domingo, 24 de julio de 2011

Ronda nocturna, de Mijaíl Kuráyev

Este libro es una de esas joyas que Acantilado recupera para el mercado español. Y la historia de su gestación es de ésas que a mí me gustan. A Kuráyev, que antes de escritor fue guionista, le tocó, una noche de 1962, víspera del 1º de mayo, hacer en los estudios cinematográficos donde trabajaba una de esas guardias obligatorias que todo buen ciudadano soviético tenía que hacer. En esa guardia conoció a un miembro de la policía política que se pasó la noche contándole historias sobre su trabajo. Y en esas historias está el origen de esta nouvelle de apenas 100 páginas.
Kuráyev recogió esas historias en un borrador de un puñado de páginas, y no hizo nada más con ellas porque, según él, no escribe más que para sí mismo. Un cuarto de siglo más tarde, sin embargo, la revista "Novyi Mir" le propuso publicar el texto, momento en el que Kurayev lo amplió y pulió hasta conseguir esta pequeña maravilla.


Ronda nocturna, que tiene el subtítulo de Nocturno para dos voces con la participación del camarada Polubolótov, sereno a cargo de la seguridad del perímetro exterior, es efectivamente una novela a dos voces con forma de monólogo. Por una parte tenemos la voz poética que canta a la belleza de las noches blancas peterburguesas, voz que de la manera más inopinada se transforma en la voz de la policía política:

"...uno está dispuesto a creer que desde allá vendrá el nuevo día, y que éste será más puro y más claro que todos los días que ya han pisado la tierra. Es una certeza que serena el alma. Una certeza que pide dejar correr el tiempo en paz",

para, en el párrafo siguiente:

"...Lo pensaba y me decía: ¡sí que estaría bien salir en una noche así a hacer un registro o a detener a alguien!"

Kuráyev no deja claro de quién es la otra voz, la que de hecho calla; no aclara quién es ese interlocutor al que apela el rapsoda del NKVD. Desde luego podría ser el autor mismo aquella víspera del primero de mayo. Por el contrario, hay quien sugiere que se trata de la ciudad de San Petersburgo, y, ciertamente, el libro es un apasionado canto a la ciudad, con líricas descripciones de sus noches, pero también con detalladas direcciones de algunos de los arrestos mencionados, así como incursiones en la terrible crueldad de que fueron testigo sus calles y plazas en tiempos de los zares, o jugosísimas anécdotas de algunos de sus habitantes más insignes. Por otra parte, podría uno pensar que esa segunda persona que utiliza el narrador es bastante revelador, siendo como es  Ronda nocturna una novela sobre la culpa y, más concretamente, sobre el modo en que ciudadanos que además de ejemplares eran bellísimas personas ejercían su ejemplaridad denunciando y colaborando en la represión.

Los "cuervos", las siniestras furgonetas utilizadas para los arrestos

En la gran tradición rusa, la novela tiene mucho de sátira y de grotesco, y en ocasiones recuerda a Dovlátov, que tan bien supo recrear lo ridículo y surrealista de una Unión Soviética en pleno proceso de desmoronamiento. Una de las escenas más memorables es aquélla en que el narrador y sus ayudantes reciben una orden de arresto, y se encuentran con que, al haberla recibido de palabra y no por escrito, nadie quiere hacerse cargo del detenido. Menos graciosa es la escena del primer arresto que realiza el narrador, de la que no voy a revelar más, pero sí diré que es hermosa y terrible. Difícil de olvidar es, sobre todo, la finalidad para la que el narrador empleaba los interrogatorios, tanto más cuanto que es, no nos cabe duda, una historia absolutamente real.
Niega Kuráyev que escribiera una crítica contra el estalinismo o contra el poder, y que tan sólo buscaba agradarse a sí mismo. Que es el mejor modo de gustar a muchos. 

2 comentarios:

  1. Maravilloso libro que compre al leer esta entrada tuya, por eso paso por aqui para darte las gracias...

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  2. No sabes cómo me alegra tu comentario, de verdad.
    Un saludo

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