lunes, 8 de noviembre de 2010

Cambio de rumbo. Crónica de una vida, de Klaus Mann


Cuando se es hijo de uno de los mayores escrtores del siglo XX, es difícil, si no imposible, que no te consideren "el hijo de". Klaus Mann llegó a acostumbrarse a ello, aunque reconoce que le creo más de un problema, y le impidió, sobre todo en sus inicios, que lo tomaran en serio como escritor. Yo mismo sabía bien poco de él: hijo de Thomas Mann, autor de Mefisto y El Volcán, y suicida. Pues bien, esta autobiografía nos revela a una persona fascinante, apasionada, que vivió la vida con volcánica intensidad, y que, desde antes de nacer, parecía abocada al suicidio, pues, aparte de ser una persona reflexiva, con tendencia a la depresión, y sufrir el destino de vivir dos guerras mundiales, a lo largo de su vida vio cómo se quitaban la vida, uno tras otro, su tía, sus amigos y sus escritores más admirados.

No sé qué es lo que más me atrae de las autobiografías como esta. ¿La persona o el periodo histórico? Creo que en libros como Cambio de Rumbo tiene lugar una feliz combinación de ambas. No se trata de un libro apasionante sólo por todas las vicisitudes de la vida de Mann, es decir, no sólo por lo mucho que le sucedió y le tocó vivir, sino porque el mismo Mann se revela como un hombre con un talento fuera de lo común para narrarlo. Es cierto, no obstante, que hacia el final del libro el estilo se hace un tanto monótono, y empezamos a cansarnos de tantos nombres (nombres cuya entrada en la Historia es, en muchas ocasiones, posterior a su aparición en la vida de Mann, verbigracia, la aparición, en una fiesta, de una fascinante y desconocida joven con aires de diva. La joven se llamaba Greta Garbo). Pero en ese momento, Mann decide dejar a un lado la narración autobiográfica y cambia de tercio.
Cambio de Rumbo, al igual que la ya comentada Kaputt y Suite Francesa, nos ofrece en su parte final, un retrato de la guerra sobre la marcha. El penúltimo capítulo, "Decisión", lo componen pasajes de su diario, mientras que el último, "Cambio de Rumbo", consiste exclusivamente en las cartas que escribió a su familia y amigos durante el periodo de instrucción en el ejército, y posteriormente en la guerra. Estas dos partes finales no tienen desperdicio, y uno tiene la sensación de estar viviendo de pleno aquellos años. Mann preocupado por su familia en Europa, por sus amigos escritores, Mann recibiendo conmocionado la noticia del suicidio de Stefan Zweig, Mann juzgando severamente a su país, cegado desde hace años ante el monstruo, Mann deseando la muerte, expresando su fe en Dios, peleándose con la lengua inglesa, deshaciéndose en elogios hacia Picasso, continuamente esbozando proyectos para revistas culturales y obras de teatro, Mann en el norte de África, alistado en el ejército estadounidense, descubriendo a Roberto Rosellini, una promesa del cine italiano, regresando a su Múnich natal y viitando su casa en ruinas, donde se encuentra con una extraña joven, atemorizada, que le revela que su casa se había convertido en una "Fuente de la vida" (algo así como un criadero de nazis), Mann entrevistándose con Richard Strauss, insigne y enésimo representante de esa inmensa Alemania que ahora afirmaba que siempre estuvo en contra de Hitler, hablando con Göring en prisión, Mann abogando por una unión entre el bloque soviético y occidente, para que jamás se repita la historia...  En resumen, uno de esos libros que te absorben, te obsesionan, te engullen. Joya de principio a fin.


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