Asentí con vaguedad. El norteamericano cincuentañero seguía hablando, mientras su novio lo escuchaba con devoción.
-Era un escritor europeo. Escribió un libro que se llamaba La Metamorfosis. En ese libro, el protagonista se convierte de repente en una cucaracha, y toda su familia siente asco y repugnancia. La cucaracha vive encerrada en su habitación, muerta de miedo y de vergüenza, mientras su familia intenta seguir con su vida normal y olvidarse de él.
Hice un gesto que intentaba expresar interés al tiempo que familiaridad con la historia.
-Este escritor, Kafka, era homosexual. En ese libro refleja el trauma que supone para él salir del armario, y el rechazo que provoca en su familia, además del terror que le inspiraba la figura del padre, y su sensación de que, revelando su homosexualidad, le había fallado.
El título original en inglés de este libro es Kafka for beginners. Supongo que los editores consideraron que Kafka para principiantes provocaría rechazo en el cultísimo mercado español, y se inclinaron por un Kafka mondo y lirondo. La verdad sea dicha, el libro está tan indicado para "principiantes" como para iniciados en el kafkismo (todo sea por no decir universo kafkiano), a quienes nos da ganas de volver a releer (valga la redundancia) toda su obra. ¿Y para expertos? No such thing. Se llaman pedantes.
Kafkiano. El ubicuo y eterno praguense es hoy un adjetivo. No se sabe hasta qué punto eso es un honor, pero es algo que sucede con pocos autores. Dantesco. Y lo que los autores Crumb y Mairowitz se proponen es contarnos la historia de este adjetivo. Algo tan sencillo como quién era Kafka, cómo eran sus historias, y en qué se ha convertido.
Praga, el judaísmo, el Talmud, los asimilados, el jasidismo. De ahí viene Kafka.
El libro (que, por cierto, llegó el momento de decirlo: es genial) combina novela gráfica, ensayo y biografía. Asombra la naturalidad con que fluyen y se combinan los diferentes géneros. La vida de Kafka se diluye en su obra, que, a su vez, se reconstituye de nuevo en la vida de su creador.
Las ilustraciones de Crumb captan el tono perfecto para reflejar el desconcierto y la impotencia (son las sensaciones que a mí siempre me ha transmitido Kafka, más que los consabidos horror y angustia) de Samsas y Kas. Y el guión (doy por supuesto que es de Mairowitz) mezcla la dosis justa de erudición, historia y espeulación.
Hay escritores buenos, escritores grandes, escritores enormes y escritores... ¿descomunales? Digamos de otro nivel. Shakespeare es uno. Kafka es otro. ¿Quién más? ¿Homero? El caso es que aquí viene el único pero que se le puede poner a este libro. La obra de Kafka es mucho más que su vida. O podríamos decir que la obra de Kafka no tiene nada de la vida de Kafka. Estos escritores de otro nivel no necesitan exégesis basadas en su biografía. Son aptos para todos los lectores, relevantes en todas las épocas, inmensos como la biblia, eternos como la coca-cola. Shakespeare es tan grande que en él encuentran lo que buscan marxistas, feministas, ecologistas, freudianistas... Lo mismo con Kafka. Para esa pareja de homosexuales norteamericanos que conocí en un albergue de la isla de Ometepe, en el Lago Nicaragua, estaba clarísimo. La Metamorfosis es una novela gay.