text-align: left;"><p>Tras la liberación del campo de Bergen-Belsen y el proceso a los oficiales, Pierrepoint fue enviado a Hamelin, donde ejecutó a once de los condenados a muerte. Entre ellos estaba la infame Irma Grese, también conocida como "La hiena de Auschwitz" o "La bestia bella". Más adelante, entre 1948 y 1949 Pierrepoint llegó a ejecutar a más de doscientas personas, aunque no tuvo el "privilegio" de encargarse de los condenados en Nuremberg. Por algún motivo, ese trabajo recayó en un verdugo americano que, por lo visto, era bastante menos eficaz en la tarea. <br /></p><p></p></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEfuqbVdN8jKJUngJogF75PlSPwxcKDAr5tmcAa2rBlq7fWPzlGWXHk_tatCXUNfaQSY7J8vOSJSA6AzGlYHD3WgxvHRtz2bTJM_wAWgj7ASP9PPyBMXWVmOfayXc46IXw0ChMjpIWpWng7EDyLMkO4bdGFpjkDjpKtr1wo6XS3G55Co7as-fcpbmH" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="322" data-original-width="500" height="412" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEfuqbVdN8jKJUngJogF75PlSPwxcKDAr5tmcAa2rBlq7fWPzlGWXHk_tatCXUNfaQSY7J8vOSJSA6AzGlYHD3WgxvHRtz2bTJM_wAWgj7ASP9PPyBMXWVmOfayXc46IXw0ChMjpIWpWng7EDyLMkO4bdGFpjkDjpKtr1wo6XS3G55Co7as-fcpbmH=w640-h412" width="640" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Irma Grese, con unos kilos menos, se dirige a su cita con Albert Pierrepoint </i></div><div><p></p><div><div style="text-align: left;">Otro de los insignes ejecutados del señor Pierrepoint fue William Joyce, más conocido como Lord Haw Haw. Joyce, miembro desde 1932 de la Unión Británica de Fascistas de Oswald Mosley y nacionalizado alemán en 1940, se hizo famoso por sus retransmisiones radiofónicas, que siempre empezaban con las palabras "Germany calling, Germany calling!". Sus retransmisiones, que contaban con el apoyo del Ministerio de Propaganda nazi, tenían como primer objetivo desmoralizar a las tropas norteamericanas, británicas, canadienses y australianas, así como a la población del Reino Unido. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Oe-THrWu_4I" width="320" youtube-src-id="Oe-THrWu_4I"></iframe></div><div style="text-align: center;"><i>La última alocución de un audiblemente borracho Lord Haw Haw, 30 de abril de 1945</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>Su segundo objetivo era conseguir un acuerdo de paz entre aliados y nazis que dejara a éstos en el poder. Curiosamente, dado que en sus boletines informaba sobre el hundimiento de barcos y el derribo de aviones del ejército británico, muchos ciudadanos de este país escuchaban sus boletines con la esperanza de averiguar algo acerca del destino de sus seres queridos.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhj-xtNUppyXB6c4aR4iel2T3lC9pAsWvUIPxAVOIMA2OnaqpfTuwHcMY2-0xhZp0lbQs1FgIQvp833wkQrQrTN4sfz4Xy7UiUZTTvM_zv1hWqqQh3eaUeKT7MZUdCbnydSQEfjr_QXZlnYjaPqwXecnjERyoJZx9tD9Z_vW6xMQyj7LT11p7QAXT0r" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="859" data-original-width="900" height="611" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhj-xtNUppyXB6c4aR4iel2T3lC9pAsWvUIPxAVOIMA2OnaqpfTuwHcMY2-0xhZp0lbQs1FgIQvp833wkQrQrTN4sfz4Xy7UiUZTTvM_zv1hWqqQh3eaUeKT7MZUdCbnydSQEfjr_QXZlnYjaPqwXecnjERyoJZx9tD9Z_vW6xMQyj7LT11p7QAXT0r=w640-h611" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Lord Haw Haw, herido y arrestado por las tropas británicas</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div>Ironías del destino, la popularidad de su programa y de su voz fue su condena. Joyce había huido junto a su mujer y estaba refugiado en una posada cercana a la frontera danesa. Un día vio a unos oficiales británicos buscando leña, y se ofreció a ayudarles. Les dijo en francés dónde podían encontrar algunos leños, y luego añadió unas palabras para sí en inglés. En ese momento, uno de los oficiales reconoció su voz. Cuando Joyce se llevó la mano al bolsillo para mostrarles su pasaporte falso, el oficial le disparó a la pierna.</div><div><br /></div></div><div style="text-align: center;"> <img src="https://qph.cf2.quoracdn.net/main-qimg-ef62cfcbfeeadbc2366b0e87b2b16c5b-pjlq" /></div><div style="text-align: center;"><i>Göring, uno de los que, a su manera, escapó a la justicia</i></div><div> </div><div> Se hace tarde y estoy cansado, así que voy a dejarme muchas cosas en el tintero. Pero os aseguro que el resto no tiene desperdicio: la vida en una Alemania en la que los americanos tenían prohibido confraternizar con los alemanes. La aparición de una nueva clase privilegiada desde el momento en que se pone fin a esa prohibición: alemanes que trabajan para los americanos. La campaña del editor judío británico Victor Gollancz contra la severidad del castigo al pueblo alemán. Los entresijos de los juicios de Nuremberg. Las maquinaciones de la URSS para ocupar puestos estratégicos con los llamados "moscovitas", es decir, comunistas alemanes que volvían de su exilio en la URSS, entre ellos el siniestro Walter Ulbricht, de quien ya hablé <a href="http://batboyreads.blogspot.com/2012/11/el-muro-de-berlin-de-frederick-taylor.html">aquí</a>. El nuevo objetivo prioritario de los EEUU: combatir el comunismo. La creación de la Stasi y la Juventud Libre Alemana, siguiendo los modelos de la Gestapo y las Juventudes Hitlerianas. La tensión entre las diferentes zonas ocupadas, y las primeras señales de una división del país. La apertura de las puertas de la OTAN a Alemania. La creación de la RDA y el inicio de la Guerra Fría...</div><div><div><br /></div></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjxoTvOZHmpewIjP1bR8Rs4aMF-rf87Euqja25IxTJSfXBzqjOOQ4gbjhSp3drHUDOxETflAIn4l5HoL-2hWs8ng65gD8zbNoI2o1H440oRYCW0eo5xlNh57Zi9WTBHJUA-_fW09prqbjDg79vYQ1lxjbQsNGF_z6pTFp9L8SubhpGX6q1vOlHrFVCM" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1511" data-original-width="2048" height="472" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjxoTvOZHmpewIjP1bR8Rs4aMF-rf87Euqja25IxTJSfXBzqjOOQ4gbjhSp3drHUDOxETflAIn4l5HoL-2hWs8ng65gD8zbNoI2o1H440oRYCW0eo5xlNh57Zi9WTBHJUA-_fW09prqbjDg79vYQ1lxjbQsNGF_z6pTFp9L8SubhpGX6q1vOlHrFVCM=w640-h472" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Dresden, 1946.</i></div></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><i>Mientras esperaba bajo la lluvia al tranvía para el regreso, hablé con una pareja de refugiados, hombre y mujer, que llevan dieciocho días huidos. Venían de Checoslovaquia, traían noticias terribles. "El checo le quita al alemán la camisa y le azota con el rebenque", dice el hombre. Y la mujer, cansada, sentencia: "No nos podemos quejar. Nos lo hemos buscado". (Una mujer en Berlín)</i></div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg7xrcR0msUegPdXIe8u0e-i1EYMpB2FVPpai9QVfL3-hrz98pDVgWkYa-LQHjcxkHPiCatAnHd1a2cJXYUYv-jmrw6hNwus4iarkRsH9Xo4cWbD4P5xiomhivkeLEtwMEMQroS5dA4Urpk0IKSfY5xoGBT24dghdcF9IiwZnrC9esz4GI8x259Y4XW" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="952" data-original-width="634" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg7xrcR0msUegPdXIe8u0e-i1EYMpB2FVPpai9QVfL3-hrz98pDVgWkYa-LQHjcxkHPiCatAnHd1a2cJXYUYv-jmrw6hNwus4iarkRsH9Xo4cWbD4P5xiomhivkeLEtwMEMQroS5dA4Urpk0IKSfY5xoGBT24dghdcF9IiwZnrC9esz4GI8x259Y4XW=w427-h640" width="427" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Refugiados alemanes, civiles y militares, expulsados de Polonia y Checoslovaquia, se agolpan en la estación de tren de Berlín.</i></div></div><div><p><i>Después del Reich</i> es una lectura apasionante, larga e intensa, pero en absoluto agotadora. Giles MacDonogh consigue con este libro eso tan difícil que es escribir para el experto en Historia, para el bloguero diletante, y para el lector que simplemente quiere complementar sus conocimientos de la Historia con el lado menos conocido de esta.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU6zlSoZqs3YJU1ySEZlNS64qqaRnbHuKJCDBRlanC7ash3GG91iKkHrttAqtb75JWtw7xXFRirQDUYr2BCzsUkUuW9FIEwmlRygVsleOBY6fJXeatCnO_pET90cfPqFAaTxVh27DsGuwDLmm2qo-BCaA5rrdKusYoQaIpUltaT8PjpWMKcUPkJVVE/s1382/05449.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1382" data-original-width="1024" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU6zlSoZqs3YJU1ySEZlNS64qqaRnbHuKJCDBRlanC7ash3GG91iKkHrttAqtb75JWtw7xXFRirQDUYr2BCzsUkUuW9FIEwmlRygVsleOBY6fJXeatCnO_pET90cfPqFAaTxVh27DsGuwDLmm2qo-BCaA5rrdKusYoQaIpUltaT8PjpWMKcUPkJVVE/w474-h640/05449.jpeg" width="474" /></a></div><i>Icónica imagen de la derrota. Hans Georg Henke, artillero de 16 años, al ser arrestado por el ejército americano. </i></div></div><br /><p></p></div></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-20042904866543124972022-06-05T01:35:00.000-07:002022-06-05T01:35:35.006-07:00El ángel de Múnich<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4mc7LxgE4BAKpok88WY4LDfyKHEfV2Q9fdq3ElI6YzVyoladgP6dcqAycO9HwCVVOqkvBQuD2gEtXCBh_O5-U5p6LbPTAN2pMGMQNjaF8GHuXIzbFUPhUAIAJCprLHfMqHSUY5LS6z3g82i1JHssZhrKiiEIN6YA8Ahh6x1CI334pPXP8-KRyyfOe" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2560" data-original-width="1621" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4mc7LxgE4BAKpok88WY4LDfyKHEfV2Q9fdq3ElI6YzVyoladgP6dcqAycO9HwCVVOqkvBQuD2gEtXCBh_O5-U5p6LbPTAN2pMGMQNjaF8GHuXIzbFUPhUAIAJCprLHfMqHSUY5LS6z3g82i1JHssZhrKiiEIN6YA8Ahh6x1CI334pPXP8-KRyyfOe=w253-h400" width="253" /></a></div><p>Ahora que este blog va despacio, vamos a contar obviedades: el nazismo y todo lo que lo rodeó son un filón para la literatura. Personalmente, he de confesar que a algunas de las innumerables obras a que ha dado lugar les tengo cierta rabia. Me refiero en concreto a aquellas que lucen la palabra Auschwitz en el título, que no son pocas: <i>La bibliotecaria de Auschwitz</i>, <i>El violín de Auschwitz</i>, <i>El tatuador de Auschwitz</i>, <i>El maestro de Auschwitz</i>, <i>El farmaceútico de Auschwitz...</i>). Que alguna estará bien, seguro, pero el uso de ese comodín siniestro y facilón llena de pereza a este vampiro.</p><p>Otro tipo de obras que han proliferado a lo largo de las décadas son las que especulan con una historia alternativa, es decir, ese género, por llamarlo de alguna manera, del qué hubiera pasado si. Aquí sí encontramos obras notables, desde <i>La conjura contra América</i> (lectura muy disfrutada) hasta <i>El hombre en el castillo</i> (lectura pendiente), pasando por <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com/search/label/Sinclair%20Lewis">Eso no puede pasar aquí</a></i> (lectura interruptus), entre, imagino, un par de decenas más.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhGArvNvxcwp85ey68MMXzCugmHribsHY7Z6W06ba2yYQN_PhtOpV3oF8wkR4l-XMkdF_Pxtin-NnTf566aVr6PxU0a6VOBwnOYJVGnbaTwL1VvRdFcEQD67te2Y4MTXLN1OSIosrHyUM1Huvwg-iLE1mWlLwP7WlGq3i6ZtF8rCaE5mZJhacZ2b3Ly" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="750" data-original-width="900" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhGArvNvxcwp85ey68MMXzCugmHribsHY7Z6W06ba2yYQN_PhtOpV3oF8wkR4l-XMkdF_Pxtin-NnTf566aVr6PxU0a6VOBwnOYJVGnbaTwL1VvRdFcEQD67te2Y4MTXLN1OSIosrHyUM1Huvwg-iLE1mWlLwP7WlGq3i6ZtF8rCaE5mZJhacZ2b3Ly" width="288" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Angela Maria Raubal, Geli</i></div><p>En los últimos años se han publicado una serie de obras que se inscriben en la novela histórica, aunque, como vimos en <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com/2022/04/hhhh.html">HHhH</a></i>, no siempre se someten a la ortodoxia del género. De la de Binet ya hablamos hace unas semanas. En otro momento hablaré de <i>La desaparición de Josef Mengele</i>. Hoy voy a hablar de <i>El ángel de Múnich</i>, un apasionante thriller histórico.</p>Hay que agradecerle a Massimi, de entrada, que nos ahorre la palabra 'Hitler' en el título (y mira que habría sido fácil) y opte por el nombre de la capital bávara, que tanto nos puede hacer pensar en la Oktoberfest como en unas Olimpiadas. En fin, el ángel de Múnich se llamaba Angela Maria Raubal, Geli para los amigos y para su tío el Führer. En realidad Geli era hija de la hermanastra de Hitler, lo cual no sé hasta qué punto convertía en acceptable la relación que se rumoreaba mantenían los dos. Pero al margen de los rumores, es indudable que la suya fue mucho más que una relación entre tío y sobrina. De hecho, Hitler declaró más tarde que Geli fue la única mujer a la que amó.<div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgwvZX9I0dTJ8uVApLRtEiIKXi6JTix9B_vFrO86v40ITnmUSwfaTAPmrza6dfR7F5fNTWIX9ISrj5EqMovRsDiqgl_w6i4Iji25SVQkRb835cGkECLtt5Q5dD06x1G_gw9mBGfP7JYDDIobPMrfPGI38kHmy7nJGdiWFT0nR1YzGNygK9sJP9bNwvF" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1470" data-original-width="1960" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgwvZX9I0dTJ8uVApLRtEiIKXi6JTix9B_vFrO86v40ITnmUSwfaTAPmrza6dfR7F5fNTWIX9ISrj5EqMovRsDiqgl_w6i4Iji25SVQkRb835cGkECLtt5Q5dD06x1G_gw9mBGfP7JYDDIobPMrfPGI38kHmy7nJGdiWFT0nR1YzGNygK9sJP9bNwvF" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Geli, entre Goebbels y Hitler</i></div><div> </div><div>El 19 de septiembre de 1931 fue hallado el cuerpo sin vida de Geli en el apartamento que compartía con su tío. Aparentemente, se trataba de un suicidio. La joven se había matado de un disparo al corazón. Y es aquí donde comienza el misterio de un caso que, sin duda, podría haber cambiado el curso de la historia. De la mano del comisario Siegfried Sauer y el comisario adjunto Helmut Forster (los apellidos reales de los investigadores, si bien el autor no pudo averiguar los nombres de pila y tuvo que inventárselos), Fabiano Massimi se embarca en una investigación a gran escala, buceando entre miles de páginas y testimonios (<a href="https://archive.org/details/OSSHitlerSourcebook/page/n373/mode/2up">aquí</a> tenéis como ejemplo una interesante muestra extraída de las páginas de <i>Flight from Terror</i>, de Otto Strasser) a sabiendas de que su trabajo será tan fructífero como el de los que han investigado los crímenes de Jack el Destripador.</div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_1IKAKwqpAbXL7_x1YZKxHrCKIB5nRfX8Ew6RuYksbw4Q7zFmiy_iLtO_cRniGmuOhf5R2ngmMxtmX04hZdfQ_QTPbrBW3JijGw4ig73yuNAMlx9o7fhMh_aafVlzani9iK37sscFKV-LoLpmMvJPFLaErPUnB3kdThy4WoYnSvrup_tdIpujRDek" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="600" data-original-width="960" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_1IKAKwqpAbXL7_x1YZKxHrCKIB5nRfX8Ew6RuYksbw4Q7zFmiy_iLtO_cRniGmuOhf5R2ngmMxtmX04hZdfQ_QTPbrBW3JijGw4ig73yuNAMlx9o7fhMh_aafVlzani9iK37sscFKV-LoLpmMvJPFLaErPUnB3kdThy4WoYnSvrup_tdIpujRDek=w400-h250" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El apartamento del Führer en Prinzregentenplatz 16, Munich. Aquí sucedió todo.</i></div><div><br /></div><div>El rumor principal a que dio pie la muerte de una chica que todos describían como alegre y llena de vitalidad era, evidentemente, el de que fue Hitler quien la asesinó o hizo asesinar. Es un hecho constatado que tía y sobrino tuvieron una fuerte discusión la noche del 18 de septiembre, como también lo es que el cadáver de Geli tenía la nariz rota y que la pistola que acabó con su vida era propiedad del Führer. El escándalo, como veis, estaba servido, a tan sólo dieciséis meses de las elecciones generales que Hitler aprovecharía para hacerse con el poder absoluto. Imaginad qué habría pasado si un escándalo de esta magnitud hubiera sido investigado como merecía. Y aunque parece difícil imaginar un delito de mayor gravedad para la carrera de un dictador en potencia que un asesinato, es probable que, de ser ciertas algunas de las especulaciones, lo que de verdad aterrorizaba a los jerifaltes nazis y amenazaba con acabar con su líder en la trena fuese no tanto el crimen como las filias de Adolf. Al fin y al cabo, un asesinato se puede disfrazar de accidente, pero otras cosas... no. </div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiPlm66j1xXLbwvuhhKFULpS_rRjiZGeMlNs_TcDiOHYIE7uDStfRveIexKtzrDKZf87E6s8xQWTxVlKN2gtWrPdKTuhZbs_jXIFbLo0K-ae_xi5tdvHwlrnNd7mBOKbuDxA6a8BQ2322xeG4M1yQODtI6gsarBn61yBhiYvOF8mPVLucpM5GLVdDQo" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="832" data-original-width="1216" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiPlm66j1xXLbwvuhhKFULpS_rRjiZGeMlNs_TcDiOHYIE7uDStfRveIexKtzrDKZf87E6s8xQWTxVlKN2gtWrPdKTuhZbs_jXIFbLo0K-ae_xi5tdvHwlrnNd7mBOKbuDxA6a8BQ2322xeG4M1yQODtI6gsarBn61yBhiYvOF8mPVLucpM5GLVdDQo" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Hitler: los años desaparecidos<i>, de Ernst Hanfstaengl, una de las fuentes principales de la novela </i></div></div><div> </div><div>En sus notas finales, el autor expresa su esperanza de que la novela haga justicia a la vida de Geli. Lo cierto es que la Historia no lo ha hecho. Como señala Ron Rosembaum en <a href="https://www.vanityfair.com/news/1992/04/hitlers-doomed-angel">este interesantísimo artículo</a>, donde podéis leer prácticamente todo lo que sabe del caso, Geli Raubal es apenas una nota a pie de página en la biografía de Hitler y su muerte ha merecido escasos libros o películas. La investigación del asesinato se inició el sábado posterior al hallazgo de su cadáver y se cerró ese mismo día por la tarde. Esto huele un poco, debió de pensar el que dio la orden, así que se reabrió el lunes por la mañana y se volvió a cerrar por la tarde. Alguien manejó muchos hilos, o los hilos justos, para silenciar el caso y, por si eso fuera poco, casi todas las personas que poseían información crucial al respecto fueron implacablemente eliminadas.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBEVLnv-lmLcmQgpf5Qjjef08RyzuQr4Cqr4RBlX0IPzGU3IOa9qGAHESorHUBOAXK6Uf-uWOjsP9-UK1KXbgTyA-OclNeS3flzDnlan73ALsL_5z6AcmNS9X3JR8NHLLeXloesTA5Y4irvZE3G4TuFRzV4WmmKe5fvzzkjp9POepTZ0i8cMBFP2A0" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="518" data-original-width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBEVLnv-lmLcmQgpf5Qjjef08RyzuQr4Cqr4RBlX0IPzGU3IOa9qGAHESorHUBOAXK6Uf-uWOjsP9-UK1KXbgTyA-OclNeS3flzDnlan73ALsL_5z6AcmNS9X3JR8NHLLeXloesTA5Y4irvZE3G4TuFRzV4WmmKe5fvzzkjp9POepTZ0i8cMBFP2A0=s16000" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>UN ASUNTO MISTERIOSO: LA SOBRINA DE HITLER SE SUICIDA, publicado en el Münchner Post, el principal periódico anti-nazi de Múnich</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div>Una de esas víctimas colaterales fue Fritz Gerlich, el valiente periodista que desde el primer momento se opuso a Hitler. Gerlich investigó el caso en profundidad hasta que, en marzo de 1933, cuando estaba a punto de publicar el resultado en su semanario <i>Der Gerade Weg </i>(El Camino Recto), un grupo de camisas pardas entró en su redacción y, tras apalizarlo y requisar todos sus documentos y manuscritos, lo arrestaron e internaron en el campo de Dachau, donde fue asesinado al cabo de un año durante La Noche de los Cuchillos Largos. El mismo destino tuvo Bernhard Stempfle, el cura nazi que ayudó a Hitler a redactar <i>Mein Kampf</i>. Stempfle también sabía demasiado sobre la relación entre Geli y su tío. </div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEidSn2ORRVQb6I3o2pqFSEfOPnLQxwlxshrZ-nG7RYGTGpgUofPNvpcwtNMQvpROnPi0uJJgooe9L1fjf6NtLpsu7JdaFKcwxSEWTXQcA-QWBgKdnq7m8qe7cP0FloMQGw10JwyVZ4mKGtqs9sCIXQuwSBhPeawpsd_m75p2l3dU32XOw4V0nZ2Xcjx" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="553" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEidSn2ORRVQb6I3o2pqFSEfOPnLQxwlxshrZ-nG7RYGTGpgUofPNvpcwtNMQvpROnPi0uJJgooe9L1fjf6NtLpsu7JdaFKcwxSEWTXQcA-QWBgKdnq7m8qe7cP0FloMQGw10JwyVZ4mKGtqs9sCIXQuwSBhPeawpsd_m75p2l3dU32XOw4V0nZ2Xcjx=w277-h400" width="277" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Emil Maurice, el chófer de Hitler, con quien Geli tuvo una relación. Para colmo, este inveterado nazi resultó tener ascendencia judía</i></div><div><div style="text-align: center;"><br /></div><div>El manto de silencio se ha mantenido a lo largo de la décadas, y la petición en 1992 de Hans Horváth, un historiador aficionado, de que se exhumaran los restos de Geli no fue bien recibida. Señala Rosembaum, mencionado en el párrafo anterior, que no podía ser de otra manera en un país que llevaba décadas intentando lavar su pasado y que hasta aquel año estaba presidido por un antiguo miembro del Partido Nazi.</div></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEghsMIbjkYUyHhfbIwgntU3pPvfvonxPB41zj_DPeL0j99S70Ob_a5ZsZLcM29vtkAo-ZPCFLB646SDkqxLxy5zPOi4948jf2fSKfXNCQ6ihFweiO4pdHkF7n-P5kRE6_vjj0IPOkn9HFkqz4kumjgn37Wf5ilGe4y43JH2pHd1vaIl-yfkJoqns1cd" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="2000" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEghsMIbjkYUyHhfbIwgntU3pPvfvonxPB41zj_DPeL0j99S70Ob_a5ZsZLcM29vtkAo-ZPCFLB646SDkqxLxy5zPOi4948jf2fSKfXNCQ6ihFweiO4pdHkF7n-P5kRE6_vjj0IPOkn9HFkqz4kumjgn37Wf5ilGe4y43JH2pHd1vaIl-yfkJoqns1cd=w400-h300" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>En palabras de Goebbels, Geli es como una esfinge del Belvedere, en Viena</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div>Como he dicho antes, estamos hablando de un thriller con todas las de la ley que no tiene nada que envidiar a los grandes del género. Pero además de la investigación, con todos los elementos del mejor cine negro, <i>El Ángel de Múnich</i> cuenta con el atractivo de presentarnos a algunos de los personajes principales de aquella negra época. Así, todos los capitostes nazis se pasan por estas páginas como Pedro por su casa, incluido el mismísimo AH. Hay que recordar que, en aquel momento, Hitler no era todavía la figura sagrada, venerada e intocable en que se convertiría, sino nada más que el líder de un partido político, por lo que verlo respondiendo de manera melodramática a las preguntas de un investigador no requiere un gran esfuerzo de la imaginación. Menos aún si tenemos en cuenta que sus palabras, como la de los otros personajes, están en su gran mayoría extraídas de memorias, cartas, diarios y otros documentos.</div><div><br /></div><div><i>Yo amaba a Geli -prosiguió Adolf Hitler, que parecía encontrar fuerza y convicción con cada nueva frase-. Y ella me amaba a mí. Era la única mujer con la que habría podido casarme. Ahora -concluyó con la voz rota-, mi esposa será Alemania.</i></div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgJd-sWI6Yb_-cxkD6fyy5qTIEe0-NWnqb7GkySNchl2a1ultpe3yVHgS1TITENeTPQWIQJYSHXdIGYC-TmimJxYhKprTrp_Ruka2Q0V7rOzipkggjDfVpmpnKeDQgEwSjOvgpRr8ED6mPxslXJjnFCchawgRTthg0XY3sTFgsH6Oen7SyTE3dskcum" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="386" data-original-width="514" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgJd-sWI6Yb_-cxkD6fyy5qTIEe0-NWnqb7GkySNchl2a1ultpe3yVHgS1TITENeTPQWIQJYSHXdIGYC-TmimJxYhKprTrp_Ruka2Q0V7rOzipkggjDfVpmpnKeDQgEwSjOvgpRr8ED6mPxslXJjnFCchawgRTthg0XY3sTFgsH6Oen7SyTE3dskcum" width="320" /></a></div><br />Uno de los grandes aciertos de Massimi es que no se encorseta en ninguno de los dos géneros que dan forma a esta obra. Es novela histórica cuando tiene que serlo, y es thriller cuando toca. Y al decir thriller quiero decir giros inesperados a cada momento, investigadores que se enfrentan a su doble, y persecuciones que culminan en lo alto del campanario. ¿Que eso, al decir de algunos, quita credibilidad a la investigación histórica y le da a algunas escenas finales un aire demasiado peliculero? Pues a mí, plim, debe de pensar Massimi. </div><div> </div><div>Y como yo he disfrutado de lo lindo con esta lectura, pues a mí también plim.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh1SvQOqiy7-bcYvNgZ7wUKJmdFtxZOUJwrVz1v2TOJ4QUL4F5ikHJMX09vrVOei7yovo5iumfQeGOQ9BvxfCpgNgl3naUl-mzXN6oAyZxaNSetvSaY-xm-KguFfJ4glFLPVsT_hZRWCHCSfHHh0OCkrT_qeQGJ6EPXK_drboFz3jgVC_saEoaA8KZT" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1200" data-original-width="1200" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh1SvQOqiy7-bcYvNgZ7wUKJmdFtxZOUJwrVz1v2TOJ4QUL4F5ikHJMX09vrVOei7yovo5iumfQeGOQ9BvxfCpgNgl3naUl-mzXN6oAyZxaNSetvSaY-xm-KguFfJ4glFLPVsT_hZRWCHCSfHHh0OCkrT_qeQGJ6EPXK_drboFz3jgVC_saEoaA8KZT=w640-h640" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Cuando Hitler llegó al poder, el mundo ganó un genocida y perdió al artista que pintó esto. </i></div></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-10948958157815690152022-04-28T01:59:00.001-07:002022-04-28T01:59:09.931-07:00HHhH<p> </p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj75XCrzvZuAu4t5xTGz7ITdKpAirRm2Z6XEBpNXs2inYverIpDhZzgtsH9li9daZoVQUSlF-Bxh0bvSa9hjylY41IM4-OCaIN7LI2MRrXVlIP5j6Q6ZW6RKHBzBZqS4JytYctLolHrBsn94BOaFzBZYHgtG9BMakeV8sTd4w6gfArlzGPLwooCH1EJ" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2339" data-original-width="1524" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj75XCrzvZuAu4t5xTGz7ITdKpAirRm2Z6XEBpNXs2inYverIpDhZzgtsH9li9daZoVQUSlF-Bxh0bvSa9hjylY41IM4-OCaIN7LI2MRrXVlIP5j6Q6ZW6RKHBzBZqS4JytYctLolHrBsn94BOaFzBZYHgtG9BMakeV8sTd4w6gfArlzGPLwooCH1EJ=w261-h400" width="261" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div><i>Estoy librando una batalla perdida. No puedo contar esta historia del modo en que debería ser contada. Me doy de cabeza una y otra vez contra el muro de la Historia.</i></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">De los más significados secuaces de Hitler, quizá el menos conocido del gran público sea Reinhard Heydrich. No creo que ello se deba a la dificultad de pronunciar su nombre; al fin y al cabo, a todos nos pronunciar mal los nombres raros. Se trata, más bien, de la ausencia de algún rasgo grotesco que le confiera ese carácter icónico que sí tenía, por ejemplo, Himmler, con su aspecto de roedor eunucoide; Göring, galán y héroe devenido bufón; o el odio hecho rostro de Goebbels, conocido sobre todo por sus epígrafes sobre la repetición de mentiras, acuñados unos años antes de envenenar a sus propios hijos. </div><p></p><p style="text-align: justify;">Heydrich, por su parte, era más difícil de caricaturizar. Alto, rubio, ojiazul, fornido y atlético, el Carnicero de Praga, como se le conocía (sus otros motes eran El Verdugo, la Bestia Rubia o, en palabras de Hitler, "el hombre con el corazón de hierro), encarnaba el ideal ario, a pesar de que toda la vida le persiguió el rumor de que tenía sangre judía (lo que, a decir de algunos, explicaba el tamaño de su nariz).</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjixtOsMgvzNeoEGjbe-Fn8DQFGAGliu5VC8jTDObsFimk1lfCc_vDiFcs5g2ic2O1cZN9UYWuhsq_qAtfku7zHLq8PzZUArwxqmHliF9UIBg2Mr6b4U-V8hZizA0CXEi4OrOeUNf8eTT5xxBoaJTSgeY94p4KiUPZoFyP3rwzXCWnRwyMx-Irg_I8D" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="757" data-original-width="524" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjixtOsMgvzNeoEGjbe-Fn8DQFGAGliu5VC8jTDObsFimk1lfCc_vDiFcs5g2ic2O1cZN9UYWuhsq_qAtfku7zHLq8PzZUArwxqmHliF9UIBg2Mr6b4U-V8hZizA0CXEi4OrOeUNf8eTT5xxBoaJTSgeY94p4KiUPZoFyP3rwzXCWnRwyMx-Irg_I8D=s16000" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Quizá fue por eso por lo que se distinguió en su encarnizamiento contra los judíos, o quizá simplemente fue porque era un nazi. En todo caso, Heydrich organizó, junto a otros, la Noche de los Cristales Rotos y fue uno de los grandes promotores de la Solución Final. En 1941 fue nombrado Reichsprotektor de Bohemia y Moravia (en realidad, era "vice protector", pero el Protector nominal, Neurath, a quien el Führer consideraba demasiado blandito, tuvo que aceptar un permiso y ceder todo el poder de facto a Heydrich). Su misión, "germanizar a las alimañas checas", acabar con la resistencia y garantizar que nada entorpeciera la producción de armas y motores checos, cruciales para Alemania. </p><p style="text-align: justify;">Heydrich se puso manos a la obra, es decir, proclamó la ley marcial, empezó a fusilar a diestro y siniestro, y aquellos a los que no fusiló los envió a campos de concentración. Tenía además el objetivo a medio plazo de vaciar la región de checos, fuera mediante la expulsión o mediante el exterminio, y así conquistar un poco más de ese tan ansiado <i>Lebensraum</i>. Quizá por un prurito de conservar las formas (ya ves tú, a esas alturas), dejaron al checo Emil Hácha en la presidencia, que hizo lo que se esperaba de él, a saber, ser un títere que se prestó a colaborar con la persecución a los judíos. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjCPbmVExL_V08BmYgbGX0iJ8LJDOSYYY9wogKEq-MvSBDNVyGXBGw6LDw-ZD_lei1sbjG5ebIs-mseZG3gRmGNZxGxe5IHMFRrxOAqgfDUgANdYIHVh1ApAxvjOKLC8pLxIUNhZfNvvalU5-BsmmKpYESum5QDCDdw89rWG2DzssrOEBfbedP_wNw8" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="555" data-original-width="800" height="278" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjCPbmVExL_V08BmYgbGX0iJ8LJDOSYYY9wogKEq-MvSBDNVyGXBGw6LDw-ZD_lei1sbjG5ebIs-mseZG3gRmGNZxGxe5IHMFRrxOAqgfDUgANdYIHVh1ApAxvjOKLC8pLxIUNhZfNvvalU5-BsmmKpYESum5QDCDdw89rWG2DzssrOEBfbedP_wNw8=w400-h278" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Jan Kubiš y <span style="text-align: left;">Jozef Gabčík, los héroes de la Operación Antropoide</span></i></div><p></p><p style="text-align: justify;">Tan seguro de su poder y tan encantado de haberse conocido estaba Heydrich que se paseaba por la ciudad en un Mercedes descapotable, a menudo sin siquiera escolta. Eso en griego se llama hybris, y es el paso previo a la némesis, que, como sabéis, suele presentarse con abundancia de sangre. Pues bien, a Heydrich le bajó la némesis el 27 de mayo de 1942, cuando culminó la heroica Operación Antropoide.</p><p></p><p style="text-align: justify;"><i>HHhH</i>, que narra la gestación, planificación y ejecución del atentado, así como sus secuelas inmediatas, se publicó en 2010. Recuerdo haber visto por todas partes esas cuatro haches, que vienen a significar <i>Himmlers Hirn heißt Heydrich</i>, o sea, "el cerebro de Himmler se llama Heydrich", y haber leído alguna que otra encomiástica crítica. Hoy, terminada su lectura, constato que mi norma de no leer jamás libros escritos por ningún autor que se llame Laurent podría no estar del todo justificada. Porque <i>HHhH</i> es apasionante, y consigue, como hacía <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com/2014/11/el-mercader-de-barcelona.html" target="_blank">El hombre que amaba a los perros</a></i>, que una novela sobre un acontecimiento histórico que sabemos cómo acaba se lea como un thriller.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhpIDDAaKVJUrdu7-yh748m4ku7EeMbgDp_DFUppyizbLd3aMpVdosp6Yoc4-1Xk-8-ANqLt5jMzHhoYAuiGUspnMHlZfhZYoNSIbrTCvx8n_Yf6jsuUGnke-WGEvBQG5X6gpp2Hs6ImmlgSEzJDDBZVbRbUL7x1fdwdVmNM0_VlZelkafAa5qEuE89" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1880" data-original-width="2572" height="468" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhpIDDAaKVJUrdu7-yh748m4ku7EeMbgDp_DFUppyizbLd3aMpVdosp6Yoc4-1Xk-8-ANqLt5jMzHhoYAuiGUspnMHlZfhZYoNSIbrTCvx8n_Yf6jsuUGnke-WGEvBQG5X6gpp2Hs6ImmlgSEzJDDBZVbRbUL7x1fdwdVmNM0_VlZelkafAa5qEuE89=w640-h468" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Esquema de la planificación del atentado</i></div><p style="text-align: justify;">Hace unas semanas hice un viaje a Praga con mi hija. Para prepararme como a mí me gusta, busqué algún libro relacionado con la ciudad. Parecía una elección fácil, con tanto Kafka, Kundera o Hasek como hay por ahí, pero me apetecía más algo que no hubiera leído y que, por una vez, no tuviera una k. Así que, gugleando por aquí y por allá, me encontré con <i>Gottland</i>, del polaco Mariusz Szczygiel. Prometía mucho: un libro de pequeños ensayos, ensalzado por la crítica, que nos cuenta la historia de ese país (bueno, de Checoslovaquia, más bien) a lo largo del siglo XX. Me acompañó a lo largo de aquellos cuatro días, pero lo abandoné en cuanto volví. Todavía lo tengo por casa, aunque no sé si lo retomaré. No acabó de gustarme precisamente por su estilo tan factual y seco que su enorme carga de sutil ironía no podía paliar. Le faltaba, en definitiva, el elemento que más he apreciado de <i>HHhH</i>: el narrador, que es el <i>fet diferencial</i> de esta novela.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6u5sRndxnRjqCtT-CnZ-94YhR20h6dvA9vLLGIFsWjO1Oz818Xon5HdQY4ay9iHsYJXS_qtuVwlZkYD7NIr0EnZUvrGVY4UakvTinLi48EFaAHXEuwBTFWokgBnfpLqI8WZNYppvVj1zfNAQMgjVS-FhP49Hqsx4pmVSz0oTrb6NbEIO7sW1epc_0" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="532" data-original-width="800" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6u5sRndxnRjqCtT-CnZ-94YhR20h6dvA9vLLGIFsWjO1Oz818Xon5HdQY4ay9iHsYJXS_qtuVwlZkYD7NIr0EnZUvrGVY4UakvTinLi48EFaAHXEuwBTFWokgBnfpLqI8WZNYppvVj1zfNAQMgjVS-FhP49Hqsx4pmVSz0oTrb6NbEIO7sW1epc_0=w640-h426" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>La masacre de Lidice, el pueblo que el ejército nazi arrasó tras el asesinato de Heydrich</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque la historia de la literatura está llena de novelas históricas ortodoxas. Y como pocas de ellas pueden superar a <i>Yo, Claudio</i> u <i>Opus Nigrum</i>, por poner un par de ejemplos, Binet, que hasta el libro que nos ocupa no había publicado nada, opta por la decisión más sabia: ni molestarse en intentarlo. Así, nuestro amigo tenía que elegir entre escribir una novela histórica tradicional que por fuerza sería interesante (muy mal tendría que hacerlo para hacer de esta gesta una historia aburrida), pero que aportaría poco más que datos ya conocidos y entretenimiento; o adentrarse en la senda del escritor que escribe sobre lo que escribe, un camino poco hollado en la novela histórica y que le permitiría reflexionar sobre aspectos cruciales del género.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjElUmyTpeCrPp1gDgmrTPArKmFl2zUiSJMJXoPqFnXNwpsn5DiXaHT3mJFf6qn7UUd3f1df62cJpLarr_vH_IEM_QBPwQQuV7nJ9is8h4JXOamypFbIdjfQ4Dxg2IEdWpjPG9qthro3fKI6evZpviFhmCuvAOTsxrHoGiVqWf-f0531W3sgQ1Lg37A" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="627" data-original-width="960" height="418" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjElUmyTpeCrPp1gDgmrTPArKmFl2zUiSJMJXoPqFnXNwpsn5DiXaHT3mJFf6qn7UUd3f1df62cJpLarr_vH_IEM_QBPwQQuV7nJ9is8h4JXOamypFbIdjfQ4Dxg2IEdWpjPG9qthro3fKI6evZpviFhmCuvAOTsxrHoGiVqWf-f0531W3sgQ1Lg37A" width="640" /></a><i>El escenario del atentado</i></div></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Damos por supuesto, entonces, que el narrador de <i>HHhH</i> es el autor mismo (¿para qué se iba a meter en jueguecitos literarios?), y que sus páginas sobre el proceso de escritura se ajustan bastante a la realidad. Así, mientras conocemos a los héroes Jan Kubiš y Jozef Gabčík, entre muchos otros, y seguimos hasta el último detalle la planificación de la Operación Antropoide, Binet entra y sale de la historia, se queja de lo difícil que esto de la novela histórica, e incluso nos habla de su relación con una mujer checa. Aquí tenéis unos ejemplos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: left;"><i>Por supuesto que podría, quizá debería -para ser como Victor Hugo, por ejemplo- describir en profundidad, a modo de introducción, a lo largo de diez páginas o así, la ciudad de Halle, donde nació Heydrich. Hablaría de las calles, las tiendas, las estatuas... </i></div><div style="text-align: left;"><p><i>En el primer boceto, había escrito: 'se embutió en un uniforme azul'. No sé por qué imaginé que sería azul (...) No estoy seguro de si este escrúpulo tiene mucho sentido en esta fase.</i></p><div><i>Me pregunto cómo Jonathan Littell, en su novela </i>Las Benévolas<i>, sabe que Blobel tenía un Opel. Si Blobel realmente conducía un Opel, me quito el sombrero ante su impresionante investigación. Pero si es un farol, eso debilita toda la novela...</i></div><div><i><br /></i></div><div><i><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiNX__lUMHbERlwm6PmY4e6rbpklCm7L1tDGPWrfIunwp1t_D5AppWiyAbGeHqceTKUace0iSXTnaAT6O1Ipc_FvQDplilubUJ6ZpvLdNyciK7f-D-B463VOUd3HbCGEl0paFB976pLhpFEl7N_vB05oAOTNuKBeQ4e0r3uSC6P8-F55pmA_N8U6-B9" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="653" data-original-width="960" height="435" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiNX__lUMHbERlwm6PmY4e6rbpklCm7L1tDGPWrfIunwp1t_D5AppWiyAbGeHqceTKUace0iSXTnaAT6O1Ipc_FvQDplilubUJ6ZpvLdNyciK7f-D-B463VOUd3HbCGEl0paFB976pLhpFEl7N_vB05oAOTNuKBeQ4e0r3uSC6P8-F55pmA_N8U6-B9=w640-h435" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Intentando ahogar a los autores del atentado</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div></i></div><div><i>Un participante en un forum de internet expresa la opinión de que Max Aue, el protagonista (...) de </i>Las benévolas<i>, "suena a verdad porque refleja su época". ¿Cómo? ¡No! Suena a verdad </i><i>(para algunos lectores que se dejan engañar fácilmente) porque refleja </i>nuestra<i> época: un nihilista post-moderno, básicamente (...) De repente, lo veo todo claro: </i>Las Benévolas<i> es simplemente Houellebeq en plan nazi.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Como os habréis imaginado, me sentí un tanto preocupado por la publicación de la novela de Jonathan Littell, y por su éxito (...) Lo estoy leyendo en este momento, y cada página me hace sentir la imperiosa necesidad de escribir algo al respecto...</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>El diálogo en el capítulo anterior es un ejemplo perfecto de las dificultades a las que me enfrento. Desde luego, Flaubert no tuvo esos problemas con </i>Salammbó<i>, porque nadie transcribió las conversaciones de Amílcar, padre de Aníbal.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Esto es lo que pienso: inventarse un personaje con el fin de entender los hechos históricos es como fabricar pruebas.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Mi historia tiene muchos agujeros como novela. Pero en una novela al uso, es el novelista quien decide dónde tienen que estar esos agujeros. Y como soy un esclavo de mis escrúpulos, soy incapaz de tomar esa decisión.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>(Todos los párrafos son traducción mía)</i></div></div><p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0R6Q5aNpHkDxRPIU7IPGoUnFZXjmjR9HM54_d-Pw8s2OjBTISO7ltn0WCt1n7U9yeJq651N5IwbEFdp7EsI7w3QYPcYvc6cmh8HAFLFYncVc9vB_PF0G1ClIY25IxBCwIzh2-H9VhfEL_5ZyADZrhpRQlQRHP8PPzO4STsHU7TIO4IX3zA_Mc7tNE" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="854" data-original-width="1200" height="456" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0R6Q5aNpHkDxRPIU7IPGoUnFZXjmjR9HM54_d-Pw8s2OjBTISO7ltn0WCt1n7U9yeJq651N5IwbEFdp7EsI7w3QYPcYvc6cmh8HAFLFYncVc9vB_PF0G1ClIY25IxBCwIzh2-H9VhfEL_5ZyADZrhpRQlQRHP8PPzO4STsHU7TIO4IX3zA_Mc7tNE=w640-h456" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El Mercedes de Heydrich después del atentado</i></div><p></p><p style="text-align: justify;">Por lo visto, esa presencia constante del autor molesta a algunos lectores, que no toleran esas intromisiones (¿tú te imaginas, dirán, a Waltari interrumpiendo la historia del egipcio para decir "jo, qué difícil es escribir sobre algo que ocurrió hace tres mil años"?), o, quién sabe, quizá consideran que el problema es que quien rompe las normas es un advenedizo como Binet.</p><p style="text-align: justify;">Personalmente, es esa frescura y esa cercanía lo que más me ha gustado de <i>HHhH</i>. Binet, como he dicho más arriba, no se propuso escribir una obra maestra, y eso siempre se agradece. Escribe sin pomposidad; sus reflexiones, bien formuladas, no vuelan demasiado alto y su modestia no fingida hace pensar más en un bloguero que en un novelista o historiador. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiNZ-1iPgQbrf6x8zaHNFFZE-CiabHgC9rDEnR03AlS-rST677ks0RaZIgA1z71ARN38iBRvsvNeGcqj9NCTgDoBSQRGPfLeX7PIj7XVRlNCk65HNTta_LJlgNlANkpdc5OlDvkO3xkjqB7x0gNXSrH-ZSPp2fdLCL81RVGfa8qC7EyLHzilSdVsaM2" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="653" data-original-width="960" height="435" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiNZ-1iPgQbrf6x8zaHNFFZE-CiabHgC9rDEnR03AlS-rST677ks0RaZIgA1z71ARN38iBRvsvNeGcqj9NCTgDoBSQRGPfLeX7PIj7XVRlNCk65HNTta_LJlgNlANkpdc5OlDvkO3xkjqB7x0gNXSrH-ZSPp2fdLCL81RVGfa8qC7EyLHzilSdVsaM2=w640-h435" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El asedio en la Catedral de San Cirilo, cuya cripta los nazis intentaron inundar para hacer salir a los autores del atentado</i></div><p></p><p style="text-align: justify;">Curiosamente, del atentado contra Heydrich sabemos más que de otros atentados mucho más recientes cometidos en la presunta era de la información. De él se han hecho varias películas (doña Wiki menciona hasta ocho), entre ellas <i>Antropoide</i>, que vi en cuanto terminé el libro y que me pareció muy buena, con grandes actores, fiel a los hechos, y además filmada en Praga. Aquí tenéis una escena.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/BiB8cZX9ejg" width="320" youtube-src-id="BiB8cZX9ejg"></iframe></div><br /><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">No hay viajes suficientes para tanto libro. Uno de mis objetivos al ir a Praga era visitar Terezin, la ciudad convertida en gueto y campo de concentración de la que nos hablaba Sebald en </span><a href="https://batboyreads.blogspot.com/2022/02/releyendo-austerlitz.html" style="text-align: left;" target="_blank"><i>Austerlitz</i></a><span style="text-align: left;">. Lo visitamos y a mi hija le impresionó tanto como a mí. Sin embargo, si hubiera leído este libro antes del viaje, habríamos tenido que añadir a la lista de castillos, catedrales, barrios judíos y casas danzantes unos cuantos lugares por los que el turista no avisado suele pasar de largo. De hecho, existen varios tours especializados en esta historia. Una de las visitas obligadas es, por supuesto, la catedral de San Cirilo y Metodio, donde Kubis, Gabcik y compañía se refugiaron durante varios días, hasta que fueron traicionados por un compañero de misión. Allí fueron sitiados por más de 700 hombres de las SS, que llegaron a emplear mangueras con el fin de ahogarlos. Todo conduce a un final épico como merece esta historia.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjcszvzVkFSBgX6pG8LWvc84SZiZiuqPHl1jgmBBt50KmvYzBpf3CMfDCi7pxGudNCh0aZdBg2rwyvDq0hRy333h1ABOJ0ku8UNgDFzF8-ExCyXR2v5JwQOO6R3t52tMtU0JS8hOjzm_pT6-yPf1o8UIZKPXEz-5IX73R6i4gdkA9YGtJUu0AmoSYHw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1745" data-original-width="1200" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjcszvzVkFSBgX6pG8LWvc84SZiZiuqPHl1jgmBBt50KmvYzBpf3CMfDCi7pxGudNCh0aZdBg2rwyvDq0hRy333h1ABOJ0ku8UNgDFzF8-ExCyXR2v5JwQOO6R3t52tMtU0JS8hOjzm_pT6-yPf1o8UIZKPXEz-5IX73R6i4gdkA9YGtJUu0AmoSYHw=w440-h640" width="440" /></a></div><i>Placa conmemorativa a los héroes de la Operación Antropoide</i></div><div><br /></div>En definitiva, una historia apasionante, un asesinato estupendo y un gran libro.<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_bIf26oNhVeoug4wGqoWk7GqbBQYOVSD9uqm0lmaUJ6QOLOUO9BbJsk-JUXjQQJ-bEHf1p3enmdWDeHIzPmaBESZdSPJGuIZ3yBlOnju34tfmxmfz2YAby-rEf3vSpgSY0GmxTdFVXsBWjmrGIMev_SUxAM1Er-2deGUbBLKL2VQVTRsNVW8AkkdW" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><br /><br /></a></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-3844449300904186862022-03-08T02:35:00.001-08:002022-03-08T02:37:53.431-08:00El Vértigo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihkUmp0xRQMTzcFANK2p2X0JHVI-nV-VA7IOYS6F6cYm7ojzQEc89-0wY4KKPCeMjIOEb1WminrxgFaenGRGh1RITVzWWxEmh32LnnCQbrTn4PrduVUEE-OZRgRytsrw0HWRW2IclUQA7lswunWJEWZY4bIYYuqyNcS6PUKxIO4Y-K1WlD05cowzff/s500/vert port.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="320" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihkUmp0xRQMTzcFANK2p2X0JHVI-nV-VA7IOYS6F6cYm7ojzQEc89-0wY4KKPCeMjIOEb1WminrxgFaenGRGh1RITVzWWxEmh32LnnCQbrTn4PrduVUEE-OZRgRytsrw0HWRW2IclUQA7lswunWJEWZY4bIYYuqyNcS6PUKxIO4Y-K1WlD05cowzff/s320/vert port.jpeg" width="205" /></a></div><br /><p style="text-align: left;">Cuando uno lee una obra de esas que te absorben, y va tomando notas, y crece la sensación de apabullamiento, no siempre es buena idea, al terminar la lectura, volver al inicio. O quizá sí. El caso es que las primeras páginas nunca son iguales en esa relectura inmediata. Su valor puede haber crecido o puede haber menguado. También puede que te preguntes si no has entendido nada, o si quien no entendió nada fue Evgenia Ginzburg. Pero empecemos por el principio.</p><p style="text-align: left;">Como dice Ginzburg en la primera frase de estas sobrecogedoras memorias, "en realidad, 1937 había comenzado en 1934, y más exactamente el 1 de diciembre de 1934" (ya, no es la primera frase más memorable de la historia de la literatura), o en otras palabras, la Gran Purga, también llamado el Gran Terror, se empezó a desatar con el asesinato de Sergei Kirov, amigo y brazo derecho de Stalin.</p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEge-6JGmyKoX4O-a177o-t8dxCDAOpH22vjxsu7n31Rbqd2CKaTBtr7oxLm0_FCj2dKnTetIwagWDWC1bl_YLF_DZqmzkhsDQxS0UMOK0jLzpMOnQh8QDfOR7SNJIkbuORdQ9FLB-sWvqoIu15XV-Y1Pp9cqwNliiRhpHeiQEhIG-0X3Qm9YTAtorE8" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1600" data-original-width="1062" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEge-6JGmyKoX4O-a177o-t8dxCDAOpH22vjxsu7n31Rbqd2CKaTBtr7oxLm0_FCj2dKnTetIwagWDWC1bl_YLF_DZqmzkhsDQxS0UMOK0jLzpMOnQh8QDfOR7SNJIkbuORdQ9FLB-sWvqoIu15XV-Y1Pp9cqwNliiRhpHeiQEhIG-0X3Qm9YTAtorE8=w266-h400" width="266" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El funeral del camarada Kirov</i></div><p></p><p style="text-align: left;">Oficialmente, el asesino de Kirov fue Leonid Nikolayev, un don nadie que, al estilo de Lee Harvey Oswald, un buen día se convirtió en un superhombre capaz de cargarse a la segunda persona más protegida del país. La historia no oficial, la del abrazo del oso georgiano, es bastante más creíble, sobre todo cuando el principal argumento de quienes la niegan es la enorme amistad que unía a Kirov con el Padrecito de los Pueblos.</p><p style="text-align: left;">En todo caso, este asesinato le vino de perlas a Stalin para deshacerse no sólo de todo aquél que pudiera hacerle sombra, sino para poner en marcha la política más represora de la historia hasta aquel momento (luego llegaron los Kim y cosas parecidas). Para ver la señal más clara de ello no hace falta, de nuevo, pasar de la primera página. Cuando recibe una llamada con la orden de presentarse en el cómite regional, Ginzburg nos dice que "el sentimiento de desconfianza con respecto a él [Stalin] lo ocultaba con el mayor cuidado, incluso a mí misma". Y es que la policía del pensamiento ya empezaba a actuar.</p><p style="text-align: left;">Desde el primer momento se supo, o, lo que no es lo mismo, se hizo saber, que el asesino de Kirov era un comunista, o por lo menos alguien que se hacía pasar por tal cuando en realidad era un peligrosísimo agente trotskista. Ello significó que absolutamente nadie estaba a salvo de sospechas, ni siquiera los comunistas con pedigrí proletario afiliados al partido desde antes de la Revolución. De hecho, ellos menos que nadie.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhO4wC3gMRmvAm7WbpwI2UIM6_vtybUFBH99XpUzB3KKRIk_eVL-9YY-CN_-Oj7lLoLyLuQE3LPZGvQTfVNMQhmXsKujeeGpdoxWzA4IHDsn2O-l3njKNp2Wv5PUXHjlUWuvvJnl5Yrcyc51TR0E_MFJ0JoKD_PxzKsvGYdWd2BKtUeBhVgLrl-KS7C" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="479" data-original-width="700" height="274" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhO4wC3gMRmvAm7WbpwI2UIM6_vtybUFBH99XpUzB3KKRIk_eVL-9YY-CN_-Oj7lLoLyLuQE3LPZGvQTfVNMQhmXsKujeeGpdoxWzA4IHDsn2O-l3njKNp2Wv5PUXHjlUWuvvJnl5Yrcyc51TR0E_MFJ0JoKD_PxzKsvGYdWd2BKtUeBhVgLrl-KS7C=w400-h274" width="400" /></a></div><i><div style="text-align: center;"><i>La prisión de Lefortova, en Moscú, donde fue juzgada Evgenia Ginzburg</i></div></i><p style="text-align: left;">El arresto de Nikolai Yelvov, compañero de Ginzburg que unos años antes escribió un ensayo que sería criticado por Stalin, hace que el círculo empiece a estrecharse alrededor de la autora. Al fin y al cabo, estaba "relacionada" con Yelvov (habían trabajado juntos), al fin y al cabo, nunca denunció a su compañero (como tampoco hicieron sus acusadores), al fin y al cabo...</p><p style="text-align: left;">En estas primeras páginas, Ginzburg contrapone la crueldad del régimen de terror a la dignidad de los "comunistas auténticos", que deben de ser aquellos que creen que en el paraíso de los trabajadores no se puede arrestar a alguien sin pruebas y que, ante una acusación falsa, la verdad y la justicia prevalecerán. Así, en uno de sus primeros interrogatorios responde a las autoridades:</p><p style="text-align: left;"><i>No tengo culpa de nada (...) Si me imponen una admonición, lucharé hasta que la cancelen.</i></p><p style="text-align: left;">Las primeras páginas de <i>El vértigo</i> relatan todo el proceso, lento pero implacable, mediante el cual Evgenia Ginzburg de sospechosa pasó a ser culpable, y de ahí a miembro de un grupo contrarrevolucionario trotskista (no, no me he equivocado en el orden), motivo por el cual fue torturada y condenada a diez años, que se convirtieron en dieciocho, en el Gulag, y que ocupan el resto del libro. Eso es todo, pero estas ochocientas cincuenta páginas de memorias podían haber sido mil doscientas y no perder un ápice de interés. Desfila por ellas una galería de personajes tan grande, que abarca desde verdugos hasta víctimas (una metamorfosis que afectó a miles de personas), desde académicos y científicos hasta prostitutas y asesinos, todos ellos retratados de una manera tan magistral que el conjunto va mucho más allá de ser un fresco de la sociedad bajo Stalin y se convierte en un muestrario de la naturaleza humana en todos sus grados de dignidad, sufrimiento y miseria moral.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgzXE2jWkBA8ugOvB4Yz_pxdFafvASnbROqtpmKjWiq1Dz2JpMrCtXU_MWp-NxVp-kT6WCD8jXEn7nMw4dFpmH3isYfWwD4fowJ-tBOxHqMN0W9XhYRQFaLTzFuYqr1NR7RAxlWY0gms7GPQWSmsXLPLKXVf1EwXAMir0ZttKY7UnTIUCHPgedQnUSJ" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="322" data-original-width="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgzXE2jWkBA8ugOvB4Yz_pxdFafvASnbROqtpmKjWiq1Dz2JpMrCtXU_MWp-NxVp-kT6WCD8jXEn7nMw4dFpmH3isYfWwD4fowJ-tBOxHqMN0W9XhYRQFaLTzFuYqr1NR7RAxlWY0gms7GPQWSmsXLPLKXVf1EwXAMir0ZttKY7UnTIUCHPgedQnUSJ=s16000" /></a></div></div><div style="text-align: center;"><i>La prisión de Butirka, donde Ginzburg permaneció bajo arresto</i></div><p style="text-align: left;">Como tantos otros comunistas de pro, Ginzburg estaba convencida de que su fe ciega en el comunismo y su carnet del Partido la protegían de cualquier sospecha. Una vez éstas nacen y adquieren pábulo, se convence de que fe y carnet la salvarán de la condena (ésta es la acusación que un editor formulará contra ella más adelante: que sólo se preocupó de las víctimas cuando ella se convirtió en una. Ginzburg lo niega, y en su defensa se remite al capítulo titulado "Mea culpa"). Aún tardará unas páginas en caerse del guindo, pero es interesante observar cómo no toda la sociedad era tan cándida, y cómo hay personas en el 37 capaces de dar lecciones de historia y sentido común a tanta gente de hoy en día que debería leer este libro y prefiere leer twitter. Una de sus compañeras de celda antes del juicio es Nadiezda Derkovskaya, que, como socialrevolucionaria que era, conocía bien tanto las cárceles zaristas como las soviéticas, y que en un momento dado le dice:</p><p style="text-align: left;"><i>Lo siento por usted personalmente, pero no le oculto que estoy contenta de que por fin los comunistas experimenten sobre la propia piel algo de lo que nosotros anunciábamos hace mucho tiempo.</i></p><p style="text-align: left;">Cuando Derkovskaya, fumadora compulsiva, se queda sin tabaco, Evgenia le ofrece el paquete que ha recibido de su madre. Suspicaz, Derkovskaya pregunta a la secretaria de su Comité Regional si debe aceptar tabaco de una comunista. La respuesta es no. Los cigarrillos se quedan en la mesa y nadie los toca durante toda la noche. </p><p style="text-align: left;"><i>Permanecí tumbada en el catre central, con los ojos abiertos, y me invadieron los pensamientos más heréticos sobre cuán frágil es el límite entre la rígida honestidad y la más obtusa intolerancia, y sobre cuán sectarias y relativas son todas las ideologías y, en cambio, qué absolutos son los tremendos tormentos que los hombres se infligen recíprocamente.</i></p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-2kh4yw-BCzCv8UBiKW-zX7ZWol2xGCvln2CrA7Y6MhAvuzhAnAKJWryoszfma1DVqiG-4j1_srBUwjxCNC-6rNyeeAvrHPaSDZ_eqVVf4DhpTW8BCFrXcS_Nm_NP4h_Fe0DF2_o97Zi3PoPGPvvG0hG4I8sULrxzgsdHCOTEta9-lnH1v8qmXN0M" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="600" data-original-width="879" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-2kh4yw-BCzCv8UBiKW-zX7ZWol2xGCvln2CrA7Y6MhAvuzhAnAKJWryoszfma1DVqiG-4j1_srBUwjxCNC-6rNyeeAvrHPaSDZ_eqVVf4DhpTW8BCFrXcS_Nm_NP4h_Fe0DF2_o97Zi3PoPGPvvG0hG4I8sULrxzgsdHCOTEta9-lnH1v8qmXN0M=w400-h273" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Ginzburg, su hijo, el futuro escritor Vasili Aksiónov, y su tercer marido, Anton Walter, en Magadán, 1950.</i></div><p></p><p style="text-align: left;">Experimentar las maravillas del régimen en carne propia y en todo su esplendor le abrió los ojos a Evgenia Ginzburg, quien, no obstante, en el momento de escribir <i>El Vértigo</i>, todavía habla de los ya mencionados "comunistas auténticos" que quieran escucharla, y, con los ojos empañados en lágrimas, se alegra de que "en nuestro partido, en nuestro país, reina de nuevo la gran verdad leninista" (estas son las palabras a las que aludía al principio de esta entrada). ¿Recordáis la de mandamases soviéticos que se suicidaron cuando se desintegró la URSS? Pues eso. Parece que es más fácil pasar veinte años en Siberia que aceptar que todo lo que hemos creído era mentira.</p><p style="text-align: left;">Dicho de otra forma, el gulag fue cosa de Stalin, y este libro, en palabras de la autora, no es otra cosa que "una crónica de los tiempos del culto a la personalidad". </p><p style="text-align: left;">En el tren cargado de periodistas, profesoras y doctoras que la lleva a Kolymá, matan el tedio y el hambre con recitales de poesía. En un momento dado interviene una Olga Orlovskaya. Dice Evgenia:</p><p style="text-align: left;"><i>Me quedé de piedra al oír lo que recitó.</i></p><p style="text-align: left;"><i><span></span></i></p><blockquote><p style="text-align: left;"><i><span> Stalin, mi sol de oro,</span><br /></i></p><p style="text-align: left;"><span><i>si también me esperase la muerte,</i></span></p><p style="text-align: left;"><span><i>quisiera, como pétalo en el camino,</i></span></p><p style="text-align: left;"><span><i>morir en el camino de mi patria...</i></span></p></blockquote><p style="text-align: left;"><span><i></i></span></p><p style="text-align: left;"><span><i>(...) Se levantó un clamor terrible. A pesar de todo, por lo menos veinte de la setenta y seis viajeras del séptimo vagón sostuvieron con la testarudez de los maníacos que Stalin no sabía nada de las ilegalidades que se estaban cometiendo en aquellos momentos.</i></span></p><p style="text-align: left;"><span><i>-Son los jueces instructores, esos canallas, quienes lo han inventado todo (...) Hay que escribirle más a él. A Iosif Vissarionovich... Para hacerle saber la verdad. Apenas la conozca, ¿cómo podrá permitir cosas semejantes contra el pueblo?</i></span></p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhMHS6_196Umpy4weOl6pbv5PsUs8dm0TUeObaQZMjVMHDuLPhUlel77ccYdNPnawXSpKb-T_FkFslD87e93BRE6EO0vrhJr6FN6bqtlTWhUOhmpxUWDWQQpkddgB5-VuD7W6Kan2mqbVSq5_4BjbewGhhVpIfIN5AHT42heuqa1SnAaNQXrK3LWCrN=s660" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="440" data-original-width="660" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhMHS6_196Umpy4weOl6pbv5PsUs8dm0TUeObaQZMjVMHDuLPhUlel77ccYdNPnawXSpKb-T_FkFslD87e93BRE6EO0vrhJr6FN6bqtlTWhUOhmpxUWDWQQpkddgB5-VuD7W6Kan2mqbVSq5_4BjbewGhhVpIfIN5AHT42heuqa1SnAaNQXrK3LWCrN=w400-h267" width="400" /></a></div><i>Ginzburg, ya libre, con su hijo Vasili, su marido Anton Walter, y Antonina, la niña que adoptó en el Gulag</i></div></div><p></p><p style="text-align: left;">Pero lo cierto es que la pertinacia de Ginzburg en su fe en el Partido no empequeñece su figura.</p><p><i>Ahora, cuando estoy llegando al final de mi vida, lo sé con toda certeza: Anton Walter tenía razón. En cada corazón late un </i>mea culpa<i>, y sólo hay que saber cuándo prestará oído el hombre a esas dos palabras que resuenan en lo más hondo de su ser. </i></p><p><i>Durante las noches de insomnio se oyen muy claramente. Esas noches de insomnio en las que, como dice Pushkin, todos «releemos la vida con horror», y nos estremecemos, y maldecimos. En el insomnio, la conciencia no se consuela por no haber participado directamente en los asesinatos y en las traiciones. Porque no sólo mata el que asesta el golpe, sino los que han avivado su odio. De uno u otro modo. Repitiendo irreflexivamente peligrosas fórmulas teóricas. Levantando en silencio la mano derecha. Escribiendo cobardemente una verdad a medias. Mea culpa… Y creo, cada vez más, que dieciocho años de infierno en la tierra no bastan para una culpa como ésta.“</i></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg7RUnFyprowsV53-M3kYPyg-EIKA6puDQDMSLIqHPqXVOmVjKpKyfxHu1vaEvjtEe94zcIZvvCixGnD9O4Xd_1PJIypNKFQAb436GJO9PXN_7Vi_jZxd1OaJ-xZtxTq3GxI7ME8mvAQmtuVQxgEYiRNPNzknr0gkXZEJ-uDt3aTaaNyN0299sX_xPP" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="600" data-original-width="387" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg7RUnFyprowsV53-M3kYPyg-EIKA6puDQDMSLIqHPqXVOmVjKpKyfxHu1vaEvjtEe94zcIZvvCixGnD9O4Xd_1PJIypNKFQAb436GJO9PXN_7Vi_jZxd1OaJ-xZtxTq3GxI7ME8mvAQmtuVQxgEYiRNPNzknr0gkXZEJ-uDt3aTaaNyN0299sX_xPP=w258-h400" width="258" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Una de las primeras ediciones de </i>El Vértigo<i>, en 1967</i></div><p></p><p>El sentimiento de culpa de la autora es más fuerte que su sed de venganza. En una sociedad donde nadie estaba a salvo, por muy arriba que estuviera y por muchos terroristas contrarrevolucionarios que hubiera desenmascarado, es natural que Ginzburg tuviera más de una oportunidad de regodearse por el castigo final de algunos de los que contribuyeron a su sufrimiento. Sí puede resultar extraño, sin embargo, que sea tan difícil separar el desprecio del agradecimiento a esas mismas personas. Pero en el Gulag todo era posible. Cuando visita a un moribundo Krivitski, el médico que en una ocasión le salvó la vida, éste ignora que ella está al tanto de su actividad como informador secreto, actividad que condujo, entre otras cosas, a la tercera condena de Anton Walter, el hombre del que Ginzburg se enamoró y con quien acabó casándose.</p><p><i>Y fui a verle. Unos días antes de mi visita había recobrado el habla. Balbuceaba, tartamudeaba, pero podía hablar. No cesaba de hablar, en una nueva acusación. Me reprochaba mi negra ingratitud. Si no fuese por él, ¿habría podido sobrevivir en el </i>Curma<i>? Y ahora, cuando él estaba enfermo, ni siquiera iba a verle. Hasta ahora, veinte días después...</i></p><p><i>¿Qué podía responderle? Explicarle el motivo de mi negra ingratitud acarrearía un agravamiento de su enfermedad. ¿Callarme, entonces? Imposible. Me producía una confusa sensación de repugnancia, no sólo por lo que sabía de su pasado, sino también por su aspecto actual. Sus ojos turbios, a punto de nublarse para siempre, destilaban aún astucia y mentira. La boca estaba torcida no sólo por la parálisis, sino también por un odio inmenso...</i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimoUU227IeyizuzA7n18wU9bSqPnLJBl4EoPtD-GJEmkaJM5V9MGZw6bGzY5JQBYon7QNUqrvtLuPeBUCMx72btptTD4rOJSRLGT6_4pPMGVoGFTwpTid0HdQNH67FgeaDeyPSXMH1EwvhK6RPm5OwoQKrc0Y3X9zJFFuG-9BFCk0Mrq69HRpcUD1U=s1600" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimoUU227IeyizuzA7n18wU9bSqPnLJBl4EoPtD-GJEmkaJM5V9MGZw6bGzY5JQBYon7QNUqrvtLuPeBUCMx72btptTD4rOJSRLGT6_4pPMGVoGFTwpTid0HdQNH67FgeaDeyPSXMH1EwvhK6RPm5OwoQKrc0Y3X9zJFFuG-9BFCk0Mrq69HRpcUD1U=w300-h400" width="300" /></a></div><i><div style="text-align: center;"><i>Adaptación cinematográfica de la novela. Le falta algo de grandeza.</i></div></i><p style="text-align: left;">Pese a que Ginzburg en casi todo momento abrazó la vida y celebró la condena a trabajos forzados como una bendición, dado su convencimiento de que la esperaba el paredón (en realidad, en la URSS no había paredón; se disparaba a la nuca del condenado), dieciocho años de infierno no son fáciles de digerir por muy vital que sea tu actitud ante la vida. Y curiosamente es la esperanza la que se le clava en el alma como un punzón, y es en la reclusión donde encuentra la salvación moral.</p><p style="text-align: left;"><i>Las personas que han vivido en el Volga durante la época estaliniana y sin ser encerradas en las prisiones, suelen decirnos a veces que han sufrido más que nosotros. Y, en cierto modo, era verdad. En primer lugar -y esto es lo más importante- nuestra suerte nos ha preservado de caer en un terrible pecado: el de participar, directa o indirectamente, en los asesinatos, en las persecuciones y en los ultrajes a otras personas. </i>(...) <i>La particularidad de nuestro infierno consistía en que su puerta no estaba coronada por la inscripción del infierno del Dante: "Dejad vuestra esperanza, los que entráis". Al contrario: nosotros teníamos esperanza. No nos enviaban a las cámaras de gas ni a la horca. (...) Es verdad que nuestras probabilidades de vivir eran bastante menos numerosas que las de morir. Pero existían, al menos. Aunque evanescente, vacilante como una pequeña llama en el viento, la esperanza estaba en nosotros. Pero cuando existe la esperanza, existe también el terror.</i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgIQP1L9qDs0oT-vb1D_fl3sgDsg8B3yG35xhNTGeR_GGfWoLXXVffdQb8QAFZw4_6A6y5bbJKxH4_f7Ata72DqeXbU5MRs1VPM_iosEsIn9bX6MBPoA6cliDIS0LQ_tLiWz5NHKTOyDgMkXkHAiA5mkY0x0NyfVX9OQKCJtZe_05tuuXuzml_WS6Jl=s510" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="349" data-original-width="510" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgIQP1L9qDs0oT-vb1D_fl3sgDsg8B3yG35xhNTGeR_GGfWoLXXVffdQb8QAFZw4_6A6y5bbJKxH4_f7Ata72DqeXbU5MRs1VPM_iosEsIn9bX6MBPoA6cliDIS0LQ_tLiWz5NHKTOyDgMkXkHAiA5mkY0x0NyfVX9OQKCJtZe_05tuuXuzml_WS6Jl=s16000" /></a></div><i><div style="text-align: center;"><i>Su trabajo en el Gulag como enfermera salvó la vida a Evgenia Ginzburg</i></div></i><p style="text-align: left;">Sé que esto es un lugar común de las contraportadas, pero podemos abrir este libro por cualquier página y quedarnos enganchados con la prosa sólida, clara y sincera de la autora, y con los hechos casi inimaginables (aunque cada día menos) que describe. La descripción de la vida en el Gulag, los personajes de todos los estratos de la sociedad reunidos en un infierno blanco, el aislamiento de un mundo lejano donde estallaba una guerra muy grande; centenares de anécdotas, detalles, reflexiones, alegrías que eran un paso adelante, tragedias que eran dos atrás; el horror cotidiano y los brotes de esperanza que, pese a lo que diga Ginzburg, no siempre era terrorífica; o el regreso a Moscú, veinte años después, descrito en unas páginas memorables. <i>El Vértigo</i> no es una lectura deprimente. Pero no temáis: tampoco es un canto a la vida. Es un gran libro de memorias, es historia, es verdad y es gran literatura.</p><p style="text-align: left;">Recuerdo el día en que murió Franco, y recuerdo ver a mi madre llorar ante el televisor mientras miles de personas pasaban por la capilla ardiente. Estas son las palabras de Ginzburg al hablar de la muerte de Stalin:</p><p style="text-align: left;"><i>Me desplomé en un asiento, con los dos brazos sobre la mesa. Y prorrumpí en violentos sollozos. Se descargó de pronto, toda mi tensión. No sólo la tensión de los dos últimos meses de espera de la tercera detención, sino también la de dos decenios enteros. En un segundo, todo desfiló ante mis ojos. Todas las torturas y todas las celdas. Todas las hileras de fusilados y las innumerables multitudes martirizadas. Y mi vida, mi propia vida, aniquilada por la voluntad diabólica de aquel hombre. Y mi hijo, mi hijo, que había muerto...</i></p><p style="text-align: left;"><i>Y allá lejos, en alguna parte, en algún Moscú que ahora me parecía menos irreal, había exhalado su último suspiro el sanguinario ídolo del siglo. Y aquello era el más importante de los acontecimientos para los millones de víctimas que aún conservaban un soplo de vida, para la gran masa de los amigos y de los familiares de éstas... Y también, para cada pequeña vida aislada.</i></p><p style="text-align: left;"><i>Debo confesarlo: yo no lloraba solamente por aquella gigantesca tragedia histórica. Lloraba, antes que nada, por mí misma. Por lo que aquel hombre había hecho conmigo, con mi alma, con mis hijos, con mi madre.</i></p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/Vn6MwNUfTks" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div><div style="text-align: center;"><i>¡Maldito seas, Kolymá!, el canto del Gulag, compuesto por los presos</i></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-68033331865072207572022-02-02T03:01:00.000-08:002022-02-02T03:01:17.891-08:00Releyendo Austerlitz<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlnzBIqYI-PJnugbR67ouUJmaf8vR7FONuUMk1kOrcgit-J4QqLjto6MHqRxO23QkTZrYSviMTySJvoUv0XQsllhA_fcMWFew5OShVJctXTT5KlZ6xe4qk7JNQ0EqBRBUjFs7VUmoRfCI/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlnzBIqYI-PJnugbR67ouUJmaf8vR7FONuUMk1kOrcgit-J4QqLjto6MHqRxO23QkTZrYSviMTySJvoUv0XQsllhA_fcMWFew5OShVJctXTT5KlZ6xe4qk7JNQ0EqBRBUjFs7VUmoRfCI/w300-h400/image.png" width="300" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Una chica que conocí me contó un día que no recordaba nada de su infancia anterior a la edad de diez o doce años. En otra conversación, me dijo que había conocido la pobreza de verdad. Venía de un país que no solemos asociar con la prosperidad de sus habitantes, por lo que no puse este dato en cuestión. Me costaba entender, sin embargo, que alguien no guarde recuerdo alguno de los años que, dicen, nos forman como persona y de los que, por lo menos yo, guardo recuerdos indelebles. Como soy un poco lento, tardé en caer en la cuenta de que se trataba de uno de esos mecanismos de defensa mediante los cuales mandamos al cuarto oscuro de la memoria aquellos recuerdos que son demasiado dolorosos para permitirles que nos acompañen.</p><p style="text-align: justify;">Vivir con esa desmemoria debe de ser un estado confuso. Quizá bello también: un estado parecido al entresueño, en el que uno no sabe si está donde creía estar, si es la mañana o la tarde, si, poniéndonos cínicos, a quien abraza es su mujer o su amada, o, algo más poéticos, si vive soñando o sueña que vive.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiD4IzVZGoMQfPqO8PqnZRkGRk0ptDFLOu96uBoyxBudca1Iz36g9T1oZ3FolbQ4Qp77k8xT1couyf86q3XRC9xsjPpJu-LT02C-i98Jdwju01Epu_lQPc-yyitAFsIMiORQAjcfB5eGhGem7sn4TvaGD_5ZG-vTNnMkz4xJbM_5PQBqL1BIvTmJb5K" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1140" data-original-width="1600" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiD4IzVZGoMQfPqO8PqnZRkGRk0ptDFLOu96uBoyxBudca1Iz36g9T1oZ3FolbQ4Qp77k8xT1couyf86q3XRC9xsjPpJu-LT02C-i98Jdwju01Epu_lQPc-yyitAFsIMiORQAjcfB5eGhGem7sn4TvaGD_5ZG-vTNnMkz4xJbM_5PQBqL1BIvTmJb5K=w400-h285" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">W. G. Sebald era un maestro en ese estilo de entresueño. Como muestra, esta primera, magistral, frase de <i>Austerlitz</i>, que ya desde el primer momento nos sitúa en un escenario de irrealidad e indefinición.</div><p style="text-align: justify;"><i>En la segunda mitad de los años sesenta, en parte por razones de estudio, en parte por otras razones para mí mismo no totalmente claras, viajé repetidamente de Inglaterra a Bélgica, a veces para pasar sólo un día y a veces para varias semanas.</i></p><p style="text-align: justify;">En las siguientes líneas, ese escenario de indefinición se acentúa (o se desdibuja) por la acción (u omisión) de las palabras: <i>me parecía, la oscura nave de la estación, esa sensación de estar indispuesto, recuerdo aún mis pasos inseguros</i>, hasta que pasamos la página sobre impronunciables nombres flamencos y <i>pensamientos desagradables</i>, y nos damos de bruces con los ojos de un lemur y un búho, cuya mirada <i>fijamente penetrante</i> el narrador compara a la de <i>algunos pintores y filósofos que, por medio de la contemplación o del pensamiento puros, tratan de penetrar la oscuridad que nos rodea</i>.</p><p style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbmgKiX83MYor_rnCtkwt6eV1-T_fuPFE4X7fZzhhFj-Aj-AOfvZP21YCdsOAT8yDqLN1cTg6hIn_g8_TfVqBuOwMfRoM9hDmFLqZt2aIqyHgozuHoDxc8OAoTU0mAui4X-Fh1_HkQHYw/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="640" data-original-width="640" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbmgKiX83MYor_rnCtkwt6eV1-T_fuPFE4X7fZzhhFj-Aj-AOfvZP21YCdsOAT8yDqLN1cTg6hIn_g8_TfVqBuOwMfRoM9hDmFLqZt2aIqyHgozuHoDxc8OAoTU0mAui4X-Fh1_HkQHYw/w400-h400/image.png" width="400" /></a></p><p style="text-align: justify;">Y sigue, <i>creo que me rondaba también por la cabeza la pregunta de si, al caer la verdadera noche, cuando el zoo se cerraba al público, encendían para los habitantes del Nocturama la luz eléctrica...</i></p><p style="text-align: justify;">Yo quiero escribir como Sebald. No soy el único; también muchos escritores de verdad lo han intentado. Claro, a todo el mundo le gusta crear estilo (si es que eso es lo que hizo Sebald), y si no son capaces de ello, retorcer, llevar más lejos el estilo heredado. Pero el estilo tiene que responder a una verdad. Si lo hace, tu apellido se convierte en adjetivo: <a href="https://www.google.es/search?q=sebaldiano&client=safari&channel=mac_bm&ei=c6z3YePWII-qUqaXvpAC&ved=0ahUKEwij3JeZ19v1AhUPlRQKHaaLDyIQ4dUDCA0&uact=5&oq=sebaldiano&gs_lcp=Cgdnd3Mtd2l6EANKBAhBGAFKBAhGGABQAFgAYNAKaAFwAHgAgAEAiAEAkgEAmAEAwAEB&sclient=gws-wiz">sebaldiano</a>. Si no, mona se queda. </p><p style="text-align: justify;">Lejos de alaracas estilísticas (algo muy diferente del estilo), Sebald es discreto. Ha encontrado un camino que no sabe muy bien adónde lleva (claro que lo sabe, es un autor magistral y sus libros son obras de ingeniería sencillas y perfectas como las vías romanas, pero permitidme la imagen), y lo que más le gusta es pasearse por él arriba y abajo. Mirad si no estos párrafos iniciales:</p><p style="text-align: justify;"><i>En octubre de 1980 viajé de Inglaterra, en donde para entonces yo había vivido durante casi 25 años, en un distrito que estaba casi siempre bajo cielos grises, rumbo a Viena, con la esperanza de que un cambio de lugar me ayudaría a superar una etapa de mi vida particularmente difícil. Sin embargo, en Viena descubrí que los días me resultaban demasiado largos, ahora que no estaban ocupados por mi acostumbrada rutina de escribir y hacer trabajos de jardinería, y literalmente no sabía a dónde dirigirme. Salía temprano cada mañana y caminaba sin rumbo ni objetivo por las calles de la ciudad antigua...</i> (el segundo de los cuatro relatos de <i>Vértigo</i>)</p><p style="text-align: justify;"><i>A finales de septiembre de 1970, poco después de ocupar mi cargo en Norwich, conduje hasta Hing-ham en busca de un lugar donde vivir... </i>(De <i>Los Emigrantes)</i> </p><p style="text-align: justify;"><i>En agosto de 1992, cuando los días caniculares se acercaban a su fin, salí a caminar por el distrito de Suffolk, con la esperanza de disipar el vacío que se apodera de mí cada vez que concluyo un tramo largo de trabajo...</i> (Los anillos de Saturno)</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjktHy9GWN4eywlfdlJ5ARnOKZNbyRr7oJQW10fGv5ykP4vIC0WmsrJlSc1a2H50XrnVADw_vVJh-BcurvC7epfaIUgr9gk_ml1sigGhHXG8vZR0DpZIM2mDeG1o1tfXohzjh-uSrKFUWTNpt5QFRaN168Ej9CmSe_xBv7vBpDBYrD2Y8bnVXZccCQ0" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="405" data-original-width="540" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjktHy9GWN4eywlfdlJ5ARnOKZNbyRr7oJQW10fGv5ykP4vIC0WmsrJlSc1a2H50XrnVADw_vVJh-BcurvC7epfaIUgr9gk_ml1sigGhHXG8vZR0DpZIM2mDeG1o1tfXohzjh-uSrKFUWTNpt5QFRaN168Ej9CmSe_xBv7vBpDBYrD2Y8bnVXZccCQ0=w400-h300" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>Páginas de Austerlitz</i></div><p style="text-align: justify;">Habrá a quien le parezcan repetitivos, que es como decir que los cuentos de hadas son repetitivos porque todos empiezan con érase una vez. Pues el érase una vez de nuestro autor es un dónde y un cuándo algo vagos, seguidos de recuerdo, camino y desplazamiento en busca de no se sabe siempre muy bien qué. Y no sé vosotros, pero a mí esos inicios me parecen maravillosos. </p><p style="text-align: justify;">Es evidente que el tono de esos párrafos nos puede remitir a Proust, pero a mi juicio las similitudes entre uno y otro no van mucho más allá de largos párrafos, constantes digresiones y una escritura cálida y evocadora. Cada uno concibe tiempo e identidad de manera diferente, y basta comparar los títulos para ver qué busca cada uno en sus respectivas obras cumbre.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-9Y2ymYGPoPVZZF6WlNVnXAkVR3B6NeTsanQwtbRL4bQQY6JimruyOrp4GMeNKj9rJMkiefD2nsdVjm8vs01U5Do17i7b6nNlf1xAVLNaljf1NuC1gVV6dWcYCtoZMNzGel4Zk5nhKn4A4UKzCO32U8wa_GwUK-DppFraOZd6JVff4IIE_DOJcBQS" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="524" data-original-width="796" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-9Y2ymYGPoPVZZF6WlNVnXAkVR3B6NeTsanQwtbRL4bQQY6JimruyOrp4GMeNKj9rJMkiefD2nsdVjm8vs01U5Do17i7b6nNlf1xAVLNaljf1NuC1gVV6dWcYCtoZMNzGel4Zk5nhKn4A4UKzCO32U8wa_GwUK-DppFraOZd6JVff4IIE_DOJcBQS=w640-h422" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>El despacho de Austerlitz</i></div><p style="text-align: justify;">Pero centrémonos. ¿De qué nos habla Sebald, o, por cerrar esta sebaldiana digresión, de qué nos habla <i>Austerlitz</i>?</p><p style="text-align: justify;">Pues de nada nuevo. De hecho, Sebald ya se había ocupado en obras anteriores de los temas alrededor de los cuales gira esta novela, a saber, la identidad, la memoria, la condición de desplazado, la sensación de no pertenencia, o lo que quedó de nuestra humanidad tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Y a ese respecto, creo haber leído por ahí que dichas obras constituyen una especie de borgiana reescritura continua del mismo texto (Borges era uno de los autores de cabecera de Sebald) que culminaron en la magistral novela que nos ocupa y que, tristemente, es la última que escribió. Personalmente, eso de la borgiana reescritura continua me parece una exageración bastante acertada. Leyendo <i>Vértigo</i> (1990), <i>Los Emigrados</i> (1992) o <i>Los Anillos de Saturno</i> (1994) después de haber leído <i>Austerlitz</i> (2001), uno no puede dejar de sentir que sus obras anteriores son un anticipo de la obra maestra que se avecina. Sin embargo, a diferencia de lo que me ha sucedido cada vez que empiezo a leer a un autor por su mejor obra, con Sebald el resto del camino no se hacía cuesta abajo. </p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEin9JBqusavHRk463cc8uKX4GoqHiPT5MhqLARaUNIArybGzOB3NKR_HWyupmMoKxY4dNyBV1ctDhVtP-rfxA9tManyfYoqeelNUDsgmVL1WY4HJVV-wJoFaZb5wuBiA5VO4hqWCN6MIfjDtoDufqHqxw9vQj4Y5Zx5IyeY5PdWsHYbDgGkdobOLBu0" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="564" data-original-width="940" height="384" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEin9JBqusavHRk463cc8uKX4GoqHiPT5MhqLARaUNIArybGzOB3NKR_HWyupmMoKxY4dNyBV1ctDhVtP-rfxA9tManyfYoqeelNUDsgmVL1WY4HJVV-wJoFaZb5wuBiA5VO4hqWCN6MIfjDtoDufqHqxw9vQj4Y5Zx5IyeY5PdWsHYbDgGkdobOLBu0=w640-h384" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>El Kindertransport. Niños judíos llegan a Londres en 1939</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><p></p><p style="text-align: justify;">Por lo visto, el germen de <i>Austerlitz </i>fue un documental de la BBC sobre los Kindertransport, como se llamó al traslado a Inglaterra de niños judíos procedentes de Alemania y algunos países vecinos. El documental se centraba en el destino de dos de estas niñas, Lotte y Susi Bechhöfer, hermanas gemelas de tres años, que, al igual que Jacques Austerlitz, fueron acogidas por un pastor bautista galés y su esposa. Las hermanas Bechhöfer crecieron sin saber absolutamente nada de su pasado ni su primera infancia (no pensaríais que la historia que cuento al principio de esta entrada no venía a cuento, ¿verdad?)ni siquiera su verdadero nombre, y sólo de manera muy paulatina y debido a algunas casualidades, empezó Susi a atar cabos y descubrir sus orígenes. No fue hasta su jubilación, en 1987, cuando empezó a investigar en serio. Logró ponerse en contacto con miembros de su familia y supo del terrible destino de su madre: Auschwitz.</p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjO7LsmXbVLpequguDJG0-bIAW7KFLeLeIuS7HwVlpokMicLkDIq-1Vtpwlw477tqLiCXxOJBfW1qji4b5sfTIehlpDvpFQmbDAkmt91MpBP8YGhjIjTWmUaC2Ap-BJ8SKicQi5GGxHkP55ZAKlcS_ZOrB3cnpCBbVjHW9GRG8JoV1zLuPmJ01DNd9X" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="382" data-original-width="572" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjO7LsmXbVLpequguDJG0-bIAW7KFLeLeIuS7HwVlpokMicLkDIq-1Vtpwlw477tqLiCXxOJBfW1qji4b5sfTIehlpDvpFQmbDAkmt91MpBP8YGhjIjTWmUaC2Ap-BJ8SKicQi5GGxHkP55ZAKlcS_ZOrB3cnpCBbVjHW9GRG8JoV1zLuPmJ01DNd9X=w400-h268" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Susi Bechhöfer, hija de judía y oficial nazi</i></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Si bien hay algunas diferencias fundamentales entre la historia de Austerlitz y la de Bechhöfer (la de ésta tiene elementos aún más oscuros), el párrafo anterior resume de manera bastante precisa el argumento de nuestra novela. Pero como acostumbra a suceder en la gran literatura, el argumento es lo de menos. Lo que nos maravilla de <i>Austerlitz </i>es otra cosa. </p><p style="text-align: justify;">No lo vio así, sin embargo, Susi Bechhöfer, quien consideró que la deuda que había contraído Sebald con ella y su trágica historia era demasiado alta para obviarla. Por ello intentó que el autor alemán reconociera su biografía como una de las fuentes del texto, a lo que el editor de Sebald respondió con aquello tan bonito que se decía antes de que llegara la hipertextualidad: es una licencia artística. No obstante, Sebald sí mantuvo contacto con Bechhöfer, pero antes de que pudiera aceptar o no cualquier tipo de reconocimiento bibliográfico, murió en accidente de coche. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgAQYdx1zGS-c-pG04dRtIFuZW-DCteFi5nirTGJe1JWrSyhaJhyZDg_SaVHs84usTZvw32V67BRnhhmqovPWNXwMOzSQeKrUO6cTn7zncYkTJI_sITRiWY45suTi2EfZmfQuwwOb7bzhQth2601ezA7zsS7j4v9JXbcBmr_fjTaXfKX23cLJt4XsUF" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="630" data-original-width="1300" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgAQYdx1zGS-c-pG04dRtIFuZW-DCteFi5nirTGJe1JWrSyhaJhyZDg_SaVHs84usTZvw32V67BRnhhmqovPWNXwMOzSQeKrUO6cTn7zncYkTJI_sITRiWY45suTi2EfZmfQuwwOb7bzhQth2601ezA7zsS7j4v9JXbcBmr_fjTaXfKX23cLJt4XsUF=w640-h310" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>El campo de concentración Theresienstadt</i></div><p style="text-align: justify;">Y después de tantos ámbulos, quizá alguien se estará preguntando qué hace a <i>Austerlitz </i>tan grande. Como si yo pudiera saberlo. Hablaba antes de la creación de un estilo tan personal que ha dado pie a su propio adjetivo. Bien, pero por muy personal e intransferible que sea, el estilo no basta como pasaporte a la gloria literaria. Tampoco la creación de eso que llaman un universo propio. Por eso, dejaré la cuestión en manos de gente que sabe más que yo de esto.</p><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.achtungmag.com/austerlitz-de-sebald-la-verdadera-importancia-de-una-nueva-narrativa/" target="_blank">Este interesantísimo artículo</a>, sin ir más lejos, nos da algunas de las claves de la obra de Sebald. Entre ellas, destacaré el concepto de los no-lugares, donde transcurre gran parte de <i>Austerlitz</i>. Los no-lugares son, por citar unos ejemplos, habitaciones de hoteles, bares, transportes colectivos, aeropuertos, salas de espera, es decir, "espacios de anonimato" por lo cuales los protagonistas transitan "de un modo impersonal, sin establecer ningún tipo de conexión afectiva, identitaria o de pertenencia". José Carlos Rodrigo Breto, autor del artículo, relaciona dichos no-lugares, pues, con "la pérdida de identidad y el desarraigo de los personajes", así como con una percepción del tiempo distinta y arbitraria (todos sabemos que el tiempo se detiene en una sala de espera). </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjkQ0ajKYsWAKDGP-5vl5gN7J3ZSuVxUUxZR2tnsnVHgVuGlmoDFzIw2lW2ohL7EJv5TNhzddmTjIeIKPsT2S42KxzZTYIJpi8fwVOhSkDpkH-M2oT_JL5flwRYIk2qPSXFitpnveRCN81UxNn4r3IQOYOiAZqL2e07zvc6MVtgifBrYlT2Iqnf4bl8" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1140" data-original-width="1600" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjkQ0ajKYsWAKDGP-5vl5gN7J3ZSuVxUUxZR2tnsnVHgVuGlmoDFzIw2lW2ohL7EJv5TNhzddmTjIeIKPsT2S42KxzZTYIJpi8fwVOhSkDpkH-M2oT_JL5flwRYIk2qPSXFitpnveRCN81UxNn4r3IQOYOiAZqL2e07zvc6MVtgifBrYlT2Iqnf4bl8=w400-h285" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Se podrían decir muchas más cosas de <i>Austerlitz</i>. No he dicho nada, por ejemplo, del narrador ni del protagonista. También podríamos hablar del uso de las fotografías, del concepto de "arte encontrado", o incluso del diseño, con ese generoso espaciado de líneas que veo en todas las ediciones. Qué decir de todas las referencias históricas, culturales, zoológicas, filosóficas o arquitectónicas que nos ofrecen las contantes y larguísimas digresiones. Por supuesto, podríamos hablar de la vida del autor, apasionante por lo anodina que parecía, y que estuvo marcada, como para toda su generación, por la guerra. Pero como estoy seguro de que habrá una tercera lectura, quizá lo haga entonces.</div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgHOC4i8KVKTsAXCSjOylbEgusEzC6PpEnd83wClFVho-IJRFqXIdmg4kU_gkIWXA74Bl0o9ao-cp2JSzqBOa5kZheKPNxb1dLCusaHxXWTjc92V3Nb3xW4JHu3p1tC6w5Poj7p5j5eNff4pSnTZ1jZWOEkkl05z_rzOzLF84DzkFzWdCNnVK0P-Gu2" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="680" data-original-width="1024" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgHOC4i8KVKTsAXCSjOylbEgusEzC6PpEnd83wClFVho-IJRFqXIdmg4kU_gkIWXA74Bl0o9ao-cp2JSzqBOa5kZheKPNxb1dLCusaHxXWTjc92V3Nb3xW4JHu3p1tC6w5Poj7p5j5eNff4pSnTZ1jZWOEkkl05z_rzOzLF84DzkFzWdCNnVK0P-Gu2=w400-h266" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>W. G. Sebald (1944-2001)</i></div><br /><div><br /></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-2272659701086304142021-12-31T06:03:00.001-08:002022-01-04T02:42:41.591-08:00Restos de una larga temporada<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj4tySq9I1V9IR9Ork9ZuPrSr6FpHqa87sD3f9vrjfZvXUBrxgrZJ6kZz0_Ly0maf1KuUJOHd0N2G2Sz2MfzIs3qTsmooEbq8SkADTvIx47xiG2OCkZXPoNOC6mTep9gMLcp79n09QCJozV9zrrbfnTXSlrwxAX2MkxqK7hDkQHWdWdRHijLLmvPmMK=s800" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj4tySq9I1V9IR9Ork9ZuPrSr6FpHqa87sD3f9vrjfZvXUBrxgrZJ6kZz0_Ly0maf1KuUJOHd0N2G2Sz2MfzIs3qTsmooEbq8SkADTvIx47xiG2OCkZXPoNOC6mTep9gMLcp79n09QCJozV9zrrbfnTXSlrwxAX2MkxqK7hDkQHWdWdRHijLLmvPmMK=w640-h640" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p>Cuatro años de ausencia bloguera dan para muchas lecturas, demasiadas para reseñar, evidentemente, y también siquiera mencionar. Pero si quitamos aquéllas que no nos gustaron, aquéllas que no nos parecieron especialmente memorables, aquéllas que, sencillamente, no recordamos (cuando este blog entró en hibernación, dejé de llevar un registro de todas mis lecturas) y aquéllas que sí nos gustaron pero qué va a decir uno de ellas, pues nos queda una lista que sigue siendo muy larga.</p><p>Paréntesis: en estos cuatro años hemos asistido al nacimiento de una expresión que, al principio me pareció completamente estúpida, pero que, a medida que la gente la utiliza más y más, me parece estúpida a secas: <i>lo suyo</i>. Me refiero a frases como "lo suyo es servir primero los langostinos" o "lo suyo es sacar los polvorones del año pasado". Cierro paréntesis.</p><p>No obstante, dado que, para bien o para mal, este 2021 ya se acaba, y que todavía está uno tomando carrerilla para escribir entradas que justifiquen este regreso, lo suyo es hacer una de esas listas que le gusta a la gente, tan fáciles de escribir y de leer. Y lo suyo será hacerla con algunos de los libros que más me han gustado.</p><p>Nota: añádase a cada una de las siguientes nanoreseñas un "si no recuerdo mal".</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZdqz8xOpH5MUcdXepIU9Q4xtBCrvQZITmvqDzKfyFURctA5pj3J6IdxsyxJaP_fggM9o9HeHYlakBSdv2UBR6OhWsD5FaQ_BGGHOkSlCtmrVyCN6m1QysapqS35A5KGRm4ErwYDXf4TY/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="940" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZdqz8xOpH5MUcdXepIU9Q4xtBCrvQZITmvqDzKfyFURctA5pj3J6IdxsyxJaP_fggM9o9HeHYlakBSdv2UBR6OhWsD5FaQ_BGGHOkSlCtmrVyCN6m1QysapqS35A5KGRm4ErwYDXf4TY/w235-h400/image.png" width="235" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>La liebre de la Patagonia</i>, de Claude Lanzmann</p><p style="text-align: left;">De Claude Lanzmann hablamos hace muchos años acerca de su impresionante <a href="https://batboyreads.blogspot.com/2010/10/shoa-de-claude-lanzmann.html"><i>Shoa</i></a>. Estas memorias se extienden mucho y bien sobre la creación de esa película, pero también sobre su vida, sus amores, sus rencillas, su actividad en el maquis, y su relación con Sartre y Simone de Beauvoir, entre muchos otros.</p><p style="text-align: left;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEje6m4Ilz8noHsQafJw8IySBRiS3oTYXHWDiyyd8mAv2KrYognhoZPoJg1IMhjUyqrXmWcZAQZOc4u45SEFWsagpO2aNpPy1XVrd8lpyBVLB5M08QAzulBsvE7b-sVZwgbdjbjbrq7vP8Q/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1600" data-original-width="1045" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEje6m4Ilz8noHsQafJw8IySBRiS3oTYXHWDiyyd8mAv2KrYognhoZPoJg1IMhjUyqrXmWcZAQZOc4u45SEFWsagpO2aNpPy1XVrd8lpyBVLB5M08QAzulBsvE7b-sVZwgbdjbjbrq7vP8Q/w262-h400/image.png" width="262" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>En la ciudad líquida</i></p><p>Leer a la Rebón autora da tanto gusto como a la traductora. En este libro reflexiona sobre la traducción, sus viajes, sus autores favoritos. Lo leí este verano y me gustó mucho, pero, dada mi cada vez más enclenque memoria y mi propensión a recordar mejor las atmósferas que los datos, no recuerdo mucho más que páginas muy interesantes sobre Ecuador, San Petersburgo, Sergio Pitol y Nabokov. </p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhnyrkzyUViDvMObP_6qRux2LUAjB7esfAt8HS7a0JoQt2G0gtfzxDHx_ASqAIHYNRBST-Hzv0bJ7s_jkRKsKpUmJCo__Ka1ITGTyV3sf3sleemUIQgyCfsKF47tRziMM8AViEYphdVA/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2560" data-original-width="1685" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhnyrkzyUViDvMObP_6qRux2LUAjB7esfAt8HS7a0JoQt2G0gtfzxDHx_ASqAIHYNRBST-Hzv0bJ7s_jkRKsKpUmJCo__Ka1ITGTyV3sf3sleemUIQgyCfsKF47tRziMM8AViEYphdVA/w263-h400/image.png" width="263" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>El conde de Montecristo</i></p><p>¡Oh! Esto son palabras mayores, esto es literatura al 200%, esto es volver a ser un catorceañero que se pasa el día tumbado leyendo, esto es vivir un libro con esa pasión que creíamos erosionada por los años. Qué gustazo.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-z2YIdj6ZAfex4oVCYhVhYmgxMQNpAVkqXVNSSQCLygzke0m_bcQYgdbYjpm2g1KlXo3ZxyfsBvyXoLIm6_PuyTa78BUFXFXDU3_UVvelDfwo5ZMrv1N-UJnKvx8XuGvZTwJlMPpVOpM/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2560" data-original-width="1688" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-z2YIdj6ZAfex4oVCYhVhYmgxMQNpAVkqXVNSSQCLygzke0m_bcQYgdbYjpm2g1KlXo3ZxyfsBvyXoLIm6_PuyTa78BUFXFXDU3_UVvelDfwo5ZMrv1N-UJnKvx8XuGvZTwJlMPpVOpM/w263-h400/image.png" width="263" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Ronda del Guinardó</i></p><p style="text-align: left;">Una pequeña obra maestra que no me explico cómo no había leído hasta ahora. Juan Marsé nunca tuvo esas ínfulas literarias tan habituales en otros autores, y supongo que eso hace que, desde la distancia, su obra empequeñezca... hasta que la lees.</p><p style="text-align: left;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6Td70yxzhedr88jf2uqEBQXY7_XJXXIMbi9NEPcC5w6Zijy731Ku3YsUKL8ImfI6ERo5jrHfFn-x-kYVP70p30n8QPs_Tivf1XD5TPJ9Fe7c9lnA3_zQzrStfvJtWv3NGZdEVkG7J3HU/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2560" data-original-width="1784" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6Td70yxzhedr88jf2uqEBQXY7_XJXXIMbi9NEPcC5w6Zijy731Ku3YsUKL8ImfI6ERo5jrHfFn-x-kYVP70p30n8QPs_Tivf1XD5TPJ9Fe7c9lnA3_zQzrStfvJtWv3NGZdEVkG7J3HU/w278-h400/image.png" width="278" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>La tumba de Lenin</i></p><p>Impresionante libro de David Remnick, que asistió como corresponsal a los últimos años de la Unión Soviética. Me gustan los periodistas e historiadores que se mojan en sus opiniones, y este Remnick acaba empapado.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRqgYhNX26QKH5XkCL__1SgvvIJf63yAhG_-UvO-1iSLbfaUp2oUYVwgekUAUw4CmYIKr9TemF44zKier8gJc4SCLqSBXDLUpYLLxldNGAG6EFWO45101sTQEAEGUzSGRUorndX021d_4/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2000" data-original-width="1313" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRqgYhNX26QKH5XkCL__1SgvvIJf63yAhG_-UvO-1iSLbfaUp2oUYVwgekUAUw4CmYIKr9TemF44zKier8gJc4SCLqSBXDLUpYLLxldNGAG6EFWO45101sTQEAEGUzSGRUorndX021d_4/w263-h400/image.png" width="263" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Historia de mis calles</i></p><p style="text-align: left;">El nombre del autor, tan normalito, me sonaba, pero no habría sabido decir si de columnista de El País, si de autor de libros de viajes, si dramaturgo o qué. Resultó ser un poco de todo, conocido sobre todo por sus novelas policíacas, género que sólo leo si viene de Alemania para arriba (lo siento, pero ver a detectives tomándose carajillos en el Bar Galicia no me pone). También conoció a fondo las entrañas de la editorial Bruguera. Y de eso habla, entre otras muchas cosas, en estas interesantísimas memorias, un excelente retrato de la Barcelona desde la guerra hasta nuestros días. </p><p style="text-align: left;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEdjszNE50NFponfoBpiXCLfsN7ZBm5OjtkcQ7B1DSNZNB0hfMpW4Kd2r4_xPUQygeWyT_Pp42LokcG35Bvim7BniuEl01kqIpQyTh6mlBVlLs4_A_88cC98pBNouVphAPtqcQuPztvng/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="938" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEdjszNE50NFponfoBpiXCLfsN7ZBm5OjtkcQ7B1DSNZNB0hfMpW4Kd2r4_xPUQygeWyT_Pp42LokcG35Bvim7BniuEl01kqIpQyTh6mlBVlLs4_A_88cC98pBNouVphAPtqcQuPztvng/w235-h400/image.png" width="235" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>La noche de los tiempos</i></p><p>No me cabe duda de que Muñoz Molina es una persona simpática y divertida. Pero me da la sensación de que, cuando escribe, se transforma y se convierte en una persona carente del más mínimo sentido del humor. Desde <i>El invierno en Lisboa</i>, que leí en mis años de universidad, todo lo que he leído de él tiene un aire más bien tristón que melancólico, de cuarentón desencantado de la vida. Es verdad que escribir sobre los prolegómenos de la Guerra Civil, la contienda y sus consecuencias no da pie a chascarrillos, pero creo que se trata de algo más profundo. En todo caso, estas mil páginas me encantaron.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhdJWDaXDfVPNrSHd5IZLxJBtDtqYQvlrkgzSP4vVK85ZeL950Mxd_M5YdWmnco5WKah_8FMg2MQzxMbUAYpVxfLWY4zfc_TxhQmuxXDvRhBptho8JuA1huqSedB0M7B0CnEldyQo54E/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2539" data-original-width="1653" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhdJWDaXDfVPNrSHd5IZLxJBtDtqYQvlrkgzSP4vVK85ZeL950Mxd_M5YdWmnco5WKah_8FMg2MQzxMbUAYpVxfLWY4zfc_TxhQmuxXDvRhBptho8JuA1huqSedB0M7B0CnEldyQo54E/w260-h400/image.png" width="260" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Testamento de juventud</i>, de Vera Brittain</p><p>Qué vida tan desdichada y apasionante tuvo esta señora, hija de familia bien, que decidió trabajar como enfermera durante la Primera Guerra Mundial. Y qué bien la narró.</p><p><br /></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3X4K2KFTpAqGIGO-f3ac8OnvTob6WgjC_L0QGaTgzmKpOxO7F0U9ooOSnpOJ7RJH-DSbkRNufOr7M-yLevrCkvEoBCTn90mQhdNQB5Fv4qCd6bjBR8VzdbygaAiyqd0UhZsm9_BNTgk4/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1920" data-original-width="1251" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3X4K2KFTpAqGIGO-f3ac8OnvTob6WgjC_L0QGaTgzmKpOxO7F0U9ooOSnpOJ7RJH-DSbkRNufOr7M-yLevrCkvEoBCTn90mQhdNQB5Fv4qCd6bjBR8VzdbygaAiyqd0UhZsm9_BNTgk4/w260-h400/image.png" width="260" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: left;"><i>Ellos: memorias de mis padres</i>, de Francine du Plessix Gray</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><p style="text-align: left;">Unos meses, quizá un año o dos, después de esta lectura, al rememorarla se mezcló en mi mente con los libros de Angelika Schrobsdorff, <i>Tú no eres como otras madres</i> y <i>Hombres</i>, ambos extraordinarios también, y ambos, como <i>Ellos...</i>, publicados por Errata Naturae. Evidentemente, no es difícil confundir dos títulos como <i>Hombres</i> y <i>Ellos</i>, mientras que, por su parte, las memorias de su madre, <i>Tú no eres...</i>, tienen no poco en común con algunas páginas del libro que ocupa estas breves líneas. </p><p style="text-align: left;">Añádase a la confusión el hecho de que, al igual que me sucedió con el señor Ledesma o la Schrobsdorff, jamás había oído hablar de esta señora. De hecho, ahora mismo no recuerdo muy bien a qué se dedicaba (¿moda, arte?), así que consulto a la señora wiki y veo que fue escritora y crítica literaria. Es igual. Estas memorias son una joya. Desde la Revolución Rusa (su madre, que estuvo prometida nada menos que con Mayakovski, fue una de las miles de personas que huyeron de los bolcheviques y se instaló en París) hasta el mundo del arte en Nueva York, el libro es (si no recuerdo...), entre otras cosas, una sucesión de puñaladas entre cónyuges que ríete tú del Burton y la Taylor.</p><p style="text-align: left;"><br /></p></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid98ipISofA8rxrJIuEK91Qih9HFStMjCj5YjpcHgzoVTie3SkA-oYDM2mq8s11Hop08Lm3efqEYfnS1SZTX1ZWcygmwApRdcRQqRNlHU9H3cUCdypeblEQ9u2DDk8CCmvlMLLQTgCT5A/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1491" data-original-width="945" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid98ipISofA8rxrJIuEK91Qih9HFStMjCj5YjpcHgzoVTie3SkA-oYDM2mq8s11Hop08Lm3efqEYfnS1SZTX1ZWcygmwApRdcRQqRNlHU9H3cUCdypeblEQ9u2DDk8CCmvlMLLQTgCT5A/w253-h400/image.png" width="253" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Siguiendo mi camino</i></p><p>Mauricio Wiesenthal es uno de los últimos especímenes de una especie en extinción. Un hombre de cultura enciclopédica que ha actuado en cabarets, un espíritu tan inquieto como amante de la tradición, bohemio y refinado, un aventurero nato al que imaginamos pasando las noches junto al fuego de una chimenea. En este maravilloso libro nos habla de las canciones que han marcado su vida. Y después de cada capítulo toca buscar la canción en youtube. Se me hizo muy corto. </p><p>Leed a Wiesenthal. Cualquier cosa que haya escrito.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_9Qesmd4PPi4p5nt_UKxMbVbq8Lk4KLf_-DQb69KC8rmapzgxLsDENU_8odMpMBVQZ3LAFgExO1odgQwKjfYBzQP6Xk6CHWy7kwrI4uG8Dw8emeUSGdLwwBf_jWWF7QdpB14XZOHmF8g/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="828" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_9Qesmd4PPi4p5nt_UKxMbVbq8Lk4KLf_-DQb69KC8rmapzgxLsDENU_8odMpMBVQZ3LAFgExO1odgQwKjfYBzQP6Xk6CHWy7kwrI4uG8Dw8emeUSGdLwwBf_jWWF7QdpB14XZOHmF8g/w267-h400/image.png" width="267" /></a></div><p style="text-align: center;"><i>Cualquier otro día</i>, de Dennis Lehane</p><p style="text-align: left;">Un auténtico novelón situado en los años de la Ley Seca, por el que pululan gángsters, contrabandistas de más o menos monta, policías corruptos, jugadores de béisbol, mujeres fatales, sindicalistas de armas tomar, y políticos sin escrúpulos valga la repugnancia, entre otros. Muy buena.</p><p style="text-align: left;"><br /></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLVfoqOaQ7YonJsMwvKKGVGDwFkYLvDBjgQb1opGaRD-50cJlEaICrc0ISkBsev0NQXDN86o6ZUQaknMNcEL8VfSfOQ-R-XfiQFZhLEMRJ8DQcc7CE-I6sZJbNTbTH4CAHKpcAoYwkZt8/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1270" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLVfoqOaQ7YonJsMwvKKGVGDwFkYLvDBjgQb1opGaRD-50cJlEaICrc0ISkBsev0NQXDN86o6ZUQaknMNcEL8VfSfOQ-R-XfiQFZhLEMRJ8DQcc7CE-I6sZJbNTbTH4CAHKpcAoYwkZt8/w252-h400/image.png" width="252" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>Moonshadow</i>, de J.M. de Matteis y Jon J. Muth</div><br />Y qué mejor que esta maravilla para concluir. Desde el primer momento, se convirtió en uno de mis libros favoritos de todos los tiempos. <i>Moonshadow</i> es eso que llaman una obra de culto, es decir, un libro del que el común de los mortales no ha oído hablar, y que fascina sin medida a casi todo aquél que lo lee. Casi. Porque siempre hay alguien que le tiene que ver los defectos, sin darse cuenta de que éstos lo hacen aún más grande. Que si pedante, que si sentimental, que si demasiado texto, que si irregular. Amargados.<p></p><div>Esa gigantesca esfera de rostro malicioso que veis en la portada es una especie de astro o planeta, y el niño que corre la cortina está a punto de embarcarse en la mayor aventura de todos los tiempos: crecer. Es decir, enamorarse, pasar miedo, ver cómo lo putean, lo secuestran, lo condenan a muerte, conocer a reyes y granujas de bajos fondos, vivir otras vidas, leer a los románticos, sufrir, recordar.</div><div><br /></div><div>Raro, sí, con monstruos puteros que se tiran pedos y chica hippy secuestrada por un cuerpo celestial que la desposará, entre otros delirios. Pero creedme, todo tiene sentido. De hecho, todo es tan real como la vida misma de quien escribe esto. Y las ilustraciones son para enmarcar. </div><div><br /></div><div>En fin, me gustó tanto que me da miedo volver a leerlo.</div><div><br /></div><div>Y con eso queda dicho todo. ¡Felices lecturas!</div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/cTabjtDtJ7M" width="320" youtube-src-id="cTabjtDtJ7M"></iframe></div><br /><div><br /></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-78582822205168542382021-10-13T00:24:00.000-07:002021-10-13T00:24:55.261-07:00La octava vida (para Brilka), de Nino Haratischwili
<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiA9iaOvqad39WBx3qdffY9sd_HWxX8U1YlIjVEirf4yvvyIOxH00ufm-9uFhGvh-l4kFEkNl0iv4m3BQKzCFh4VI9a1RyODZyMttBmp0uBM7Oejzdw1DeBQOkc8dtYXDN-gAwhe9GHLc/s0/nino+libro.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><img alt="" border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1298" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiA9iaOvqad39WBx3qdffY9sd_HWxX8U1YlIjVEirf4yvvyIOxH00ufm-9uFhGvh-l4kFEkNl0iv4m3BQKzCFh4VI9a1RyODZyMttBmp0uBM7Oejzdw1DeBQOkc8dtYXDN-gAwhe9GHLc/w406-h640/nino+libro.jpg" width="406" /></span></a><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Decíamos ayer (<a href="https://batboyreads.blogspot.com/2013/02/el-caballero-de-la-piel-de-tigre-de.html" target="_blank">aquí</a>, para más señas) que la literatura georgiana, como la tierra de donde procede, es una perfecta desconocida en occidente. Tanto es así que, en las escasas ocasiones en que nos visita, parece que tiene que hacerlo de incógnito o, cuando menos, de manera indirecta. Verbigracia, la novela de hoy, que no fue escrita en la lengua de (poned aquí el nombre de vuestro georgiano universal favorito), sino en alemán. Pero digo yo que un libro escrito por una georgiana, situado en Georgia, y que nos habla de la historia reciente y no tan reciente del caucásico país, puede calificarse de literatura georgiana sin que nadie se rasgue las vestiduras.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sin embargo, dados nuestros más que escasos conocimientos de la literatura georgiana, si tuviéramos que inscribir esta novela en la tradición literaria del país y buscar los puntos que la enlazan con otros autores georgianos contemporáneos, acabaríamos viéndonos obligados a hacer como los críticos de los suplementos literarios, es decir, salirnos por la tangente y compararla con Tolstoi. Y es que con una saga familiar de la Europa del este y más de mil páginas, si no se te ocurre el nombre de Tolstoi no eres crítico ni eres ná. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwzSGVuEGvYHCRAXi9TU_ayKLLtjD0ZaMK-fNNOZDE1A_2M_xtnQnwnFEvtyAwmSzp4oscaM2XH6-oTTgp64SfE788pr9QRJD7lVdYYW6ylZfiByUpqYX0yFs6b6vrO39vMVuyhbDEQH8/s983/nino.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="427" data-original-width="983" height="278" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwzSGVuEGvYHCRAXi9TU_ayKLLtjD0ZaMK-fNNOZDE1A_2M_xtnQnwnFEvtyAwmSzp4oscaM2XH6-oTTgp64SfE788pr9QRJD7lVdYYW6ylZfiByUpqYX0yFs6b6vrO39vMVuyhbDEQH8/w640-h278/nino.jpeg" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>Nino Haratischwili</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both;">Nino Haratischwili tiene un concepto de la Historia bastante diferente de la del gran autor ruso. Para éste, la Historia "es un producto de la contingencia, no sigue una dirección y no se ajusta a un patrón". Haratischwili, por su parte, dice que patrón, tiene un rato, y la compara a un tapiz:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><i>"tú eres un hilo, yo soy un hilo, y juntas somos un pequeño adorno, y al juntarnos con muchos otros hilos damos un dibujo como resultado".</i></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Esta imagen, unida a las extraordinarias (que no fantásticas) coincidencias que salpican la novela, nos acerca a algo bastante parecido al Destino, que siempre se ha llevado a cara de perro con la Contingencia.</div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La propia autora lo explica más claramente en esta <a href="https://www.abc.es/cultura/libros/abci-nino-haratischwili-convertir-historia-nacional-arma-arrojadiza-solo-sirve-para-quebrar-sociedad-201811250221_noticia.html">interesante entrevista</a>:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><i>«Me he preguntado en profundidad qué es el destino, qué porcentaje de autodeterminación tenemos, y me gustaría trasladar esa pregunta a los lectores, porque yo no hallo una respuesta definitiva. En esos regímenes es muy limitado. En todos ellos encontramos individuos que luchan por abrir su propio camino, pero en la mayoría, y eso lo puedo percibir todavía en mi generación postsoviética, queda un poso de conformismo, de pensar que no merece la pena el esfuerzo porque no se va a conseguir ningún cambio… es un pensamiento muy soviético: el individuo no cuenta."</i></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Y0UedY9oDJ4BdBx0qCa1N2imR10dbtnN3RmPRjNdQPVFKde33GqFequ_AlTUyN679ezN0Lavq3phdILZXq7pTBGXl9DZ9M8nvGavQVCBY4c4AY9f53_tZKi1AdF-mRTNxFoVnc0vdEE/s2048/Captura+de+pantalla+2021-09-22+a+las+9.16.05.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1368" data-original-width="2048" height="429" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Y0UedY9oDJ4BdBx0qCa1N2imR10dbtnN3RmPRjNdQPVFKde33GqFequ_AlTUyN679ezN0Lavq3phdILZXq7pTBGXl9DZ9M8nvGavQVCBY4c4AY9f53_tZKi1AdF-mRTNxFoVnc0vdEE/w640-h429/Captura+de+pantalla+2021-09-22+a+las+9.16.05.png" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Kutaisi</i></div><div><br /></div><div><div><div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">Esta historia cuyos individuos no cuentan comienza cuando Brilka, una niña de 12 años en viaje de estudios a Amsterdam con la escuela, decide escaparse y llegar por su cuenta a Viena. Niza, su tía, que es quien nos narra la historia, será la encargada de encontrarla y devolverla a casa. A Niza, que, como la autora, vive en Berlín y tiene su vida hecha, no le hace ninguna gracia tener que en busca de su díscola sobrina, pero no tiene elección. Este incidente reaviva en la narrador muchos recuerdos (trágicos, por supuesto) de hechos que no ha vivido personalmente, pero que han presidido su vida y la de sus antepasados. Y estos recuerdos, al despertar, se imponen a las reticencias de Niza respecto de su sobrina, y por ello, sabiéndose quizá un hilo más del tapiz familiar, decide contarle a Brilka la historia de su familia. Mediante este recurso narrativo, que se me antoja muy poco tolstoiano, la autora enlaza presente y pasado, confiere naturalidad a la primera persona, y se aleja de cualquier esquema decimonónico.</div><div><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both;">Así que no, por muchos miles de páginas que tenga, y aunque nos cuenta la historia de una familia que es muy infeliz y lo es de una manera muy particular, <i>La octava vida</i> no es Tolstoi. Y ni falta que le hace: es un libro con el que he disfrutado tanto que hasta me he acordado de que yo antes tenía un blog y en él hablaba de libros con desconocidos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div>El título de la novela hace referencia a las vidas de ocho miembros de esta saga familiar. Son ocho extensos capítulos centrados en cada uno de ellos, si bien, como es lógico, las respectivas historias no dejan de cruzarse entre sí. Por supuesto, ninguna de estas historias puede escapar a la Historia (que ya sabemos lo que eso significaba en la URSS) ni puede evitar ser devorado por ésta.<span style="color: red;"> </span></div><div><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisWa9hjOyf1yhXpG8DlQhk7K2FWxjXRS5DPqXDZH6CTBGWuXi01tFnt09WH5uEW2AlN-O852sNfZqVMJOYCCxd3S3dBzl1DjBR1tJLRYG_cXQDvcv-rmSpPhR0a7f6pLk6YhOgBo5TqW0/s2048/old+kutaisi.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1305" data-original-width="2048" height="408" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisWa9hjOyf1yhXpG8DlQhk7K2FWxjXRS5DPqXDZH6CTBGWuXi01tFnt09WH5uEW2AlN-O852sNfZqVMJOYCCxd3S3dBzl1DjBR1tJLRYG_cXQDvcv-rmSpPhR0a7f6pLk6YhOgBo5TqW0/w640-h408/old+kutaisi.jpeg" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Kutaisi, en los años 1910-20</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both;"><div>Niza, pues, se sumerge en el pasado familiar y emerge en la ciudad de Kutaisi. Estamos en los albores de la Revolución Rusa, cuando Stasia, la bisabuela de la narradora, conoce y se enamora de Simón, teniente de la Guardia Blanca y amigo del padre de ella, reputado maestro chocolatero. Este hombre, próspero empresario y hombre de gran cultura y reconocimiento social, posee una receta mágica para preparar el chocolate a la taza, receta que consiguió unos años antes, durante un viaje que hizo por Europa para aprender de los grandes chocolateros de Viena, París o Budapest. </div><div><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both;">Aparte de la presunta presencia de Tolstoi, críticos y varios blogueros coinciden en que <i>La Octava Vida</i> bebe, por decirlo de una manera cursi, de las fuentes del realismo mágico. Servidor ya pasó el realismo mágico, como uno pasa las paperas y el sarampión, así que no me asustó la posibilidad de exponerme a él, siempre que fuera a pequeñas dosis. Y las dosis son, efectivamente, despreciables. De hecho, sólo se me ocurren dos elementos de esta novela que vagamente se pueden relacionar con el realismo mágico: uno de ellos es la relación que tiene Stasia con los fantasmas de la familia. Pero como todo el mundo sabe, los fantasmas existen, así que ese argumento no me vale. El otro, que sí es más convincente, es esa receta para chocolate a la taza que vuelve loco a quien apenas huela su aroma, y que tiene consecuencias invariablemente nefastas para todo aquél que llega a paladearlo. Este chocolate aparece cada vez que el tapiz necesita cortar un hilo, y es, pues, una de las imágenes recurrentes de la historia. A mi juicio, sin embargo, se trata más de una simple metáfora más o menos conseguida que de un elemento de realismo mágico. En todo caso, yo podría haber prescindido completamente de las descripciones de la preparación del chocolate, que en ocasiones se acercan peligrosamente a aquella cursilada mexicana que en su día, hace ya casi treinta años, tanto nos gustó. Ya sabéis:</div></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3PvYTeekdZwtgWjd-Fd8F0qgxMfrnRsn4QBWBucgeyBDcGzcEn4Hm6lRAF1q1HyAdpQO_3XKNB1N8OhKIljf6nxDUlYygMt8OwYl6uq_3E3BiPp7Xm-hw1q-evjxKDx3Lh4m_vVz6jYw/s1020/resizer.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1020" data-original-width="690" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3PvYTeekdZwtgWjd-Fd8F0qgxMfrnRsn4QBWBucgeyBDcGzcEn4Hm6lRAF1q1HyAdpQO_3XKNB1N8OhKIljf6nxDUlYygMt8OwYl6uq_3E3BiPp7Xm-hw1q-evjxKDx3Lh4m_vVz6jYw/s320/resizer.jpg" width="216" /></a></div><div><br /></div><div>La Revolución de 1917 se lleva al teniente Simón a San Petersburgo, y empieza así a tejerse el tapiz, repleto de imágenes de nuestros héroes y su descendencia, así como de una impresionante pléyade de personajes secundarios cuyas vidas se ramifican en incontables historias, la más efímera de las cuales daría para una pequeña novela. Entre los personajes principales tenemos a Kostia, hijo de Stasia y Simón, un bolchevique hasta la médula que al final de sus días tendrá que ver con impotencia lo que acaba haciendo Gorbachov con su soviética unión; a Kitty, su hermana, que tras una experiencia atroz intentará rehacer su vida en el extranjero; tenemos a Christina, hermanastra de Stasia, cuya arrolladora belleza le permitirá codearse con los chacales más destacados del Partido. Entre los secundarios podemos destacar a Alania, el niño bastardo que llegará a ser un poderoso hombre en la sombra; a Misha Eristavi, el estudiante que prepara una "pequeña sublevación cinematográfica"; a Thekla, el verdadero amor de Kostia; a cualquiera de los sufridos pretendientes de su hija y su nieta, o a tantos y tantos otros cuyos nombres hoy, dos meses después de la lectura, no puedo recordar. Entre ellos se reparten un calvario de guerras, traiciones, torturas, mutilaciones, venganzas y todo tipo de altas y bajas pasiones, sin llevar al lector en ningún momento al terreno del melodrama. Sólo en un par de ocasiones la autora se acerca peligrosamente al barranco del sentimentalismo, pero no llega a caer, porque Haratischwili no será Tolstoi, pero tampoco es Isabel Allende.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDG6E-MvTNj6h33CFzaZ5SYO8SBwIAXK9xxOI5ZXxOaECoOWYMPKHJJ6by6ud4Ck4u2L8BhB8w3RY8yU6RR2FXIFkc_p3UDaSpyOEWL8FDgRWDoti9ZzTE1wXvYWBCR5XbQJ3XmFkzYK0/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1358" data-original-width="2048" height="424" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDG6E-MvTNj6h33CFzaZ5SYO8SBwIAXK9xxOI5ZXxOaECoOWYMPKHJJ6by6ud4Ck4u2L8BhB8w3RY8yU6RR2FXIFkc_p3UDaSpyOEWL8FDgRWDoti9ZzTE1wXvYWBCR5XbQJ3XmFkzYK0/w640-h424/tiflis+1917+erevan+square.jpg" width="640" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>La Plaza Yereván de Tiflis, 1917</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div>El relato fluye, el tiempo pasa, pero siempre sabemos en qué momento preciso de la Historia nos encontramos. Aparte de los grandes acontecimientos que abrían aquellos telediarios de antaño, como guerras, congresos del PCUS, y la muerte a plazos de la gerontocracia soviética, la narradora va salpicando el relato con referencias a algunos de los hitos de la cultura popular del siglo XX, cuyos ecos llegaban, a pesar de todo, a la pequeña ciudad de Kutaisi: el año en que se estrenó Porgy and Bess, el del combate de Muhammad Ali contra George Foreman o el de la publicación de un álbum de Lou Reed. Y así, entre cantos de occidente y gritos desde Moscú, desfila ante nosotros buena parte de la historia de la Unión Soviética, desde su violenta concepción hasta su relativamente (piénsese en lo que podría haber sido) plácida y lenta agonía, marcada aquí y allá por conflictos en unas repúblicas que no veían la hora de mandar a Marx y Lenin a tomar un café.</div><div><br /></div><div>Mención aparte merece uno de los personajes.</div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2UxY7INrPfyNCtvMVg4aPjokNOm6G_YYk7Yt9ZvD_DqT2ZTsrNgmeWcL6TqZ0yQNebw6x8bxAK6nQmer94u1J1KfpCxY-I2Q_6VfHaPdbCS6rUO6xma1T70OSnffaeZdEYw_19gnp5yE/s1240/nino+beria.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="698" data-original-width="1240" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2UxY7INrPfyNCtvMVg4aPjokNOm6G_YYk7Yt9ZvD_DqT2ZTsrNgmeWcL6TqZ0yQNebw6x8bxAK6nQmer94u1J1KfpCxY-I2Q_6VfHaPdbCS6rUO6xma1T70OSnffaeZdEYw_19gnp5yE/w640-h360/nino+beria.jpg" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>El sádico sexual Laventri Beria, el "Pequeño Gran Hombre", con el Generalísimo al fondo</i></div><br /><div><div>En un estado totalitario, por definición, no existe la vida privada. Todo pertenece al estado, que es un modo de decir, todo pertenece al Generalísimo y sus compinches. Y es en la imbricación de la Historia (o el Poder) con las historias (o los súbditos) donde brilla especialmente el talento narrativo de la autora. Aunque, bien mirado, cuando se trata de un monstruo como Lavrenti Beria, esa imbricación quizá no resulte tan difícil.</div><div><br /></div><div>Beria, a quien en la novela conocemos como el Pequeño Gran Hombre, y que, como el Padrecito de los Pueblos, era georgiano, fue el jefe de la policía soviética y del NKVD, o sea, uno de los personajes más siniestros del siglo XX, responsable, entre otras lindezas, de la masacre de Katyn. Pero aunque le encantaba matar, no era ésa su única afición. Se le atribuyen centenares de violaciones, y se dice que los límites de su depravación están aún por conocerse. En 2003, durante unas obras en la embajada de Túnez en Moscú, situada en la antigua mansión de Beria, aparecieron huesos humanos. </div><div><br /></div><div>Si el ciudadano soviético vivía con el miedo al golpe en la puerta en mitad de la noche, al coche negro, a que su vecino o compañero de trabajo le hiciera el vacío, inequívoca señal de la inminente condena, las mujeres, además, (inclúyase aquí a las niñas), vivían con el terror de que Beria se fijara en ellas. Nuestro Pequeño Gran Hombre gustaba de salir en su coche a la caza de mujeres, a las que secuestraba, invitaba gentilmente a cenar, y luego violaba. Y esta afición juega un papel muy importante en nuestra novela.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisUbg9jng3DMq4L-YnS-c99j66I_4HrBevSIqZGYSUAtvONGZNncGW4ZL9OLdYKVMj-SwJ44L49CwzCRcefwyx3k1BXSiSTwpRQcZxvO77e86oaSJPyJbIDi9D_Mr7U5eOVZ4V_EuGTh4/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="650" data-original-width="657" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisUbg9jng3DMq4L-YnS-c99j66I_4HrBevSIqZGYSUAtvONGZNncGW4ZL9OLdYKVMj-SwJ44L49CwzCRcefwyx3k1BXSiSTwpRQcZxvO77e86oaSJPyJbIDi9D_Mr7U5eOVZ4V_EuGTh4/s16000/image.png" /></a><i>Tiflis, 1947. Fotografía de Robert Capa</i></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En la entrevista que menciono más arriba, la autora señala que tenía la intención inicial de contar la historia de una familia durante el final de la era soviética. Pero, como todos sabemos, la Historia tiene esas cosas: se da uno cuenta de que este personaje no se entiende sin aquella invasión, esa invasión no se entiende sin esa boda, esa boda no se entiende sin esa matanza, y esa matanza no se entiende sin aquel encuentro fortuito. Y así, en un afán de iluminar cada retazo del tapiz, Haratischwili se tuvo que remontar en el tiempo hasta recalar en un comienzo que, forzosamente, será arbitrario.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Yo, la verdad, le habría dado permiso para remontarse otro siglo, porque esta novela tiene todo lo que me gusta: muchas páginas, Historia, crueldad y nombres raros.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">En definitiva, un novelón con el que me lo he pasado pipa.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZlslBq5IW5wVlSgjSvzhpXEnYwM4bU_Y5lkylEnHd3VQLxfZZn5BSY1qQB7_3FSaLNGlGwKvwVcy8VUR_OFFN81OLmmP3vZ4Ea4g1dAW42Dm8alXCDG_1qTcichkm3UZpVxbeuCRA7vA/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="500" data-original-width="411" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZlslBq5IW5wVlSgjSvzhpXEnYwM4bU_Y5lkylEnHd3VQLxfZZn5BSY1qQB7_3FSaLNGlGwKvwVcy8VUR_OFFN81OLmmP3vZ4Ea4g1dAW42Dm8alXCDG_1qTcichkm3UZpVxbeuCRA7vA/s16000/image.png" /></a></div><br /><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div></div>El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-31253969757674063542017-10-21T14:33:00.000-07:002017-10-21T14:33:16.418-07:00Eso es todo, amigos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpfjSvCCTB0xdpsDMATv0220zzA1SiJV8ICau7_JkyKzVrtGJoV6hV336fywK-MJBfHEG-4OIdRadcsGlxr71oAk23lgDOjmJccypQLL4ieByy4JHQNGrA_rt2asPhj47ZQQu3V5ZbskI/s1600/que-come-libelula.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="534" data-original-width="800" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpfjSvCCTB0xdpsDMATv0220zzA1SiJV8ICau7_JkyKzVrtGJoV6hV336fywK-MJBfHEG-4OIdRadcsGlxr71oAk23lgDOjmJccypQLL4ieByy4JHQNGrA_rt2asPhj47ZQQu3V5ZbskI/s400/que-come-libelula.jpg" width="400" /></a></div>
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El ciclo de vida de las libélulas, desde la fase de huevo hasta la muerte en edad adulta, abarca de seis meses a seis o siete años, nos dice wikipedia. Los alces viven algo más de veinte años, mientras que los elefantes pueden alcanzar los sesenta. Y digo yo, ¿y los blogs?<br />
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Y ya que estamos con las preguntas retóricas, aquí viene otra: ¿por qué hay gente que escribe blogs? Bien, ésta la puedo contestar. En mi caso, todo empezó con un blog que había por ahí, con el que en ocasiones me entretenía y con frecuencia me indignaba, hasta que, tras repetidas visitas, un buen día me dije, "oye, yo puedo hacerlo mejor". Fue un parto así de fácil.<br />
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Bueno. Ya veis por dónde van los tiros hoy. Y aunque no quiero ponerme estupendo ni sentimental, ni, por supuesto, pretender que esto tiene la más mínima importancia, sí que es cierto que hay un puñadito de personas que me siguen con relativo interés, y como yo siempre he lamentado que algunos de mis blogs favoritos languidecieran en su abandono sin una triste palabra de despedida, pues aquí viene la mía.<br />
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/a-criOQwbFI/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/a-criOQwbFI?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
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Me lo he pasado bien escribiendo este blog, y, como he dicho en más de una ocasión, el proceso de redacción de las entradas me hacía reflexionar y, sobre todo, disfrutar mucho más de los libros. Pero si voy a colgarme yo mismo una medalla, no será por la discutible calidad de lo que pueda haber escrito, sino por otros motivos. El más importante de ellos es no haber hecho enemigos... creo. En efecto, no me he dejado llevar por mis fobias ni por el tuit del día, y he conseguido preservar este blog como un espacio libre de malos rollos. Si conocierais mi cuenta personal de facebook y supierais la cantidad de gente que me ha eliminado de su lista de amigos, veríais que esto tiene un mérito enorme.<br />
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Tampoco he dedicado demasiado tiempo a poner a bajar de un burro libros y autores que no me han gustado. ¿Para qué? (No obstante, sí me habría gustado dedicarle cuatro líneas al fenómeno Karl Ove Knausgard). Por el contrario, creo que he conseguido transmitir un poquito de la pasión que algunas obras me han hecho sentir, y si eso ha llevado a otros a asomarse a esas obras, podré presumir de haber plantado unas cuantas semillitas por ahí.<br />
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Pero un blog proporciona muchas otras satisfacciones. En la que considero la época más feliz de éste que leéis, se formó una pequeña, muy pequeña, comunidad de blogueros que nos seguíamos mutuamente. Cada uno esperaba la publicación del otro, y allí entrábamos no sólo a comentar, sino a hacer algo tan aparentemente sencillo como charlar sobre libros, que, como sabéis, es ese tipo de conversación que tan difícil es tener con amigos o compañeros de trabajo. Poco a poco, por desgracia, de aquella comunidad de blogueros uno abandonó, otro desapareció y un tercero convirtió sus entradas en un acontecimiento anual. Mientras tanto, el niño vampiro seguía su camino, inasequible al desaliento, sí, pero sintiéndose un poco más solo.<br />
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/3M9TP_D5WhM/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/3M9TP_D5WhM?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
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Es sin duda la relación personal que, de manera paradójica, nos proporciona internet, la que brinda al bloguero sus mayores satisfacciones. Así, a alguno (o mejor dicho, a alguna) de vosotros, os he conocido en persona, y con otros me he escrito y todavía me escribo. Además, he tenido también la satisfacción de recibir gratos comentarios de un conocido escritor, la gratitud del autor de un libro que reseñé, mensajes de algunas traductoras, y libros regalados por editoriales, no para que los reseñe, sino en agradecimiento por alguna entrada que les gustó. Será poca cosa, me diréis, pero para alguien como yo, cuya vida social lleva años en franca decadencia, por no decir en la UCI, esas cosas me han alegrado el día más de una vez. De hecho, uno de mis proyectos más locos, y que a veces lamento no haber llevado a cabo, era invitar a todo aquel que quisiera a pasarse un domingo, día de mercadillo librero, por el Tres Tombs, el bar que hay justo al lado del Mercado de Sant Antoni, para tomarse una cerveza y charlar. A ratos imaginaba que podría allí nacer una entrañable cofradía de lectores y amigos, mientras que en mis fases de lucidez me aterrorizaba la visión de tres bichos raros como yo sentados en silencio alrededor de una cerveza, evitando mirarnos a los ojos. Al final se impuso la lucidez... ¿o quizá la cobardía?<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaracbrpDrTiurYwVoM53PCShQnECst71TxH23fM4YUdWcGVYIOiwptx9SBIwdd_x57FGiugG5Fhk2Zbmtd_IFDqvV3i-poe86tdrktV_7QctxiczRi6eX_3RRFECa-CMmfrxMBFaSgUc/s1600/ivan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="313" data-original-width="470" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaracbrpDrTiurYwVoM53PCShQnECst71TxH23fM4YUdWcGVYIOiwptx9SBIwdd_x57FGiugG5Fhk2Zbmtd_IFDqvV3i-poe86tdrktV_7QctxiczRi6eX_3RRFECa-CMmfrxMBFaSgUc/s1600/ivan.jpg" /></a></div>
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Entonces, si tantas satisfacciones me da el blog, ¿por qué lo dejo? Quizá se deba, como decía al principio, a que un blog tiene, como los ciempiés y los tejones, su propio ciclo vital. Quizá, a que uno tiene su propio estilo al hablar de libros, y, dado que dicho estilo tiene sus limitaciones, al cabo de ocho años se empezaba a hacer difícil sacudirse de encima esa sensación de "te estás repitiendo". La verdad es que cada vez se me hacía más cuesta arriba ponerme siquiera a pensar en empezar una entrada. Corría, pues, el peligro de hundirme lentamente en mi propio desánimo y agotamiento, de ir posponiendo una y otra vez la siguiente entrada hasta emprenderla con desgana y al final, inevitablemente, ver un resultado que me dejaría más insatisfecho y desanimado aún. No. Más vale una retirada digna a tiempo.<br />
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Imagino que hay otros blogueros que se ponen a escribir y no hay quien los pare, y a algunos incluso les sale bien. A servidor, sin embargo, si no se ha pasado previamente unas cuantas horas buscando información, opiniones, historia y fotos, le sale un churro, francamente. Y al final eso cansa. Quizá he sido víctima de mi propio afán de currarme tanto las entradas. Publicar con regularidad implica muchas horas frente a la pantalla, muchas horas intentado descifrar la letra minúscula de mis propias notas, y muchas horas releyendo y corrigiendo entradas. Pues bien: esas horas las voy a pasar ahora leyendo, paseando, escuchando música, o visitando exposiciones (David Bowie y De Chirico en una sola semana, ¿qué os parece?). O quién sabe, quizá, torero yo, aproveche para recuperar fuerzas y volver más adelante.<br />
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Un abraz@ a todos.<br />
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/Ol8jqxZi6EE/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Ol8jqxZi6EE?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com59tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-40323984099444415892017-09-28T15:35:00.000-07:002017-09-28T15:35:34.718-07:00Barcelonadas<div style="text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBAraxQ11SyGc8g8QZLvkXuEWZnTQm5712Y40VR2s6l-W3KZ4A4EtrFQ6aHC_pEknL8KmunSfvre_ihtPMGd9kC2ubig8t62130-UXX-dPKpPknRuhrm1fsNP2pI_qseJCF70x9yrcjLo/s1600/pelayo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="895" data-original-width="1600" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBAraxQ11SyGc8g8QZLvkXuEWZnTQm5712Y40VR2s6l-W3KZ4A4EtrFQ6aHC_pEknL8KmunSfvre_ihtPMGd9kC2ubig8t62130-UXX-dPKpPknRuhrm1fsNP2pI_qseJCF70x9yrcjLo/s640/pelayo.jpg" width="640" /></a></div>
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A diferencia de los designios del Señor, los caminos que nos llevan a emprender una lectura son casi siempre perfectamente escrutables. ¿Qué se puede hacer cuando unos despreciables y estúpidos asesinos causan una masacre en tu ciudad? Miles de personas decidieron salir a la calle y gritar que no tenían miedo; otros, llenar de velas y recuerdos el mosaico de Miró en las Ramblas; y unos pocos, muy ruines y ruidosos, sacar tajada política. Pues bien, a mí no se me ocurrió más que refugiarme en la literatura sobre Barcelona. Podía haber recuperado la inolvidable <i>Últimas tardes con Teresa</i>, a mi juicio la gran novela sobre Barcelona, o haberme puesto de una vez con Vázquez Montalbán, sobre el cual no sé si alguna vez podré opinar. Finalmente, sin embargo, opté por abrir un par o tres de libros que rodaban por casa desde hacía décadas.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie6Fo1vDbNKLCSxg0WDi6YuLDUYMqe9cAYibrrryjfl5S6tJ6LWYpvS7joKy5EG9eGAPUp2fGbRQ733bXvpmR6Yr0hqJmYt9E2Rb1Mg6RfxxkG_i7xys33EdakDTODOiVdTsTOlGj2ROs/s1600/emcpg.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="387" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie6Fo1vDbNKLCSxg0WDi6YuLDUYMqe9cAYibrrryjfl5S6tJ6LWYpvS7joKy5EG9eGAPUp2fGbRQ733bXvpmR6Yr0hqJmYt9E2Rb1Mg6RfxxkG_i7xys33EdakDTODOiVdTsTOlGj2ROs/s400/emcpg.jpg" width="257" /></a></div>
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El primero de ellos fue <i>La ciudad de los prodigios</i>, de Eduardo Mendoza. Nos cuenta Mendoza en este libro dos historias: una, la del protagonista, Onofre Bouvila, un hombre de origen humilde que, apenas todavía un chaval, deja el pueblo y se va a la ciudad, dispuesto a ganarse la vida, prosperar por los medios que sean necesarios y amasar la fortuna que su padre, indiano fracasado, no pudo conseguir en Cuba. Eran tiempos en que todavía no se había inventado la adolescencia, y uno pasaba de niño a hombre como quien pasa la página del periódico. Por eso puede parecer chocante la edad de Onofre, de tiernos trece años, en el momento en que llega solo a Barcelona y se hospeda en una pensión de mala muerte. Es posible que Mendoza estirara tanto la precocidad del protagonista por exigencias del guión, dado que la historia se sitúa entre las dos exposiciones universales celebradas en Barcelona en 1888 y 1929, un lapso de más de cuarenta años en el que Onofre debe llegar a lo más alto y luego ver qué hace una vez allí.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLCYVZOez_wVOyBlrQwZnkGQhV3ghu_wuXQsKW8TMAcqF5djbY5YN2rBpTSJXi7GDPUSX1FbSu3tI6KOZptwQzW-_rAGn2ps5mb_yRv5NndOljoQpU2Pk_4_xWvowjaTzYcha_tx2WWko/s1600/20425011.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="855" data-original-width="600" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLCYVZOez_wVOyBlrQwZnkGQhV3ghu_wuXQsKW8TMAcqF5djbY5YN2rBpTSJXi7GDPUSX1FbSu3tI6KOZptwQzW-_rAGn2ps5mb_yRv5NndOljoQpU2Pk_4_xWvowjaTzYcha_tx2WWko/s640/20425011.jpg" width="448" /></a></div>
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<i>Un reparto desacertado. Olivier Martínez es un soseras, y a Delfina, una chica que en el libro es descrita como poco agraciada, la interpreta nada menos que Emma Suárez</i></div>
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La segunda historia que nos cuenta es, por supuesto, la de Barcelona a través de los años en que, ya derribadas (cayeron en 1854) las murallas que durante siglos la habían aprisionado, la ciudad empezó a crecer y desarrollarse de manera vertiginosa. La exposición de 1888 debía de servir, pues, para colocar a Barcelona definitivamente en el mapa. Sin embargo, eran aquéllos, como hoy, por desgracia, años convulsos en la condal ciudad. En aquella Barcelona donde miles de obreros se hacinaban en barrios infectos construidos de la noche a la mañana, las ideas comunistas y anarquistas encontraron un caldo de cultivo ideal para su propagación. Y en ese caldo de cultivo, los gérmenes como Onofre Bouvila se movían como pez en el agua. Así, Onofre se dedica a todo tipo de trapicheo hasta que, poco a poco y gracias a algún que otro golpe sonado, se convierte en un respetado rey del hampa barcelonés.</div>
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Mendoza combina con absoluta maestría, pues, una suerte de novela picaresca, como es la historia de Onofre, y un retrato fascinante de nuestra querida Barcelona en el que se mezcla desarrollo urbanístico, economía, historia y política.</div>
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<i>El Hotel Internacional, construido para la exposición en tan sólo 53 días y derribado al concluir ésta</i></div>
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Onofre, que al principio despierta nuestros instintos paternales, es objeto de un minucioso y profundo retrato psicológico por parte del autor. Podríamos estar ante uno de esos villanos repletos a partes iguales de maldad y grandeza a quienes su insaciable sed de poder condena a errar, miserables, por el mundo. Personalmente, sin embargo, el personaje me ha parecido víctima de ese apabullante retrato, como si, de tan bien que lo llegamos a conocer, se hubiera vuelto incapaz de sorprendernos. Todos sabemos que los personajes malvados siempre son más atractivos que los buenos, pero Onofre peca bien por exceso de maldad, bien por falta de rasgos que lo rediman. Por su parte, el resto de la enorme galería de personajes no tiene desperdicio, desde la familia y los habitantes de la pensión hasta los padres del protagonista, pasando por todos y cada uno de los mafiosos de tres al cuarto con los que se apandilla Onofre, o los prestigiosos y corruptos abogados y empresarios.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyLfPr9wboJYG_yTLE-wbUbwLb4A6_-JCEfdzTtfAeVr_o8ncTihviFvhj80sVynKYc2fLbkNv7FAluJf23zFMBmdrVXK7txgAuzlw6PkRM3rgjBohd6RijtzhCTzVDPlAvFJFfglOEs0/s1600/canaletas+quiosc+barcelona+antigua.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="456" data-original-width="699" height="416" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyLfPr9wboJYG_yTLE-wbUbwLb4A6_-JCEfdzTtfAeVr_o8ncTihviFvhj80sVynKYc2fLbkNv7FAluJf23zFMBmdrVXK7txgAuzlw6PkRM3rgjBohd6RijtzhCTzVDPlAvFJFfglOEs0/s640/canaletas+quiosc+barcelona+antigua.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>La fuente de Canaletas y un quiosco de los que no queda ni uno en Barcelona</i></div>
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No obstante, si hemos de juzgar por el título, <i>La ciudad de los prodigios</i> es, sobre todo, una historia de Barcelona, y en ese sentido, la novela es una gozada. Así, el relato de la construcción de las dos exposiciones, y en particular de la primera, en la que, en buena medida, se terminó de dar forma a la ciudad que hoy conocemos, es excelente. Mendoza se documentó de manera excepcional, y supo volcar esa documentación en el relato de manera que el lector nunca pueda separar los hechos y personajes históricos de los ficticios. Naturalmente, ello hace que la novela tenga bien poco de novela histórica y mucho de posmoderna, con un final que a servidor, que nunca ha logrado terminar un libro de Pynchon, le ha parecido especialmente pynchonesco.</div>
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Y a otra cosa, mariposa, que hoy tenemos mucho de que hablar. Verbigracia, de la gran Mercè Rodoreda.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1nT2mlMyPMQUnP-NYmWymzySlMrgmundV7XCrvncZmBbI0HJNVmjaHUEQ5OjfgNzEKBgiuwknY9aYDW3V2QE4axMy_Jq_b1bdJMhIRZsGIoWLlLa9tSiRyJnoYvswjQ1BqUgOu1a7vqE/s1600/mirall+portada.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1062" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1nT2mlMyPMQUnP-NYmWymzySlMrgmundV7XCrvncZmBbI0HJNVmjaHUEQ5OjfgNzEKBgiuwknY9aYDW3V2QE4axMy_Jq_b1bdJMhIRZsGIoWLlLa9tSiRyJnoYvswjQ1BqUgOu1a7vqE/s400/mirall+portada.JPG" width="265" /></a></div>
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Hablábamos de esta catalana universal y su obra más conocida, <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2014/09/tristeza-inducida.html" target="_blank">La plaça del Diamant</a></i>, justo hace tres años (cada vez que me autocito y veo el tiempo que ha pasado, me entra un vértigo cósmico). Rodoreda, decía entonces, era en mis años mozos y, si no me equivoco, sigue siéndolo hoy, lectura obligada en la enseñanza secundaria en Cataluña. Sin embargo, una obra como <i>Mirall trencat</i> (<i>Espejo roto</i>, en castellano) está lejos de ser tan accesible para los lectores adolescentes como podía serlo <i>La plaça</i>... De hecho, las dos novelas están escritas en un estilo completamente diferente: mientras que la historia de Colometa se apodera inmediatamente del lector gracias a la voz de la narradora, así como a su lenguaje sencillo y directo, <i>Mirall trencat</i> se nos presenta como una novela sensiblemente más compleja, dadas sus múltiples voces narradoras y su fuerte carga simbólica, y por ende, de lectura más lenta y reflexiva.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz0xqh7KwZkBQVWMxHVG0a8MTpZ-1GVhoeIJ37gQ_r1_X9mhNN06Uve7aWljR23NmrctBURJQSKdL_3yjlJHHWyMeHdytFpQvjQOPAt4COJ249IJ18Nh09EVumtR8xs1YO5S00qBZ5Yj4/s1600/9A.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1150" data-original-width="1600" height="459" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz0xqh7KwZkBQVWMxHVG0a8MTpZ-1GVhoeIJ37gQ_r1_X9mhNN06Uve7aWljR23NmrctBURJQSKdL_3yjlJHHWyMeHdytFpQvjQOPAt4COJ249IJ18Nh09EVumtR8xs1YO5S00qBZ5Yj4/s640/9A.jpg" width="640" /></a></div>
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Tanto la imagen de entrañable abuelita que tenía la autora como los títulos de sus obras (<i>Aloma</i>, <i>La calle de las Camelias</i>, o la que nos ocupa) dan a la literatura de Mercè Rodoreda un aire de enaguas y visillos que, desde luego, poco pueden atraer a priori a cierto tipo de lectores, en especial, desde luego, a los adolescentes mileniales. Craso error, como casi siempre que dejamos que las impresiones decidan nuestras lecturas, porque detrás de esas enaguas y visillos, que los hay, detrás de esas violetas, de esos armaritos lacados y de esos cojines de cretona, hay un auténtico volcán de pasiones o, si no os gusta esa expresión tan propia de un culebrón, un vertedero de sueños, amores y vanidades, descripción que se ajusta más al descarnado final de la novela. En cualquier caso, estamos ante una literatura que bucea en las miserias del alma humana como el mejor de los rusos, escrita, eso sí, con una sensibilidad exquisita, un lenguaje casi frágil de tan poético que es, y una elegancia propia de esos amantes a la antigua que cantaba el brasileño.</div>
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<i>La mansión de los Valladaura, en un fotograma de la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=JWzhmQ0m-ZI" target="_blank">adaptación </a>que hizo la televisión de Cataluña</i></div>
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A primera vista,<i> Mirall trencat</i> no es una novela tan barcelonesa como la anterior, en el sentido de que el escenario principal no es tanto la ciudad como la casa familiar y el jardín en los que transcurre la historia y algunos de sus terribles episodios. No obstante, a través de los avatares de los personajes y la casa, Rodoreda sí nos presenta un impresionante retrato de la sociedad y la historia de aquella Barcelona que conocieron nuestros abuelos y sus padres, aquella ciudad que, desde principios del siglo XX fue creciendo entre prosperidad y convulsiones hasta el estallido de la guerra civil. Con los personajes que la pueblan la autora nos muestra de manera soberbia todas las capas de aquella sociedad, desde la más alta burguesía hasta las clases más humildes, que entablaban entre sí las relaciones más indecorosas y, por consiguiente, inquebrantables de que es capaz nuestra débil carne. </div>
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Nos cuenta <i>Mirall trencat</i> la historia de Teresa Goday, hija de una pescatera que, merced a su matrimonio con un decrépito bolsista, entra en ese mundo de la alta burguesía, un detalle que se repite, en mayor o menor medida, en las tres novelas que traigo hoy. Teresa, que tiene un hijo ilegítimo al que criará como si fuera su ahijado, se casa, tras la muerte de su anciano marido, con el diplomático Salvador Valladaura, que vivirá toda su vida anclado en el recuerdo de su amada. Bárbara, que así se llama la pobre, muere al inicio de la novela en un suicidio muy shakespeariano, pero permanece sin embargo como uno de los personajes más enigmáticos de la novela. </div>
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<i>La calle Urgel, irreconocible</i></div>
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Poco a poco, la novela se va erigiendo en una impresionante saga familiar, con todas las miserias, rencores, mentiras y secretos inconfesables que uno pueda imaginar, y, por eso, o a pesar de ello, con un terrible aire de melancolía que no ayuda precisamente a levantar el ánimo, pero que, como lectores, nos hace disfrutar como enanos. El lenguaje de Rodoreda, sutil y poético, que contrasta con la brutalidad de algunas escenas; sus referencias literarias, como la muerte, ya mencionada, de Bárbara, que nos hace pensar en Ofelia, o la relación entre María y Ramón, que nos remite a <i>Cumbres borrascosas</i>; su rico uso de los símbolos, con un jardín también muy bronteano; su sorprendente, pero acertadísima, introducción del elemento sobrenatural en la tercera parte; o el retrato de todos y cada uno de sus personajes, complejos, redondos, humanos y algún sinónimo más, hacen de <i>Mirall trencat</i> una novela extraordinaria, y de la mansión de los Valldaura un pequeño universo humano.</div>
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Y mientras todo el mundo conoce, y con justicia, a Rodoreda, me da la impresión de que pocos, más allá del Ebro, han oído hablar de Narcís Oller. Nacido en Valls en 1846 y muerto en Barcelona a la edad de 83 años, Oller es otro de los autores canónicos en la asignatura de literatura catalana. Por ello, y por mi tozudez, rebeldía e ignorancia, me negué en redondo a leerlo en aquellos años de secundaria (aunque, no me preguntéis cómo, siempre me las apañaba para aprobar con notas más que aceptables). En fin, más vale tarde si la dicha es buena, y en este caso lo ha sido y con creces.</div>
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<i>Narcís Oller</i></div>
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Oller es un autor decimonónico con todas las de la ley, y <i>La febre d'or</i> tiene ese sabor inconfundible que tienen las grandes novelas europeas del XIX. Situada en los años de 1880 a 1882, esta novela nos presenta un retrato de la locura bursátil que se apoderó de la Bolsa de Barcelona en 1876 hasta su estallido seis años más tarde, es decir, apenas unos años antes del inicio de <i>La ciudad de los prodigios</i>. Aquella locura, que tomó su nombre a posteriori precisamente de la novela de Oller, permitió un gran desarrollo industrial y económico en Cataluña, donde a la burguesía le dio por fundar bancos como quien crea un blog. <i>La febre d'or</i> nos cuenta la historia de Gil Foix, un hombre de extracción humilde que descubre lo fácil que es enriquecerse si se tiene habilidad para comprar y vender en el momento oportuno (recordemos que el marido de Teresa Goday, en <i>Mirall trencat</i>, había construido así su fortuna). Como veis, parece una radiografía de la España del pelotazo, y es que en todas partes y épocas cuecen habas.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm4WxbLb0ivSQAleU2fg8w47If_uptFgO0jC8M_tGkl7zs79IyXVyIw_jO5lFVRGG0zM2Elt2ZfmGMMxQ_ZqcODOYGrsHFpS0ukvxD7b6ocQcIaIG9-avuy8mZUed7TxnWYkQ4DZD1P2M/s1600/Hip%25C3%25B3dromo+de+Can+Tunis25+de+Diciembre+1883.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="770" height="354" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm4WxbLb0ivSQAleU2fg8w47If_uptFgO0jC8M_tGkl7zs79IyXVyIw_jO5lFVRGG0zM2Elt2ZfmGMMxQ_ZqcODOYGrsHFpS0ukvxD7b6ocQcIaIG9-avuy8mZUed7TxnWYkQ4DZD1P2M/s640/Hip%25C3%25B3dromo+de+Can+Tunis25+de+Diciembre+1883.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>De lo que se entera uno leyendo La febre d'or: Barcelona tuvo un hipódromo nada menos que en Can Tunis</i></div>
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Creo no ir muy desencaminado si aventuro que, al escribir <i>La ciudad de los prodigios</i>, Mendoza tuvo bastante presente la novela de Oller. Hemos visto, por ejemplo, cómo el escenario de ésta es el punto de partida de <i>La ciudad</i>... Nos encontramos una vez más con un hombre que deja atrás sus orígenes humildes a base de medrar o, en el caso de Bouvila, a través del crimen. Y Mendoza, que siembra su novela de referencias literarias de todo tipo, da a su protagonista femenina principal el mismo nombre que tiene la heroína de <i>La febre d'or</i>: Delfina.</div>
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<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/qx--9-_KJ08" width="560"></iframe> </div>
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Sería interesante comparar estas dos Delfinas, la descastada anarquista de Mendoza y la vaporosa e idealista de Oller, tan diametralmente opuestas a primera vista, pero tan próximas la una a la otra en el fondo. Igualmente interesante resulta la comparación entre el protervo Onofre y el bobalicón de Gil. Como ya he señalado más arriba, en el arte, como en la historia, los malos siempre son más resultones. En este caso, no obstante, el personaje del bolsista Gil Foix se me antoja más redondo que el del hampón Onofre. Carente este último de rasgo redentor alguno, podríamos decir que toma el camino más directo que le ofrece la novela, y una vez lo enfila, nada lo aparta de él. Gil, por su parte, deambula de aquí para allá, al vaivén de lo que quieran hacer con él los buitres de los que se rodea. Sueña, tropieza, se convierte en el hazmerreír de la burguesía vieja, siempre desdeñosa de estos advenedizos a los que jamás aceptará completamente (qué poco han cambiado algunas cosas en Cataluña), y nos brinda un episodio inolvidable, como es el de sus andanzas por París con una fulana de altos vuelos.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ5u9IdMfYNO6gBphO4YHpENDtoqvY0tngAIGDFMaS412F4mdlEDrEykvklHV_vSgdho_k2ZYQ5eZZYSTEgWPiq9j8r4asebqdx-Ri5wdO1r01xI6k_FcpvKD6OH6f2HM11U4B1CzF69Q/s1600/bolsin.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="804" data-original-width="557" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ5u9IdMfYNO6gBphO4YHpENDtoqvY0tngAIGDFMaS412F4mdlEDrEykvklHV_vSgdho_k2ZYQ5eZZYSTEgWPiq9j8r4asebqdx-Ri5wdO1r01xI6k_FcpvKD6OH6f2HM11U4B1CzF69Q/s640/bolsin.jpg" width="441" /></a></div>
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<i>El Bolsín de Barcelona, uno de los escenarios de la novela. Hoy es una escuela de arte</i></div>
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Oller, cuya obra literaria recibió elogios de autores como Galdós o Zola, es un pequeño regalo para el lector que gusta del realismo y al que ya se le empiezan a acabar los franceses y los rusos, y no tiene bastante con Clarín o el ya mencionado don Benito. No obstante, hay que decir que, juzgando por esta obra, a Oller a veces le pierde la moralina, en especial en el tramo final de la novela. Pero bueno, también los más grandes moralizaban, y por otra parte, algunos pensamos que la resolución de una novela es su parte menos importante. Como sucede con las entradas de blog.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW-XYFXPSbqiHe6N58xpmqqSKowT6BUKls6V9Qf7d2OCoPpaIU23vsHXqDdwv0a_n4o02GHr23m_dEZy3HiLAufDN0vahT_3mE9BR-Re3PSvIWDcREab8CmH6Dc3KreMsGrww0QcTdj8Q/s1600/1-general_born.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1063" data-original-width="1600" height="424" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW-XYFXPSbqiHe6N58xpmqqSKowT6BUKls6V9Qf7d2OCoPpaIU23vsHXqDdwv0a_n4o02GHr23m_dEZy3HiLAufDN0vahT_3mE9BR-Re3PSvIWDcREab8CmH6Dc3KreMsGrww0QcTdj8Q/s640/1-general_born.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>Qué bonita es Barcelona sin banderas</i></div>
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-59936784160444020152017-09-08T16:04:00.000-07:002017-09-12T00:00:05.056-07:00El palacio de los sueños<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwGC8FcUxwNTutFumTLSmqOxm_E1tmiyLIXTdyR4g3t_cPmmexF9PZEnwq6B1IJSY-jJb0Dn0XPP3OTOGi9-qowaPqSKCW4cHGBUZ-77l_povDS9Wg0e74LusMWsMNYclVXV_UI9ZoJBI/s1600/kadare.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="323" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwGC8FcUxwNTutFumTLSmqOxm_E1tmiyLIXTdyR4g3t_cPmmexF9PZEnwq6B1IJSY-jJb0Dn0XPP3OTOGi9-qowaPqSKCW4cHGBUZ-77l_povDS9Wg0e74LusMWsMNYclVXV_UI9ZoJBI/s320/kadare.jpg" width="206" /></a></div>
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El actual auge de las series de televisión impresiona al más pintado. Tanto en cantidad como en calidad o variedad, no hay duda de que estamos viviendo una era dorada de este tipo de producción. Si ello se debe al actual desarrollo tecnológico, tan vertiginoso que ya aburre, a la luenga sombra de hitos ya legendarios en la historia de la televisión como <i>Los Soprano</i> o <i>The wire</i>, o a una conjunción de hados y gnomos es cuestión que dejo a los entendidos<i> .</i><br />
<i> </i> <br />
(Por cierto, hoy no voy a hablar de series.)<br />
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El caso es que a veces dudo que esta edad dorada pueda durar mucho más. Sencillamente, la modernidad no produce tantos genios como para mantener la calidad y la creatividad de manera permanente. Naturalmente, si algún día llega la crisis, empezará precisamente por la creatividad: el número de ideas geniales que flotan en el éter es limitado, y como consecuencia, guionistas y compañía no dudan en recurrir, en primer lugar, a la historia, tanto la milenariamente remota como la más reciente, con resultados tan extraordinarios como <i>Vikingos</i>, <i>The crown</i> o, según me informan, <i>Narcos</i>.<br />
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El otro gran recurso de los guionistas es, huelga decirlo, la literatura. Ahí están, por mencionar tan sólo dos ejemplos, esa biblia visual que fanatiza a las masas titulada <i>Juego de tronos</i>, a la que quizá algún día me enganche, o <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2017/06/feminismo-y-literatura-liquida.html" target="_blank"><i>El cuento de la criada</i></a>, del que hablábamos hace unos meses. Y ahora entramos en materia: ¿cómo es posible que nadie haya hecho todavía una adaptación de esa obra maestra tan arrebatadoramente visual titulada <i>El palacio de los sueños</i>? No, no estoy pidiendo nada. Es pura curiosidad. Estamos muy bien sin la adaptación. Que quede claro.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-XoRGBdoMK3dPofE3iQ4Jl3ON4j65Lqv4gE6RJIIR-Sx1so031LNcqj9aM2YrJE08HN1XNp107FNrINtyVGyusfw49Ji96DQ10BwZrS0iD-IE8E0rZoenABHMAIXZ_nFjvoQSo2hwxOY/s1600/loffit-ismail-kadare-poeta-y-novelista-03.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="650" data-original-width="900" height="288" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-XoRGBdoMK3dPofE3iQ4Jl3ON4j65Lqv4gE6RJIIR-Sx1so031LNcqj9aM2YrJE08HN1XNp107FNrINtyVGyusfw49Ji96DQ10BwZrS0iD-IE8E0rZoenABHMAIXZ_nFjvoQSo2hwxOY/s400/loffit-ismail-kadare-poeta-y-novelista-03.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
En todo caso, la respuesta a la pregunta se me antoja obvia: porque no la han leído. ¿Y por qué no la han leído? Quizá porque la escribió un albanés, pobre. Bueno, tampoco nos pongamos cínicos. Ismail Kadaré, de hecho, está reconocido como uno de los grandes escritores del s. XX; toda su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas, y, aunque su nombre suena ahora menos que hace unos años, es uno de esos sempiternos (¡mueran los clichés! ¡vivan los sinónimos!) candidatos al premio Nobel. <i>El palacio de los sueños </i>es su obra más emblemática y, si bien la primera lectura, hace unos años, me dejó un tanto frío (que es una forma suave de decir me aburrió), esta vez me ha dejado deslumbrado. O quizá deslumbrado no sea la palabra adecuada. Más bien me ha dejado tirado en el suelo, envuelto en oscuridad, sediento, mareado y absolutamente gélido. Una gozada, vamos.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8li-51IaGne5h5On7p0B6KlaS3lOmQOd6_PmoOJpHPwnWvL81vpArWOuCpdpdkeixzyvUJNHwhBdzF4lu8X7npD7LOTHnAxLOKwnqQsmnSBkn5FQo-d-5FipWpjKdPT0M-a7t3D4TmpQ/s1600/hh033.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="738" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8li-51IaGne5h5On7p0B6KlaS3lOmQOd6_PmoOJpHPwnWvL81vpArWOuCpdpdkeixzyvUJNHwhBdzF4lu8X7npD7LOTHnAxLOKwnqQsmnSBkn5FQo-d-5FipWpjKdPT0M-a7t3D4TmpQ/s640/hh033.jpg" width="436" /></a></div>
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<i>El puente Mes, cerca de Shkodra. Se desconoce si se emparedó a un hombre en sus cimientos</i></div>
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La idea central de la novela no podría ser más poderosa: un ministerio que recoge, clasifica, estudia e interpreta todos los sueños de los súbditos del imperio, con el fin de arrancar de raíz cualquier intento de ataque o conspiración. El imperio en cuestión es el otomano, del que Albania formó parte desde principios del s. XV hasta su independencia en 1912. Se trata, no obstante, de un Imperio Otomano desdibujado. No tenemos de él referencias cronológicas precisas y tampoco se nos dice en qué ciudad nos encontramos. Más adelante veremos a qué se debe ese escenario tan borroso.<br />
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El protagonista, de nombre Mark-Alem, es miembro de la poderosa e influyente familia de los Quprili, y en algún momento anterior al de esta historia decidió islamizar su nombre. De ahí lo de Alem. Así, de buenas a primeras el lector percibe en el ambiente cierta tensión entre los Quprili y el Sultán, tensión que se revelará más clara a medida que se desarrolla el relato.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>La relación de nuestra familia con el Palacio de los Sueños siempre ha sido muy complicada. Al principio, en los días del Yildis Sarrail, que se ocupaba tan sólo de interpretar las estrellas, las cosas eran relativamente sencillas. Pero cuando el Yildis Sarrail se convirtió en el Tabir Sarrail todo empezó a ir mal.</i></blockquote>
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/MdFeBJU86EA/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/MdFeBJU86EA?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
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El relato de Kafka en la inolvidable adaptación de <i>El proceso</i> por Orson Welles</div>
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Apenas comenzada la lectura, además de este ambiente misterioso y enrarecido, el lector no puede dejar de sentir la sombra de Kafka. Los paralelismos entre <i>El palacio de los sueños</i> y el praguense son evidentes, y no son pocos los que han hablado de <i>El castillo</i> para ilustrar esta relación. Personalmente, además de esa atmósfera opresiva, la kafkianez de la novela me vino a la mente más bien por la repetida frase que le dicen a Mark-Alem: te hemos elegido porque nos convienes ("you suit us" en la versión inglesa), que no dejaba de recordarme a la líneas finales del relato "Ante la ley". Sin embargo, frente a la insignificancia del individuo aplastado por la maquinaria burocrática de <i>El proceso</i>, o frente a la eterna espera del campesino en el relato de Kafka, el protagonista de <i>El palacio...</i> es, por el contrario, <i>elegido </i>para un puesto privilegiado. El individuo en esta novela no se enfrenta, pues, al poder, sino que es absorbido por éste. Y más que absorbido, podríamos decir incluso engullido, como si esos interminables y oscuros pasillos palaciegos en los que transcurre buena parte de la novela fueran los intestinos de un monstruo gigantesco.<br />
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<i>El Comité Central del Partido del Trabajo, probable modelo para el Tabir Sarrail</i></div>
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>El gigantesco mecanismo que, a todos los efectos, él dirigía, funcionaba día y noche. Sólo entonces se dio cuenta de cuán vasto era realmente el Tabir Sarrail. Altos cargos veteranos entraban con timidez en su despacho. El Viceministro del Interior, que le visitaba con frecuencia, se cuidaba de no interrumpirlo nunca cuando hablaba. En los ojos del Viceministro, así como en los de todos los funcionarios del estado, había, a pesar de sus educadas sonrisas, una pregunta constante: ¿hay algún sueño sobre mí?... Ser poderoso y estar cargado de honores, ostentar puestos importantes y gozar de gran influencia: nada de ello bastaba para que se sintieran tranquilos. Lo que importaba no era sólo hasta dónde habían llegado en su vida: igual de importante era el papel que jugaban en los sueños de los demás, los misteriosos carruajes que conducían en esos sueños, los signos cabalísticos grabados en las puertos de esos carruajes...</i></blockquote>
Es evidente que detrás de un ministerio dedicado a recoger, estudiar e interpretar los sueños de la población se esconde una nada velada crítica al totalitarismo en su versión más estalinista. Cuando en <i>1984 </i>Orwell nos presentaba la Policía del Pensamiento, encargada de arrestar a quienes cometen crímenes de ese tipo, veíamos cómo al ciudadano que quisiera sobrevivir en ese mundo tan horripìlante y real no le quedaba sino aferrarse a una tenaz represión de sus propios pensamientos y opiniones, incluso en su ámbito más privado. El Tabir Sarrail va un paso más allá en su implacable totalitarismo, dada la absoluta imposibilidad de controlar nuestros sueños. Y ese carácter imprevisible es especialmente cruel, tanto más cuanto que nos hace pensar en esos miembros del Partido que, tras su arresto, negaban las acusaciones, pero, una vez dictada la condena, admitían que, pese a no ser conscientes de ello, si el Partido los acusaba de conspiración, debía de ser así, puesto que el Partido es infalible.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQ30CCwAGOMoE4jkcp0OtcnvdOXlMalzHeJkGMUfReWaZoPm6M1gNuuUDTC74Pxuo4ja1FCS917paieRLkeNdNde1iSg9R__PdsUP_QFXwIzPJfNmwA4Vs4YW3E5e-EJFNyfZXOq38Gw/s1600/enver+hoxha.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="462" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQ30CCwAGOMoE4jkcp0OtcnvdOXlMalzHeJkGMUfReWaZoPm6M1gNuuUDTC74Pxuo4ja1FCS917paieRLkeNdNde1iSg9R__PdsUP_QFXwIzPJfNmwA4Vs4YW3E5e-EJFNyfZXOq38Gw/s1600/enver+hoxha.png" /></a></div>
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<i>Enver Hoxha, un amado líder hoy curiosamente olvidado por nuestros nostálgicos habituales</i></div>
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Los sueños, por su parte, son falibles, y de ahí la importancia de su escrupulosa selección e interpretación. Huelga decir que, en esta alegoría, hay que hacer un ejercicio de suspensión de la incredulidad. He leído por ahí alguna crítica que reprochaba al autor que no hubiera explicado con más detenimiento algunos detalles relativos a la organización de la maquinaria de recolección de sueños, que llega hasta el último rincón del imperio, o a la verificación de su autenticidad. Pues mira, en primer lugar, Kadaré sí nos proporciona los detalles necesarios. Y en segundo lugar, es igual: te crees lo que diga el autor y ya está, del mismo modo que te crees que Gregor Samsa se despertó convertido en bicho y que los animales de la Granja Manor son más elocuentes que nuestros políticos.<br />
<br />
Mark-Alem, pues, a caballo de la influencia de su tío, quien lo ha enchufado en el ministerio, asciende rápidamente del Departamento de Selección al de Interpretación, y de ahí a la Oficina del Sueño Maestro, o Suprasueño. Se llama así al sueño seleccionado cada semana y presentado al Sultán, para guiarlo en su ejercicio del poder. Cada día más poderoso, Mark-Alem se siente tan perdido sentado en su escritorio delante de los sueños que debe interpretar como cuando deambula de un lado a otro por los interminables pasillos del Sarrail. Crece la tensión, suenan los gritos durante el interrogatorio de soñadores sospechosos, llaman con violencia a la puerta de casa durante una fiesta, y nuestro gris héroe se siente cada vez más pequeñito.<br />
<br />
Estamos de acuerdo, pues, en que a ningún lector de esta obra se le pudo escapar el carácter de crítica al totalitarismo que impregna toda la novela. ¿A ninguno? Bueno, sólo a la Unión Albanesa de Escritores, que, dos semanas después de su publicación, celebraron, a instancia de Ramiz Alia (a la sazón, designado sucesor de Hoxha) una reunión de emergencia en la que resolvieron prohibir la novela. Demasiado tarde, debió de decir alguien. Todos los ejemplares ya están agotados. Nos la han colado.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheZ7JAtg9JcqHSG2HIFVCjUZyxpvOkm6U618CgwXruEQs4gp3NEa6VXEZo13uhbMkJnB9G-1ALqU88D7KSOM947dbhA6dd9KhnnRy4MuN9gtkhVDMcNnFwKvnJK9y4sLrT7Gq3GiD0Ilk/s1600/Tirana_Square_1988.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1025" data-original-width="1581" height="412" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheZ7JAtg9JcqHSG2HIFVCjUZyxpvOkm6U618CgwXruEQs4gp3NEa6VXEZo13uhbMkJnB9G-1ALqU88D7KSOM947dbhA6dd9KhnnRy4MuN9gtkhVDMcNnFwKvnJK9y4sLrT7Gq3GiD0Ilk/s640/Tirana_Square_1988.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>Plaza Skanderberg, en 1988. Esa diáfana prosperidad</i></div>
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Kadaré, como decíamos más arriba, había optado por situar la novela fuera de un tiempo y lugar históricos precisos. Hubiera sido impensable, en una obra de estas características, hacer referencias explícitas al contexto político de aquel momento, y Kadaré, que ya se las había visto con la censura, era perfectamente consciente de ello. No obstante, parece que, como un niño resabido que juega a ver hasta dónde puede llegar sin pasarse de la raya, quiso, por ejemplo, que en la descripción de la ciudad donde transcurre la novela el lector albanés pudiera reconocer fácilmente la ciudad de Tirana, así como lugares tan específicos como la Plaza Skanderberg o el edificio del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, más que probable modelo del Tabir Sarrail.<br />
<i><br /></i>
Sin embargo, empobreceríamos mucho esta obra si pensáramos que ese imperio otomano situado fuera de un tiempo claramente definido responde exclusivamente a un vano deseo de camuflar una crítica. Los grandes libros nunca se limitan a una única idea, y esta novela, en efecto, es tan rica que puede leerse perfectamente sin pensar una sola vez en dictadores balcánicos. <i>El palacio de los sueños</i> está oportunamente envuelta en una atmósfera onírica que se mueve entre el subconsciente, el mito y cierto aire de fatalidad que la emparentan con grandes novelas como <i>El desierto de los tártaros</i>, de Buzzati, o <i>El mar de las sirtes</i>, de Julien Gracq. El aspecto del mito se observa no sólo en ese borroso imperio otomano, sino también en la propia familia del protagonista, los Quprili. Así, en las primeras páginas tenemos a Mark-Alem abriendo un libro titulado <i>Los Quprili de generación a generación. Una crónica</i>, y leyendo las siguientes líneas:<br />
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: start; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;">
</div>
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; margin: 0px; orphans: 2; text-align: start; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;">
<i>Nuestro patronímico es una traducción de la palabra albanesa Ura (</i>qyprija <i>o </i>kurpija<i>); hace referencia a un puente de tres arcos en Albania central, erigido en los días en que los albaneses todavía eran cristianos y construido con un hombre emparedado en sus cimientos. Una vez hubieron terminado el puente, uno de nuestros antepasados, cuyo nombre era Gjon y que participó en la construcción, siguió una antigua tradición y adoptó el nombre de Ura, junto con el estigma del crimen que lleva asociado.</i></div>
</blockquote>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2fbybJ6dk7c4xp9LnAyfTxUyEwllc16-1L1VRuqHGhtfEO-ZTFtJfg5kq95rthZNj2ocMxEl2ZJ2Wf6z5qLvR_-qt1nzbfLhB4pYGNVxOAxa9V21rsBRCQeAH6vtVlArahFx_Ogxc2dI/s1600/Facsimile.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1175" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2fbybJ6dk7c4xp9LnAyfTxUyEwllc16-1L1VRuqHGhtfEO-ZTFtJfg5kq95rthZNj2ocMxEl2ZJ2Wf6z5qLvR_-qt1nzbfLhB4pYGNVxOAxa9V21rsBRCQeAH6vtVlArahFx_Ogxc2dI/s640/Facsimile.jpg" width="468" /></a></div>
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<i> Músicos bosnios y su instrumento tradicional , el </i>gusla</div>
<br />
Esta presencia del mito familiar cobra relevancia más adelante, cuando descubrimos que los Quprili son la única gran familia de Europa, y probablemente de todo el mundo, que poseen su propia epopeya. Esa epopeya, "a la altura de <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2012/11/cantar-de-los-nibelungos_16.html" target="_blank"><i>Los Nibelungos</i></a>", y que todavía se puede oír en lengua serbia en Bosnia, nos saca del universo familiar y nos introduce en el mundo y la historia de los Balcanes, y de ahí nos lleva a la del Imperio Otomano.<br />
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<blockquote class="tr_bq">
<i>Una vez al año, durante el mes del Ramadán, venían rapsodas de Bosnia. Se alojaban durante unos días en casa de los Quprili, recitando sus largos cantos épicos (...). Luego recibían su recompensa y se marchaban, dejando tras de sí una atmósfera de vacío y de misterio sin resolver (...). Corrían rumores, sin embargo, acerca de que el Sultán envidiaba a los Quprili su epopeya.</i></blockquote>
La noche fatal en que Mark-Alem oye por primera vez la epopeya familiar, se sorprende al observar que las palabras y las voces podían venir "de labios tanto de los vivos como de los muertos". Y así, en esa zona muerta donde se cruzan vivos y muertos, sueños y realidad, poderosos y súbditos, mito, historia y subconsciente, lo dejamos por hoy. Que cada lector se sirva a su gusto.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2WmtWuVTDYIhXlWzNrrvp5VEwzoE9R88-ReFbRDgSws-ID_CEDOAsZ2JFuxtHfk7l1FDQkfd0W1Nq6mH6I6WRtyyZOBZSEiB4uhaOqe_JlBa1njgl9m6yAC4qkH8F9eGINly-7JZ655U/s1600/chirico+web+cxf+ok.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="555" data-original-width="860" height="412" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2WmtWuVTDYIhXlWzNrrvp5VEwzoE9R88-ReFbRDgSws-ID_CEDOAsZ2JFuxtHfk7l1FDQkfd0W1Nq6mH6I6WRtyyZOBZSEiB4uhaOqe_JlBa1njgl9m6yAC4qkH8F9eGINly-7JZ655U/s640/chirico+web+cxf+ok.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> El palacio de los sueños es una novela muy de Chiriquiana.</i></div>
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<blockquote class="tr_bq">
<i>Se maravillaba al oír hablar al visir, que explicaba cómo ninguna orden había salido ni saldría jamás del Tabir Sabir, ni hacía falta que lo hiciera. El Tabir lanzaba ideas, y su propio extraño mecanismo se encargaba de investirlas de un siniestro poder, pues procedían, según él, de las profundidades inmemoriales de la civilización otomana.</i></blockquote>
<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-73274609383582769012017-07-30T15:26:00.001-07:002017-07-30T15:26:14.747-07:00¡Libros, cerveza, cooooca-cola!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJbQiqgNTpza22Nwk6UxoXS6F-NlfSOG5Up0KP1qMzhfl3dVteQppEhjWBw8Hnv8Cv9ws74LT3folPQC_VoQ8s8DsxMHbL2zq-RYL4NYIUqblBei6ireHqQi1Bie_1vlb7zghzzLFY11c/s1600/mojitos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="725" data-original-width="1200" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJbQiqgNTpza22Nwk6UxoXS6F-NlfSOG5Up0KP1qMzhfl3dVteQppEhjWBw8Hnv8Cv9ws74LT3folPQC_VoQ8s8DsxMHbL2zq-RYL4NYIUqblBei6ireHqQi1Bie_1vlb7zghzzLFY11c/s400/mojitos.jpg" width="400" /></a></div>
<br /></div>
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Si compráis un mojito en la playa a un vendedor ambulante, probablemente tengáis la ligera sospecha de que el ron no será de la mejor calidad, ¿verdad? En realidad, os conformáis con que os refresque y no os envenene. Pues bien, de igual manera, no seáis muy exigentes con estas minireseñas escritas a vualapluma y que en realidad son bocetos de entradas que no llegaron a ver la luz. Os garantizo que al menos no producen indigestión.<br />
<br /></div>
<img height="400" src="https://porunpunadodelibros.files.wordpress.com/2011/03/roa-augusto-bastos-yo-el-supremo.jpg" width="267" /></div>
</div>
<br />
<i>Yo, el Supremo</i>, de Augusto Roa Bastos<br />
<br />
Mi intención era dedicar una entrada exclusiva a este novelón. Antes de ello, habría publicado otra entrada anticipatoria en la que no habría más que una pregunta: ¿cuáles son, en vuestra opinión, las obras cumbre de la literatura en español que <i>casi nunca</i> nos vienen a la mente cuando nos hacen esta pregunta? Un poco rebuscado, ya lo sé. Mi intención era demostrar que la obra ganadora era ésta, pues esperaba que nadie la mencionara. Chorradas de bloguero para crear expectación e introducir un poco de novedad.<br />
<br />
Luego fue pasando el tiempo, se me comió la pereza, y no me queda ahora más que el grato recuerdo de una lectura impresionante, densa, oscura, de prosa deslumbrante y que en muchas ocasiones me sobrepasa. Ésta era, en realidad, mi segunda lectura de esta novela, aunque no recuerdo si la llegué a terminar la primera vez. Sí recordaba las primeras páginas, desde luego, y sobre todo ese párrafo inicial difícilmente superable. Podría citarlo, desde luego, pero, con las maletas a medio hacer, os animo a que lo descubráis vosotros solitos.<br />
<br />
En <i>Yo, el Supremo</i>, Roa Bastos novela la vida de José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador de la República del Paraguay desde 1814 hasta 1840, y que, en efecto, se hacía llamar Karaí-Guasú, que en lengua guaraní viene a ser el Supremo. Gran parte de los hechos narrados son, pues, verídicos, y a ratos uno echa de menos un cursillo intensivo previo sobre la historia del Paraguay. Sin embargo, es la técnica literaria, la audacia del autor, y su increíble inventiva lingüística lo que hacen que el lector, que con frecuencia se encuentra perdido, se quede maravillado. Así, en los trozos aburridos, que los hay, uno puede desconectar de la trama, que inevitablemente va unos metros por delante, y no obstante disfrutar. Merecería una trilectura y una reseña algo más apañada.<br />
<br />
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<img height="400" src="https://images-na.ssl-images-amazon.com/images/I/51GczjsYEOL.jpg" width="242" /></div>
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<i>La casa del malecón</i>, de Yuri Trifónov<br />
<br />
También quería continuar la serie de <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2016/11/un-par-de-novelitas-sovieticas.html" target="_blank">novelitas soviéticas</a> con ésta y alguna más. De buenas intenciones están los blogs llenos.<br />
<br />
Lo que más sorprende de esta historia es que la casa del malecón que da título a la obra no es lo que podría parecer. No es la humilde morada donde el narrador creció con su abuelita y cuyo recuerdo, junto con la esperanza de volver a cruzar su umbral, le ha ayudado a seguir adelante en los momentos más difíciles del estalinismo. Nada de eso. En realidad se trata de un edificio con una historia muy peculiar.<br />
<br />
Si bien el nombre de <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: sans-serif; font-size: 14px;"><a href="https://en.wikipedia.org/wiki/House_on_the_Embankment" target="_blank">Дом на набережной</a></span> lo popularizó esta novela, el edificio era conocido de todos los moscovitas. Se construyó entre los años 1927 y 1931, y era un bloque de apartamentos de lujo para la élite del gobierno soviético. Se ve que al Padrecito de los Pueblos le gustaba tener a sus colaboradores bien a mano para lo que pudiera surgir. Así, hasta un tercio de sus residentes desaparecieron durante los años del terror. Pasada aquella época, la propia familia del autor se trasladó allí. Y de ahí nace la historia que nos cuenta esta novelita relativamente breve, triste, muy interesante, con unos personajes perfectamente retratados, aunque con un estilo quizá un pelín ampuloso en ocasiones.<br />
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<img height="320" src="https://blankbooks.co.za/32864-thickbox_default/the-real-life-of-sebastian-knight.jpg" width="320" /></div>
<br />
<i>The real life of Sebastian Knight</i>, de Vladimir Nabokov<br />
<br />
Después de leer <i>Opiniones contundentes</i>, de nuestro amigo Nabokov, no podía dejar de leer alguna de sus novelas, y la biblio de la escuela me ofrecía ésta. Qué puedo decir, todavía estoy por encontrar una novela de este autor que no sea una obra perfecta en su construcción. Aquí encontramos algunos de sus temas predilectos: la búsqueda, el exilio, la crítica de la crítica y el juego de identidades. Una gozada.<br />
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<img height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSoxioiH2qDarN3JHo36IyCRwbGgrT1HAVylUGtdlK2mk7PpRJRU5sGM2LBPQ2X8jxPuLxgL6_1mXhr8WnWOUHsQ5wD5f_xqqcSRJX_keUFOMnCGeTrL3OlLP6eE04GKWZFBkWKrq1AoY/s400/chernobyl1069.jpg" width="263" /></div>
<br />
<i>Chernobyl prayer</i>, de Svetlana Alexiévich<br />
<br />
Tras la inventiva de Nabokov, me apetecía un baño de realidad, con lo deprimente que puede llegar a ser eso.<br />
Este libro es impresionante, me dijo mi mujer en cuanto empezó a leer este libro. Al cabo de un tiempo, cuando me disponía a leerlo yo, le pregunté qué le había parecido. Un poco repetitivo, me respondió, y añadió que lo había dejado a la mitad, lo mismo que le ocurrió a un compañero de mi trabajo.<br />
<br />
Traducido al español como <i>Voces de Chernóbil</i>, este libro de la Nobel de Literatura de 2015 consiste en una serie de testiomonios de personas que sufrieron de manera directa el desastre de la planta nuclear de Chernóbil, en 1986. El primero de esos testimonios, el de la esposa de uno de los primeros bomberos que actuaron en la zona, es, en efecto, impresionante y desgarrador, y el lector piensa que no podrá aguantar muchas páginas con tanto dolor. Sin embargo, más que recrearse en el dolor, con los testimonios recogidos Alexiévich quiere hacer hincapié, sobre todo, en el desconocimiento de las verdaderas consecuencias del desastre a largo plazo, no sólo en lo que respecta al medio ambiente, sino también en la sociedad. En este sentido, hay que destacar que el país que resultó más afectado por la catástrofe no fue Ucrania, donde estaba la planta nuclear, sino Bielorrusia.<br />
<br />
Creo que es justo reconocer que sí, que al cabo de un rato la lectura puede hacerse repetitiva. Son, por ejemplo, muchos los personajes que nos hablan de esas patatas y esos nabos tan hermosos y tan lozanos, y que sin embargo tenían prohibido comer. No obstante, se me ocurre que la fuerza de esta obra surge precisamente de dicha acumulación de testimonios y de su valor periodístico. Las voces que escuchamos en estas páginas nunca han sido escuchadas en profundidad. Reporteros y corresponsales de occidente quizá les dieron unos segundos para responder a ¿cómo lo vivió usted?, y científicos de todo el mundo se han interesado en su uso como cobayas. Pero escuchar esas voces era algo que nadie había hecho. En palabras de un profesor universitario:<br />
<br />
<i>Apenas hay libros sobre ello. ¿Piensa que es casualidad? Se trata de un episodio que todavía no forma parte de nuestra cultura. Es demasiado traumático. Y nuestra única respuesta es el silencio. Cerramos los ojos, como niños, y pensamos que así nos ocultamos. Algo se está acercando a nosotros desde el futuro, pero es demasiado enorme para nuestra mente.</i><br />
<i><br /></i>
Más allá de la historia de Chernóbil, este libro nos habla también del desmoronamiento del imperio soviético. ¿Repetitivo? Sin duda, y apabullante.<br />
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<img height="400" src="https://static.theworks.co.uk/images/9780007488803_Z.jpg" width="400" /></div>
<i>Human universe</i>, de Brian Cox<br />
<br />
La catástrofe de Chernobyl y algunos de los comentarios por parte de los entrevistados acerca del átomo, la radiación y la fusión nuclear, me dieron ganas de profundizar un poquito sobre el estudio de la materia. Podéis reíros.<br />
<br />
Este libro vino después de la serie del mismo título de la BBC, la calidad de la cual se da por sentada. El libro, desde luego, es tan interesante como promete, lo cual, en no poca medida, se debe al autor y presentador, físico, profesor y músico, de aspecto y estilo desenfadado, pero embriagado de pasión por su trabajo.<br />
<br />
<i>Human universe</i> se ocupa de algunas de las grandes preguntas que se ha estado haciendo el homo desde que se convirtió en sapiens. Nuestro lugar en el universo, nuestro origen, por qué estamos aquí, si hay vida más allá o qué nos depara el futuro son, entre otras, algunas de esas cuestiones. A los que acostumbramos a leer ficción o, a lo sumo, libros de historia o biografías, nos sorprende, creo, el modo de razonar tan lúcido y pragmático que tienen los científicos o, cuando menos, las mentes privilegiadas (a mi lado, desde luego, Cox lo es).<br />
<br />
Como libro de divulgación, no hay duda de que Cox cumple con creces, hasta el punto de que ya me he agenciado la <i>New Guide to Science</i> de mi querido Asimov.<br />
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</div>
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<img height="400" src="https://imagessl5.casadellibro.com/a/l/t0/35/9788432228735.jpg" width="234" /></div>
<br />
<i>¡Vivir!</i>, de Yu hua<br />
<br />
A veces me da la impresión de que la mayoría de los lectores conoce muy bien cuáles son sus gustos literarios y que éstos son muy específicos. A uno le gustan los clásicos (léase, las novelas del XIX), a otro la ciencia ficción, a otra la literatura inglesa, y a aquél de allá las biografías. Yo no sabría decir qué tipo de literatura me gusta, ya que esto supondría dejar de lado todas las demás. De hecho, nada me gusta más, de vez en cuando, que romper esa cadena de lecturas en la que un libro nos lleva a otro, y leer algo que, por decirlo de alguna manera, no viene a cuento.<br />
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Antes de hacer estupideces como <i>La gran muralla</i>, que mi hijo me infligió hace unas semanas, Zhang Yimou hacía películas maravillosas que el cine Verdi nos permitía disfrutar a los barceloneses (<a href="https://batboyreads.blogspot.com.es/2014/11/cuentos-perdedores-6.html" target="_blank">Silvia</a>, cada día añoro más aquellas noches de cine y té que pasamos). Entre ellas, <i>Sorgo rojo</i>, <i>La semilla de crisantemo</i> o <i>¡Vivir!</i>, la última de las cuales está basada en una novela del autor Yu Hua.<br />
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De modo parecido al de Mo Yan en su extraordinaria <i>Sorgo rojo</i>, Yu Hua nos cuenta aquí dos historias: la historia humana y la Historia del país desde la época de la Guerra Civil China. Aunque una y otra transcurren de modo paralelo, el lector asiste de manera directa a las desventuras de Fugui, mientras los acontecimientos históricos son apenas un eco lejano que nos viene desde la otra orilla del río. Poco a poco, sin embargo, los tambores de guerras, grandes saltos adelante y revoluciones inculturales retumban con más fuerza, hasta que su cruel presencia acaba por imponerse en la vida de este pobre Job chino. Una historia sencilla y poderosa, a la que la película del otrora gran Yimou hizo plena justicia.<br />
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<img height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-vDwZzzc0nm8/T7t3xlqGg6I/AAAAAAAAANI/u4wBEXiPU5M/s400/IMG_0844.jpg" width="298" /></div>
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<i>Man's search for meaning</i>, de Victor Frankl<br />
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<blockquote class="tr_bq">
<i>Luego pensé que tanto llorar y tanto sufrir no servía para nada. En un momento como ése, no quedaba más remedio que pensar en cosas prácticas, tenía que preparar un funeral decente...</i></blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<i>... Todos los muertos quieren seguir vivos, así que tú, que estás vivo y coleando, no tienes que morirte. Tu vida te la dieron tus padres -añadí-. Si no la quieres, antes deberías pedirles permiso a ellos.</i></blockquote>
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Viktor Frankl fue neurólogo, psiquiatra y superviviente del holocausto, y si habéis leído este libro, convendréis en que su faceta de superviviente es inseparable de las otras dos. <i>Man's search for meaning</i> (<i>El hombre en busca de sentido</i>) fue publicado en Austria en 1946, y cuesta imaginar el modo en que fue recibido por el público y la crítica en general. Apenas un año después de la catástrofe que ha arrasado Europa, y con un mundo que aún no ha empezado a captar la magnitud de Auschwitz, ¿y aquí una víctima del genocidio nos viene con un mensaje vital y positivo?<br />
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A diferencia de otros testimonios sobre la Shoah, Frankl no se detiene en los detalles de los horrores del campo de concentración. Su interés se centra, en primer lugar, en la psicología de los prisioneros en esas condiciones inhumanas, que nos describe de un modo científico sin dejar de ser profundamente humano. En segundo lugar, y como psiquiatra, Frankl se propone dar una respuesta a la pregunta implícita en el título: ¿cuál es el sentido de la vida? Observad, sin embargo, que con el fin de evitar dar pie a elucubraciones metafísicas, la pregunta debería matizarse: cuando uno, como le ocurrió al propio autor, ha perdido a todos sus seres queridos de la manera más cruel imaginable, ¿tiene algún sentido la vida?<br />
<br />
Para dar respuesta a dicha pregunta, Frankl recurre a la logoterapia, fundada por él mismo. La voz y las palabras de Frankl son fascinantes, y aunque en más de un momento el lector pueda dudar de la efectividad de dicha terapia, su relevancia e influencia son indiscutibles. Tanto es así que, en ocasiones, mientras estaba leyendo <i>¡Vivir!,</i> no dejaba de acordarme de esta pequeña joyita. De hecho, las dos citas que habéis visto más arriba no son de Frankl, sino de la novela de Hua.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTgw9Fe4bABDjDG_Wok21LC7zCcZlZu_nahjzrkZ5GkWJdp7StEz7E-f6H-WIvlKKGMM7_G6XNpSnDQp3Ro6tT2OtmSw7_py-Jx_jKnDjqMuz9_TEnIpkRaSAL_3qug9PBCj5vGb9NiNE/s1600/Ludlow_1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="960" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTgw9Fe4bABDjDG_Wok21LC7zCcZlZu_nahjzrkZ5GkWJdp7StEz7E-f6H-WIvlKKGMM7_G6XNpSnDQp3Ro6tT2OtmSw7_py-Jx_jKnDjqMuz9_TEnIpkRaSAL_3qug9PBCj5vGb9NiNE/s640/Ludlow_1.jpg" width="640" /></a></div>
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Y se acabó lo que se daba. Este año voy a una zona diferente de Inglaterra, así que, a la vuelta, espero poder contaros algo interesante. No faltaré a mi cita con las <i><a href="https://batboyreads.blogspot.com.es/2014/09/libros-y-millas-por-caridad.html" target="_blank">charities</a></i>, aunque me temo que el <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2011/09/la-biblioteca-mas-pequena-del-mundo.html" target="_blank">Bookbarn </a></i>me va a quedar demasiado lejos. En todo caso, ¡buen verano y felices lecturas!El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-16539957364100843382017-07-14T14:09:00.000-07:002017-07-14T14:41:46.406-07:00Desaparecer y otros placeres<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3ZCx-M2wb3JEQ2Lb9XvcsD5RjUQUG_tKWqUZzIkXRSnJb3R5Awvtg4UKQgOCxJhRNmXKKq1PwTE-FHoO9BIxDg5ZV7jdKUDN8jxHBiNzMTv2D0xkhigbBBk4_hp3ArWX1XwgeofNKRm4/s1600/f4fa2e98635ec7897133dd569e164eaf.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="569" data-original-width="375" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3ZCx-M2wb3JEQ2Lb9XvcsD5RjUQUG_tKWqUZzIkXRSnJb3R5Awvtg4UKQgOCxJhRNmXKKq1PwTE-FHoO9BIxDg5ZV7jdKUDN8jxHBiNzMTv2D0xkhigbBBk4_hp3ArWX1XwgeofNKRm4/s1600/f4fa2e98635ec7897133dd569e164eaf.jpg" /></a></div>
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<i><br /></i></div>
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<i>"En la ruta del sudeste que había tomado había satisfactorios indicios de lejanía y desolación."</i></div>
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A algunos de nosotros, en un momento dado de nuestra vida, cierta inquietud muy parecida a la desesperación nos empuja a coger la
mochila y, sin otro plan que el de alejarnos, nos lanza a la carretera. Es posible que esa inquietud no nos abandone ya más, y es también posible, sin embargo, que, tras este brote, no volvamos nunca a recaer. Tanto da: el virus del viaje no tiene cura y puede permanecer latente en nuestro cuerpo durante décadas. Cuando uno es viajero, lo es
para toda la vida.<br />
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A orillas del Danubio, tras haber caminado casi dos mil kilómetros desde que salió de Inglaterra, Patrick Leigh Fermor aprovechó la llegada de la primavera y pasó su primera noche al raso. A la luz de una vela que había colocado en una roca, se puso a escribir su diario de viaje hasta que le entró la modorra. A continuación, con la música de fondo de ranas, gallinetas y avetoros, se tumbó a contemplar las constelaciones y dejó que vagaran entre él y el cielo las ideas y el entusiasmo de un mozalbete de 18 años.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>¿Por qué la idea de que nadie sabía dónde me encontraba, como si huyera de una jauría de perros de presa o de unos coribantes empeñados en descuartizarme, era capaz de generar esta sensacion de triunfo?</i></blockquote>
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<i>Life is good</i></div>
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De entre todos los maravillosos párrafos que este extraordinario libro ofrece, se me ocurre que éste es uno de los más significativos. Tenemos en él condensados algunos de los rasgos inconfundibles de esta cima de la literatura de viajes (o de la literatura a secas): <i>joie de vivre</i>, referencias clásicas, vívidas imágenes y, sobre todo, el poder de comunicar de manera magistral sensaciones que apelan a los recuerdos del lector, o, por el contrario, de despertar en él la sed de perderse en el mundo y ver qué encontramos. <br />
<br />
Además, cualquiera que haya vivido a fondo al menos una parte de su vida, lo cual no quiere decir hacer puenting y nadar con delfines, reconocerá en esas líneas la sensación de agradable alienación que nos embarga a los viajeros cuando menos lo esperamos. Recuerdo estar un día en el metro y fijarme en la persona de enfrente, ufana de haber encontrado un asiento para todo el trayecto y poder así enfrascarse a gusto en una apasionante sopa de letras. Con una condescendencia rayana en la piedad, le espeté en silencio mis pensamientos:<br />
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Tú no lo sabes, pero hace dos semanas regresé del otro confín del mundo.<br />
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<i>Tierra de castillos</i></div>
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Entre los mochileros hay mucho más esnobismo del que se piensa, y yo no me libro de ello. Pero también me enorgullezco de coincidir con Fermor en que gran parte del placer del viaje radica en desaparecer. Así es. No radica en compartir momentos. Ni en contemplar puestas de sol. Ni en el indiscutible gozo de conocer gente nueva. Ni en colgar fotos en tu cuenta de facebook. Ni en encontrarte a ti mismo. Ni siquiera en escribir un blog de viaje.<br />
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Desaparecer. Lisa y llanamente. Y si no sabéis a qué me refiero con "desaparecer", os diré que, cuando fui a los Estados Unidos, mis padres se pensaron que me había secuestrado una secta. Sin coña. A eso me refiero.<br />
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(Y de paso, otro no: la gente <i>no</i> viaja más desde que llegaron los vuelos low-cost. Viaja muchísimo menos.)<br />
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<i>El Salar de Uyuni. Y pensar que hay gente que recorre medio mundo para hacer esto...</i></div>
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Más de cuarenta años median entre el día en que Patrick Leigh Fermor llegó en barco a Holanda, decidido a recorrer Europa a pie hasta llegar a Constantinopla, y el momento en que empezó a escribir este libro. Son cuarenta años que lo llevan a través de juventud, madurez y veteranía hasta la sabiduría de la experiencia, años que Fermor, autor, historiador, destacado soldado, estudiante rebelde expulsado de The King's School por hacer manitas con la hija del verdulero, latinista y helenófilo autodidacta, vivió con una intensidad propia de otros siglos. Y son la experiencia y la erudición adquiridas en esa vida de leyenda las que permiten al autor recordar, revivir y narrar de principio a fin una aventura tan larga y lejana en el tiempo (ayudado, además, por la recuperación, veinte años más tarde, de un diario de viaje perdido en un castillo rumano).<br />
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La voz del viajero, pues, no es la de un adolescente. Uno de los grandes logros de Fermor en esta obra es el equilibrio que la voz narradora mantiene entre la ingenuidad de la juventud y la experiencia de la edad. En ese sentido hay que señalar, por ejemplo, los comentarios sobre sus lagunas culturales (!!) que, dice, le impedían sacarle todo el jugo a una conversación sobre Proust o a una visita a determinada ciudad. El Fermor sexagenario de <i>El tiempo de los regalos</i> y el septuagenario de <i>Entre los bosques y el agua</i> no han perdido un ápice de pasión, sed de vivir, hambre de conocimiento y, más importante, la voluntad de alcanzarlo.<br />
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Incidiendo sobre el esnobismo de los mochileros, hoy el adjetivo imprescindible es "auténtico". Puedes viajar a Londres, Bangkok o Tallin, pero si el instagramero que marca tendencia no te informa de dónde puedes encontrar el <i>auténtico</i> Londres, estás condenado a ser un simple turista. (Escupir). Por alguna razón que no se me oculta, esa autenticidad acostumbra encontrarse en la miseria. Así, parece que el auténtico Brasil es el de las favelas y la Cuba auténtica es la de las jineteras. Conocí a un hijo de diplomático suizo que, al tiempo que pagaba 400 euros a la semana por clases de español a las que no asistía, dormía en azoteas de la Barceloneta. Todo sea por la autenticidad.<br />
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Fermor, por su parte, pasa dos años cruzando Europa, pero no tiene tiempo para semejantes gilipolleces de pijo con complejo de clase. Disfruta tanto durmiendo al raso como en la mullida cama de la mansión de un noble húngaro. De hecho, uno de los aspectos más interesantes y envidiables de su viaje es la posibilidad, fecundamente aprovechada, que le brindan las nutridas bibliotecas de los castillos y mansiones donde de vez en cuando se aloja para saciar in situ su voracidad de conocimientos sobre historia, geografía, ictiología, lenguas o antropología. Mientras al viajero engreído, como servidor (ver más arriba), le encanta aleccionar a los demás sobre la auténtica forma de viajar, Fermor, por su parte, humilde ante el pastor que acepta su pan, agradecido al aristócrata que le ofrece copa tras copa de gran reserva, cautivado tanto por la belleza de una bandada cigüeñas como por el cuerpo de una campesina con la que retoza en un pajar, no podría estar más lejos del afán de aleccionar, ni al lector ni a nadie.<br />
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La intención de Fermor era escribir una trilogía, pero tras <i>El tiempo de los regalos</i> (1977) y <i>Entre los bosques y el agua</i> (1986), nunca llegó a publicar la tercera parte, <i>The broken road</i> (en español <i>El último tramo</i>). Fueron la escritora Artemis Cooper y el también viajero y autor <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/search/label/Colin%20Thubron" target="_blank">Colin Thubron</a> quienes, tras años de trabajo en el diario de viaje del autor, publicaron en 2013 el último volumen de esta trilogía. A juzgar por las críticas, parece que hicieron un trabajo soberbio.<br />
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<i>Gitanos húngaros con su oso bailarín</i></div>
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A pesar de los millones de muertos de la Primera Guerra Mundial y de la caída casi simultánea de tres imperios, podría decirse que en la Europa de 1933 reinaba aún cierta inocencia. Al fin y al cabo, guerras había habido desde siempre y, pese a su magnitud, en aquélla las víctimas "inocentes" (entiéndase civiles) fueron una minoría, a diferencia de lo que lleva ocurriendo desde 1939. No cabe duda de que un mundo que no conoce los nombres de Auschwitz, Hiroshima ni Kolyma se nos antoja hoy idílico. Y en efecto, la Europa central que recorre Fermor, esa Holanda que reconoce por las pinturas de los museos, ese territorio Grimm que son los bosques de Baviera, esas noches rumanas de gitanos y hogueras con el oso bailarín al fondo, esos cafés de Bratislava con la ruidosa presencia de estudiantes talmúdicos debatiendo en yiddish, esas reverberaciones del aullido de los lobos en el bosque, o esa isla de Ada Kaleh, hoy hundida bajo las aguas, hacen de aquella Europa un paraíso donde la creciente presencia de unos nazis a los que nadie se tomaba en serio y los rumores acerca de campos de concentración no eran más que unos nubarrones que se prometían pasajeros.<br />
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En las cartas que, a modo de sendos prólogos, escribe a su amigo Xan Fielding, Fermor reconoce la suerte que tuvo de conocer ese mundo antes de que la década posterior lo barriera para siempre. Pero la tragedia que estaba por venir también se cobra sus víctimas entre algunos de los incontables y, aun así, inolvidables personajes que pueblan estas páginas. Así, topamos de vez en cuando con una nota a pie de página que nos informa de la triste suerte que corrió años más tarde esa persona con la que ahora comparte charla, chimenea y copa.<br />
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<i>La isla de Ada Kaleh, una comunidad turca en el Danubio rumano. Fue hundida en 1970 para dar paso a una central hidroeléctrica, y Fermor la retrata en unas inolvidables páginas finales</i></div>
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Bastarían los retratos que nos ofrece el autor, las digresiones para hablar de un sufijo de la lengua húngara, el repaso a la historia de los hunos y los magiares, o el maravilloso relato de la escapada con su amigo Istvan y su amada Angéla por los montes de Transilvania para hacer de estos libros una fuente de placer lector sin fin. Pero es sin duda el modo en que Fermor, cuarenta y cincuenta años después de la experiencia, reflexiona y enriquece sus vivencias; la lengua que emplea, directa y sencilla, al tiempo que cultísima; la pasión y la alegría, sin pizca de sentimentalismo, de haber vivido esos días; sus reflexiones, erradas o certeras, siempre atrevidas; o la erudición sumada a una inagotable y contagiosa sed de conocimiento, lo que hacen de estos libros una obra maestra absoluta.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKL3q3jhBou_9AjnCJLXKkPmTtWmRsC_NiaUfGGTbAJTPFHCc9l-n9Clm_gaaZL3HyUeSQ6Ffx7DDOAg90sgBvpvRpZUsnVgnfElyhPow91hJPjT5BnzM8dM7-Oi8xv77Q9_HLCg5E-3M/s1600/42-53068033.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="738" data-original-width="1072" height="440" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKL3q3jhBou_9AjnCJLXKkPmTtWmRsC_NiaUfGGTbAJTPFHCc9l-n9Clm_gaaZL3HyUeSQ6Ffx7DDOAg90sgBvpvRpZUsnVgnfElyhPow91hJPjT5BnzM8dM7-Oi8xv77Q9_HLCg5E-3M/s640/42-53068033.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>Las Puertas de Hierro del Danubio, el paso de Rumanía a Serbia donde concluye </i>Entre los bosques y el agua</div>
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Hay por ahí un bloguero que, el día menos pensado, va a desaparecer.El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-3231951969310044742017-06-30T15:09:00.001-07:002017-07-01T00:19:15.535-07:00Un camino permanente<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVkw4Z7qSsVrNtIppx1vOB4HGLEZNQOiZQfe5oxv07_X-bcr5q9tR34Z-auGxVqlfOlHJm9Xo_3wH2GRFt9RjScfVFgj8TxFebeAcUoni4GEoMwtg7XYN8NRNaS38Gm8K0fnKNms0-18g/s1600/The+road+not+taken+1a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="805" data-original-width="1600" height="322" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVkw4Z7qSsVrNtIppx1vOB4HGLEZNQOiZQfe5oxv07_X-bcr5q9tR34Z-auGxVqlfOlHJm9Xo_3wH2GRFt9RjScfVFgj8TxFebeAcUoni4GEoMwtg7XYN8NRNaS38Gm8K0fnKNms0-18g/s640/The+road+not+taken+1a.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<br />
A los que no somos grandes lectores de poesía nos gusta, no obstante, tener libros de poemas desperdigados aquí y allá por las estanterías, pues hacen tanta compañía, si no más, que la mejor de las novelas. Nos cuesta leer un poemario de una sentada, y preferimos, o eso decimos, abrir un libro al azar y encontrarnos con unos versos que, sin contexto previo y sin carrerilla, sentimos que fueron escritos pensando en nosotros. Y no en cualquier nosotros, sino en el de ese momento preciso.<br />
<br />
Así, ayer mismo, mientras me sentaba en el balcón a fumarme el segundo de mis tres cigarrillos diarios, abrí una antología de W. H. Auden y me encontré con este poema, que me parece guarda cierta relación con el libro que acabo de leer y del que hablaré en los próximos días (en breves fechas, que diría un periodista). Se me antoja una nueva versión, irónica y hasta mordaz, pero, en el fondo, tristísima, del clásico de Robert Frost "El camino que no tomé".<br />
<br />
Pido disculpas por mi claudicante traducción.<br />
<br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">A Permanent Way</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Self-drivers may curse their luck,<br />Stuck on new-fangled trails,<br />But the good old train will jog<br />To the dogma of its rails,</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">And steam so straight ahead<br />That I cannot be led astray<br />By tempting scenes which occur<br />Along any permanent way.</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Intriguing dales escape<br />Into hills of the shape I like,<br />Though, were I actually put<br />Where a foot-path leaves the pike</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">For some steep romantic spot,<br />I should ask what chance there is<br />Of at least a ten-dollar cheque<br />Or a family peck of a kiss:</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">But, forcibly held to my tracks,<br />I can safely relax and dream<br />Of a love and a livelihood<br />To fit that wood or stream;</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">And what could be greater fun,<br />Once one has chosen and paid,<br />Than the inexpensive delight<br />Of a choice one might have made?</em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #666666; font-family: Bitter, sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<em style="border: 0px; font-family: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><br /></em></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; font-size: 14px; margin-bottom: 1.5em; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>Un camino permanente<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>Quizá maldigan su suerte los conductores<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>al quedar atrapados en novísimas rutas,<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>pero el viejo tren de siempre <o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>traquetea por el dogma de sus raíles,<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>y, echando humo, sigue adelante<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>de modo que no me puedo desviar<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>por las tentadoras escenas que ocurren<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>a lo largo de un camino permanente.<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>Intrigantes valles se escabullen<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>por entre colinas cuyas formas me gustan.<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>No obstante, si me encontrara<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>allí donde la senda deja la colina<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>y sube hasta un romántico rincón,<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>preguntaría qué posibilidad hay<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>de conseguir un cheque por diez dólares<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>o un besito en la mejilla:<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>pero atado a mis raíles<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>puedo relajarme a salvo y soñar<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>con un amor y una vida<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>que encajen en ese bosque o riachuelo;<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>¿y qué mayor diversión,<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>una vez hemos elegido y pagado,<o:p></o:p></i></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: 10.5pt;"><i>que ese placer tan económico<o:p></o:p></i></span></div>
<span style="font-size: 10.5pt;"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i>de la decisión que podríamos haber tomado?</i></span></span><br />
<span style="font-size: 10.5pt;"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><i><br /></i></span></span>
<span style="font-size: 10.5pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;">Y me gustó.</span></span></div>
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-8864509568580082132017-06-16T03:26:00.000-07:002017-07-02T22:46:23.271-07:00Feminismo y literatura líquida<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Y4Csig72y-RIeBMIwqWTb6oHpH7fKBgfdsjgEjLq293vUb5RDwD13ycwE3IbOzuiot1d8IqFUcgxX7s-L0I4e1pWtgg6FS7dz01fVCvdqN-7PgGv8FVMuFJWqkhapo2BJE_4Qlu92Aw/s1600/the-handmaids-tale.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="462" data-original-width="759" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Y4Csig72y-RIeBMIwqWTb6oHpH7fKBgfdsjgEjLq293vUb5RDwD13ycwE3IbOzuiot1d8IqFUcgxX7s-L0I4e1pWtgg6FS7dz01fVCvdqN-7PgGv8FVMuFJWqkhapo2BJE_4Qlu92Aw/s400/the-handmaids-tale.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
Siempre he encontrado muy cargante esa frase tan manida, y que tanto gusta a algunos escritores, acerca de las novelas que cobran vida propia. Admito, no obstante, que quizá sea injusto y que existe la posiblidad de que la frase sea cierta. Bien. En ese caso, los que me cargan son esos propios escritores que, con su presuntuosidad disfrazada de modestia, pretenden darnos a entender que han creado una especie de artefacto mágico, una criatura de tan gran inteligencia que ha superado a su mismísimo creador.<br />
<br />
Si la frase es cierta, podemos comparar las novelas con pajaritos que abandonan el nido y emprenden el vuelo, pues ya no les basta con los gusanitos ni los ratones regurgitados que les trae su autor. Se van y no los volvemos a ver... hasta que un día regresan y se posan en la rama de un árbol junto a nuestra ventana. Es en ese momento cuando el autor, con lágrimas en los ojos, exclamará, ¡hija mía, te has convertido en un soberbio pelícano ceñudo!, mientras que sus hijos, entre carcajadas, dirán ¡pero, papá, si es una chova piquigualda! <br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGJZ7cY_NQQHJRPfjfVVtHsrbWmzsCbGNVBSgRuvBX4lofettFC0MmzVvirLCvQwPwRI_n7lRseBS4IK-LrHnfUJUx0veZY-6lRdbZ7R1s_snwS8al9HMUEtZaW953snWepbYrbOKYDaY/s1600/wildwonders48_960x648_a743d366.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="648" data-original-width="960" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGJZ7cY_NQQHJRPfjfVVtHsrbWmzsCbGNVBSgRuvBX4lofettFC0MmzVvirLCvQwPwRI_n7lRseBS4IK-LrHnfUJUx0veZY-6lRdbZ7R1s_snwS8al9HMUEtZaW953snWepbYrbOKYDaY/s400/wildwonders48_960x648_a743d366.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> Una grulla, una cigüeña, un gorrión, un cuervo... El contexto lo es todo</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
Tal y como se insiste a lo largo de <i>El cuento de la criada</i>, el contexto lo es todo. Así, es posible que la distopía casi de ciencia ficción que leyó mi esposa en Inglaterra en sus años de instituto para la clase de literatura (escuela pública, por supuesto. Qué envidia, ¿no?) tenga muy poco que ver con el retrato de nuestro mundo que acabo de leer yo.<br />
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Desde el momento de su publicación, allá por 1985, muchos, o, mejor dicho, muchas, se han empeñado en considerar esta obra un ejemplo de literatura feminista. A servidor, que en el momento de escribir estas líneas anda influido por las contundentes <i>Opiniones contundente</i>s de Nabokov, le interesan estos días bien poco las escuelas y movimientos literarios, así como las novelas que tienen una función social. De ello se deduce que si la novela me ha gustado es porque no se trata (o, por lo menos, no esencialmente) de un alegato feminista. Lógica cartesiana.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbtwyZeewqLGaXWlTjqgIa7pU9H6Tie23RHMkFMERL8vnd1lRwyoChCd0oTeIWXZlOUDZxDtWFaoclGRoVbaI330kr__Tx7u1FzxBEMb1cuQCiw904xgeZmBMGb4GVmAH4k01Z7Pr6ED8/s1600/margaretatwood.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="448" data-original-width="620" height="231" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbtwyZeewqLGaXWlTjqgIa7pU9H6Tie23RHMkFMERL8vnd1lRwyoChCd0oTeIWXZlOUDZxDtWFaoclGRoVbaI330kr__Tx7u1FzxBEMb1cuQCiw904xgeZmBMGb4GVmAH4k01Z7Pr6ED8/s320/margaretatwood.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
De hecho, la propia Atwood negó en su día que la República de Gilead, escenario de la historia, fuera una distopía puramente feminista. Aunque "si se refiere usted", le aclara al entrevistador que le formula la eterna pregunta, "a una novela en la que las mujeres son seres humanos -con toda la variedad de personalidad y comportamiento que ello implica-, son interesantes e importantes, y lo que les sucede es crucial para el tema, la estructura y el argumento, entonces sí. En ese sentido, muchos libros son 'feministas'." Cartesiana lógica.<br />
<br />
Aduce la autora que, de ser ese tratado ideológico que algunos creen ver, la novela, en primer lugar, nos mostraría un mundo en el que todos los hombres, en cualquier nivel de la escala social, tienen más derechos que las mujeres. Por el contrario, estamos ante una sociedad organizada como cualquier dictadura pura y simple: una pirámide en cuya cima se sientan los poderosos de ambos sexos, y unos estratos inferiores donde se repite la misma situación, si bien en cada estrato la cuota de poder de él será mayor que la de ella. Cabe añadir que, en una novela puramente feminista, probablemente no encontraríamos tantas cabroncitas entre los personajes. Cabroncitas, todo hay que decirlo, sacadas de la realidad, como veremos más abajo.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXJ3Kmuoo1SklQDyzcByCIS8ahhZHUBpiEvdIR4XstKtfU9qkYHxMfYpsX5xrH9XlRsggq1HCHtE2g-BocHv2qJAK9PtshXyNFfGGnekQs_44oFR4j66a6OT9ZjVg4PJsG-fqzmzypq4s/s1600/handmaids-tale-circle.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="368" data-original-width="733" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXJ3Kmuoo1SklQDyzcByCIS8ahhZHUBpiEvdIR4XstKtfU9qkYHxMfYpsX5xrH9XlRsggq1HCHtE2g-BocHv2qJAK9PtshXyNFfGGnekQs_44oFR4j66a6OT9ZjVg4PJsG-fqzmzypq4s/s640/handmaids-tale-circle.jpg" width="640" /></a></div>
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Por lo visto, otra de las preguntas recurrentes que la sufrida Atwood tiene que responder cada vez que se habla de <i>El cuento</i>... se refiere al presunto carácter antirreligioso de la obra. Francamente, me parece una suposición bastante tonta y no creo que valga la pena hablar de ello. Más interesante es la tercera y última de esas imaginativas preguntas que periodistas y lectores creen imprescindible formular para asegurarse de que leen la obra de manera correcta, es decir, la "entienden", y levantan la vista del papel en el momento preciso y con la mirada en su punto justo de cavilación. A saber, ¿se trata de una predicción?<br />
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Qué memez, les quiere responder la autora, más capaz de morderse la lengua que yo. Nadie puede predecir el futuro. Y sin embargo, la pregunta es interesante, tanto más cuanto que... Pero vayamos por partes.<br />
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Atwood comenzó a escribir la novela en el orwelliano año de 1984, mientras se encontraba en Berlín, ciudad a la sazón amurallada, en una estancia salpicada por frecuentes viajes a los países del bloque del este. Confiesa que ciertos aspectos de aquel mundo de recelo, espías, elocuentes silencios, bruscos cambios de tema, contorsionismo lingüístico para decir cosas sin decirlas y, por otra parte, edificios a los que se da un nuevo uso ("esto era una biblioteca", "aquí antes vivía fulanito, pero un día se fue y no volvió"), influyeron en la novela que estaba escribiendo. También influyó, sin duda, la política norteamericana de aquellos años, los del apogeo de la Nueva Derecha y la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mayor%C3%ADa_Moral" target="_blank">Mayoría Moral</a>, fundada ésta en 1979 y cuyo mayor esplendor coincidió con el mandato de Reagan. No hay ganas hoy de hablar de ese movimiento, pero sí vale la pena mencionar a un personaje como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Phyllis_Schlafly" target="_blank">Phyllis Schlafly</a>, activista antifeminista que, entre otras lindezas, hizo campaña contra la Enmienda de Igualdad de Derechos (que finalmente nunca fue ratificada), que presumía de cancelar sus discursos si su marido consideraba que había pasado demasiado tiempo fuera de casa, y que negaba la posibilidad de violación dentro del matrimonio. Cuando se casa, decía, la mujer da su consentimiento a las relaciones sexuales. Es decir, que a nadie se le ocurra decir que los personajes femeninos tan cabroncetes de los que hablábamos más arriba son inverosímiles o exagerados.<br />
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<div style="text-align: center;">
<i>Dentro del matrimonio, no se puede hablar de violación</i></div>
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El contexto, ya lo hemos dicho, lo es todo, y el contexto en el que se gestó esta novela era el de un mundo de reaganismo ultraconservador por un lado, y de dictaduras comunistas por el otro. Y parece ser que , treinta años después de su publicación, <i>El cuento de la criada</i> es el libro de moda estos días, a raíz, evidentemente, de la serie de televisión que se ha estrenado recientemente. Yo aún no la he visto, pero confieso que me decidí a leer de una vez este libro para así poder ver la serie con la mente pura que nos gusta tener a los esnobs. Ya sabéis: ¿leer el libro después de la serie? ¡Qué ordinariez! <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPb1jIpRnG9vg2mUAEWYoxNi-lJ21y_MZCdSwNIz8SkU9WGG2Lsrd5aisUmbuSxcWscRVxXhqiuHH86cgoCtMFX0awC2mJ7ofVQrdnke-6uKJi6DCdCrlQMwbuFirboUU3ULM0MLMpZkQ/s1600/the+wall.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="372" data-original-width="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPb1jIpRnG9vg2mUAEWYoxNi-lJ21y_MZCdSwNIz8SkU9WGG2Lsrd5aisUmbuSxcWscRVxXhqiuHH86cgoCtMFX0awC2mJ7ofVQrdnke-6uKJi6DCdCrlQMwbuFirboUU3ULM0MLMpZkQ/s1600/the+wall.jpg" /></a></div>
<br />
En cualquier caso, aunque no son pocos los que se han apresurado a ver en la llegada de Trump al poder una confirmación de los poderes adivinatorios de la autora, lo cierto es que, en lugar de predicciones, Atwood insiste en que no introdujo en su novela absolutamente nada que el ser humano no hubiera hecho ya. En efecto, las ejecuciones ejemplarizantes, los linchamientos, la imposición de un modo de vestir determinado para cada casta y clase social, la prohibición de la alfabetización, la ilegalización de los métodos anticonceptivos y el aborto por cuestiones demográficas, el destierro de condenados y parias a regiones remotas casi inhabitables, la lectura sesgada y radical de los textos sagrados, o el robo de bebés para beneficio de oficiales de alto rango son, entre otras, algunas de las características del mundo descrito por Offred (en español, Defred), la criada y narradora de este cuento. Como veis, nada nuevo bajo el sol. No obstante, entre Trump, Orwell y el feminismo, me faltaba algo en las reseñas y artículos que he encontrado por la red, así que me puse a buscar otra vez, esta vez gugleando las palabras pertinentes, es decir, haciendo una búsqueda menos espontánea y más "forzada".<br />
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<div style="text-align: center;">
<i>El precio depende... Si tiene ojos azules, será diferente</i></div>
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<br /></div>
Me consuela saber que no soy el único que al leer <i>El cuento de la criada</i> ha pensado en el nuevo radicalismo asesino que impera hoy en algunas desgraciadas zonas del mundo. La República de Gilead existe, y es un infierno aún peor que el que nos presenta Atwood en esta gran novela...<br />
<br />
... de la cual, por cierto, no he dicho nada.<br />
<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-75602641895885989762017-05-29T04:16:00.000-07:002017-05-29T04:16:26.516-07:00Los hermanos Ashkenazi<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiocv54VfZhUTE5Pzk_LZxAq2zTIWHKK5pR933OFuCssotVPmx7Oy7aHn1l_GB3juQdhbYBjxgzRHAB7x3c0YlVDthO7Vo8N2auKFZAcfijLdJ-9qb-nAyaF5MsTtuKcgv60BmTlmTv-Mg/s1600/NACA292a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1503" data-original-width="945" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiocv54VfZhUTE5Pzk_LZxAq2zTIWHKK5pR933OFuCssotVPmx7Oy7aHn1l_GB3juQdhbYBjxgzRHAB7x3c0YlVDthO7Vo8N2auKFZAcfijLdJ-9qb-nAyaF5MsTtuKcgv60BmTlmTv-Mg/s320/NACA292a.jpg" width="201" /></a></div>
<br />
La ortodoxia siempre es relativa. Cuando vivía en Mánchester, fui un día con mi esposa y mi suegra a Prestwich, localidad en la que, junto con la vecina Whitefield, se concentra la segunda mayor comunidad judía del Reino Unido. Era el día del Sabbat, e íbamos a visitar a un primo lejano de mi suegra con quien ésta no se había visto nunca.<br />
<br />
Como los judíos no tienen permitido conducir en Sabbat, éste es el día perfecto para dar un paseíto en coche por la localidad, observando tranquilamente la ciudad y sus habitantes. En Prestwich se encuentra una de las mayores comunidades de judíos hasídicos, de quienes ya he hablado en alguna ocasión, y la verdad es que es francamente interesante conocer de primera mano ese mundo, aunque sólo sea de una manera superficial. Así, por sus calles uno puede ver no sólo esas levitas negras llamadas kapoteh, o los típicos sombreros que los gentiles asociamos con la ortodoxia, sino incluso esos grandes sombreros de piel de castor propios de los hasídicos, atuendos que parecen salidos del siglo XVIII, y mujeres con peluca sobre un cráneo quizá rapado.<br />
<br />
La visita a la casa de D., el primo de mi suegra, fue igualmente interesante. D. emanaba cierto aire de joven patriarca, sentado en su sillón, con su esposa tras él y sus hijas a sus pies escuchando con devoción cada una de sus palabras. La comida, exquisitamente kosher, estuvo precedida de una larguísima oración y lectura en hebreo, interrumpida por un comentario que hizo mi esposa acerca del gato que no fue muy bien recibido.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcORC1GZKi1yLt0YvqtIQzOPAESzZttxWB9UgIWFwi_zu24b4_8uO0DrWO4piblHRv7ft-9rl8sd5oSPOnJ6wkzgQMFwiHiog4gBh5dx8aUuw7G4P7_mLIsVlqFIZmqeLqkzowkVOf4bE/s1600/_72183086_jewish_boys_getty.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="576" data-original-width="1024" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcORC1GZKi1yLt0YvqtIQzOPAESzZttxWB9UgIWFwi_zu24b4_8uO0DrWO4piblHRv7ft-9rl8sd5oSPOnJ6wkzgQMFwiHiog4gBh5dx8aUuw7G4P7_mLIsVlqFIZmqeLqkzowkVOf4bE/s400/_72183086_jewish_boys_getty.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Por las calles del Gran Mánchester</i></div>
<br />
La sobremesa nos permitió mostrar nuestra admiración por el ingenio de un sistema de encendido de luces programado a una determinada hora, dado que en el Sabbat no se puede apretar un interruptor. La conversación, acabados los cotilleos y la puesta al día con las últimas noticias familiares, empezó a girar alrededor del judaísmo, y fue en ese momento cuando, en una de las escasísimas intervenciones espontáneas que se permitieron las mujeres de la casa, una de las hijas dijo: "eso sólo lo hacen los del gueto". Podéis imaginar nuestra estupefacción. Mi suegra, que creció en un ambiente judío, nos comentó más tarde que nunca había visto en Inglaterra una familia tan ortodoxa como aquélla, y sin embargo, ellos mismos no sólo se consideraban "progresistas", sino que incluso utilizaban un término de tan infausto recuerdo como "gueto" para referirse a sus correligionarios "atrasados".<br />
<br />
La visita, en fin, terminó con una nueva metedura de pata por parte de mi atea esposa, que pidió un bolígrafo para apuntar el teléfono de la familia. ¡Escribir en Sabbat!<br />
<br />
Pensando en <i>Los hermanos Ashkenazi</i> me ha venido a la mente este recuerdo. Si tiene algo que ver o no con la novela, todavía no lo sé. Ya me diréis vosotros.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyvOuFQY5tHpCZVcZhEVZRzxV7s6d9Y0vBryJOnGS8igKm2jhm2DxeQ83hyuyPY5OagXa9mngEEIWuefAJT9tsiHU7qKI7OT6gSh0bYSy5IPB1Jtq2M4Zic_e_cbbAmVn9jWih3XEgIUg/s1600/Israel_Joshua_Singer.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="538" data-original-width="538" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyvOuFQY5tHpCZVcZhEVZRzxV7s6d9Y0vBryJOnGS8igKm2jhm2DxeQ83hyuyPY5OagXa9mngEEIWuefAJT9tsiHU7qKI7OT6gSh0bYSy5IPB1Jtq2M4Zic_e_cbbAmVn9jWih3XEgIUg/s1600/Israel_Joshua_Singer.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Israel Yehoshua Singer</i></div>
<br />
La verdad es que, después de leer <i>La familia Karnowsky</i> y esta novela que os traigo hoy, creo que habrá que reconsiderar quién de los dos Singer es hermano de quién. ¿I.B. o I.Y, el pequeño o el mayor, el longevo o el malogrado? Hasta hace bien poco, no se podía hablar de Israel Yehoshua sin aclarar que se trataba del hermano de <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/search/label/Isaac%20Bashevis%20Singer" target="_blank">Isaac Bashevis</a>, autor relativamente popular y ganador del Nobel (fijaos si no en <a href="http://www.elcultural.com/blogs/tengo-una-cita/2015/10/la-familia-karnowsky-y-el-otro-singer/" target="_blank">este</a> y <a href="http://cultura.elpais.com/cultura/2015/07/16/babelia/1437044764_524264.html" target="_blank">este</a> titular). De un tiempo a esta parte, no obstante, la figura del primero ha empezado a recobrar parte del prestigio que gozó en vida (en 1936, año de su publicación, <i>Los hermanos Ashkenazi</i> fue líder de ventas en los EEUU junto a <i>Lo que el viento se llevó</i>), y algunas editoriales, como nuestra querida Acantilado, han decidido recuperar sus novelas más emblemáticas.<br />
<br />
En todo caso, al igual que los propios Ashkenazi, los dos Singer no podrían tener una visión del mundo más diferente. Así, mientras Isaac Bashevis siempre trató el -en la <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/search/label/literatura%20yiddish" target="_blank">literatura yiddish</a>- inevitable tema del judaísmo desde dentro, mostrándonos la atormentada conciencia de unos personajes en lucha constante y descarnada con el Creador, su hermano Israel Yehoshua acompaña a los suyos en el duro viaje que emprenden para relegar a un segundo plano su judaísmo y asimilarse a una sociedad que, de otro modo, nunca los acabará de aceptar. Del mismo modo, mientras I.B nos regala inolvidables retratos de la vida en el <i>shtetl</i>, para I.Y la aldea judía no pasa de ser una nota a pie de página, el recuerdo, a veces vergonzoso, del humilde origen de un ambicioso emprendedor.<br />
<br />
Anclado como está en un estilo realista, heredero del Mann de <i>Los Buddenbrook</i>, Singer toma como punto de partida, sin embargo, un viejo motivo procedente de los cuentos populares: el de los dos hermanos cuyas vidas toman rumbos opuestos desde el momento mismo del nacimiento. Simha es un recién nacido menudo y enclenque, de pelo ralo y cráneo estrecho, que llora con agudos chillidos. Su hermano Jacob, por su parte, es grande y robusto, con una cabeza de recio pelo negro, y que berrea como una mula. Desde ese momento, el mayor empezará a sentir que la vida guarda sus sonrisas para su hermano, y que todo lo que él desee alcanzar tendrá que currárselo trabajando como un... ¿judío? Veamos.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzjrNDT5QUzvnO4F031k-FfMFSVWPVqXVxMvC2KPCWiJCVg9JQYp2OdFRw5hnmZHpIx3XfM70L2SBjp2DCw1gRoZHpDRCK89k5ozQZjEmlXoBmAVn3fTtP5XtOdDAIgPe0RquHH7_piQk/s1600/%25C5%2581%25C3%25B3d%25C5%25BA_Majewski_fabryka_Pozna%25C5%2584skiego.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="460" data-original-width="638" height="460" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzjrNDT5QUzvnO4F031k-FfMFSVWPVqXVxMvC2KPCWiJCVg9JQYp2OdFRw5hnmZHpIx3XfM70L2SBjp2DCw1gRoZHpDRCK89k5ozQZjEmlXoBmAVn3fTtP5XtOdDAIgPe0RquHH7_piQk/s640/%25C5%2581%25C3%25B3d%25C5%25BA_Majewski_fabryka_Pozna%25C5%2584skiego.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Fábrica de algodón de Israel Poznanski, puntal de la industria textil de Lodz</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
Uno de los aspectos más logrados de esta apasionante novela es, como sucedía en <i>La familia Karnowsky </i>y el Berlín de entre guerras, el retrato de una época y un lugar. Aquí se trata de la ciudad polaca de Lodz a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y hasta el comienzo de la Gran Guerra.<br />
<br />
Con la anexión en 1831 del Ducado de Varsovia al Imperio Ruso comienza el gran crecimiento de Lodz, gracias, sobre todo, a la llegada de inmigrantes alemanes y judíos. Ésta es, de hecho, la escena que abre la novela:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Por los polvorientos caminos que desde Sajonia y Silesia descienden
hasta Polonia, una insólita procesión de carruajes repletos
de hombres, mujeres y niños, cargados con todas sus
pertenencias, atravesaba pausadamente prados y bosques,
pueblos y aldeas, saqueados y devastados por las recientes
guerras napoleónicas. (...) Ya fueran ricos o pobres, todos ellos coincidían en una
preciada posesión: un lustroso telar de madera atado a cada
carro o carromato.</i></blockquote>
Nace así la industria textil de una ciudad que, desde ese momento, en virtud de un vertiginoso desarrollo económico, pasó de los dos centenares de habitantes que tenía en 1793 a 13.000 en 1840, y de ahí a 500.000 justo antes de la Primera Guerra Mundial. Lodz se ganó así el sobrenombre del Mánchester polaco, y el éxito de esa industria se debió en gran medida al trabajo y al carácter emprendedor de los empresarios judíos, de los que Simha Ashkenazi, el gran protagonista de la obra, es un ejemplo memorable.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/CwGOuCtpxTM" width="560"></iframe>
</div>
<div style="text-align: center;">
<i>Un mundo desaparecido: el Lodz judío antes de la Segunda Guerra Mundial</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
En las páginas de <i>Los hermanos Ashkenazi</i>, asistimos, pues, en primera fila, al proceso de construcción de esa industria y a las repercusiones que tuvo para la sociedad. Como en otras grandes novelas de las que ahora, por supuesto, no puedo recordar un solo título, I.Y. Singer nos muestra el modo en que los personajes se ven zarandeados por los bandazos de la historia y de unas fuerzas incontrolables. Esas fuerzas son el Imperio Ruso, el auge de los movimientos revolucionarios, la lucha por los derechos laborales y, finalmente, la guerra. No incluyo el antisemitismo dado que el pueblo judío ya estaba más que acostumbrado a la persecución y los pogromos.</div>
<br />
Cuando Abraham Hersh, Ashkenazi padre, informa al rabino de que su esposa está encinta, éste vaticina que sus hijos serán hombres acaudalados. Pronto vemos que el menor, Jacob, es un estudiante del montón, pero, intuyendo quizá que a él la fortuna le vendrá dada, se dedica a vivir la vida y conquistar el corazón de... bueno, no hay por qué revelar tantos detalles. Por su parte, Simha, como si se hubiera propuesto demostrar la veracidad del vaticinio del rabino, se revela desde pequeño como un nene bastante asquerosito que, en lugar de jugar, prefiere ver llenarse su hucha, y que, incapaz de relacionarse con niños de su edad, se rodea de otros más pequeños a los que puede dominar a placer. Simha es un niño superdotado, "un genio", "un prodigio". A medida que crece, el mayor de los Ashkenazis irá haciéndose con parcelas de poder cada vez más grandes, hasta que, tras superar a veces terribles reveses, logra alcanzar su gran ambición: convertirse en el rey de Lodz, pero a un precio que ni la gran fortuna que logra amasar podrá pagar.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>-Rebbe, yo preferiría que fueran hombres temerosos de Dios.</i></blockquote>
Con esas palabras responde Abraham Hersh al vaticinio del rabino.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>El rebbe no contestó y Abraham Hersh no volvió a insistir.
El comentario le había parecido de mal augurio y estaba
ansioso por aclarar su significado precisamente ahora, antes
de que llegara su nueva descendencia.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUfg3RPbqYtAn-l3e3Gp-6On_g39ZA3Y5XG9z41xXWSAGZhoTMnSLVFn9eOI8IqkUJFrMJiHDlPN_h7H5PAN3SJgf7TxLwG0pVUIZMcHpvBaymNn6gUWgxATW01KDv3QTV22Sn9xsjt3g/s1600/RetrieveAsset.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="478" data-original-width="800" height="382" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUfg3RPbqYtAn-l3e3Gp-6On_g39ZA3Y5XG9z41xXWSAGZhoTMnSLVFn9eOI8IqkUJFrMJiHDlPN_h7H5PAN3SJgf7TxLwG0pVUIZMcHpvBaymNn6gUWgxATW01KDv3QTV22Sn9xsjt3g/s640/RetrieveAsset.jpeg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Judíos hasídicos polacos</i></div>
<br />
Si en <i>La familia Karnowsky</i> Singer nos mostraba los efectos últimos de la asimilación de los judíos a la sociedad alemana, en la novela que nos ocupa el autor parece formular la pregunta desde otro ángulo: ¿hay sitio en una sociedad occidental capitalista para un judío sin que éste deba, en mayor o menor medida, renunciar a su identidad? Las dudas y temores de Abraham Hersh Ashkenazi en las primeras páginas de la novela nos indican a las claras la importancia de esta cuestión.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i> Si por ser ricos sus hijos estuvieran
destinados, Dios no lo quisiera, a abjurar de su religión,
él renunciaría a la riqueza. Preferiría que fuesen maestros
de párvulos, con tal de que fueran judíos honestos. </i></blockquote>
Pero el pequeño Simha, todavía en pantalón corto, sabe muy bien lo que quiere. Colándose, en ausencia de su padre, en el despacho de éste, da rienda suelta a sus sueños, y lo hace de esta guisa:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Cuando creciera, se sentaría en un despacho como el de su padre, pero no llevaría la </i>kippah<i>, sino que iría a cabeza descubierta, como los mercaderes alemanes del otro lado de la calle. Tampoco trataría a la gentuza que trataba su padre. Tendrían que quitarse las </i>kippahs <i>y dirigirse a él en alemán en lugar de yiddish.</i></blockquote>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoMgwKpQ_v99ytrRHIUMBIEdZ4MgzieCcAmQ9OUlINA33yNb9FkOEXDB_Al73-g3JnPitmpQjGpDNSFqd3HAS2o91YPw4F3s1nsBYJiN6qz4OuP1cRE0XSxJ-KEDMbdmg_qTsmufRpODI/s1600/tumblr_okhb0yvDyo1qzz5ieo1_1280.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="397" data-original-width="604" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoMgwKpQ_v99ytrRHIUMBIEdZ4MgzieCcAmQ9OUlINA33yNb9FkOEXDB_Al73-g3JnPitmpQjGpDNSFqd3HAS2o91YPw4F3s1nsBYJiN6qz4OuP1cRE0XSxJ-KEDMbdmg_qTsmufRpODI/s1600/tumblr_okhb0yvDyo1qzz5ieo1_1280.png" /></a></div>
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<i>Miembros del </i>Khalyastre<i>, un movimiento literario expresionista polaco en lengua yiddish. Singer, a la derecha.</i></div>
<br />
La cuestión de la identidad judía, que a servidor, quizá por lo bien que la presentan los autores yiddish, siempre le ha interesado, se vuelve en esta obra más interesante todavía al enzarzarse, por utilizar un verbo inocente, con los movimientos revolucionarios. Y entran aquí en escena dos extraordinarios personajes de entre la gran galería que nos presenta el autor. Se trata de los agitadores Tevye y, sobre todo, Nissan. Es conocido el papel más que relevante que jugaron los judíos en los orígenes del comunismo y en la revolución bolchevique, y por ello, a la luz de estos dos personajes, se me ocurre que, a la pregunta sobre el hombre judío en la sociedad capitalista occidental, se podría añadir esta otra: ¿hay sitio en la revolución para un judío sin que éste deba, en mayor o menor medida, renunciar a su identidad? Al igual que Simha, Nissan tiene las ideas claras desde niño y sabe muy bien lo que odia:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Sí, odiaba a su padre, y junto con su padre, odiaba sus libros sagrados que sólo hablaban de dolor y estaban empapados en moralidad y melancolía su Torah, tan compleja y enrevesada que desafiaba todo entendimiento; todo su judaísmo, que oprimía el alma humana y la cargaba de culpa y remordimiento. Pero, sobre todo, Nissan odiaba al Dios de su padre, aquel ser cruel y vengativo que exigía una obediencia ciega...</i></blockquote>
Y si pensáis que un personaje así es más propio de Isaac Bashevis, os equivocáis. A Nissan no le atormenta su falta de fe, sino las injusticias sociales que lo rodean. En todo caso, si no hay sitio para el judío en la sociedad capitalista ni en la revolución, ¿dónde lo hay? En Rusia no, desde luego.<br />
<br />
Verbigracia.<br />
<br />
El acceso al trono de Alejandro III, Emperador de Rusia y Rey de Polonia, supuso un gran retroceso respecto al reinado de su padre. Donde éste había liberado a los esclavos, promovido la educación universal y concedido más autonomía a los gobiernos locales, aquél, el hijo, tras declarar que su autocracia no tendría límites, acabó con las instituciones alemanas, polacas y suecas en las respectivas provincias, y se dedicó a perseguir a los judíos. Un Trump de la época, para entendernos. Y esta implacable política antisemita tuvo como consecuencia la llegada en masa de judíos rusos a Lodz.<br />
<br />
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<i>Alejandro III de Rusia.</i></div>
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Entraríamos así en otro de los aspectos que, personalmente, más me interesantes me han resultado en esta obra, y es la relación de unas comunidades judías con otras. Los judíos de Lodz ven con recelo a los rusos y sus maneras tan poco judías. Los judíos lituanos no entienden cómo los polacos son capaces de comer carne a diario con tanta tranquilidad, beber whisky o cerveza, o asar un ganso en el Sabbat. Y la bella Dinele, destinada a casarse con uno de los dos hermanos, desprecia el hasidismo, tan propio, según ella, de brutos zafios y peludos... como su propio padre. En fin, que entiende uno algo mejor el comentario de aquella chica de Prestwich acerca de "los del gueto".<br />
<br />
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<i>El barrio judío de Lwow tras el pogromo de 1918</i></div>
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<i><br /></i></div>
<br />
En su edición inglesa, esta maravillosa novela tuvo un gran éxito en Inglaterra y en los Estados Unidos. En Polonia, sin embargo, no fue muy bien recibida por las autoridades. Publicada inicialmente por entregas en el diario judío Nasz Przeglad, se ordenó la <a href="http://www.jta.org/1937/04/12/archive/poland-confiscates-the-brothers-ashkenazi-book-held-insulting" target="_blank">confiscación </a>del periódico a causa de dos capítulos en los que se describe, respectivamente, el pogromo de Lwow en 1918, y una escena que me callo, pues os estropearía el final de la novela. No contentos con ello, en 1937 se iniciaron procedimientos legales contra el autor, que llevaba ya varios años residiendo en América. Dudo que se presentara al juicio.<br />
<br />
Por hoy, no hay sitio, tiempo, fuerzas o ganas para más. Os aseguro, eso sí, que me dejo muchísimas cosas en el teclado: personajes grandísimos, encantadores u odiosos; historia, guerra, revolución, auges, violencia, caídas, envidia, caídas, venganza, auges, persecución, pecado y redención.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcHvFkj7bw7h1y6wkTDq8lGMhtIs2qnWcLf7imQXsCbSLj_oWUqsTdCBlxTK74d_Xo67cfS7CAqlYH-amCaQ-T3rqCSJ6JpntVtH61njUK0s4bR5J4bLxC_LoCdFmunkjvYni8UVLvguY/s1600/esther-isaac-joshua.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="654" data-original-width="787" height="531" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcHvFkj7bw7h1y6wkTDq8lGMhtIs2qnWcLf7imQXsCbSLj_oWUqsTdCBlxTK74d_Xo67cfS7CAqlYH-amCaQ-T3rqCSJ6JpntVtH61njUK0s4bR5J4bLxC_LoCdFmunkjvYni8UVLvguY/s640/esther-isaac-joshua.jpg" width="640" /></a></div>
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<i>Los hermanos Singer eran tres. ¿Nos deparará Esther, también escritora, alguna sorpresa?</i></div>
<br />
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-35590301338473668702017-05-13T01:53:00.000-07:002017-05-13T01:53:26.540-07:00El lector derrotado. Cuatro apuntes.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLZm6Ui-QEaXsDpTcY3KpWeB3FOJXUHA_8ezD67dsOBPmN1V1wSNYJLolKJsP4OGZH8HlGq_V0a19GrFVGYZd4EwSh2reK8NW2UWKKjzV7W8Qt1A6mnOohnGlo3gTryBzx6Hf35tLpKuI/s1600/muhammed_ali_knockout__67729_zoom__22963_zoom.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLZm6Ui-QEaXsDpTcY3KpWeB3FOJXUHA_8ezD67dsOBPmN1V1wSNYJLolKJsP4OGZH8HlGq_V0a19GrFVGYZd4EwSh2reK8NW2UWKKjzV7W8Qt1A6mnOohnGlo3gTryBzx6Hf35tLpKuI/s400/muhammed_ali_knockout__67729_zoom__22963_zoom.jpg" width="400" /></a></div>
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<i>El histórico combate entre Thomas Pynchon y El Niño Vampiro</i></div>
<br />
No ha habido revancha. El primer combate se libró hace ya la friolera de cinco años (el tiempo pasa más rápido cuando uno tiene un blog), y os puse <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2012/09/de-malditos-y-cultos.html" target="_blank">aquí</a> algunos de las mejores momentos. Desde entonces he estado preparando la revancha, con la confianza del escarmentado y la experiencia de quien ha leído el <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2013/04/una-lectura-primeriza-de-ulysses.html" target="_blank">Ulysses</a></i>, la <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/search/label/Marcel%20Proust" target="_blank">Recherche</a></i>, el <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/search/label/Lawrence%20Durrell" target="_blank">Quartet</a></i>, <i>Paradiso</i>, <i>El hombre sin atributos</i> y hasta alguna trilogía de Beckett. Y no lo digo con ánimo de darme ínfulas, sino simplemente para dejar constancia de que no me dan miedo las lecturas largas y complejas. Más bien al contrario, es en ese tipo de novelas donde más seguro me siento. Quizá ello se deba a que, ante novelitas como <i>El túnel</i> o <i>La muerte en Venecia</i>, me resulta mucho más difícil negar mis inmensas carencias culturales. Así que monumentales novelones experimentales, sí por favor, pero...<br />
<br />
...pero este rival de nuevo se ha mostrado imbatible. Si medimos cada asalto por un centenar de páginas, le he durado tres asaltos, durante el último de los cuales estaba ya groggy y tambaleándome por el ring cual borracho despistado.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKUCa8MQLucmYXrOo3v2ZGwtwOwsoHKwL9P5e5uP7dqtsR12Qn6AuMGgy2V_kErjxy6mUZp7O_DXavsA6yOxyx6rkCfIzAeuI0WWN3F43pp187DAPYCBzL99vbuTVUvRaASGODMU-m3jk/s1600/61u7TBzQp6L._SX322_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKUCa8MQLucmYXrOo3v2ZGwtwOwsoHKwL9P5e5uP7dqtsR12Qn6AuMGgy2V_kErjxy6mUZp7O_DXavsA6yOxyx6rkCfIzAeuI0WWN3F43pp187DAPYCBzL99vbuTVUvRaASGODMU-m3jk/s1600/61u7TBzQp6L._SX322_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" /></a></div>
<br />
La lectura, frustrada o no, de una obra como <i>Rainbow's Gravity</i> hace que nos planteemos algunas preguntas, la primera de las cuales no destaca por su originalidad: ¿para qué? Y del para nos vamos al por, es decir a aquella pregunta tan manida de ¿por qué leemos? ¿Y por qué algunos nos empeñamos, contra viento y marea, en leer libros como éste? Pues lo siento, no tengo una respuesta satisfactoria a la pregunta de por qué leemos, pero sí tengo muy claro cuáles NO son los motivos: no leemos para aburrirnos, no leemos para sentirnos estúpidos, no leemos para poder decir "he leído".<br />
<br />
La segunda pregunta que nos viene a la cabeza es ¿soy gilipollas? ¿Burro? ¿Ignorante? ¿Filisteo? ¿Tengo la paciencia y capacidad de atención de un niño de tres años? ¿Por qué este libro que, según dicen, ha hecho las delicias de tantos lectores, a mí no me ha proporcionado más que un par de momentos memorables? ¿Afronté mal la lectura? ¿Debí acaso pertrecharme de lápiz y papel para poder llevar la cuenta de los personajes y crear un glosario de acrónimos? ¿Requiere la lectura de <i>Gravity's Rainbow</i> no sólo un cierto nivel cultural sino, además, un periodo de entrenamiento previo, digamos, con obras más accesibles del autor? Y una vez más, esta pregunta nos lleva a la siguiente.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjio4Wk7ungLHhDaLibcBGyDdJj-SaWH1bEYztCoixgA9Ji8PVHTeHpUku0b_kNedlVHkHfY-iG2c4QnLq63RDcqq7EEtq4I21iUUv3pj86XAadv-XRxyLk9Mo9xdJ5-Xd3K1gYK3MMCcY/s1600/Filisteos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjio4Wk7ungLHhDaLibcBGyDdJj-SaWH1bEYztCoixgA9Ji8PVHTeHpUku0b_kNedlVHkHfY-iG2c4QnLq63RDcqq7EEtq4I21iUUv3pj86XAadv-XRxyLk9Mo9xdJ5-Xd3K1gYK3MMCcY/s400/Filisteos.jpg" width="399" /></a></div>
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<i>Filisteos preparados para leer </i>Gravity's Rainbow</div>
<br />
La tercera, pues, podría ser ¿volveré a caer? Porque mira que compré el libro con ilusión. Mira que tenía ganas de que me gustara Pynchon. Como decía más arriba, un autor difícil con una bibliografía que se mide en kilos supone para mí una tentación en la que me dejaría caer con las manos atadas y los pies en un bloque de cemento. Habrá quien me diga que persevere, que vale la pena el sacrificio. ¿Sacrificio? ¡Pero si me he inmolado! ¡Si desde la segunda página era un cadáver leyente, un zombie pasapáginas, un alma en pena condenada a errar por centenares de páginas sin sentido, placer ni final!<br />
<br />
En fin, quizá la mayor virtud de este libro ha sido que me ha transportado a mi infancia. En efecto, me ha hecho recordar proustianamente aquella sensación que tuve cuando, a los siete años, cogí de la estantería de mis padres el libro <i>Tiburón</i>, en aquella edición del Círculo de Lectores, y cómo, acabada la primera página, decidí que aquello no era para mí.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjamnIl3J8wI7oUOuWDMRy_ukpWMgm-ySzYGbSH88ga3jhwES6izIzwkCGsKUjizaWGw8XVv4vq762fk2x3ZxN5By6gYg7cPaL0FF-UxG3FYQs5W0m0h6oDZHHmOIg15Ec67L8J1vdOkbI/s1600/tib.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjamnIl3J8wI7oUOuWDMRy_ukpWMgm-ySzYGbSH88ga3jhwES6izIzwkCGsKUjizaWGw8XVv4vq762fk2x3ZxN5By6gYg7cPaL0FF-UxG3FYQs5W0m0h6oDZHHmOIg15Ec67L8J1vdOkbI/s320/tib.jpg" width="240" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Sí, esta mismita edición</i></div>
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-38226884322137410532017-04-26T15:00:00.001-07:002017-04-26T15:00:54.931-07:00La saga del rey Harald<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfaVZc41NUYsfD_6tPmAs4f9xHDNxY6ONobU3F0kOFwACzmGUurxvcFnSjNoH2LWhhcXgKzq2gQpXsLA18XQI4riD8_sT_laFTrhcFIWvK12ecj6X2-A43kIdjWskMCvmr5PFTXa0HPMY/s1600/penguin-king-haralds-saga-gw-oct-2011.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfaVZc41NUYsfD_6tPmAs4f9xHDNxY6ONobU3F0kOFwACzmGUurxvcFnSjNoH2LWhhcXgKzq2gQpXsLA18XQI4riD8_sT_laFTrhcFIWvK12ecj6X2-A43kIdjWskMCvmr5PFTXa0HPMY/s400/penguin-king-haralds-saga-gw-oct-2011.jpg" width="253" /></a></div>
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<br /></div>
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Las muertes de reyes, las invasiones y las grandes batallas son acontecimientos concretos y, por lo menos para quienes los sufren, carnosamente palpables. Es por ello que resultan tan prácticos para poder dar principio y final a algo tan etéreo como son las diferentes eras históricas. La proclamación de Augusto como emperador nos permite fechar el nacimiento del Imperio Romano, y la abdicación de Rómulo Augusto ante el bárbaro, su final, o lo que es lo mismo, el comienzo de la Edad Media. Más difícil resulta, naturalmente, fechar determinados movimientos culturales. Así, nadie se ha puesto de acuerdo, por ejemplo, sobre cuándo comienza el Renacimiento, y, por no irnos tan lejos, sería difícil señalar en qué momento empieza la era tecnológica en la que vivimos. </div>
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En la historia de Inglaterra, el año 1066 destaca por ser la fecha que marcó el destino del país para los diez siglos siguientes. De no ser por todo lo que sucedió en aquel año, la historia de Inglaterra, y por ende, la de toda Europa, habría sido muy diferente. Y qué decir de la lengua. Si el inglés os parece difícil, pensad que, de no haber sido por algunos de los personajes que veremos a continuación, hoy nuestros hijos estarían aprendiendo algo parecido al islandés en la academia. Sin embargo, 1066 no sólo acabó con el último de los reyes anglosajones e impuso el francés como lengua de la corte, sino que además se considera que puso fin a la era vikinga.</div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV97sHVhjjb6cust9_RrZaxLOpB4v1xw_qIZVnic6MOBbJxwIRftdeYR03NKxgWzbp3Ym0hOhXG3_tdIscfFZ0eQk5ZkCtsiRpA4eP0oDZKNDUz5QABZtw5NGhKqjVwAEluweG9P2jUNk/s1600/Snorre_Sturluson-Christian_Krohg.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV97sHVhjjb6cust9_RrZaxLOpB4v1xw_qIZVnic6MOBbJxwIRftdeYR03NKxgWzbp3Ym0hOhXG3_tdIscfFZ0eQk5ZkCtsiRpA4eP0oDZKNDUz5QABZtw5NGhKqjVwAEluweG9P2jUNk/s400/Snorre_Sturluson-Christian_Krohg.jpg" width="266" /></a></div>
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Snorri Sturluson, <i>de Christian Krohg</i></div>
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<i>La saga del rey Harald</i> es sólo una de las quince sagas que forman el <i>Heimskringla</i>, obra histórica emprendida por Snorri Sturluson, en la que el poeta e historiador recogió la historia de los reyes noruegos hasta el año 1177. "El orbe del mundo, donde habita la humanidad...". De esta impresionante guisa se abre el <i>Heimskringla</i>, cuyo significado es precisamente el de esas cuatro palabras iniciales, y cuyas primeras líneas nos dan una idea del ambicioso proyecto de Sturluson.</div>
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Sturluson, a quien recordamos por la maravillosa saga de <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2013/01/la-saga-de-egil-skallagrimsson-de.html" target="_blank">Egil Skallagrimsson</a>, nos narra, pues, en esta obra la vida de Harald Sigurdsson, también conocido como Harald III de Noruega o, de manera algo más dramática, Harald el Despiadado. Y lo hace de una manera bastante diferente de lo que se estilaba entre las sagas. De entrada, nos ahorra esas interminables genealogías que acostumbran abrir este tipo de obras, y nos introduce en plena acción prácticamente desde la primera línea. Además, a diferencia de <i>Egil </i>y otras sagas muy representativas, <i>La saga del rey Harald</i> no gira alrededor de la poesía o la vida de un poeta, sino que toma la poesía como evidencia histórica para apoyar la narración. Así, la obra está repleta de citas de otros poetas que vienen a confirmar los hechos presentados. Los islandeses se tomaban muy en serio la poesía. La belleza es verdad, la verdad es belleza. La conocida cita de Keats podría haberla firmado cualquier poeta escaldo.</div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEii-uqhT0NcwQbg12FmcRqeAgvdwpr5LNccuZ0BSK-Vkh2R3-HFGKmf5wP4Mnm64SgMc2ehI4gw4trPmEokxdNl76n-vxYrZd8N__MGc-Ozyn9j8Dqvp0HvSyDrgJvCfQnabIgP2GEs70Y/s1600/Stiklestad.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="420" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEii-uqhT0NcwQbg12FmcRqeAgvdwpr5LNccuZ0BSK-Vkh2R3-HFGKmf5wP4Mnm64SgMc2ehI4gw4trPmEokxdNl76n-vxYrZd8N__MGc-Ozyn9j8Dqvp0HvSyDrgJvCfQnabIgP2GEs70Y/s640/Stiklestad.jpeg" width="640" /></a></div>
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<i>Muerte del rey Olaf en la batalla de Stiklestad</i></div>
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Así, decíamos que, a diferencia de la mayoría de las sagas islandesas, que se demoran en una detallada descripción de las credenciales de su protagonista, es decir, en quiénes fueron sus padres, hermanos y medio primos, la que nos ocupa comienza directamente en el meollo de la acción. Nos encontramos con un Harald de 15 años luchando al lado de su hermano en la Batalla de Stiklestad, una de las más famosas en la historia de Noruega. En ella murió el rey Olaf, hermano de Harald, y a las pocas horas de su muerte empezaron a obrarse milagros. El rey se convirtió en santo, venerado en toda Escandinavia, Europa occidental y hasta Inglaterra. Pero para hablar de Olaf, tenemos otra saga dedicada a él solito por el propio Sturluson. </div>
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Es sabido que los cuernos de los cascos vikingos son un mito. También hay constancia, sobre todo gracias a las sagas, de que estos pueblos del norte de Europa llegaron al continente americano mucho antes que Colón. Menos conocidas, sin embargo, son las relaciones que establecieron con Rusia, ni sus posteriores andanzas en Constantinopla, el Mediterráneo e incluso Asia Menor. </div>
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Tras haberse recuperado de sus heridas sufridas en Stiklestad, Harald llegó a la corte del rey Yaroslav, en Rusia, quien lo nombró capitán del ejército. Posteriormente, viajó a Constantinopla, donde también ascendió a comandante de la Guardia Varega. Este cuerpo de élite del ejército bizantino se había formado unos dos siglos antes, y se componía casi exclusivamente de anglosajones, germanos y pueblos nórdicos.</div>
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<i>La Guardia varega del ejército bizantino</i></div>
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Durante todo este tiempo, como buen vikingo que era, Harald se dedicó al pillaje, y en Sicilia sometió una tras otra a las mayores y más prósperas ciudades de la isla. Sturluson nos da muestras de la astucia de nuestro héroe al relatar el modo en que éste rompió las defensas de la primera de esas ciudades. Hizo capturar a los pajaritos que anidaban en la ciudad cuando salían de ésta en busca de comida. A continuación, les ató virutas a la espalda, que luego embadurnó de cera y sulfuro y les prendió fuego. Los pobres bichos en llamas volvíeron desesperados a sus nidos y la ciudad entera acabó pasto del fuego. Evidentemente, esto suena más a leyenda que a hechos verídicos, pero en una obra escrita hace mil años y tan fiel en su mayor parte a los hechos históricos, supongo que se le pueden disculpar estas licencias épicas.</div>
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<i>La emperatriz Zoé Porfirogéneta</i></div>
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Al cabo de un tiempo, Harald decidió regresar a su tierra. Le habían llegado noticias de que su sobrino Magnus Olafsson había accedido al trono de Noruega y Dinamarca, y se proponía disputárselo. Renunció a su puesto en la guardia varega, pero la decisión no fue del gusto de la Emperatriz Zoe Porfirogéneta, que lo acusó de traición y lo hizo arrestar. Según contaron las varegos a su regreso a Escandinavia, la ira de la emperatriz se debía a que Harald había rechazado casarse con ella. Sea como fuere, Harald fue llevado a la mazmorra, pero mientras era conducido allí, se le apareció su milagroso hermano Olaf, que le prometió ayuda. A la noche siguiente, una dama a quien San Olaf curó en una ocasión se presentó, acompañada de dos sirvientes, en la celda de Harald, al que liberó. Los varegos recibieron entre aclamaciones a su líder y, acto seguido, se dirigieron a la cámara del emperador para tomar cumplida venganza.</div>
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<i>San Olaf, en la cultura popular</i></div>
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Milagros aparte, en este punto de la saga, como en algunos otros, los datos de Sturluson no son del todo precisos. No obstante, la historia es tan macabra que merece ser contada.</div>
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Dice el autor que los varegos le arrancaron los ojos al emperador Constantino Monómaco. Sin embargo, en aquel momento el emperador no era Constantino sino Miguel Calafates, hijo adoptivo de Zoé. En 1042, con el objetivo de gobernar en solitario, Miguel recluyó a Zoé en un convento, pero el pueblo y, con ellos, la guardia varega, permaneció fiel a la emperatriz. Miguel, derrotado, ingresó en un convento, pero Zoé, que ahora reinaba con su hermana Teodora, lo hizo arrestar. Miguel fue cegado en público, y según algunas wikipedias, castrado.</div>
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Harald Sigurdsson ha pasado a la historia como Harald Hardrada, es decir, el Despiadado. Sturluson nos presenta el retrato de un guerrero a ratitos noble; con más frecuencia, cruel, vengativo y traicionero, siempre astuto y un hombre al que, efectivamente, es mejor no contrariar. Sin ahondar en sus motivaciones personales, el autor consigue, mediante la acumulación de hechos históricos y la descripción de las relaciones de Harald con sus contemporáneos, ofrecernos un vívido retrato psicológico de nuestro héroe. Entre estos contemporáneos destacan su sobrino Magnus el Bueno, hijo bastardo de San Olaf (qué bien queda eso). Magnus, un joven impetuoso y arrogante, compartió con Harald el reino de Noruega, al que había accedido en ausencia de su tío. Magnus era también rey de Dinamarca, a cuyo trono accedió tras derrotar a Svein Ulfsson. La sorpresa llegó cuando, tras su temprana muerte a los 23 años, legó el trono de Dinamarca al propio Svein en lugar de su tío Harald, quien, por descontado, no se quedó de brazos cruzados sino que...</div>
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<i>Magnus el Bueno con Hardecanute</i></div>
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Como veis, es bastante difícil seguir con detalle este verdadero y, qué queréis que os diga, para mí apasionante culebrón. En todo caso, la galería de personajes es de lo más atractiva y entretenida. Svein, una presencia constante y carismática, nos proporciona, en uno de sus enfrentamientos con Harald, una de las mejores escenas de la obra: la persecución de Harald en barco a lo largo de la costa danesa, en la que nuestro héroe, obligado a soltar lastre, se deshizo de la malta, la harina, el beicon, hasta que al final tuvo que tirar por la borda los prisioneros que había capturado.</div>
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Otro personaje de nombre inolvidable es Einar Tambarskjelve, es decir, Einar Barriga Vibrante. Einar, un noble noruego, esperaba, tras la batalla de Stiklestad, que el rey Canuto el Grande (hablando de nombres inolvidables) lo nombrara caudillo. Canuto no lo hizo, y Barriga Vibrante se dirigió a Rusia, donde se reunió y empezó a tramar con Magnus el Bueno. Con el tiempo, Einar consiguió convertirse en un influyente caudillo, hasta el punto de gobernar de facto Noruega. Huelga decir que el regreso de Harald de tierras bizantinas no auguraba nada bueno.</div>
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<i>Canuto el Grande, en su legendario <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/King_Canute_and_the_waves" target="_blank">encuentro con las olas</a></i></div>
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La obra continúa así, entre tantas traiciones, pillaje y maquinaciones que es un auténtico placer, hasta que, habiendo matado, quemado o mutilado a todo aquel que tuviera alguna pretensión al trono u osara cuestionar su derecho a la corona, Harald, a falta de Dinamarca, se hizo con todo el poder en Noruega. Volvió entonces la vista a Inglaterra, cuyo trono había estado en manos de Canuto el Grande. Su hijo Hardecanute, rey de Dinamarca, había pactado con Magnus de Noruega que, en el caso de que cualquiera de los dos muriera sin dejar un heredero, su trono pasaría al otro. Este pacto fue invocado por Harald a la muerte de Magnus para reclamar la corona de Inglaterra, a la sazón en manos de Harold Godwinson. Un culebrón de primera.</div>
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En este punto, Sturluson deja a un lado a nuestro héroe y se centra en Harold, su hermano Tostig y los enredos de éste para conseguir la ayuda de Svein, primero, y de Harald, luego, para derrocar a Harold. Todo conduce así a un Harald contra Harold, que la prensa deportiva de la época, por una vez sin caer en la hipérbole, calificó como el combate del milenio.</div>
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<i>Los hermanitos Harold y Tostig Godwinson, en un preludio de lo que iba a ocurrir</i></div>
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Ese duelo tuvo un maravilloso prolegómeno, cuando Harold se presentó de incógnito ante su hermano Tostig y Harald para ofrecerle al primero el reino de Northumbria y así evitar la guerra. Tostig, que reconoció a su hermano pero decidió seguir el juego, le reprochó que este ofrecimiento llegara tan tarde, después de que se hubieran perdido tantas vidas. Aún así, preguntó al presunto emisario de Harold:</div>
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<br /></div>
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-Si acepto este trato, ¿qué le ofrecerá el rey a Harald?</div>
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Ante lo cual, el jinete respondió con unas palabras que son historia:</div>
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-Le daré seis pies de tierra inglesa. </div>
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Tostig se negó a traicionar a Harald. Consideró más noble enfrentarse a su hermano.</div>
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La narración del duelo final es tan apasionante como el resto de la obra, no sólo por la escritura siempre ágil y sin florituras del autor, en línea con el estilo habitual de las sagas islandesas, sino sobre todo por su significado histórico. Como decíamos al principio, la batalla de Hastings, en 1066, se considera el episodio más importante en la historia de Inglaterra. Sin embargo, esa batalla fue influida en gran medida por otra que tuvo lugar unos días antes y que Sturluson relata de manera magistral: la batalla de Stamford Bridge.</div>
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El trono de Inglaterra tenía en aquel momento en el duque Guillermo de Normandía a otro poderoso pretendiente. Harold esperaba la invasión francesa comandada por el duque, futuro Guillermo el Conquistador, que debía llegar por el sur. Harald aprovechó la circunstancia para atacar Yorkshire, en el norte. Las tropas de Harold se dirigieron ipso facto al norte y derrotaron sin excesiva dificultad a nuestro héroe, que murió de un flechazo en la garganta. El relato de la batalla por parte de Sturluson no es del todo fiel a los hechos, pero como literatura épica no tiene desperdicio. </div>
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<i>La batalla de Hastings y la flecha que mató a Harold</i></div>
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<i>La saga del rey Harald </i>no concluye con la muerte del héroe. Tres días después de Stamford Bridge tuvo lugar al fin la invasión normanda. Harold se vio obligado a regresar a toda prisa a Sussex, en el sur, y, apenas tres semanas más tarde, entablar batalla con las tropas de Guillermo. Sturluson, que se toma muy en serio su trabajo como cronista, nos narra los hechos más importantes que tuvieron lugar a continuación, desde la derrota y muerte -también de un flechazo- de Harold y el acceso al trono de Guillermo el Conquistador hasta un obituario de Harald, pasando por la retirada de las tropas noruegas de Inglaterra, o una comparación, a la manera de Plutarco, entre Harald y su hermano Olaf. No se olvida el autor de incluir en su descripción física de Harald un detalle sobre una de sus cejas, como hacía también al hablar de Egil Skallagrimson, Cada uno tiene sus fetiches, supongo.</div>
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Mucho se ha especulado sobre cuál habría sido el desenlace de la batalla de Hastings de no haberse producido la invasión vikinga, pues es evidente que las tropas de Harold habrían estado en mejores condiciones para luchar. ¿Qué habría sucedido si Harold no hubiera perdido esa batalla? Se trata, sin duda, de uno de esos momentos en que la Historia llega a un cruce de caminos y, antes de decidir cuál de ellos tomar, se pone una venda en los ojos y da varias vueltas sobre sí misma. La historia es una sucesión de gallinitas ciegas.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3AzYfvdHIZtwWC3m2OEMu4bmUaqdkqsizmcILMtxa6LbPwt0ui0upigFcLgSabWs8iP0TE15mi02AA-NwD31Z7XaJ9TtneKsuiFPbI2Fcyq5XbORkLaQHLohCIutY-4wUkIFOCOtYy68/s1600/tapiz-bayeux.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="444" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3AzYfvdHIZtwWC3m2OEMu4bmUaqdkqsizmcILMtxa6LbPwt0ui0upigFcLgSabWs8iP0TE15mi02AA-NwD31Z7XaJ9TtneKsuiFPbI2Fcyq5XbORkLaQHLohCIutY-4wUkIFOCOtYy68/s640/tapiz-bayeux.jpeg" width="640" /></a></div>
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<i>Y mientras unos escribían sagas, otros bordaban tapices.</i></div>
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<br /></div>
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-57978556980992008002017-04-07T16:01:00.000-07:002017-04-08T02:15:29.880-07:00Literatura de buen rollo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpiFsMfpgRk1uOB_SZI-AsQE7hNcFp43hsEGQMkoJousDsyzTw7wl2uCncOnosb7D26CKpVNTJP3t8MNgmgl22QLo_v29Yx8Pv684KqKTwnQDDSHRzqqvrb7cfJwrHzGcS_uz6x4VkV_w/s1600/children-in-old-photos-33__605.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpiFsMfpgRk1uOB_SZI-AsQE7hNcFp43hsEGQMkoJousDsyzTw7wl2uCncOnosb7D26CKpVNTJP3t8MNgmgl22QLo_v29Yx8Pv684KqKTwnQDDSHRzqqvrb7cfJwrHzGcS_uz6x4VkV_w/s400/children-in-old-photos-33__605.jpg" width="330" /></a></div>
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<br />
No acaba de convencerme lo del buen rollo. Esta expresión ha adquirido un matiz banal y un tanto despectivo que estropea lo que, de otra manera, sería la traducción perfecta de <i>feel good</i>. Un libro <i>feel good</i>, una película <i>feel good</i> es como se llama en inglés a esas obras en las que no hay grandes tragedias ni personajes malos, y de las que salimos alegres, casi felices, y con un sentimiento de reconciliación con el mundo que el propio mundo no tardará en aguarnos. Esa es mi definición, y por supuesto es la correcta, y se equivocan esas listas que incluyen, por ejemplo, <i>Matar un ruiseñor,</i> donde, por muy feliz que sea el final, no olvidemos lo mal que hemos pasado hasta entonces; o las novelas de Harry Potter, pues el mundo con el que el buen rollo nos ha de reconciliar debe ser real, no mágico.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIIdWtg5VzqMGt97Ci13mlg692aCzLmF4weNujf73BMmqGRrSq1svVyK1OHaLY7e86jpWbEV6LyOxucAiffw_oF7h4PPZgo8nsWNkzsc5fip6r1UcUdlzeaPePtcWUw-d4Gl8GAdc93N4/s1600/justwilliammusicalposter.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIIdWtg5VzqMGt97Ci13mlg692aCzLmF4weNujf73BMmqGRrSq1svVyK1OHaLY7e86jpWbEV6LyOxucAiffw_oF7h4PPZgo8nsWNkzsc5fip6r1UcUdlzeaPePtcWUw-d4Gl8GAdc93N4/s1600/justwilliammusicalposter.jpg" /></a></div>
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<i>Gamberro entrañable</i></div>
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Los libros de buen rollo, en el sentido menos banal y despectivo posible de la expresión, son patrimonio casi exclusivo de la literatura inglesa, si bien podría hacerse alguna concesión a los suecos. Es natural que la mayoría de los libros de buen rollo pertenezcan al ámbito de lo que se considera literatura infantil, pero es importante subrayar que sólo determinados libros infantiles pueden incluirse en el susodicho género. Así, mientras las historias del osito Winnie Pooh consituyen la sublimación del buen rollo, <i>Alicia en el país de las maravillas</i> es demasiado sofisticado y hasta turbador para hacernos sentir bien. Del mismo modo, las inocentes travesuras de <i>Guillermo el travieso</i> son buen rollo, pero la justiciera crueldad de Roald Dahl, no. Y si cruzamos el charco, podríamos decir que <i>Las aventuras de Tom Sawyer</i> inaguran el buen rollo americano, a diferencia de las de Huckleberry Finn, algo más oscuras y de mayor calado.<br />
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Tampoco es de extrañar que la literatura de buen rollo abarque, en su mayor parte, el mundo de la infancia. La adolescencia es, probablemente, el peor mal rollo que se ha inventado, y en la edad adulta ya tenemos los ojos demasiado abiertos y la desconfianza a flor de piel como para creer en la bondad innata del ser humano. Sin embargo, aún quedan algunos libros que, a nuestros años, consiguen que cuestionemos nuestro cinismo y suspicacias. Cuando eso sucede, podemos afirmar que estamos ante una obra maestra del buen rollo, como por ejemplo el clásico <i>Mi familia y otros animales</i>, un libro venerado en Inglaterra como quizá sólo lo esté <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2013/09/escanciando-recuerdos.html" target="_blank">Sidra con Rosie</a></i>, otro relato autobiográfico de infancia.<br />
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<i>Los protagonistas de </i>The Durrells</div>
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De niño cogí una gran manía a este libro. Recuerdo a mi madre estallar en carcajadas mientras lo leía, y supongo que algo edípico en mí me hacía sentir celos del señor Durrell. He tardado muchos años en vencer, en primer lugar, ese resentimiento, y, en segundo lugar, la pereza de leer un libro que no iba a contribuir en nada a mi colección de motivos para el pesimismo. Me ha animado a ello, como habrá sucedido con muchos lectores ingleses, la reciente adaptación de la novela a la televisión. En este caso, tras dos versiones de la BBC, una de 1987 y otra de 2005, la adaptación ha corrido a cargo del canal ITV, con un resultado que no ha satisfecho a los adoradores de la obra de Durrell, y que además se tomaba muchas licencias artísticas, pero tanto a mí como a mis hijos nos pareció la mar de simpatiquillo.<br />
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<i>Lo verdaderos Durrell. De izquierda a derecha, Margo, Nancy, Larry, Gerry y Louise</i></div>
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Gerald Durrell nos narra en este libro las vivencias de su familia en la isla de Corfú, durante los cuatro años en que vivieron allí, desde 1935 a 1939. La madre, Louisa Dixie Durrell, viuda desde hacía siete años, decidió que toda la familia fuera a hacer compañía a su hijo mayor, el novelista Lawrence, y su esposa Nancy, que llevaban un tiempo viviendo en la isla. Gerald escribió <i>Mi familia...</i> en 1955, es decir, casi dos décadas después de Corfú, y no tiene reparos en manipular los hechos a su antojo. El libro no pretende ser rigurosamente fiel a los hechos, sino recrear la visión del mundo de un niño de diez años que crece en una familia un poco tarumba y que no deja de maravillarse ante el mundo y sus escarabajos. Por eso, poco importa que en el libro Larry viva con el resto de su familia, que su esposa, sencillamente, no exista, o que la guerra, el motivo que puso fin a su estancia en Corfú, tampoco se mencione.<br />
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<i>El inolvidable Stephanides, amigo y mentor de Gerry</i></div>
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Los años que Gerald pasó de niño en Corfú fueron absolutamente idílicos. Imaginemos una isla mediterránea antes de que se hubiera inventado el turismo, y podremos hacernos una idea aproximada. Si además eres, como Durrell, una persona que se siente mejor en compañía de tortugas y sapos que rodeado de otros niños, Corfú, con su benigna fauna, debía de ser un auténtico paraíso. Y para coronar el placer, el niño no tardó en conocer a Theodore Stephanides, un devoto, como él, de las ciencias naturales y un hombre que se relacionaba con Gerry de naturalista a naturalista, sin un ápice de condescendencia. El autor recrea de manera excepcionalmente vívida esa sensación de libertad y arrobo, pero lo que hace grande este libro es, como acostumbra suceder con las obras maestras, el tono que adopta el narrador. Durrell encuentra el punto justo entre la inocencia de un niño deslumbrado por la vida, y la sutil ironía de un adulto conocedor de las debilidades humanas. Sabe recorrer con maestría la línea que separa la una de la otra, y en ningún momento cae en el gran peligro que ambas presentan: de una parte, la cursilería; de otra, el cinismo. Lejos de ello, el narrador nos muestra las excentricidades de su familia con esa seriedad británica que es tan divertida y tan poco resabida. Y es ese estilo y esos impagables diálogos los que, una y otra vez, me hicieron estallar en carcajadas, quizá más sonoras aún que las de mi madre.<br />
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<i>Gerald Durrell y sus amigos, en 1936</i></div>
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El retrato que el autor nos hace de cada uno de los miembros de su familia puede parecer, de entrada, algo caricaturesco. De hecho, ésa fue la impresión que me dio la versión televisiva. Larry se nos muestra como un arrogante esnob obsesionado con sus historias y novelas; Leslie, como un tarugo que no piensa más que en sus escopetas; Margo, como una adolescente con preocupante tendencia al descarriamiento. Sin embargo, es justo decir que esa caricaturización contribuye en gran medida a la vividez con que vemos el mundo a través de los ojos de Gerry. Y en segundo lugar, es posible que la exageración no sea tal. La innegable obsesión de Gerry con sus bichos es la prueba de que estamos ante una familia de miembros monotemáticos.<br />
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<i>La única foto que he podido encontrar de Spiro, aquí con Gerry.</i></div>
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Aparte de Theodore Stephanides, quien de hecho fue un verdadero polímata y un prestigioso poeta, Durrell consigue que personajes como el taxista Spiros hayan pasado a la historia de la literatura universal. Más difícil, y todavía más memorable, es lo que consigue hacer con los animales. Así, el duelo entre Cicely, una mantis, y Geronimo, una salamanquesa, constituye una escena absolutamente épica en la que el autor se detiene a lo largo de varias páginas. Y qué decir del retrato psicológico de la tortuga Achilles, o de las Magenpies, dos urracas a cual más sinvergüenza, o de Roger, el perro que acompaña al joven Gerry en sus paseos y exploraciones por la isla. Tanto es el detalle y el esmero con que Durrell se emplea al describir a los animales que el lector cree conocer a algunos de ellos mejor que a la propia madre o a la hermana del autor.<br />
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<i>Un hombre tan encantador como el niño que fue</i></div>
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<i>Mi familia y otros animales</i> es, como decía más arriba, uno de esos libros queridos y hasta adorados por lectores de todo el mundo. Posteriormente, Durrell publicó dos obras más situadas en aquel período, que constituyen la <i>Trilogía de Corfú</i>. Su amor por la naturaleza y, en particular, los animales, no decayó, y de hecho nuestro amigo es tan conocido o más por su actividad como zoólogo y naturalista que por su obra literaria. Sin embargo, el epílogo a esta encantadora novela no fue precisamente lo que Durrell hubiera deseado. Como suele decirse en inglés, este libro "puso Corfú en el mapa", es decir, dictó la sentencia de muerte al paraíso que los Durrell habían conocido. Así lo veía, por lo menos, el propio Durrell, que <a href="https://whitemetropolis.wordpress.com/2012/12/01/i-have-had-a-most-extraordinary-affair-of-the-heart/#more-342" target="_blank">lamentaría amargamente</a> el modo en que la isla se entregó, sumisa, al turismo de masas. "Nunca regreses a un lugar donde fuiste feliz", cuenta el autor que le dijo una vez su hermano Larry (plagiando a Agatha Christie). Mí no haber estado nunca en Corfú, pero después de leer este gran libro,
creo que mi decepción sería mayor aún que la de Gerald Durrell.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2Q5KlCRDq5k3i8ArfQDWTw-TdDXikFAhS0oJ41SJgQngdlW-EGB5goQKFBpgJhHcpcqQU4Zg9DDV64pCMZ4J-mF4gjLI89ctHLYpayiMlzwu-0XnaEQbpBVQa8XP7F3MEEJasQYKH2qY/s1600/Arillas100yearsago-1%25281%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="338" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2Q5KlCRDq5k3i8ArfQDWTw-TdDXikFAhS0oJ41SJgQngdlW-EGB5goQKFBpgJhHcpcqQU4Zg9DDV64pCMZ4J-mF4gjLI89ctHLYpayiMlzwu-0XnaEQbpBVQa8XP7F3MEEJasQYKH2qY/s640/Arillas100yearsago-1%25281%2529.JPG" width="640" /></a></div>
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<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-80811908968272889712017-03-27T03:22:00.001-07:002017-03-27T03:22:25.197-07:00I'm still standing<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR-cVFx8eA6CMhxj5mK8me2EvcovIrMlLvsLQzVhBOBQVSug0Ae2dGk_cQIEdZqDHPt7YjWeofS-TkKe6kVI779SEB5qp1laupiiEn2m_-t6Sp0sLRo1i9JjcsPPEF0Fa189uwY4uWqm4/s1600/952215.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR-cVFx8eA6CMhxj5mK8me2EvcovIrMlLvsLQzVhBOBQVSug0Ae2dGk_cQIEdZqDHPt7YjWeofS-TkKe6kVI779SEB5qp1laupiiEn2m_-t6Sp0sLRo1i9JjcsPPEF0Fa189uwY4uWqm4/s320/952215.jpg" width="227" /></a></div>
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Debo admitir que, metido como estoy en las 700 páginas de vellón, y en ruso, de <i>El primer círculo</i>, de Solzhenitsyn, mi ritmo lector se ha ralentizado hasta poner en peligro mi querido blog. Creo que empecé la gran obra del ruso hace más de cinco semanas, y me dice el kindle que no llevo leído más que el 37%. Así que, con el fin quitar un poco de óxido al blog y mantener sus constantes vitales, qué mejor que publicar un resumen de algunas otras lecturas, de ésas de siempre, de las que no secuestran nuestra capacidad lectora durante tres meses.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz1udQmVflN1JtFyj38gpZaFRAFKK6PqMzoft0eLlIbz9W3N6D7KPbVbUmQnVaYeoUoNJB1YcW3Y3wcikHjdIezf3lvwZbnt5ujID_kxIUsZGZuJHzBmZ5aG7NioKOf3RoAVR4xBwUUI0/s1600/9788483831809.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz1udQmVflN1JtFyj38gpZaFRAFKK6PqMzoft0eLlIbz9W3N6D7KPbVbUmQnVaYeoUoNJB1YcW3Y3wcikHjdIezf3lvwZbnt5ujID_kxIUsZGZuJHzBmZ5aG7NioKOf3RoAVR4xBwUUI0/s320/9788483831809.jpg" width="212" /></a></div>
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<i>El hombre inquieto</i>, de Henning Mankell.<br />
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El thriller nórdico habitual de principios de año. Éste es el último en la serie de Kurt Wallander, y no fue demasiado bien recibido por la crítica. Decían algunos que quedan demasiados hilos sueltos al final, que se advierte cierta pereza o cansancio en la escritura de Mankell, y que hay demasiadas coincidencias muy convenientes para la solución del caso y que son demasiado poco creíbles. Esos tres reproches, de hecho, están muy relacionados, y no sé hasta qué punto están justificados. Quizá sea cierto que el autor quería acabar ya con su icónico personaje, y que deja algo de lado la escrupulosa atención al detalle y a la estructura de la novela que le pedimos a un buen thriller. Mankell desvía el foco hacia el declive de Wallander, y a los amantes del thriller eso les parece imperdonable. Quizá sea por eso que a mí, sin llegar a entusiasmarme, sí me gustó, si bien creo que el final del detective, el verdadero final, el definitivo, merecía más páginas que las que le dedica el autor.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3DLLPv5xH2bvDI6IydAeV7vIdtsSELbFxl5BJCtVEeGDzaUxmBO19fFC2e9FNhVqWKIEQ-1hmIPhuw5DYk7GgpTdEVHNOa33_sftk0_GR9-dHjrH7-nHM99efI9hYfKzLyRZ0Xqb88U4/s1600/The-Girl-on-the-Train.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3DLLPv5xH2bvDI6IydAeV7vIdtsSELbFxl5BJCtVEeGDzaUxmBO19fFC2e9FNhVqWKIEQ-1hmIPhuw5DYk7GgpTdEVHNOa33_sftk0_GR9-dHjrH7-nHM99efI9hYfKzLyRZ0Xqb88U4/s320/The-Girl-on-the-Train.jpg" width="206" /></a></div>
<br />
<i>The girl on the train</i>, de Paula Hawkins<br />
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Otro thriller de lectura compulsiva, que se lee en una o dos tardes, y se olvida todavía más rápido. Una historia que engancha, sí, como se engancha la manga de la chaqueta con el pomo de la puerta, o un chicle a la suela del zapato. Hay autores, y sobre todo, hay miles de lectores que consideran el susodicho enganche una gran virtud, ya sabéis, ese famoso "me atrapó desde la primera línea", lo cual explica el éxito de aquel no sé qué Da Vinci. A mí, qué queréis que os diga, cada día me gustan más los libros que te aburren desde la primera línea.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrduGRIMUpwlP1UODDVs0YcQjPDbcir2V8XaqLVs5_85nesjVO8oKSihSMyq4aD0HSm5NI-kcakUL6yQZnvaU7xqssXuZ3KcBEBqUFGTIqTGrjGzsV5jAOqFULOi2Kd_Ymk-PyjOou3A4/s1600/9781408867990.jpsweet+g.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrduGRIMUpwlP1UODDVs0YcQjPDbcir2V8XaqLVs5_85nesjVO8oKSihSMyq4aD0HSm5NI-kcakUL6yQZnvaU7xqssXuZ3KcBEBqUFGTIqTGrjGzsV5jAOqFULOi2Kd_Ymk-PyjOou3A4/s320/9781408867990.jpsweet+g.jpg" width="210" /></a></div>
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<i>Sweet caress</i>, de William Boyd<br />
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Esto ya es otra cosa. William Boyd vuelve a uno de sus argumentos favoritos, el de contarnos la historia del siglo XX a través de la vida de una persona. Lo hizo en <i>Las nuevas confesiones</i>, que no he leído; lo repitió en <i>Any human heart</i>, que no dejó de irritarme hasta que lo abandoné, y lo ha vuelto a hacer en este <i>Sweet caress</i>, traducido al castellano de manera correcta y pusilánime como <i>Suave caricia</i>. Estamos ante una novela excelente, en la que Boyd consigue lo que, a mi juicio, no conseguía en <i>Any human heart</i>: crear un personaje creíble cuyas andanzas, desventuras y vicisitudes nos interesen. El lector no tiene por qué encariñarse con el personaje, pero sí hay que pedirle a éste que, por lo menos, no nos toque las narices. Y con Amory Clay, la protagonista de esta historia, Boyd da en el clavo.<br />
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A través de los ojos y, sobre todo, de la cámara de Amory, nacida en 1908 en una familia aristocrática venida a menos, vemos desde el nacimiento del nazismo en el decadente Berlín de los años 20 hasta la guerra de Vietnam, pasando por el movimiento fascista en Londres o la Segunda Guerra Mundial. Entre la narración de los hechos por la propia Amory tenemos extractos de su diario de 1977, cuando, alejada del mundo en el que siempre ha vivido, la ciudad, los aeropuertos, el peligro, y apenas un puñado de hombres, pasa sus últimos días en una modesta casita de una isla del norte de Escocia.<br />
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Pero <i>Sweet caress</i> tiene algo que la hace especialmente atractiva para los mataos como yo que tenemos ínfulas literarias. ¿No os habéis pasado alguna vez por un mercado de artículos de segunda mano y os habéis parado a mirar los puestos de fotos antiguas? Se trata de fotos hoy absolutamente anónimas, adquiridas por vaciapisos tras el fallecimiento del propietario de un inmueble. ¿Verdad que es imposible, al verlas, no preguntarse por la vida de esas personas, por su historia, su descendencia, si estarán vivos todavía y decirse hay que ver, tanta felicidad, tanta ilusión (son fotos familiares, no hay momentos tristes) para luego acabar en un mercado polvoriento, a diez fotos por un euro? Pues lo que hizo Boyd fue adquirir a lo largo de los años ese tipo de fotos, y construir con ellas su historia. No las compró al azar, una idea quizá aún más atractiva, sino que, con la historia ya construida en su cabeza, sabía muy bien lo que estaba buscando. Y con esta novela, lo borda.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgovEVUVxGqxxjiin-x2E-sCJNRPdufl3f98h6XbzvfdNYFQngTKaBgwlCFYzls0WZZfaV7o_cqG1UP5GrB8jtzMHJ4wW9eDB6WiJbNVIKdn8rjCepnmrwT0oOEz2owf9kq04zrjXPYw9s/s1600/La-casa-dorada-de-samarcanda-219x300.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgovEVUVxGqxxjiin-x2E-sCJNRPdufl3f98h6XbzvfdNYFQngTKaBgwlCFYzls0WZZfaV7o_cqG1UP5GrB8jtzMHJ4wW9eDB6WiJbNVIKdn8rjCepnmrwT0oOEz2owf9kq04zrjXPYw9s/s1600/La-casa-dorada-de-samarcanda-219x300.jpg" /></a></div>
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<i>La casa dorada de Samarcanda</i>, de Hugo Pratt<br />
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Quiso la casualidad que leyera esta maravilla justo después de terminar <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2017/02/que-arda-oriente.html" target="_blank"><i>Setting the east ablaze</i></a>, de Peter Hopkirk. No debía sorprenderme, dado el asiático título, pero aún así, tras haber pasado tantas horas leyendo sobre Enver Pachá (cuya legendaria muerte Pratt nos presenta "en directo"), el ejército bolchevique o el emirato de Bujara, entre tantos otros, volver a encontrarme esos escenarios en las gloriosas viñetas de Pratt provoca algo parecido a la emoción. Más aún cuando Corto nos habla de <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2016/06/f-de-fundamentalismo.html" target="_blank">Alamut</a></i>, del cual ya hablamos por aquí, o de los adoradores del diablo, que tan bien nos describía <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2016/02/petroleo-y-sangre-en-oriente.html" target="_blank">aquí </a>Kurban Said, o de Kipling y su <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2016/07/el-gran-juego.html" target="_blank">Gran Juego</a>, que nos remite de nuevo a Hopkirk; cada página de este libro consigue eso tan difícil en la literatura como es conseguir que un viejo amigo nos abra una nueva puerta.<br />
Este es un Corto en el que, a diferencia de <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2015/11/la-balada-del-mar-salado.html" target="_blank">La balada del mar salado</a></i>, Pratt se introduce en el subconsciente de su héroe. Nos presenta sus sueños y sus alucinaciones, y con ello consigue que veamos en la sorprendente introducción de su doble algo mucho más profundo que un mero truco para crear confusión entre sus enemigos. Gran Juego, aventuras a porrillo, psicología y una auténtica gozada de lectura.<br />
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En fin. Se acabó lo poquito que se daba. Si el señor Solzhenitsyn me lo permite, espero recuperar pronto mi ritmo publicador. Dura vida la del bloguero amateur.<br />
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<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-36073135153785199692017-02-26T10:07:00.000-08:002017-02-26T10:07:52.974-08:00¡Que arda oriente!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs32YMCq9K0XzrMyvO1oHanYFIsas_4Vbfu__VXI9CitpQ1RkDJdiGQS4VkauUwCJ4g9agOd7j4xzcJLhxB4_a39Mmd0Chb-raFTokgEVKeo0TsN_fVOem9AFwpy1onLV4hbYYPvfmO8Y/s1600/9780719564505_l.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs32YMCq9K0XzrMyvO1oHanYFIsas_4Vbfu__VXI9CitpQ1RkDJdiGQS4VkauUwCJ4g9agOd7j4xzcJLhxB4_a39Mmd0Chb-raFTokgEVKeo0TsN_fVOem9AFwpy1onLV4hbYYPvfmO8Y/s320/9780719564505_l.jpg" width="208" /></a></div>
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La incendiaria idea se le atribuye a Lenin, quien en realidad, por una vez, fue mucho más comedido al revelar sus planes. En todo caso, el significado profundo de sus palabras quedó recogido en una inscripción en un cuartel general del ejército bolchevique: "nuestra misión es prender fuego a Oriente". Tratábase, naturalmente, de un fuego metafórico, el de la revolución de los trabajadores y, en este caso, para ser más precisos, la revolución de los pueblos oprimidos contra el imperialismo.<br />
<br />
A aquella guerra de estrategia, espionaje, rumores y tinta falsa que el Imperio Ruso y el Británico llevaban librando desde hacía décadas en Asia Central, y que tan bien nos contó el gran Peter Hopkirk en <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2016/07/el-gran-juego.html" target="_blank"><i>El gran juego</i></a>, no se le había llegado a poner fin. Con este libro, bastante menos extenso pero igual de fascinante, el historiador británico nos ofrece lo que podría considerarse la segunda parte de aquella historia. Seguimos, pues, con un imperio del zar que sigue empeñado, hasta su definitivo desmoronamiento, en amenazar, de manera directa o indirecta, la frontera del Imperio Británico en la India. En los primeros momentos después de la revolución, parecía que las cosas iban a cambiar, por lo menos de manera temporal. El 2 de marzo de 1919, Lenin, Trotski, Zinoviev y hasta 52 líderes revolucionarios crearon, entre los muros del Kremlin, la Internacional Comunista, que pasaría a ser más conocida como la Commintern. Su objetivo declarado era acabar con todos los gobiernos existentes y sustituirlos por un soviet mundial. Este proceso revolucionario debía comenzar en Alemania, a la sazón derrotada, arruinada y desmoralizada, y luego extenderse como un reguero de pólvora por toda Europa. Parecía, pues, que la cuestión asiática quedaba aparcada.<br />
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<i>Delegados del II Congreso de la Comintern. Ahí están Lenin, Karl Radek, Gorki, Bujarin, Zinoviev y, en el centro mismo, M. N. Roy</i></div>
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El proyecto fracasó, a pesar de algún éxito efímero, como el de Hungría, pero entre los dirigentes europeos la sensación predominante no fue tanto de victoria a secas, sino de victoria por los pelos. El propio Lloyd George, el Primer Ministro británico, admitió en un comunicado privado a sus colegas en la Conferencia de Paz de París en 1919:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Existe el peligro de que arrojemos a las masas de población de toda Europa a los brazos de extremistas cuya única idea para la regeneración de la humanidad es la destrucción total del tejido social. Estos hombres han triunfado en Rusia...</i></blockquote>
<br />
En todo caso, la revolución mundial no se materializó, y Lenin se vio obligado a reconsiderar su estrategia. Allí, al ladito, seguía el felino agazapado de Asia, foco constante de tensión, en concreto la India, colonia británica donde Engels, ya en 1882, había augurado una revolución. Lenin siempre había creído que la liberación de los pueblos asiáticos y africanos vendría después de la de Europa. Su razonamiento ahora era que, si las potencias europeas perdían sus colonias, sus economías se verían tan afectadas que la ansiada revolución sería inevitable. "Oriente -declaró- nos ayudará a conquistar occidente". Aquí empieza nuestra historia.<br />
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<i>El barón Ungern von Sternberg, reencarnación de Gengis Khan</i></div>
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El gran Peter Hopkirk nos la cuenta con tanta pasión y maestría como en <i>El gran juego</i>, y, una vez más, consigue convertir un complejísimo relato sobre geopolítica en una inolvidable aventura de espías, agentes secretos, científicos que pasaban por ahí y chiflados mesiánicos. Por ello, servidor va a intentar emular al autor y, en lugar de centrarme en los acontecimientos y la cronología, presentaros un par o tres de los grandes protagonistas de esta historia.<br />
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Uno de los más fascinantes, misteriosos y terroríficos es, sin duda, el barón Ungern von Sternberg, de quien, por cierto, ya hablé <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2012/04/visiones-de-asia-de-vasili-golovanov.html" target="_blank">aquí</a>. Nuestro héroe, nacido en Austria, descendía de una familia de rancio linaje aristocrático y militar estonio que se remontaba, según él, hasta el rey Atila. De hecho,
Ungern-Sternberg, interesado desde su juventud en las ciencias ocultas y la filosofía y religiones de oriente, se creía la reencarnación de Genghis Kan. En 1908, al frente de un regimiento de cosacos, fue destinado a Mongolia, donde habían estallado las hostilidades entre Mongolia y China. Forjó unos lazos inquebrantables con la cultura y la tierra mongola, se convirtió a budismo lamaísta y dejó que su interés en el ocultismo deviniera una obsesión. Al mismo tiempo, seguía con su gloriosa carrera militar, en la que su fiereza y coraje le hacían temible. Regresó de la Gran Guerra con el torso encorvado por el peso de las medallas y, como feroz antibolchevique que era, con gusto continuó soltando mandobles a diestro y siniestro en la Guerra Civil que siguió a la revolución. Dicen algunos que un sablazo que recibió en la cabeza en esa feroz guerra acabó de volverlo tarumba; otros sostienen que su locura era congénita, mientras unos terceros responden que su sadismo y brutalidad eran de hecho la norma en la guerra entre rojos y blancos.<br />
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<i> El Ejército Rojo y los </i>basmachi<i>, guerreros musulmanes, en la mesa de negociaciones</i></div>
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Hopkirk se centra en el plan que urdió nuestro barón para reconquistar Mongolia, entonces bajo dominio chino, y que pasaba por expulsar de Urga (hoy, Ulan Bator) a los invasores. Se agenció para ello la ayuda de los japoneses, que eran enemigos acérrimos de los bolcheviques y que en Siberia habían apoyado la causa blanca durante la Guerra Civil. El objetivo final de Ungern-Sternberg era, pues, recuperar Mongolia para los mongoles, restaurar al Bogd Khan, el Buda Viviente, en el trono, y proclamar la Gran Mongolia. Una vez conseguido eso, al frente de un ejército cada día mayor, cruzaría Rusia en dirección a Moscú, liberando al pueblo del yugo bolchevique. El spoiler no lo pongo yo, sino la historia: Ungern-Sternberg no consigue su propósito, pero en el camino deja un horripilante reguero de sangre, crucifixiones y bolcheviques asados.<br />
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<i> El Barón Sangriento, visto por Hugo Pratt en </i>Corto Maltés en Siberia</div>
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Un año antes de que el Barón Sangriento, como se le conocía, pusiera en marcha su gran proyecto de reconquista, en 1920 tenía lugar el II Congreso de la Internacional Comunista, en el que se abordó de manera directa, entre otros, la forma de propagar la revolución en Asia. Entre los delegados asiáticos se encontraba un joven y espigado revolucionario indio llamado Manabendra Nath Roy, nombre falso con el que pasó a la historia. Roy, que sentía un odio visceral por Gran Bretaña, había empezado a desarrollar una prometedora carrera como terrorista, hasta que, perseguido por las autoridades, se vio obligado a huir del país y, tras pasar por Japón, China y los Estados Unidos, acabó recalando en México, donde, junto con el agente de la Comintern Mikhail Borodin, fundó el primer partido comunista fuera de Rusia.<br />
<br />
En abril de 1920, Roy asistió al congreso de la Comintern invitado personalemente por Lenin, quien, al verlo, se sorprendió por su juventud, pues esperaba un sabio y barbudo hombre de oriente. No sería ésa la única sorpresa que se llevó el padre de la revolución, pues al poco de haber comenzado el congreso, Roy tuvo la osadía de cuestionar el análisis de Lenin sobre el problema colonial. El camaraderil duelo se resolvió sometiendo la cuestión a voto. Ganaron las tesis de Lenin, pero el prestigio de aquel audaz jovenzuelo subió como la espuma.<br />
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<i> Manabendra Nath Roy</i></div>
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Zinoviev se apuntó con entusiasmo a avivar el fuego que debía prender en Asia, y no se le ocurrió otra cosa mejor que llamar a los pueblos musulmanes a la yihad contra los opresores imperialistas, léase los británicos. Ese llamamiento, huelga decirlo, era cuando menos imprudente, y los propios musulmanes no tardarían en ver cómo la dictadura del proletariado cobraba un aspecto de lo más colonialista. Antes de ello, sin embargo, la mecha fue prendiendo. El despiece del Imperio Otomano por parte de los aliados encendió aún más los ánimos de los musulmanes, entre los que además empezaban a correr rumores de que los británicos tenían la intención de abolir el Califato. La tensión que se mascaba en Delhi se acentuó todavía más cuando Gandhi decidió apoyar a los musulmanes por medio de una campaña masiva de no-cooperación.<br />
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<i>La masacre de Amritsar (de la película </i>Gandhi<i>). Leña para el fuego asiático</i></div>
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Dicha campaña llevó a Moscú la esperanza de que por fin la revolución había llegado a la India. Roy, sin embargo, no se fiaba ni un pelo de su compatriota el Mahatma, a quien, lejos de revolucionario, consideraba un absoluto reaccionario. Cuando en 1921, en la India, una turba furiosa prendió fuego a una comisaría y mató a veintidós oficiales británicos, Gran Bretaña se encontró al borde del precipicio. ¡La ocasión la pintan calva!, cuentan que exclamaron al unísono todos los soviets al tiempo que se frotaban las manos. Pero aquel acto de violencia fue rechazado de manera inequívoca por Gandhi, que decidió poner fin a su campaña y dio así un respiro a unas autoridades británicas a las que no les llegaba la camisa al cuello. Moscú se enfureció ante la irrepetible oportunidad perdida, y Roy contribuyó al mal rollo con un "ya os lo había dicho" y un artículo en el que apuntaba a que, de haber existido un partido indio revolucionario, otro gallo hubiera cantado.<br />
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<div style="text-align: center;">
<i>Una de las primeras promociones de la Universidad Comunista del Este</i></div>
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Los soviéticos, por su parte, se habían estado preparando para tal eventualidad. Y qué mejor manera de hacerlo que creando la Universidad Comunista del Este, donde los alumnos estudiaban asignaturas sobre la organización y propaganda del partido, o teoría y tácticas de la revolución del proletariado. En sus escasos veinte años de existencia, la Universidad licenció a alumnos tan excelsos como el propio Roy, Deng Xiaoping o Ho Chi Min. La misión de las primeras promociones era infiltrarse, crear células revolucionarias y establecer contacto con los movimientos nacionalistas. Y probablemente ése fue el error de Roy: los grupos nacionalistas indios odiaban a los bolcheviques más aún que a los británicos y, por lo tanto, no querían que nadie los relacionara con el comunismo. Su propia guerra, la de la independencia, ya la ganarían ellos solos. La historia les dio la razón y se la quitó a Roy, que perdió el prestigio y suerte tuvo de escapar con vida. Poniéndonos metafóricos, podría decir que el fuego de la revolución quemó sus últimas cartas.<br />
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<div style="text-align: center;">
<i>La insurrección de Cantón. La revolución que Stalin instigó en China le salió por la culata</i></div>
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<div style="text-align: left;">
El coronel Frederick Marshman Bailey es uno de esos personajes cuyas aventuras, de haber sido fruto de la ficción, el personal habría tachado de inverosímiles. Os contaré simplemente una de ellas y ya me diréis. Sucedió cuando Bailey se encontraba en Tashkent, intentando averiguar las intenciones del nuevo gobierno bolchevique, sobre todo en lo que concernía a sus planes para Afganistán y la India. Descubrió que había llegado a Tashkent un grupo de revolucionarios indios que se dedicaba a diseminar propaganda antibritánica y se proponía, con apoyo bolchevique, ganarse el favor de Amanullah, el nuevo rey de Afganistán. Amanullah había sucedido a su padre Habibullah, quien, además de aguantar la presión del Imperio Otomano y mantenerse neutral durante la Gran Guerra, había mostrado su firme rechazo a la revolución rusa y a cualquier tipo de contacto con los bolcheviques. Habibullah murió asesinado, no se sabe por quién, durante una cacería y el maleable Amanullah accedió al trono.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpJAVHnQhU-yzq4A1F-UbtNjwnwZ32JPdidh8KbLCvfN0XiJFSPZaYZbmTyj3aXEVvfNekIOE2gi4TQoN22-l0yIXtR76RRPSM_3aa2mLPsmKRU7Jx7EStiAD7I0lBZypGstFpu_S-Y0Q/s1600/amanullah+en+moscu.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="476" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpJAVHnQhU-yzq4A1F-UbtNjwnwZ32JPdidh8KbLCvfN0XiJFSPZaYZbmTyj3aXEVvfNekIOE2gi4TQoN22-l0yIXtR76RRPSM_3aa2mLPsmKRU7Jx7EStiAD7I0lBZypGstFpu_S-Y0Q/s640/amanullah+en+moscu.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Amanullah Khan </i></div>
<br />
Amanullah tenía prisa por hacer cosas y, apenas había alcanzado el poder, no se le ocurrió otra cosa mejor que invadir el Punjab, con lo que dio comienzo la llamada Tercera Guerra Anglo-Afgana. Los ingleses respondieron ipso-facto y, con el uso de la aviación, armada de bombas y ametralladoras, tuvieron suficiente con unas pocas semanas para destrozar al ejército afgano. Parece ser que Amanullah había fundado demasiadas esperanzas tanto en la población india, que, según sus cálculos, se iba a alzar en armas contra los británicos, como en los bolcheviques, de quien esperaba recibir apoyo moral y material. No ocurrió ni lo uno ni lo otro, pero Amanullah supo arreglárselas lo bastante bien como para llegar a un acuerdo satisfactorio con los británicos y seguir flirteando con los bolcheviques.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMSNyA7LE0gq2TttQUhpivSeLZcPaDa60M4rO1UtXZWvRIEnGLzohQwaQ_q4JOC46baTjEmfxiyhLR3N5vR4yQjh87uvxvgk4xvh-HD3hhyphenhyphensJZqK9milyKjEWdBHCGZEV3kWzkHdhz8KA/s1600/Bailey_F_M_1934.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMSNyA7LE0gq2TttQUhpivSeLZcPaDa60M4rO1UtXZWvRIEnGLzohQwaQ_q4JOC46baTjEmfxiyhLR3N5vR4yQjh87uvxvgk4xvh-HD3hhyphenhyphensJZqK9milyKjEWdBHCGZEV3kWzkHdhz8KA/s1600/Bailey_F_M_1934.jpg" /></a></div>
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<i>Frederick Marshman Bailey, agente de los servicios de inteligencia británicos</i></div>
<br />
Desde Tashkent, tanto Bailey como el gobierno bolchevique observaban con atención los movimientos y tejemanejes de Amanullah con británicos y con Moscú. Todos eran conscientes de que un Afganistán encamado con los bolcheviques sería una amenaza letal para la India británica, pero Bailey también sabía que, en aquel momento, hubiera sido muy sencillo para el ejército británico expulsar a los bolcheviques de Tashkent y de toda Asia Central. Qué giro hubiera tomado la historia, nunca lo sabremos, En todo caso, Bailey, desencantado ante la inacción de su gobierno y temiendo por su vida, decidió huir de Tashkent.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzoj7wwOVMcWO0eZgJOOS3Ye0GGp_TfZqdctlz0KECYCJH-_UTGNEcssP8P2f3bmULfbeWQ9avHZjj9f7ti4JNRvsrcEKMrnWFy1PpzWM5OZCeBPYjf6PYg_yb8cqFT_fERRks4N-meg0/s1600/enver+pasha62e5ff1e466a9f0dfeae5.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzoj7wwOVMcWO0eZgJOOS3Ye0GGp_TfZqdctlz0KECYCJH-_UTGNEcssP8P2f3bmULfbeWQ9avHZjj9f7ti4JNRvsrcEKMrnWFy1PpzWM5OZCeBPYjf6PYg_yb8cqFT_fERRks4N-meg0/s640/enver+pasha62e5ff1e466a9f0dfeae5.jpg" width="469" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Enver Pasha, en los tiempos en que le dijo a Lenin: yo te consigo la India y tú me ayudas a recuperar Turquía. </i></div>
<br />
Para un ciudadano británico perseguido por la Cheka, huir de una ciudad controlada por los bolcheviques e intentar entrar en Bujara, regida por un emir feroz antobolchevique que, como todos los emires, consideraba que todo extranjero era un espía, era una misión suicida. Así que nuestro héroe, ni corto ni perezoso, tras adoptar diferentes identidas, entre ellas la de prisionero de guerra austriaco, se infiltró nada menos que en la Cheka, es decir, entre sus propios perseguidores, con la misión de capturar a un peligroso espía británico, léase, él mismo. Y el relato que hace Hopkirk de este episodio es tan magistral que me niego a daros más detalles. ¿Cómo será el relato que el propio Bailey hizo en su libro <i>Misión en Tashkent</i>?<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk3gacEM4Qn1ymr13vGuCyCSvO_Rvzj_Fn2HaH7ehP7xrPO5_R4ODuym2sDXudA6gFhDuen8vefPkI77Z74Twk-dCF6UZfDtETlKwkYAGdUOfcsC107FoDtYwsYS4-p8jmqTenmbcGmzU/s1600/1927_Borodin_and_Chiang_Kaishek_in_Whampoa_Military_Academy.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk3gacEM4Qn1ymr13vGuCyCSvO_Rvzj_Fn2HaH7ehP7xrPO5_R4ODuym2sDXudA6gFhDuen8vefPkI77Z74Twk-dCF6UZfDtETlKwkYAGdUOfcsC107FoDtYwsYS4-p8jmqTenmbcGmzU/s320/1927_Borodin_and_Chiang_Kaishek_in_Whampoa_Military_Academy.jpg" width="239" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>El comisario Borodin con Chiang Kai Shek</i></div>
<br />
<br />
Bailey, Roy o el Barón Sangriento son sólo tres de los muchísimos personajes fascinantes, cuando no increíbles, que nos encontramos en estas páginas. Si tuviera más tiempo y ganas de escribir, os hablaría un poquito de Paul Nazarov, un geólogo ruso que se convirtió en el líder de una operación para acabar con el poder de los bolcheviques en Asia Central, que acabó escapando a través de las montañas, donde fue emparedado vivo en una cabaña, y que nos contó sus aventuras en <a href="https://www.amazon.com/Hunted-through-Central-Asia-Lenins/dp/0192803689/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1487939044&sr=8-1&keywords=hunted+through+central+asia" target="_blank">este libro</a>. Podría hablaros de Georges Agabekov, agente de la Cheka y desertor por amor, de quien Hopkirk apenas se ocupa, pero cuya vida daría para toda una novela. O de Mijaíl Borodin, agente de la Comintern que intentó exportar la revolución proletaria a China. O del Comisario Osipov, oficial del ejército rojo que decidió echar a los bolcheviques de Tashkent matándolos uno a uno para hacerse él solito con el poder. O qué decir de Chiang Kai Shek, cuya historia y la del Kuomintang Hopkirk nos relata de manera tan clara que servidor por fin la entiende. Y no podemos olvidarnos de Enver Pasha, cuyas aventuras, no por más conocidas dejan de ser igual de fascinantes que todas las demás. En fin, de todos ellos y unos cuantos más se ocupa este maravilloso libro. ¿He dicho alguna vez que me parece imperdonable que sólo haya un libro de Hopkirk traducido al español?<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf5FRWf8o7xSvTOa0h84iLyojekVkP90pzLjLLoggkJChqmY76NPZjHyj_nF1jHwxqZQWHNXoN1YMeuIyonOXFSTAt_AW5mwnpNQRcoJKilNxTcAnSVCENHyT76BS4rvhxKAmmaWJVDvE/s1600/62e6d648-2d4d-11e4-_757340c.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf5FRWf8o7xSvTOa0h84iLyojekVkP90pzLjLLoggkJChqmY76NPZjHyj_nF1jHwxqZQWHNXoN1YMeuIyonOXFSTAt_AW5mwnpNQRcoJKilNxTcAnSVCENHyT76BS4rvhxKAmmaWJVDvE/s1600/62e6d648-2d4d-11e4-_757340c.jpg" /></a></div>
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<i>"Hopkirk no fue un historiador de sillón" (del obituario de The Times)</i></div>
<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-5789479847252520922017-02-05T12:00:00.002-08:002017-02-05T12:00:15.494-08:00Memorias de Bergman y Berberova<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGWY_CZ2P10DMVH47BvghquC9yYE0fedbW2jQVNTzSXSOqJ8TpOyULoyrXL7T54xhVFRvkvlmnPqFHT0mR0fBbFvvkGvRzIDFfnPs2AhqRrGoOSUOzb4pq-Vu_04aA4t9XyzpnOX6FSCE/s1600/map+05d494.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="283" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGWY_CZ2P10DMVH47BvghquC9yYE0fedbW2jQVNTzSXSOqJ8TpOyULoyrXL7T54xhVFRvkvlmnPqFHT0mR0fBbFvvkGvRzIDFfnPs2AhqRrGoOSUOzb4pq-Vu_04aA4t9XyzpnOX6FSCE/s640/map+05d494.jpeg" width="640" /></a></div>
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Hablar de los géneros en la literatura es ante todo una cuestión de expectativas. Todos tenemos bastante claro qué le pedimos a un libro de aventuras, a un thriller o a una novela histórica. Del mismo modo, pensaría uno que al abrir un libro de memorias lo hacemos sabiendo muy bien lo que nos vamos a encontrar: recuerdos de la infancia, retratos familiares, pequeños traumas y primeras veces. Hasta que uno ha leído unos cuantos y se da cuenta de que el de las memorias es uno de los géneros más amplios y variados de la literatura.</div>
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En ocasiones, el memorante se limita a hablar de su época y las personas con las que se codeó, mientras él mismo permanece en las sombras y sigue siendo un desconocido para el lector. Eso era lo que sucedía con las por otra parte fascinantes memorias de Victor Serge, de las que hablé <a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2014/06/entusiasmo-y-melancolia-de-la-revolucion.html" target="_blank">aquí</a>. En otras ocasiones, el autor bucea mucho más allá de sus propios recuerdos y trepa a las ramas del árbol familiar, como hacía Amos Oz en su maravillosa y trágica <i>Una historia de amor y oscuridad</i>. György Faludy optaba por mostrarnos en <i><a href="http://batboyreads.blogspot.com.es/2015/02/dias-felices-en-el-infierno.html" target="_blank">Días felices en el infierno</a></i> la vitalidad, sed de experiencias y capacidad de resistencia del individuo en una sociedad totalitaria, mientras que Arthur Koestler, en uno de los libros de memorias más grandes que he leído, se centraba tanto en su historia personal como en la de todo el siglo XX. Unas memorias totales.</div>
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmz-LwdJ-BTkOfvobQsXhyphenhyphenZTFg1qBDPwHXlpDDPVO41YO59tJeKsJLzU4FphrEcNQr1sOvhpaJBw5pRQxgfVpUM4pOgonoJvUQxCgNKewJx61yFnJv4LcRuoZI2wTEM_LnSbdeYpsZNT4/s1600/90792_4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmz-LwdJ-BTkOfvobQsXhyphenhyphenZTFg1qBDPwHXlpDDPVO41YO59tJeKsJLzU4FphrEcNQr1sOvhpaJBw5pRQxgfVpUM4pOgonoJvUQxCgNKewJx61yFnJv4LcRuoZI2wTEM_LnSbdeYpsZNT4/s320/90792_4.jpg" width="206" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
La cursiva es mía, <i>de Nina Berberova</i></div>
<blockquote class="tr_bq">
<i>En tiempos de Iván el Terrible, un tal Kara Aul llegó a
Moscovia, quizá por obligación, procedente de la ciudad negra tártara.
Fue bautizado y no regresó al reino tártaro. Ignoro qué hicieron sus
descendientes durante los doscientos años que transcurrieron hasta el
día en que Catalina II donó la propiedad a Yuri. También ignoro por qué
motivo recibió sus tierras, sus medallas y sus anillos de gentilhombre.
Había pocos objetos en su mansión, todos databan del siglo pasado y no
aparecían huellas del anterior. Por el desván, en completo desorden y
cubiertos por telas de araña, rodaban antiguos miriñaques, álbumes
encuadernados de terciopelo, un globo terráqueo, una colección completa
de la revista </i>El mensajero de Europa<i> y una multitud de flores de azahar,
símbolo de la pueza, que adornaban la cabeza de las novias de la
nobleza el día de su boda.</i></blockquote>
En las primeras páginas de <i>La cursiva es mía</i>, Nina Berberova nos regala párrafos tan interesantes como éste. Esta escritora rusa nacida en 1901 no fue una autora muy prolífica, y su obra, de la que sólo he leído estas excelentes memorias, no acostumbra figurar entre la de los grandes nombres de la literatura rusa. Berberova fue, en todo caso, protagonista en primera línea y cronista excepcional del exilio ruso tras la Revolución que llevó a miles de intelectuales, nobles y militares a huir del país y recalar en Berlín y, con más frecuencia, en París. De dicho exilio ya nos habló Nabokov en <i>Habla, memoria</i>, donde, como solía ser el caso con el amigo de los lepidópteros, nos hablaba sobre todo de sí mismo.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQboUC8jXwgHkQMHMef4SopozmH_BZIvkKeTCtGF2eg_apUi0V_toLmFLX-zc5Q7kqASdgRmu1afu-iB4Rz6CThkCxJCSzTn1H_hSFRyunYhTL19gyK_hMYIBPLgrKGlRXj_CdENbpjNc/s1600/old+nina+0000245886-001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQboUC8jXwgHkQMHMef4SopozmH_BZIvkKeTCtGF2eg_apUi0V_toLmFLX-zc5Q7kqASdgRmu1afu-iB4Rz6CThkCxJCSzTn1H_hSFRyunYhTL19gyK_hMYIBPLgrKGlRXj_CdENbpjNc/s1600/old+nina+0000245886-001.jpg" /></a></div>
<br />
<br />
Nuestra autora de hoy, sin embargo, no tenía quizá un concepto tan alto de sí misma, y por eso, sin dejar de lado el aspecto más privado de un libro de este tipo, dedicó numerosas y brillantes páginas a los círculos literarios en los albores de la Unión Soviética y a sus posteriores compañeros de exilio. Por estas páginas, pues, pasan y nos sorprenden Alexander Kerenski, Nikolai Gumiliov, Maxim Gorki, Andrei Bieli, Ivan Bunin, Nabokov y, sobre todo, Vladislav Khodasievich, a quien servidor no conocía y que, por lo visto, aparte de ser durante años el marido de Berberova, está considerado uno de los grandes de la poesía rusa del siglo XX.<br />
<br />
Contrasta este tipo de memorias, que mantiene un atinado equilibrio entre lo personal y lo público, con <i>Linterna mágica</i>, el libro en el que Ingmar Bergman se desnuda y, por continuar con la metáfora, nos planta sus partes íntimas a un palmo de la cara.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBwpDxq5vV2jN3B3S1GgukkwQvxWLTzr5He6dmh794_Lqks-TA8imfEz9tGmwZI4RPkZYrgzO_01XHUlMQzDAsvfEcYBihPxBVjZs15SxzFP891Y7re5L5Prwwqhb8vUSYPTvyC3j70-M/s1600/QIP3P5C.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBwpDxq5vV2jN3B3S1GgukkwQvxWLTzr5He6dmh794_Lqks-TA8imfEz9tGmwZI4RPkZYrgzO_01XHUlMQzDAsvfEcYBihPxBVjZs15SxzFP891Y7re5L5Prwwqhb8vUSYPTvyC3j70-M/s320/QIP3P5C.jpg" width="213" /></a></div>
<span id="goog_721894932"></span><span id="goog_721894933"></span><br />
Cuando vemos una película de Allen, Truffaut,
Kaurismaki o Almodóvar, por mencionar sólo unos pocos, no es difícil hacerse una idea bastante
aproximada de la personalidad del director. En algunos casos,
naturalmente, esa personalidad se revela de manera más pronunciada que
en otros, pero más allá del estilo personal de cada uno, más allá de
eso que los amigos de los clichés llaman el sello o el poso vital, hay unos tics, unas obsesiones y hasta un cierto olor que nos dice
mucho de la persona que ha creado esa obra. Sin embargo, obras como <i>El séptimo sello</i>, <i>Persona</i> o <i>El silencio</i> nos pueden sugerir, entre el sopor y el arrobo, que este sueco moreno y de rostro alargado era cualquier cosa menos un tipo alegre. Y apenas poco más. Lo que es seguro es que después de leer este libro, no se nos va a escapar un suspiro del estilo "ah, ojalá hubiera conocido a don Ingmar en persona". Al mismo Bergman, sin ir más lejos, no le gusta demasiado lo que recuerda.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>No reconozco a la persona que era yo hace cuarenta años. Mi desagrado es tan grande y el mecanismo de rechazo ha funcionado con tanta eficiacia, que difícilmente puedo vislumbrar la imagen. A este respecto, las fotografías no ayudan demasiado. Solamente nos muestran una persona disfrazada, alguien bien atrincherado. Si me sentía atacado respondía mordiendo como un perro asustado. No confiaba en nadie. Estaba dominado por una sexualidad que me obligaba a incesantes infidelidades y acciones compulsivas, torturado constantemente por el deseo, el miedo, la angustia y la mala conciencia.</i></blockquote>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJvXB8o5siXN6fJbYF8DRHRhb6eT1O6529obX0kHhAPO6UevxGTUYI5YzeuLc648sqLH8hPpZ8BjsdjPn82Z6vONfBRS4Z6MMwAxVPFbpt6mOdH9bq8lFZZOHqEDaXobJ8Pe5KK77no5g/s1600/b03bc-fanny10.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJvXB8o5siXN6fJbYF8DRHRhb6eT1O6529obX0kHhAPO6UevxGTUYI5YzeuLc648sqLH8hPpZ8BjsdjPn82Z6vONfBRS4Z6MMwAxVPFbpt6mOdH9bq8lFZZOHqEDaXobJ8Pe5KK77no5g/s400/b03bc-fanny10.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>El pastor Edvard Vergerus, inspirado en el padre del autor</i></div>
<br />
La lectura de <i>Linterna mágica</i> ha ido seguida de la película <i>Fanny y Alexander</i>, la última de sus grandes obras, que apenas recordaba ya. Quizá le habría sacado más jugo si hubiera cambiado el orden, dado que es más fácil reconocer la imagen en la página que la cita en el celuloide. No obstante, el carácter autobiográfico de la película, de todos conocido, es tan marcado que no resulta difícil rastrear los acontecimientos y personajes que inspiraron tantas escenas. En las primeras páginas, por ejemplo, nos encontramos con una de las escenas más impactantes de la película, aquélla en que el obispo, padrastro de Alexander, azota a éste sádicamente y lo humilla obligándolo a besarle la mano. Así nos habla Bergman de su propio padre:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Mi hermano lo pasó aún peor. Muchas veces mi madre se sentaba en su cama para curarle la espalda en la que los latigazos habían levantado la piel y marcado sanguinolentas estrías. Como yo aborrecía a mi hermano y temía sus violentos arrebatos de mal genio, sentía una gran satisfacción cuando lo castigaban tan severamente.</i></blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<i>Terminada la tanda de azotes, había que besar la mano de mi padre. Inmediatamente se comunicaba el perdón y el peso del pecado caía a tierra dando paso a la liberación y a la misericordia. </i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVpND0J3bfEDP97dAG-QJaLPf1OaAxGvjZviN7AkTXP2OHpEje3uCecibvfWDxTCySdL-PtANW_5YSPixE9pEFFoPcNA3sMHQu9-dnnoNSPURghf5XBykDRiL6JAFPzJRnjlWMuyUAUn8/s1600/5102c5e80f7021ce31dff78ba36cffa7.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVpND0J3bfEDP97dAG-QJaLPf1OaAxGvjZviN7AkTXP2OHpEje3uCecibvfWDxTCySdL-PtANW_5YSPixE9pEFFoPcNA3sMHQu9-dnnoNSPURghf5XBykDRiL6JAFPzJRnjlWMuyUAUn8/s400/5102c5e80f7021ce31dff78ba36cffa7.jpg" width="246" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Ingmar, por los años en que intentaba reventarle la cabeza a su hermano</i></div>
<br />
A juzgar por la escena en que Ingmar golpea a su hermano en la cabeza con una garrafa de cristal y éste le arrea un guantazo que le hace saltar dos dientes, podría parecer que el odio entre hermanos que menciona el autor era más pronunciado de lo habitual en familias no del todo bien avenidas. Pero en realidad ambos niños estaban unidos no sólo por lazos fraternales, sino sobre todo por el odio al padre. <br />
<br />
Nada más diferente de la relación de Berberova con su padre, a quien adoraba y al que, tras su exilio, sólo pudo volver a ver una vez.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Antes de la Segunda Guerra Mundial, [mi padre] realizó una corta carrera cinematográfica. En 1935, el realizador cinematográfico Kozíntsev se le acercó y le dijo: "Le necesitamos; necesitamos a un hombre como usted". "¿A mí?", pregntó mi padre. "No tengo experiencia ni talento". "Pero, con su barba, su cuello almidonado y su manera de andar, posee usted el estilo que necesitamos", le contestaron. "En Leningrado sólo quedan dos o tres personas de su clase. Ayer contratamos a una". Así fue como mi padre interpretó su primer papel, el de un hombre del antiguo régimen, al que liquidan al final de la película.</i></blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<i>En 1937, en una calle sucia y maloliente próxima al bulervar Sebastopol (...) fui a dar con una reducida célula comunista que organizaba proyecciones de películas soviéticas. (...) Me indicaron el lugar y la hora de la proyección de una de esas películas, pero me comunicaron que para poder comprar una entrada era necesario ingresar en la célula comunista y pagar la cotización anual. Lo hice en el acto. El día establecido, me encontré en una gran sala oscura, entre otros miembros de la célula que se hallaban muy exaltados.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkw_MgKCppBc6UWcPXAsFdZ3qzWpi2D_VW3gizArIyibxfgjtNkcGrmWlBXcaJulbUXelKKcRf7GnBCiilnZksIBBGHFay9qcggyOezRBIYb917xeWX8AOG8tZZVVNNYmnacBz5Rs7lFs/s1600/7805fd968b46b831c0a1828d04a85df8.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkw_MgKCppBc6UWcPXAsFdZ3qzWpi2D_VW3gizArIyibxfgjtNkcGrmWlBXcaJulbUXelKKcRf7GnBCiilnZksIBBGHFay9qcggyOezRBIYb917xeWX8AOG8tZZVVNNYmnacBz5Rs7lFs/s1600/7805fd968b46b831c0a1828d04a85df8.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>El exilio literario ruso en Berlín, 1923. Entre ellos, Berberova, Khodasevich, Bely y Muratov </i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
A continuación, Berberova nos describe una ridícula escena en la que un cerdo contrarrevolucionario intenta sabotear los planes de Lenin para sanear el presupuesto de Rusia. Un marinero analfabeto consigue reducirlo y arrestarlo, entre las ovaciones y los gritos de venganza por parte de los espectadores.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Ya en el exterior, le permitían detenerse un instante, en la entrada del Banco Estatal, para contemplar el canal Catalina y el horizonte de San Petersburgo encapotado por la lluvia. Su mirada recayó en mí, sentada en la sala parisina. Se lo llevaban, escoltado, y nunca más volvía verle. ¡Qué reencuentro, tras una separación de quince años! No todo el mundo puede gozar de la felicidad proporcionada por un encuentro semejante al nuestro, antes de separarse para siempre...</i></blockquote>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz6c9lYUVaJgOE1FkTj-ief687gFJRLg4EdO1RSteyjr-6mMwBWATAwPPkiAbTVLU4l9PiBlH2nazY14FyskoFZOWo_b-9R1KweoNs4_VPV3_Xj8_MEGUYhdB3PRMTWvLfM1Jo8UeU7EM/s1600/nina+y+1007875.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz6c9lYUVaJgOE1FkTj-ief687gFJRLg4EdO1RSteyjr-6mMwBWATAwPPkiAbTVLU4l9PiBlH2nazY14FyskoFZOWo_b-9R1KweoNs4_VPV3_Xj8_MEGUYhdB3PRMTWvLfM1Jo8UeU7EM/s640/nina+y+1007875.jpg" width="392" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> Nina Berberova y Vladislav Khodasievich</i></div>
<br />
La belleza de momentos como éste abundan en <i>La cursiva es mía</i>. Bergman, por su parte, reserva todo lirismo para las inolvidables páginas finales, en las que hace revivir a su madre para preguntarle todo aquello que en su día no pudo o no quiso.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Tengo que preguntarle algo importante, madre. Hace años, creo que fue en el verano de 1980, yo estaba sentado en mi silla en el cuarto de trabajo de Farö, el tiempo estaba lluvioso, una de esas lluvias serenas de verano que duran todo el día y terminan por no existir. Yo leía y escuchaba la lluvia. En ese instante sentí que usted estaba cerca de mí, a mi lado, podía extender la mano y coger la suya. No fue que me hubiera quedado dormido, lo sé seguro, ni siquiera fue una experiencia extraterrenal. Sabía que usted estaba conmigo, en la habitación. ¿O fue una ilusión? No acabo de entenderlo, ¡ahora tengo que preguntarle!</i></blockquote>
Ante la respuesta negativa de su madre, un Bergman desesperado insiste:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Nos hicimos amigos, ¿no nos hicimos amigos? ¿No invalidamos el viejo reparto de papeles madre e hijo y nos hicimos amigos? ¿Hablamos con sinceridad y confianza? ¿No fue así? ¿Llegué a entender su vida, estuve siquiera cerca de entenderla? ¿O no fue más que una ilusión lo de nuestra amistad? No, no crea que estoy embrollándome, aplastado por los reproches que me hago a mí mismo...</i></blockquote>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIJNvvGw1yiGtofHUTGdfYYyB1F7A7vaILiWkeyOciVU0es5KgUEZnW47ngBiHvX_eSl4GUzsRUvTVM2wZgq8HeSF0cMIF1WKDhN2WX5SPTZqXxUHyv6Eo3E-dYo6JLDaKPPhtFCFwItg/s1600/linterna372b09aae0d6b1b38381f3733c63782a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIJNvvGw1yiGtofHUTGdfYYyB1F7A7vaILiWkeyOciVU0es5KgUEZnW47ngBiHvX_eSl4GUzsRUvTVM2wZgq8HeSF0cMIF1WKDhN2WX5SPTZqXxUHyv6Eo3E-dYo6JLDaKPPhtFCFwItg/s640/linterna372b09aae0d6b1b38381f3733c63782a.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>La linterna mágica, en </i>Fanny y Alexander</div>
<br />
No obstante, como digo, estas emotivas páginas contrastan fuertemente con todo el resto, donde Bergman nos demuestra su talento para la infidelidad y donde, a primera vista, el amor no juega un papel demasiado importante. Ved lo que nos dice acerca del escándalo fiscal en el que estuvo implicado y al que dedica unas cuantas páginas. Habla el hombre de familia:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>No sé cómo reaccionaron mis otros hijos, teníamos poco contacto, por no decir ninguno. La mayoría pertenecía además a grupos izquierdistas y, por lo que después he podido saber, pensaron que su padre se lo tenía bien merecido.</i></blockquote>
Claro que tampoco puede decirse que Berberova derrochara un apasionado amor por la familia, por lo menos en su juventud. <br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>En aquella época, yo quería a muchas personas y me gustaban muchas
cosas, pero también era capaz de sentir odio. Detestaba, en particular,
todo cuanto oliera a "nido", a espíritu familiar, a maternidad.
Calentarse junto a alguien, acurrucarse contra él, buscar refugio se me
antojaba repugnante y humillante.</i> </blockquote>
Como si se tratara de una película llena de escenas desagradables, en ocasiones al lector de <i>Linterna mágica</i> le cuesta no apartar con asco la vista de la página, como cuando el autor nos describe en detalle su primera paja, nos narra cómo se quedó una noche encerrado en el depósito de cadáveres, donde yacía el cuerpo de una hermosa joven, o nos cuenta que un día se cagó en la cama, episodio que relata, por cierto, con gran maestría. El libro lo saqué de la biblio, pero no pude reprimirme de escribir en el margen ¡aaajjjj! (En lápiz, por supuesto).<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/abusPM-9mqQ" width="560"></iframe>
</div>
<div style="text-align: center;">
<i> La danza de la muerte, escena de</i> El séptimo sello<i>. Bergman nos cuenta una divertida anécdota</i></div>
<br />
Podría decirse que en Bergman el dolor nace de su propia experiencia familiar, religiosa y personal, mientras que Berberova, que se nos antoja una persona más capaz de saborear el placer, fue víctima de su tiempo. No se extiende mucho la autora sobre la Revolución, pero da la impresión de ser una de tantos millones que vieron traicionada su esperanza en un futuro mejor para Rusia. <br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Nadia trabaja ahora en la Checa -dijo tranquilamente mirándome con
simpatía- Se pasea con una cazadora de cuero y lleva revólver. El otro
día me la encontré por la calle y me dijo que había que fusilar a la
gente como yo, y eso es precisamente lo que se empeñan en hacer.</i></blockquote>
Más tarde, una Berberova indignada nos habla de la monstruosidad en que acabó convertida la Revolución, y cruza los dedos ante la fundada sospecha de un futuro de negacionismo y apología de aquellos crímenes.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Durante los años comprendidos entre 1950 y 1960, en la Unión
Soviética se tenía la costumbre de escribir que los emigrados "tenían
miedo" de las masas y que el concepto de pueblo revolucionario les hacía
temblar. No creo que Bunin, Záitsev, Tsvetáieva, Rémizov y Jodásievich
temieran a las masas. En cambio, sí tenían miedo, y no sin razón, de los
burócratas de la vida literaria. Esos servidores del régimen, que
también hacían las veces de críticos literarios, se apoderaron poco a
poco de </i>Tierra virgen roja<i>, convirtieron </i>Na Postu<i> en una herramienta de propaganda, contribuyeron a la clausura de </i><i>LEF
("Frente de izquierda"), el periódico de Maiakovski; enviaron a Pilniak
a presidio y provocaron su muerte, arruinaron la vida de Voronski,
mataron a Mandelstam, a Kliúiev, a Bábel y a muchos otros y acabaron por
perecer en las purgas estalinistas. Hay que confiar en que nadie les
rehabilite.</i></blockquote>
Pero ni las penurias, ni la guerra, ni la soledad e incomprensión por parte de una intelectualidad que apoyaba a Stalin consiguieron acabar con el sentimiento vital de esta pequeña y frágil mujer. <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhVh4vcqIu_Y6g-VKOhgzfve9NhPeMQdamx47k4foeRn63qqV8rtKfrUYNd4OQ8RHKQoQOMQFPUJ5hwcgbT7L1UYmgGFPsKijE-WmuTUut7gHzZr8hCvPgazyI39qYqswKsFhdnYsVVE/s1600/937.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhVh4vcqIu_Y6g-VKOhgzfve9NhPeMQdamx47k4foeRn63qqV8rtKfrUYNd4OQ8RHKQoQOMQFPUJ5hwcgbT7L1UYmgGFPsKijE-WmuTUut7gHzZr8hCvPgazyI39qYqswKsFhdnYsVVE/s1600/937.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> Andrei Bely, momentos antes de uno de sus ataques</i></div>
<br />
No obstante, como he señalado más arriba, es la descripción del París del exilio ruso y los retratos de sus protagonistas lo que da su verdadero valor a estas memorias. Las pinceladas que nos proporciona en ocasiones corroboran lo que ya sabíamos, como la tosquedad de Gorki, mientras que en otras ocasiones nos sorprenden, como al hablar de la grosería de Bunin. Entre estas sorpresas destaca Andréi Bely, autor de <i>Petersburgo</i>, considerada una de las obras maestras del siglo XX, y uno de los personajes más grotescos que se pasean por estas páginas.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>De repente, en su imaginación excitada por el vino, todos los comensales se convirtieron en un círculo de enemigos que esperaban su muerte, no creían en su santidad y acogían su sacrificio con sonrisas irónicas. Si histeria iba en aumento. (...) Le condujeron hasta la puerta. Quise estrecharle la mano para decirle, soimplemente, que, en mi opinión, era y seguiría siendo uno de los grandes escritores de nuestra época y que guardaría el recuerdo de nuestros encuentros como un tesoro. Al ver i intención de acercarme a él, Bely fue presa de una agitación violenta, echó la cabeza haca atrás y se dispuso a saltar como una pantera... </i></blockquote>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgluo1ISjKXuUwoWrLhUo1tdSgltrrkW36owuapjL2xPJwhja-z012HIazXRWMYsKUeHoIDZYcZ2pivp1vzSAow4DGLpsiHLwg6RfoJIGlyLr3eHcRryw2ToPld5Agi6l_8s7-CpCLoRTk/s1600/4d2e61ad97de63c1ed1b180eb554ca39.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgluo1ISjKXuUwoWrLhUo1tdSgltrrkW36owuapjL2xPJwhja-z012HIazXRWMYsKUeHoIDZYcZ2pivp1vzSAow4DGLpsiHLwg6RfoJIGlyLr3eHcRryw2ToPld5Agi6l_8s7-CpCLoRTk/s1600/4d2e61ad97de63c1ed1b180eb554ca39.jpg" /></a></div>
<br />
Ambos libros confluyen en un momento, y es el auge del nazismo, con el que tuvieron una relación radicalmente opuesta. Berberova vivió en persona la entrada del ejército alemán en París, y vio cómo la segunda esposa de Khodasievich era arrestada y deportada.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Los hombres ya habían sido detenidos en otoño, pero hasta entonces l situación no había afectado a las mujeres. Olga solía decir que no se llevarían a las mujeres ni a los ancianos. Detenían a todo elmundo, a jóvenes y a viejos, con o sin estrella.</i></blockquote>
El relato que sigue, con Berberova corriendo de un lado a otro para intentar ayudar a Olga, es estremecedor, y termina con la conversación que mantiene con un oficial de las SS.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>¿Es una mujer casada?</i><br />
<i>-No, viuda.</i><br />
<i>-¿Era judío el marido?</i><br />
<i>-No, ario.</i><br />
<i>-¿Hay documentos?</i><br />
<i>-Sí, sería fácil demostrarlo.</i><br />
<i>-Pero, ¿ella es judía?</i><br />
<i>-Se convirtió al cristianismo.</i><br />
<i>-No es un problema de religión, sino de raza.</i><br />
<i>-¿Qué significa eso?</i><br />
<i>-Significa que esa mujer puede volver a casarse y abrazar de nuevo la fe judaica.</i><br />
<i>-Tiene cincuenta años.</i><br />
<i>Aquí, reflexionó un instante.</i><br />
<i>-No -dijo-, imposible hacer nada. Si su marido aún viviera, sería distinto.</i></blockquote>
Posteriormente, en el capítulo "El cuaderno negro", su diario escrito durante la guerra, Berberova nos narra el interrogatorio al que fue sometida por la sección rusa de la Gestapo, y de nuevo tenemos un impagable retrato de la emigración rusa.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Tengo cuidado con los rusos de París. Son gente de extrema derecha,oscuros patanes,de edad avanzada, que forman la verdadera "generación olvidada" de la emigración. Entre ellos hay antiguos funcionarios de "la corte de Su Majestad Imperial" y del ministerio del Interior,ex miembros de la Unión del Pueblo Ruso, ex gobernadores que lograron salvarse de la Revolución, antiguos cuadros políticos de organizaciones paramilitares y bandas armadas. Ahora era "su turno", no el nuestro.</i></blockquote>
Más adelante, en un París liberado, Berberova es testigo de la humillación pública de una joven acusada de haber sido amante de un alemán.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/7GZ4pmVPVSQ" width="560"></iframe>
</div>
<div style="text-align: center;">
<i> Todos hemos visto las fotos, pero el vídeo es impactante</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Suecia no participó en la guerra, pero el nazismo si tocó muy de cerca a nuestro amigo, que a los dieciséis años se fue de intercambio a Alemania, a casa de un pastor protestante, padre de nueve hijos salidos de un catálogo del nacionalsocialismo.</div>
<blockquote class="tr_bq">
<i>En Weimar se iba a celebrar el día del Partido con un desfile gigantesco encabezado por Hitler. En la rectoría reinaba una actividad febril lavando y planchando camisas, sacando brillo a botas y correajes. (...) Llegamos a Weimar a las doce de la mañana. el desfile y el discurso de Hitler empezaban a las tres. La ciudad era un hervidero de excitación festiva, la gente, endomingada o de uniforme, paseaba por las calles. (...) Súbitamente se hizo el silencio, sólo se oía el chapoteo de la lluvia sobre los adoquines y las balaustradas. El Führer estaba hablando. (...) Al terminar el discurso todos lanzaron su Heil, la tormenta cesó y la cálida luz se abrió paso entre formaciones de nubes de un negro azulado.</i></blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<i>(...) Yo no había visto jamás nada parecido a este estallido de fuerza incontenible. Grité como todos, alcé la mano como todos, rugí como todos, amé como todos.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW4FgnSQht269gWHbLbQXndzsx5RvB2iNnAfVGFEDuoUo8d8gOKaUAvJuFXw2OtCiTZ4UcqpeshsRQ99vU_F1J0WPzHyPrNl7YX7k4vkEY6rmIJhHa94DvWarIs7IEUBUPeBhBviqXAL4/s1600/suecos+nazis+mo%25CC%2588te+1942.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="411" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW4FgnSQht269gWHbLbQXndzsx5RvB2iNnAfVGFEDuoUo8d8gOKaUAvJuFXw2OtCiTZ4UcqpeshsRQ99vU_F1J0WPzHyPrNl7YX7k4vkEY6rmIJhHa94DvWarIs7IEUBUPeBhBviqXAL4/s640/suecos+nazis+mo%25CC%2588te+1942.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> Nazis en Suecia, a principios de los 40</i></div>
<br />
Podríamos acharcarlo a de juventud, no sería el primero. Pero a Bergman no le duele la confesión:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Durante muchos años estuve de parte de Hitler, alegrándome de sus éxitos y lamentando sus derrotas. </i></blockquote>
Claro que tampoco era el único entre los suecos.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Mi hermano fue uno de los fundadores y organizadores del partido nacionalsocialista sueco, mi padre votó varias veces por los nacionalsocialistas. Nuestro profesor de historia era un entusiasta de "la vieja Alemania", el profesor de gimnasia asistía todos los veranos a los encuentros de oficiales que se celebraban en Baviera, algunos de los pastores de la parroquia eran criptonazis, los amigos de la familia manifestaban gran simpatía por "la nueva Alemania".</i></blockquote>
Ve uno algunas cosas de otra forma, ¿no?<br />
<br />
En fin, cotilleos, historia, traiciones, literatura, trapos sucios, amores, cine, violaciones, vendettas, pasión, guerra, confesiones, curiosidades, miserias. Si leer un libro de memorias es todo eso, imaginad leer dos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinPU0C1ICwgtLGREpLRdwlLO2zM61mAyy76G-oeqlufeLLy3i6e866fZfT4MRwsWKcf7yy8ll8O-fvTsbIKUWkpjMAuz3jg6twsYMU8jEiACZQSSgA6vwnkK0cT0ETpVkEBwOzJvI6A58/s1600/berberova_nina_nikolaevna_03.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinPU0C1ICwgtLGREpLRdwlLO2zM61mAyy76G-oeqlufeLLy3i6e866fZfT4MRwsWKcf7yy8ll8O-fvTsbIKUWkpjMAuz3jg6twsYMU8jEiACZQSSgA6vwnkK0cT0ETpVkEBwOzJvI6A58/s1600/berberova_nina_nikolaevna_03.jpg" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
Os dejo con una cita muy proustiana de Berberova.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>¿Qué me atraía de la poesía exactamente en aquella época? (...)
Quien, en su juventud, no haya experimentado dolorosamente la necesidad
de descubrir el sentido eterno de la medida y de la belleza, permanecerá
para siempre insensible a esa llamada.</i></blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<i>Ese sentimiento no es el
fruto de un proceso lógico. Su origen se halla en los repliegues más
secretos y profundos del corazón humano, lejos de la agitación siniestra
o irrisoria que nos rodea. Una loca noche de embriaguez está a mil
leguas del amor, de la pena y de la desolación que conforman la esencia
de la vida nocturna. La eternidad puede revelársenos en el estribo de un
autobús. Podemos entrever la visión fulgurante de la fragilidad de las
cosas en la taquilla del correo o descubrir el carácter efímero de
nuestra vida al mirar un calendario en la sala de espera de un
consultorio.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6979080442228875850.post-19213270375939375892017-01-13T12:40:00.001-08:002017-01-13T12:40:39.088-08:00Tristes trópicos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZvROVeQKGbQW_QfeVJ-cb31S5srODzEfq5C_Tsx9MCjXEq8lEEJQY0e-X91SmKFIT5G61ypDqJ0Wus63ODYG-zw3ujssH-u9OujPc7hKVkjSTEnjq_f5CAR6e5fraiNQQjdeyrZhBPCo/s1600/portadaL._SX330_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZvROVeQKGbQW_QfeVJ-cb31S5srODzEfq5C_Tsx9MCjXEq8lEEJQY0e-X91SmKFIT5G61ypDqJ0Wus63ODYG-zw3ujssH-u9OujPc7hKVkjSTEnjq_f5CAR6e5fraiNQQjdeyrZhBPCo/s320/portadaL._SX330_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" width="212" /></a></div>
<br />
<br />
En una ocasión, cuando se encontraba entre los indios caduveos, Lévi-Strauss distribuyó, como quien reparte caramelos entre los niños, papel y lápices con los que, nos cuenta, al principio los indígenas no hicieron nada.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Después, un día, los vi a todos ocupados en trazar sobre el papel líneas horizontales onduladas. ¿Qué querían hacer? Tuve que rendirme ante la evidencia: escribían, o más exactamente, trataban de dar al lápiz el mismo uso que yo le daba, el único que podían concebir, pues no había aún intentado distraerlos con mis dibujos. Para la mayoría, el esfuerzo terminaba aquí.</i></blockquote>
<br />
Resulta fácil imaginar a los indígenas entretenidos intentando imitar a ese blanco que desde hace unos días se ha unido a la tribu, que va vestido tan raro y que se pasa las horas escuchando y llenando de extrañas rayas un cuaderno de notas. Pero lo interesante viene ahora.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Pero el jefe de la banda iba más allá. sin duda era el único que había comprendido la función de la escritura: me pidió una libreta de notas; desde entonces, estamos igualmente equipados cuando trabajamos juntos. Él no me comunica verbalmente las informaciones, sino que traza en su papel líneas sinuosas y me las presenta, como si yo debiera leer su respuesta. Él mismo se engaña un poco con su comedia; cada vez que su mano acaba una línea, la examina ansiosamente, como si de ella debiera surgir la significación, y siempre la misma desilusión se pinta en su rostro. Pero no se resigna, y está tácitamente entendido entre nosotros que su galimatías posee un sentido que finjo descifrar; el comentario verbal surge casi inmediatamente y me dispensa de reclamar las aclaraciones necesarias.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1g05fDdLux7hbEX-21RVZSecJgVIJjjvL58RDgAkqorIGO37TcswiKhDgml4KxQoPEhcB1Wc8wih1fq5zPnLDHj8yYL92LTru4hjgCWLs2HeF1h1ujt-pnbADl-v2L4RwmMBSmi0KFBg/s1600/12.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1g05fDdLux7hbEX-21RVZSecJgVIJjjvL58RDgAkqorIGO37TcswiKhDgml4KxQoPEhcB1Wc8wih1fq5zPnLDHj8yYL92LTru4hjgCWLs2HeF1h1ujt-pnbADl-v2L4RwmMBSmi0KFBg/s400/12.jpg" width="301" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Un indígena bororo</i></div>
<br />
Acto seguido, nos cuenta el autor, el jefe reunió a la tribu, sacó un papel cubierto de sus garabatos y fingió leerlo. Con esta pantomima, el jefe adjudicaba la lista de objetos que Lévi-Strauss debía dar a cada miembro de la tribu a cambio de los regalos ofrecidos, y conseguía, sobre todo, asombrar a sus compañeros, demostrarles que sólo él era capaz de entender y participar de la magia de la escritura, y consolidar así su autoridad sobre ellos.<br />
<br />
Esta fascinante anécdota lleva al autor a reflexionar sobre el papel que la escritura ha tenido en el progreso, y sus conclusiones resultan sorprendentes.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Bien podría concebirse [la escritura] como una memoria artifical cuyo desarrollo debería estar acompañado de una mayor conciencia del pasado y, por lo tanto, de una mayor capacidad para organizar el presente y el porvenir, [mientras por otro lado] pueblos sin escritura, que, impotentes para retener el pasado más allá de ese umbral que la memoria individual es capaz de fijar, permanecerían prisioneros de una historia fluctuante a la cual siempre faltaría un origen y la conciencia durable de un proyecto.</i></blockquote>
<br />
Lévi-Strauss no acepta esta idea tan aceptada y manida, y aduce el ejemplo del neolítico, una de las fases más creadoras de la historia.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>En el neolítico, la humanidad cumplió pasos de gigante sin el socorro de la escritura; con ella (la escritura), las civilizaciones históricas de Occidente se estancaron durante mucho tiempo. (...) Sin duda, mal podría concebirse la expansión científica de los siglos XIX y XX sin escritura. Pero esta condición necesaria no es suficiente para explicar el hecho.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXgB6GmsNGqRpsm-DbGDUhHccE_FKx0HGK2EqZSZ9AWvC60Vyd8Zlchj_fx_VTDk1b-ilb6HB5vDLvKEb60NWAjTlVEKD4omj_oi2AS8mWhNtJgbdZh0LNG9jG2E11k1umf3J9DpBZLS8/s1600/6a00d8341ce44553ef012875a4626c970c-500wi.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXgB6GmsNGqRpsm-DbGDUhHccE_FKx0HGK2EqZSZ9AWvC60Vyd8Zlchj_fx_VTDk1b-ilb6HB5vDLvKEb60NWAjTlVEKD4omj_oi2AS8mWhNtJgbdZh0LNG9jG2E11k1umf3J9DpBZLS8/s1600/6a00d8341ce44553ef012875a4626c970c-500wi.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Una familia poligámica nambiquara</i></div>
<br />
Pero el etnógrafo va aún más allá.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>El único fenómeno que [la escritura] ha acompañado fielmente es la formación de las ciudades y los imperios, es decir, la integración de un número considerable de individuso en un sistema político, y su jerarquización en castas y en clases. Tal es, en todo caso, la evolución típica a la que se asiste, desde Egipto hasta China, cuando aparece la escritura: parece favorecer la explotación de los hombres antes que su iluminación. (...) Si mi hipótesis es exacta, hay que admitir que la función primaria de la comunicación escrita es la de facilitar la esclavitud.</i></blockquote>
<br />
He creído conveniente citar de manera extensa este pasaje como ejemplo de lo que el lector se encuentra en este fascinante clásico, no ya de la etnografía ni la antropología, sino de la literatura. Partiendo de su observación de unas comunidades que, en la mayoría de los casos, jamás han mantenido ningún tipo de contacto con la "civilización", Claude Lévi-Strauss (1908-2009) reflexiona sobre sus viajes anteriores, sobre la historia, la política, el arte, las ciudades o la psicología, entre otros muchísimos temas. Se trata de unas reflexiones que uno quizá no siempre comparta, y algunas de ellas, como su severo juicio al Islam, sorprenden (¿o quizá no?) por su franqueza y severidad, pero de lo que no cabe duda es de que su pensamiento es siempre brillante, original y, con frecuencia, provocador, y consigue que este lector caiga rendido, abrumado y maravillado.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<br />
En el panteón de las primeras frases inolvidables, allí, junto a <i>Llamadme Ismael</i> o <i>Todas las familias felices</i>, figura la irónica afirmación de este explorador, científico, antropólogo y aventurero, que abre la obra de esta guisa:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Odio los viajes y los exploradores.</i></blockquote>
<br />
No satisfecho con ello, el autor continúa su diatriba, extendiéndola a las conferencias y los librosde viajes. Desde el primer momento nos conquista, no sólo por su estilo fresco y un tanto lenguaraz, sino por el modo en que sus palabras y sus ideas sobre el viaje y la aventura parecen haber sido escritas ayer mismo. Naturalmente, la idea de que ya no quedan aventuras en el mundo lleva repitiéndose desde hace décadas, si no siglos, pero el argumento de Lévi-Strauss no se limita a lamentar la desaparición de lugares por descubrir, sino al espíritu de los tiempos, y en estas primeras páginas no habla tanto de la experiencia del viajero como de los que bebemos con avidez y creemos iluminarnos con el fruto de esa experiencia. Unas líneas más abajo veréis en qué términos los hace.<br />
<br />
En esta primera sección, titulada "El fin de los viajes", se manifiesta ya el tono elegíaco del libro, tono que está presente hasta el mismo final, donde cuestiona con amargura el valor de todo lo experimentado y escrito. Así, en el último capítulo, "El regreso", nos confiesa:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>En este oficio, el investigador se atormenta: ¿ha abandonado quizás a sus amigos, su medio, sus costumbres; ha comprometido su salud tan sólo para hacer perdonar su preencia a algunas docenas de desgraciados condenados a una extinción próxima, principalmente ocupados en despiojarse y en dormir, y de cuyo capricho depende el éxito o el fracaso de su empresa?</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<i>La siesta de los nambiquara, la tribu más "primitiva" que estudió</i></div>
<br />
Lévi-Strauss establece una analogía entre el viaje y los ritos de iniciación, tan comunes en sociedades tribales. Como es sabido, dichos ritos cumplen la función de permitir la entrada del joven en el mundo adulto o de otorgarle un poder, como puede ser, entre otros, adquirir sabiduría o alcanzar el favor de un espíritu animal que le proteja o le confiera ciertos privilegios. El rito de iniciación, sin embargo, parte de una curiosa paradoja:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Del grupo aprenden su lección los inidividuos; la creencia en los espíritus guardianes es un hecho del grupo, y la sociedad toda entera es la que señala a sus miembros que para ellos no existe oportunidad alguna en el seno del orden social si no es al precio de una tentativa absurda y desesperada para salir de él.</i></blockquote>
<br />
<i> </i>Y como bien señala, tanto el rito como esa misma paradoja pueden observarse en nuestra sociedad.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>También a nuestros adolescentes, desde la pubertad, se les da venia para obedecer a los estímulos a los cuales todo les somete desde la primera infancia, y para franquear de cualquier manera la influencia momentánea de su civilización. Puede ser hacia arriba, por la ascensión de alguna montaña, o hacia lo profundo, descendiendo a los abismos; también horizontalmente, aventurándose hasta el corazón de regiones lejanas. Finalmente, la desmesura que se busca puede ser de orden moral, como ocurre en aquellos que voluntariamente se exponen a situaciones tan difíciles que los conocimientos actuales parecen excluir toda posibilidad de supervivencia</i>.</blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<br />
¿Sigue teniendo validez tal afirmación? Sería interesante saber si, a la embarazosa vista de nuestros
adolescentes cuarentones, el etnólogo se replantearía algunas de sus
teorías. En todo caso, si, como a mí, os cuesta reconocer en este párrafo a nuestros jóvenes, el autor nos da a continuacion un ejemplo esclarecedor.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Como en nuestro ejemplo indígena, el joven que durante algunas semanas o meses se aísla del grupo para exponerse, ya con convicción y sinceridad, ya, por el contrario, con prudencia y astucia (...), a una situación excesiva, vuelve dotado de un poder que entre nosotros se expresa por artículos periodísticos, importantes tiradas y conferencias en salas de prensa repletas, pero cuyo carácter mágico se encuentra atestiguado por el proceso de automistificación del grupo. (...) Pobre presa cazada en las trampas de la civilización mecánica, ¡oh, salvajes de la selva amazónica!, ¡tiernas e impotentes víctimas!; puedo resignarme a comprender el destino que os anonada, pero de ninguna manera a ser engañado por esta brujería más mezquina que la vuestra, que ante un público ávido enarbola álbumes en </i>kodachrome <i>en reemplazo de vuestras máscaras destruidas.</i></blockquote>
<br />
Y si no habéis tenido bastante, aquí tenéis otro ejemplo más de la maravillosa prosa de este antropólogo:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Predecesor pulido de estos matorraleros, ¿fui entonces el único a quien sólo cenizas quedaron en las manos? ¿Solamente mi voz daba testimonio del fracaso de la evasión? Como el indio del mito, fui tan lejos como la tierra lo permite, y cuando llegué al fin del mundo interrogué a los seres y a las cosas para encontrar su misma decepción. </i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<i> Taperahi, el jefe tupí-kawaíb, y Kunhatsin, su mujer principal</i></div>
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No busquéis, pues, en este autor los lugares comunes que idealizan las sociedades indígenas mientras ponen a parir a Occidente. Y mira que habría podido hacerlo, pues sus experiencias entre "salvajes" tenían lugar en el mismo momento en que en el mundo civilizado se gaseaba a seis millones de personas. Pero Lévi-Strauss consideró, sabiamente, que pasarse años comiendo larvas, durmiendo al raso y con los pies cubiertos de llagas, merece un fruto más digno que un puñado de tópicos. Así, al final de su estancia entre los bororo, una tribu organizada alrededor de unos curiosos conceptos de simetría y reciprocidad, el autor sentencia:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>¿Qué queda de todo eso? ¿Qué es lo que subsiste de las mitades, de las contramitades, de los clanes, de los subclanes, frente a la comprobación que las observaciones recientes parecen imponernos?(...) Tres sociedades que, sin saberlo, permanecerán para siempre distintas y aisladas, prisioneras de una soberbia disimulada a primera vista por instituciones engañosas, de tal manera que cada una de ellas es la víctima inconsciente de aritificios a los cuales ya no puede descubrirles un objeto. Los bororo se han esforzado en vano por desarrollar sus sistema en una prosopopeya falaz, no consiguieron desmentir esta realidad mejor que otros: la representación que una sociedad se hace de la relación entre los vivos y los muertos se reduce a un esfuerzo para esconder, embellecer o justificar, en el plano del pensamiento religioso, las relaciones reales que prevalecen entre los vivos.</i></blockquote>
Si después de este párrafo pensáis que ya sabéis por dónde va el autor en su condena del relativismo moral y que, partiendo de esa postura, nada que diga os puede sorprender, os llevaréis un soberbio chasco cuando leáis lo que tiene que decir acerca de la antropofagia.<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<i>Debemos persuadirnos de que si un observador de una sociedad diferente considerara ciertos usos que nos son propios, se le aparecerían con la misma naturaleza que esa antropofagia que nos parece extraña a la noción de civilización. Pienso en nuestras costumbres judiciales y penitenciarias. Estudiándolas desde fuera, uno se siente tentado a oponer dos tipos de sociedades: las que practican la antropofagia, es decir, que ven en la absorción de ciertos individuos poseedores de fuerzas temibles el único medio de neutralizarlas y aun de aprovecharlas, y las que, como la nuestra adoptan lo que se podría llamar la </i>antropoemia <i>(del griego </i>emein<i>, "vomitar"). Ubicadas ante el mismo problema han elegido la solución inversa, que consiste en expulsar a esos seres temibles fuera del cuerpo social, manteniéndolos temporaria o definitivamente aislados, sin contacto con la humanidad, en estableciemientos destinados a ese uso. Esta costumbre inspiraría profundo horror a la mayor parte de las sociedades que llamamos primitivas; nos verían con la misma barbarie que nosotros estaríamos tentados de imputarles en razón de sus costumbres simétricas.</i></blockquote>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<i> Portada de la primera edición</i></div>
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<i>Tristes trópicos</i> es así de principio a fin. Un libro profundo, provocador, poético, que tiene mucho más de divagación personal sobre casi todo, que de tratado de antropología. Sin duda fue un gran acierto por parte del antropólogo belga dejar reposar sus experiencias y notas durante quince años, hasta su redacción final y publicación en 1955, pues la pátina final que cubre a <i>Tristes trópicos</i> no es sólo la del tiempo y la nostalgia, sino sobre todo la de la reflexión, la perspectiva, la madurez y cierto desencanto quizá inevitable al acercarse a la cincuentena. Considerando los recuerdos de mis propios viajes, me doy cuenta de que se ajustan perfectamente al viejo adagio sobre los libros, a saber, que con cada relectura nos encontramos con un libro diferente al que leímos hace diez años. Así, dejando de lado en qué momento de nuestra vida hicimos el viaje, nuestro recuerdo y nuestro balance, que nunca será definitivo, varían con los años. Por ello, el viaje a la India que recuerdo hoy no es el mismo viaje que recordaba al año siguiente de mi regreso. Lástima que me dejara en España el cuaderno de notas.<br />
<br />
Desconozco qué habrá sido de los bororo, los mundé o los nambiquara, pero se me ocurre que el destino que les vaticina Lévi-Strauss es al mismo tiempo, de manera cruel, el triunfo de esta obra: quizá esas vidas, esos mitos, esas costumbres sólo continúen vivos en estas páginas.<br />
<br />
Mi año lector no podía haber empezado mejor. Una joya.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />El niño vampirohttp://www.blogger.com/profile/05645576743719521209noreply@blogger.com2