Andaba yo rastreando las estanterías de casa de mi madre, cuando me encontré con este libro, en la edición de 1961 que veis en la imagen, de esas que tienen el borde de las páginas de color - en este caso azul -, y me dije que parecía interesante.
Sinclair Lewis es uno de esos autores que en su día llegó a lo más alto que se puede llegar en literatura, y que, cuando apenas han pasado 60 años desde su muerte, ha quedado prácticamente olvidado. Alguna de sus obras más conocidas, como Babbitt o la que nos ocupa, se siguen reimprimiendo en Los Estados Unidos, pero desde luego en España es un perfecto desconocido. Sin embargo, Lewis fue el primer escritor estadounidense galardonado con el premio Nobel de literatura (premio que el año anterior le fue otorgado a Thomas Mann y, el siguiente, a Erik Axel Karlfeldt; las veleidades de la Academia no son algo reciente).
Me gusta que los escritores tengan una cara interesante. He aquí la de Lewis.
Tras unos inicios literarios no demasiado prometedores, escribiendo poemas y relatos por aquí y por allá, en 1920 Lewis dio por fin con la fórmula y publicó Main Street (Calle Mayor), un retrato ácido y realista de una pequeña ciudad norteamericana de provincias, novela que causó sensación y con la que en pocos años se hizo millonario. A Main Street le seguirían Babbitt, considerada su obra maestra, Elmer Gantry o It can't happen here. En ellas, a través de personajes como periodistas, agentes inmobiliarios o pastores evangélicos, Lewis criticaba la América puritana, provinciana e intolerante.
¿Y qué puedo decir de It can't happen here? Pues un par de cositas.
La novela nos relata la hipotética implantación de un régimen fascista en los Estados Unidos. En este sentido, parece compartir la idea central de La conjura contra América, de Philip Roth. Las diferencias entre ambas, sin embargo, son notables. Así, mientras Roth escribió su novela con la perspectiva que le dan los casi ochenta años transcurridos desde el momento de la narración, Lewis fue escribiendo la suya al tiempo que el corazón de Europa se lanzaba de cabeza a la orgía del nacionalsocialismo. It can't happen here fue publicada por primera vez en 1935, es decir, en pleno auge del nazismo. Podría decirse que mientras Roth crea una excelente ficción a partir de un "¿qué hubiera pasado si?", lo que se da en llamar una ucronía, Lewis, por su parte, y salvando las distancias, se acerca más a la literatura distópica de Orwell o Huxley, con la desventaja de que situaba su distopia en el futuro más inmediato.
Lewis construye su historia alrededor de Doremus Jessup, periodista de firmes princpios éticos y democráticos, que asiste con horror al ascenso al poder de Buzz Windrip, racista y populista hasta la náusea (una de sus promesas elctorales es entregar 5.000$ al año a cada ciudadano), y no tarda en ver confirmados sus peores temores respecto al personaje, declarado admirador de Hitler y Mussolini.
La fecunda imaginación del autor nos proporciona algunas sorpresas, como cuando, en el paroxismo antigermánico que se había desencadenado en el país durante la Primera Guerra Mundial, nos cuenta a través de Jessup que, por ejemplo, la palabra "sauerkraut" fue sustituida por "liberty cabbage", y alguien propuso poner el mismo epíteto a las "German measles" (sarampión), que pasarían a llamarse "Liberty measles". ¡Quién le iba a decir a Lewis que en el siglo XXI, y a raíz de la guerra de Irak, algunos llamarían a las "French fries" (patatas fritas) "freedom fries"! ¡Y qué decir de la ironía con que el autor, imaginando un mundo imposible, nos habla de las escuelas donde se prohibe la enseñanza de la evolución!
El problema con Sinclair Lewis es que, por mucho premio Nobel que recibiera, no me parece un gran escritor. Sin duda sabe contar historias entretenidas (he leído posteriormente la sinopsis de la novela, y la verdad es que, sobre el papel, parece muy interesante y entretenida), y es muy bueno retratando la sociedad norteamericana de su época, pero, simplemente, carece de estilo. Lewis fue contemporáneo de Steinbeck, Faulkner, Dos Passos o Hemingway, cada uno de los cuales, aparte ser de grandes escritores y haber creado un estilo propio, metieron la literatura norteamericana de lleno en el siglo XX. Lewis, en mi opinión, sigue anclado en la tradición decimonónica, aunque a diferencia de los grandes autores de folletines, sus personajes no consiguen conmovernos.
Así, lamento decir que he escrito una reseña de una novela que no he conseguido terminar. Le he dado cien páginas de gracia, no me ha enganchado, y he decidido lanzarme de lleno a la tercera parte de la trilogía de Rezzori que, ésa sí, me ha atrapado desde la primera línea.
Quiero añadir, a modo de curiosidad, que en esta novela de Sinclair Lewis se basaron los creadores de V, ni más ni menos, la mítica serie de los 80. Vivir para ver.