viernes, 27 de agosto de 2010

Kaputt, de Curzio Malaparte

Libros como este o Suite française ponen en cuestión la necesidad de una perspectiva histórica para escribir sobre grandes acontecimientos. Y es que ambos fueron escritos "sobre la marcha", durante la guerra misma, y concluidos antes de que se supiera cuál iba a ser el destino del mismo. Ninguna de las dos entra en las cuestiones del porqué ni del cómo hubiera podido evitarse. Y sin embargo, o más bien por eso mismo, pocas obras consiguen ofrecer un fresco tan vívido de la contienda. 
Curzio Malaparte parece haber sido una persona tan interesante como su propio nombre. Diplomático y corresponsal de guerra, fascista en su juventud y maoísta en su senectud, y encarcelado varias veces por Mussolini, a la vez que amigo de su yerno, Galeazzo Ciano, quien le ayudó a salir de prisión.
El narrador de Kaputt es el mismo Malaparte, el mismo corresponsal de guerra y diplomático que se codea con príncipes y generales y comparte sauna con el mismísimo Himmler. 
Tiene razón Kundera al decir, en la contraportada, que el autor "encontró una forma que es una completa novedad y que le pertenece solo a él". Kaputt nos puede recordar en algunos momentos a Caballería Roja de Issak Babel. El escritor ucraniano se sirvió de una sucesión de viñetas para retratar el horror y el absurdo de la guerra civil rusa. Malaparte utiliza esa técnica sólo parcialmente. En Kaputt nos movemos de Estocolmo a Bucarest o Helsinki pasando por Smolensk, y el autor no considera necesario darnos una explicación de sus movimientos ni una fecha de los mismos. Las viñetas de la guerra que nos ofrece Malaparte son considerablemente más largas que las de Babel, y en ellas tenemos siempre la voz del autor, que se convierte en narrador tanto para sus lectores como para sus personajes. Malaparte cuenta historias que ha oído o relata sucesos que ha presenciado, y en estas historias reside la fuerza de esta novela. Ningún lector podrá olvidar una de las primeras escenas, los caballos en el lago, o la última, dantesca, apocalíptica, en una cueva de Nápoles. Y entre una y otra, asistimos a uno de los primeros pogromos en Rumanía, a hordas de gitanos desvalijando cadáveres, al ataque de perros kamikaze en el frente ruso, a los soldados alemanes que han perdido los párpados, a una patrulla alemana en alerta por la captura de una salmón,  o a una curiosa descripción de los testículos de Himmler.
Naturalmente, no es una novela redonda. La voz de Malaparte, con su sabiduría y buen estar, puede llegar a cargar. Además, algunas de las escenas entre princesas y generales, sobre todo hacia el final, llegan a hacerse tediosas.
Todo ello, sin embargo, son pequeños defectos que contribuyen a hacer de Kaputt un libro menos "literario" y más humano. Un fascinante documento y una lectura de las que no se olvidan. 


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