jueves, 2 de febrero de 2012

Medallones, de Zofia Nalkowska

Creo haber leído en alguna parte una entrevista con Solzhenitsin en la que este se refería a una conversación que tuvo con Philip Roth. En esa conversación, Roth lamentaba su suerte y envidiaba las desventuras que le había tocado vivir al escritor ruso y a tantas otras víctimas de persecuciones y regímenes totalitarios. El motivo de esa envidia era que, según Roth, nadie que no haya vivido aquellos horrores en su propia carne podría jamás describirlos adecuadamente, ni tendría autoridad moral para hacerlo. He buscado alguna referencia a esa entrevista en la red, y no he encontrado nada, por lo que no sé si concluir que no se trata de Solzhenitsyn -o Roth-, que la he imaginado, o que, simplemente, no está en la red. Sin embargo, imaginaria o no, la historia viene a cuento de este libro, porque, visitando blogs donde lo reseñan, me encontré con alguna crítica negativa basada en un razonamiento parecido: conociendo los testomonios de Primo Levi, Elie Wiesel, Kertesz o Shalamov, entre muchos otros, ¿qué puede aportar este libro escrito por alguien que no sufrió la tragedia en sus propias carnes? O dicho de otra forma, ¿puede un testigo describir el horror igual que una víctima?
Pues sí. Y de manera magistral. 

Ilse Koch, "la bestia de Buchenwald", entre cuyas acusaciones figuraba la de utilizar la piel de sus víctimas para fabricar pantallas de lámpara

Medallones es, en mi opinión, un documento sumamente revelador para todo aquél interesado en la barbarie nazi. Y lo es por varios motivos. En primer lugar, lo escribió una miembro de la Comisión de Investigación de los Crímenes Alemanes en Polonia (en 1949 se sustituyó "crímenes alemanes" por "crímenes hitlerianos"). En segundo lugar, fue escrito durante los últimos meses de la guerra y los primeros tras la derrota de los nazis. En otro momento me he referido al espíritu casi visionario que tienen estos libros escritos a caballo de la tragedia, al mismo ritmo que se desarrollan los acontecimientos. ¿Qué debió de sentir el público al enfrentarse, en 1946, al indescriptible horror descrito en la primera historia, "El profesor Spanner", donde vemos a la Comisión interrogar a testigos y colaboradores de los "doctores" que perpetraron indecibles montruosidades? Se trata de un relato difícil de aguantar, en el que se nos describe de manera espantosamente explícita el proceso de obtención de grasa humana para fabricar jabón, y otros experimentos cuya veracidad fue cuestionada en los juicios de Nueremberg (de hecho, parece que todavía hoy se carece de datos concluyentes al respecto).
Y en tercer lugar, y juzgando por este brevísimo libro, Nalkowska, hasta ahora una absoluta desconocida para mí, no era solo una narradora extraordinaria, sino también una reportera de primer orden.


Las ocho historias que componen el libro se leen en apenas un par de horas, suficiente para lanzarnos de lleno a la abyección más absoluta a que se ha rebajado el ser humano. Nalkowska, aparte de interrogar a los "doctores" mencionados arriba, habla con víctimas de los campos de exterminio, así como con testigos de las atrocidades que, desde la relativa protección que les brindaba su condición de no judíos, poco o nada pudieron hacer para evitarlas. A diferencia de Claude Lanzmann en Shoa, Nalkowska prefiere no hurgar en las heridas. Allí donde el cineasta francés veía una injustificable pasividad del pueblo polaco frente al sufrimiento judío, nuestra autora, como es natural, ve las cosas desde dentro. Ello no significa que se tape los ojos: allí donde hay judíos, hay antisemitas, también en Polonia.

... Si los alemanes pierden la guerra, los judíos nos matan a todos... ¿Usted no lo cree? Pero si hasta los mismos alemanes lo dicen. Y también lo ha dicho la radio.

... dice "La mujer del cementerio", uno de los relatos más "suaves" del libro. El resto de historias (o breves crónicas, como habría que llamarlas; este libro, por si no ha quedado claro, pertenece más bien al género periodístico, y de hecho dicen algunos que revolucionó el reportaje literario) tiene aire de viñetas, son de factura impecable en su sencillez, frialdad y crudeza, nos proporcionan valiosísimos testimonios a nuestro siempre insuficiente conocimiento del holocausto, y constituyen, dentro del horror constante que describen, un ejemplo de contención por parte de la autora. Difícil de olvidar es "Junto a la vía del tren". Una mujer consigue escapar de un tren en marcha en el que iba deportada a una muerte segura. Queda malherida junto a la vía. La gente, soldados alemanes y campesinos polacos, la ven, la miran, alguno se acerca a hablarle. Pasan las horas. 
La vida en los campos de exterminio, en el gueto, o en los días posteriores al fin de la guerra son descritas con maestría y desde la distancia emocional. Nalkowska da voz a sus interlocutores y, en gran medida, se abstiene de intervenir. 

El mercado del gueto de Varsovia

-Un día, era martes, del tercer camión que llegó de Chelmno descargaron los cuerpos de mi mujer y mis hijos: el niño tenía siete años y la niña, cuatro. Entonces me tendí sobre el cuerpo de mi mujer y les dije que me dispararan. No quisieron dispararme. Un alemán dijo: 'El hombre es fuerte, todavía puede trabajar.' Y se puso a pegarme con un palo hasta que me levanté.

En resumen, un libro excelente sobre una de las mayores vergüenzas de la humanidad, y al que, en este caso, se le agradece la brevedad.

12 comentarios:

  1. Hace unos meses tuve la oportunidad de entrevistar a Valeria Bergalli, de Minúscula. Hablamos de la editorial, me regaló el último volumen de los Relatos de Kolimá que aún no tenía, y me recomendó fervientemente estos "Medallones". Tu reseña me lo ha hecho recordar. A veces hay libros que lo persiguen a uno, me parece que éste es uno de ellos.
    Saludos.

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  2. No conocía este libro ni a su autora, pero cada vez que aparece algún nuevo título sobre la barbarie nazi me acuerdo de aquellas palabras de resonancias bíblicas sobre la insuficiencia del mar convertido en tinta para abastecer el caudal de relatos necesarios para dar cuenta de aquello. De entre los que he leído de estos destaco uno, "Sin destino", de Imre Kertesz, y recomiendo otro, mucho menos conocido, pero que nos es más próximo, "KL Reich", de Joaquim Amat Piniella, un republicano catalán, que cuenta su experiencia en un campo de concentración y la especial organización que montaron allí dentro los españoles con rivalidades incluidas entre anarquistas y comunistas. La leí en catalán hace unos años, pero después se ha traducido al castellano. Los que ya conozcan "Si esto es un hombre" de Primo Levi encontrarán muchos parecidos entre una y otra obra.
    Un saludo.

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  3. Pues otra de la que no tenía ni idea y que pinta muy bien, para uno de los momentos anímicos de bajón en que de vez en cuando me sumerjo y quiero recordar las miserias de que somos capaces.

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  4. Gracias por traernos de nuevo un gran texto de una editorial cada vez menos minúscula.
    No estoy de acuerdo con Roth (suponiendo que fuera un comentario real). La historia puede ser incluso mucho más dura contada desde fuera porque se puede recoger desde una sensación de horror permanente y denuncia. Además, si como bien explicas, son narraciones rigurosas que recogen experiencias desde todos los bandos, es más fácil tener esa idea global del horror en los campos.
    Un abrazo.

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  5. Muy interesante! Siempre aprendo de algún autor o novela nueva gracias a tus entradas. Este tiene muy buena pinta, son procesos mentales, los provocados por las guerras, que me interesan mucho.

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  6. Cómo te envidio, Titus, por tener la edición completa de Kolimá. Yo únicamente he leído la selección de Mondadori publicada hace unos años, suficiente para apreciar que se trata de una auténtica obra maestra.
    Cuando un libro te persigue, no hay nada que puedas hacer ni sitio donde ocultarte.
    Un saludo.

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  7. Gracias, Ricardo, por la recomendación. No había oído hablar de la obra de Amat, estaré al acecho en la biblioteca. Leí Sin Destino hace unos años, y me gustó mucho, pero creo que merece una relectura más detenida que me haga apreciarla de verdad.
    Y cuánta razón tienes con la cita sobre el mar de tinta. Cada libro que leo sobre el tema me parece un alud, y luego uno se da cuenta de que no es más que una gotita, por continuar, de manera un tanto torpe, con el símil.
    Saludos.

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  8. Óscar, puedes estar seguro de que éste es el libro perfecto para esos momentos que describes.

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  9. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Carlos, en tus observaciones. Recientemente he estado curioseando por el catálogo de Minúscula y es de verdad interesantísimo.
    Y en cuanto al supuesto lamento de Roth, también creo que se equivoca, y que la distancia emocional puede dar más fuerza, si cabe, a la denuncia.
    Un abrazo.

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  10. Nit, si te interesan, como dices, los procesos mentales provocados por las guerras, este libro te resultará muy interesante. Y te recomiendo fervorosamente la película Shoa, a la que me refiero en el artículo, que, en parte, se ocupa precisamente de eso.

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  11. No sabía que habían traducido a Nalkowska a castellano. Una escritora extraordinaria, sobre todo por su novela "Granica"- "Frontera". "Medallones" es lectura obligatoria en los institutos en Polonia. No comparto tus elogios a "Shoah". Creo que el director fue muy imparcial. De todas formas quiero felicitarte por el blog- excelente trabajo.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Agnieszka.
      Que yo sepa, éste es el único libro que han traducido de ella, pero espero que Minúscula se anime a publicar el que mencionas. Éste me pareció excelente.
      Respecto a Shoah, es cierto que Lanzmann no es imparcial, y que a veces manipula descaradamente a su interlocutor, pero como explico en la entrada, no creo que tuviera nada contra el pueblo polaco en particular.
      Un saludo

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