viernes, 21 de marzo de 2014

Turbado y ofuscado


Pregunta de orden secundario: ¿se puede hablar de Cegador habiendo leído el libro sólo una vez? No sé si se debe, pero poderse, se puede. De todas formas, por si sirve de excusa, prometo que lo volveré a leer. Probablemente seguiré sin entenderlo, pero ciertos lectores no leemos a Cartarescu para entenderlo (es más, me atrevería decir que no queremos entenderlo), sino para dejarnos hipnotizar por su prosa. Lo cierto es que este libro requiere, exige, ordena y manda una relectura inmediata, pero antes de ello voy a intentar aclarar un poquito mis ideas.

Pregunta fundamental y que tarde o temprano el mundo de la literatura tendrá que plantearse: ¿se puede comparar a Cartarescu con algún otro escritor contemporáneo? Esto tendréis que contestarlo vosotros, porque yo no leo mucha literatura contemporánea. Sin embargo, aunque quizá por la rabelaisiana imaginación de ambos así como por su aura de autor de culto me viene a la mente Murakami, creo que cualquier paralelismo entre los dos termina ahí. Así que, admitiendo mi desconocimiento en materia de autores contemporáneos, me atrevo a afirmar que Cartarescu es incomparable.



Pero un momento, que ser incomparable tampoco es necesariamente un elogio. Puede querer decir que eres un bicho raro. Muy, pero que muy raro. Que a veces no hay quien te entienda. Que parece que escribas sólo para ti, y te traigan al fresco el desasosiego y la frustración que le causas al lector. Y sobre todo, y lo peor, que nadie sabe por dónde vas a salir la próxima vez.

Algunos escritores se convierten desde sus inicios en autores de culto y luego pasan a ser fenómenos de ventas. ¿Cómo? A base de talento, indudablemente, y de darle siempre al lector lo que espera de él. El problema es que, con frecuencia, la fórmula se agota. Ahí está, por ejemplo, mi antaño admirado Auster, al que no leo desde hace años porque con cada libro suyo que sale pienso "ufff, ¿otro más?". El ya mencionado Murakami, a quien todavía leo con gusto, debe ir con cuidado si no quiere caer en la misma trampa.


No creo que lo haga con el fin de evitar la repetición, sino simplemente porque él es así de raro, pero el caso es que Cartarescu es todo lo contrario de esos autores que, para bien o para mal, nos cuentan siempre la misma historia. Libros como por ejemplo El ruletista y Por qué nos gustan las mujeresparecen escritos por dos autores completamente diferentes. Quien tras leer el primero se compre el segundo esperando encontrar en él algo parecido acabará yendo a quejarse a la librería, y a decir que el nombre del autor que hay en la portada debe de estar mal (de hecho, situaciones parecidas han tenido lugar con un tal Ryuki Murakami, lo cual ha provocado la devolución de más de un regalo de cumpleaños). Porque cada libro de Cartarescu es impredecible. ¿He dicho cada libro? ¡Cada capítulo! ¿He dicho cada capítulo? ¡Cada página! Y así, en una reducción ad infinitum.

Imágenes de Bucarest antes del terremoto del 77 y la demolición posterior

Normalmente, cuando leo un libro que luego me propongo reseñar, voy tomando notas en el punto de lectura. Suelo acabar, según la extensión del libro, con cuatro o cinco marcapáginas totalmente garrapateados. Con Cegador, sin embargo, no tomé más que cuatro notas, que hoy no me sirven para nada. Y si no tomé más, fue por dos razones: en primer lugar, porque cuando uno toma notas para lo que va a escribir más adelante, tiene que tener una idea aproximada de qué es lo que quiere escribir, algo totalmente imposible cuando cada página te descoloca completamente y no tienes ni idea de adónde te quiere llevar el autor. Y en segundo lugar, el carácter hipnótico (y es que no se me ocurre un adjetivo mejor) de la prosa de este rumano genial hace que cualquier interrupción de la lectura para tomar una nota se convierta casi en un sacrilegio.

Como veis, entre Murakamis y anécdotas del reseñista aficionado, voy aplazando el duro momento de empezar a hablar de Cegador. Bueno, valor...

Empecemos con algunos datos reales y objetivos. El libro publicado por Funambulista es tan sólo la primera parte de una trilogía que en rumano se titula Orbitor. Decía Cartarescu en una entrevista que se trata una novela con forma de mariposa. Así, la parte que nos ocupa se titula El ala izquierda, publicada en 1996, a la que siguen El cuerpo (2002) y finalmente El ala derecha (2007). Se trata, pues, de una obra más que ambiciosa que ocupa alrededor de 1.500 páginas. Si no me equivoco, Impedimenta va a publicar la trilogía completa, lo que se me antoja será un auténtico acontecimiento literario.


Cegador empieza de una manera bastante proustiana, con el narrador, "un adolescente demacrado y enfermizo", que se pasa las noches en vela observando Bucarest desde su ventana. A través de sus recuerdos, sueños y reflexiones, y descripción de un Bucarest desaparecido, nos vamos adentrando en la historia de su familia,

Me encontré de pronto revolviendo en los exiguos archivos de la familia, custodiados en un antiguo bolso de mi madre, de cuando era soltera, un bolso de tiras, granate, de piel artificial con las escamas casi totalmente desdibujadas.

y la novela empieza a deslizarse al terreno del recuerdo, pero un recuerdo difícil de separar de los sueños y de la historia imaginada.

Después de aquellas tardes, que habían llegado a convertirse  en el aire que respiraba mi vida solitaria y frustrada, después de aquellos paseos de topo por el continuum realidad-alucinación-sueño como a través de un triple reino inexplicable, me metía en la cama y tomaba al azar uno u otro de los libros amontonados por el suelo, apoyados en el baúl.

La historia imaginada emparenta Cegador con Armonía celestial, del húngaro Esterházy, con la que comparte el recurso literario (¿o hay que llamarlo poder sobrenatural?) del autor para introducirse en la memoria de sus padres y abuelos. Y más allá todavía, porque la mancha con forma de mariposa que tiene en la cadera la mamá del Mircea narrador, éste recuerda haberla visto desde el útero materno.


Y de repente, en mitad de este agradable paseo desde el viejo Bucarest de antes del terremoto del 77 y la posterior demolición de barrios enteros, a la mente del joven Mircea, y de ésta a los recuerdos de su madre, nos dice el narrador:

Ovillado como un feto en un vientre de lana vieja y paja crujiente, devorado por docenas o centenares de pulgas, soñaba los sueños de mi abuelo, cuya cabeza canosa descansaba al lado de la mía. (...) En mi sueño sentía, bajo aquel manantial de luz, que mi propia calavera se volvía transparente, y los hemisferios arrugados de mi cerebro, envueltos en su membrana, parecían dos semillas de nuez verde aún no cuajadas(1) (...) Me zambullía entonces en una Escitia delirante.

Comienza entonces un capítulo magistral en el que nos remontamos unas cuatro generaciones y nos trasladamos a Bulgaria. Allí asistimos al viaje que emprendió el clan de los Badislav, antepasados del narrador, desde Bulgaria a Rumanía, sobre un congelado Danubio. El motivo del peregrinaje hay que buscarlo en el regalo que les había hecho una tribu de gitanos:

Aquel fue el año de la adormidera.

Los estragos que causó entre los Badislav esta "planta del opio", cuyas semillas dejaron los gitanos antes de desaparecer de la noche a la mañana, nos brinda párrafos como éste:

Los espectros forzaban la entrada de los aposentos y luego iban a las habitaciones donde, bajo los ojos de las madres, que creían que estaban soñando, arrancaban de las cunas a los niños fajados en sus paños y rompían a dentelladas su carne tierna, salpicando de sangre delicada el suelo de arcilla. Agarraban a las mujeres, las montaban a horcajadas sobre las banquetas, las penetraban con su gusano negro, ictifálico, que volvía a erguírseles por primera vez desde tiempos inmemoriales.

La orgiástica batalla que se libra entre ángeles, demonios, duendes, dragones no hace sino anticipar los rituales satánicos que nos estremecerán unas doscientas páginas más adelante, y unos miles de kilómetros al oeste, concretamente en Nueva Orleans. Y uno se pregunta si los guinistas de aquella serie titulada True Blood no leyeron a Cartarescu, porque algunas de sus imágenes se le parecen hasta en el detalle de esos ojitos negros.


Pero al capítulo del paso de los Badislav sobre el Danubio congelado le sigue uno sobre filosofía oriental.

Bajo el diafragma está Muladhara enroscado como una serpiente sobre el hueso sacro inervando las serpientes en la pulpa con los cuatro pétalos de luz graisienta. Más abajo, en la cintura, está Svadhisthana con sus seis pétalos multicolores, reina de los riñones y la vejiga, de las células de Leyding y del recto, zona de la voluntad y de la vitalidad.

Esta fascinación de Cartarescu con la anatomía (y con las atrocidades que se le pueden infligir), que culmina en unas líneas de antología sobre -una vez más y como en Lulu- la larva y el gemelo, nos conduce al siguiente capítulo, que empieza de esta guisa:

Mi madre tenía en la cadera izquierda una gruesa mancha, de un rosa violáceo, en forma de mariposa.


 Maravilla ver la facilidad con que Cartarescu hilvana imágenes y escenas tan dispares, momentos tan alejados entre sí, y, llamémoslo así, esas "fuentes narrativas" tan diversas como son sueño, memoria e imaginación. La fusión de estos elementos constituye no sólo uno de los motivos centrales de la obra, sino su objetivo último. Desde la desencantada y casi perturbadora clarividencia que le otorga su madurez, el narrador nos cuenta cómo años atrás, en otra ciudad que era la misma y otro cuerpo que sigue siendo el suyo, se sintió como si lo hubieran dejado caer desde las alturas en mitad de la adolescencia. La novela es, pues, entre otras muchas cosas, la búsqueda de la iluminación, del sentido de su existencia. En palabras del propio Cartarescu, Cegador "es una novela total, una novela sobre todo un gran arco entre lo divino y lo humano."

¿Quién soy? ¿Quién fui? ¿Cómo es posible? ¿Por qué nací? ¿Qué significa toda esta locura, toda esta comedia, toda esta prestidigitación? ¿Por qué salí de un útero de mujer en un punto concreto en medio de un polvo de estrellas? ¿Por qué soy capaz de comprender esta demencia?

Pero si nos acercamos demasiado a ella, la iluminación puede cegarnos. Y unos capítulos más tarde, ya en Nueva Orleans y en una de esas escenas con las que Cartarescu gusta de espeluznarnos, veremos una de las muchas formas en que se puede enceguecer a un Ícaro con alas de mariposa.

La demolición que transformó la ciudad

Apenas he hablado de las primeras cien páginas de esta novela, y estoy de nuevo tan maravillado como durante su lectura. Pese a no mencionar más que un par de entre el aluvión de ideas, personajes e imágenes que contiene esta obra, he intentado dar una idea aproximada del tipo de libro ante el que nos encontramos, pero la verdad es que se me acaban los superlativos. Baste decir que los elogios que le he dedicado no son sino una fracción de los que merece, y que cada línea de Cegador es... ¡ay, cómo decirlo!


 Según el diccionario, cegar, aparte de "quitar la vista a alguien" es también "turbar la razón, ofuscar el entendimiento", y vemos que dicho verbo, a diferencia de deslumbrar, no tiene la connotación de "asombrar, encantar, fascinar". Para mi sorpresa, tras consultar el diccionario descubro que el título original, Orbitor, parece estar más cerca de deslumbrar que de ofuscar el entendimiento. Sin duda han sido razones comerciales las que han hecho que la editorial desechara el título "Deslumbrante" (también en inglés la obra se conoce como Blinding, y no como "Dazzling"), pero en todo caso ha sido una decisión acertada: los buenos libros pueden deslumbrar; las obras maestras turban la razón.

(1) - Para aquellos a los que les gusten los jueguecitos: nos dice el autor en una entrevista que en cada página de Cegador puede el lector encontrar un pequeño objeto con forma de mariposa.

21 comentarios:

  1. Unas fotos muy evocadoras. ¿Todo esto ya no existe? ¿Se erigen en su lugar bloques anodinos? ¡Qué lástima!

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    1. Como dice Sebastián más abajo, no todo se destruyó sino que fue restaurado en parte.

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  2. Descubrí a Cartarescu en El ruletista, hipnotizada (efectivamente) por su prosa. Desde entonces he ido anotando toda su obra para ir haciéndome poco a poco con sus libros, así, a ciegas, sólo por El ruletista ya me lleve a todo el autor.

    Tomo nota del jueguecito de la mariposa (espero acordarme cuando lea el libro).

    Magnífica reseña. Gracias y un saludo!

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    1. Gracias, Ana.
      Yo también me contagié por El ruletista, y con ésta ya he leído casi todo lo de Cartarescu en español. Este libro, muy en la línea de Lulu, te llevará más allá de la hipnosis: yo he terminado medio zombie. :-)
      Saludos

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  3. y tu cegadora reseña consigue deslumbrar y hacer que uno sueñe despierto con palabras y frases e imágenes... Gracias, como siempre...

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    1. Gracias a ti, Juan Miguel.
      La verdad es que, si conozco un poquito tus gustos, este libro te encantará.
      Un saludo.

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  4. Muy interesante el post, como de costumbre. Esperaré a cazar la mariposa entera algún día, lo suyo sería que alguna editorial se arriesgara a publicarla aquí, para meterme de lleno en la trilogía de Orbitor. Por cierto, ¿cuántas páginas tiene el ala izquierda?
    De Cartarescu sólo he leído “Nostalgia” (que incluye el ruletista para quién no lo sepa aún…), de Murakami prácticamente todo y te puedo asegurar que esa comparación que haces entre ellos, por arriesgado que pueda parecer el juicio, soporta más de un razonable parecido…

    Saludos.-

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    1. Parece que Marián Ochoa está traduciendo, eso he leído, la trilogía. Espero sinceramente que si sale adelante salga en Impedimenta, tal vez la mejor editorial española independiente en estos momentos.

      Saludos.

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    2. Se agradece la primicia, Sebastian, bienvenidas sean noticias como ésta, estaremos a la expectativa. La traducción que hizo Marian Ochoa de “Nostalgia”, a pesar de que, supongo, complicadísima para ella, me pareció muy buena al igual que la cuidada edición de Impedimenta. El “Orbitor” seguro que les supone un nuevo reto, no exento de riesgo, pero creo que vale la pena lanzarse a ello…

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    3. Pues curiosamente, Nostalgia es el único que no he leído de todo Cartarescu publicado en español.
      Esta ala izquierda tiene 460 páginas que se leen en estado de trance. Yo sé que no podré comprarme la edición de Impedimenta cuando salga, pero espero la publicación con gran expectación, para volver a leer esta maravilla y el resto de la mariposa.
      Saludos.

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  5. Muy interesante el párrafo final, gracias por compartir la reflexión, muy significativa. Justo estoy leyéndolo y me he visto obligado a saltar algunos párrafos para evitar spoiler. Discúlpame por ello. La compré este miércoles casualmente en el diálogo que mantuvieron Care Santos y él en Bucarest. Es impresionante cómo habla. Es profesor también de universidad y por tanto sus charlas son clases de literatura. No sé si recuerdas que había comentado aquí en la entrada de Lulú, si la memoria no me falla, que el final recordaba a Jung. Pues justo este miércoles estuvo hablando Cartarescu de Jung en la conferencia y casa perfectamente con lo que decía del final; y no sólo eso, sino que he entendido al fin que la imagen recurrente de la araña es un símbolo en Cartarescu del insconciente colectivo. Cuando acabe Cegador me paso de nuevo y te escribo qué me ha parecido. Aun así, ya adelanto que me ha parecido una gran reseña. Me gusta el mimo con que tratas los libros y a los escritores. Sumamente agradable leer tus reseñas cuando parece que todo el mundo consume libros en vez de leerlos.

    Muy buenas fotos, por otra parte. Por ejemplo, has compartido una de una calle Lipscani, que se conserva casi tal cual, pero restaurada. Por suerte no todo se vino abajo. El terremoto afectó en especial al Este del barrio viejo, donde hoy se encuentra el parlamento. Se ha conservado y restaurado la actual zona vieja. No ocurre lo mismo con toda la parte entre Cantemir y el Parlamento, zona Sur, hoy día lleno de callejones con algunos edificios restaurados sí, pero la mayoría en ruinas y incluso en algunos en los que cuelga un cartel que reza peligro de derrumbamiento. Sólo por la belleza de los paseos en esta zona que rodea el Palacio Episcopal merece la pena visitar Bucarest.

    Un apunte rápido sobre Cegador. Me ha llamado la atención que parece como si el principio de Cegador surgiese del mismo recuerdo que Mendebil en Nostalgia. Y es curioso que los recuerdos de la calle Stefan cel mare de su niñez resulten tan diabólicos. En Mendebil era la imagen de los dos críos desnudos en el subsuelo y en Cegador la imagen de los crucificados en los postes de electricidad y cómo lo literaturiza y semantiza con la repetición (isotopía) del número tres (triple ventanal, rostro triangular, etc) que es una referencia clara no sólo a la estructura ternaria de la novela-mariposa sino a la Trinidad, algo muy mendebilesco. Decías que Cegador no se puede leer una sola vez. Y es verdad. Yo he leído por lo menos cinco veces el primer capítulo para poder entenderlo. Probablemente uno de los mejores libros que lea este año y para mí el mejor escritor europeo vivo.

    Un cordial saludo y felicidades por la entrada.

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    1. Muchas gracias, Sebastian.

      Claro que recuerdo tu comentario a Lulu, tan iluminador como éste.
      A mí también me vino a la mente Jung mientras lo leía, y creo que el mismo autor lo menciona en alguna entrevista. No hay duda de que uno de los temas de la novela es el inconsciente colectivo, aunque Cartarescu le da un giro muy especial.

      Las fotos las he sacado de aquí: http://only-romania.com/2013/11/the-bucharest-before-80s-demolitions/
      Si no recuerdo mal, las demoliciones no se debieron sólo al terremoto, sino también a la construcción del gigapalacio de Ceaucescu. Hice una visita relámpago a Bucarest en 1990, y recuerdo, aparte de la monstruosidad de dicho palacio y los tenebrosos barrios en permanente penumbra, una ciudad de una belleza rara y decadente. Realmente cuesta imaginar hoy el esplendor cultural que tuvo la ciudad a principios del s. XX, esplendor que Cartarescu refleja muy bien en algunos fragmentos de la novela.

      Como le decía a Krust, Nostalgia es el único que me falta por leer de la bibliografía de Cartarescu en español. Espero hacerme con él pronto, y después, y mientras llega, la versión completa de Orbitor.

      Saludos.

      P.D. ¿Care Santos y Cartarescu? Una mezcla interesante, sin duda. Horchata y ron, Julio Iglesias y Tom Waits...

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  6. Creo que puede ser una buena manera de leer algo del autor. Me parece sumamente interesante lo que puede llegar a "descolocar" el libro. Apuntado queda.

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    1. Aunque es, a mi juicio, una obra maestra, yo no sé si éste es el mejor libro para adentrarse en el planeta Cartarescu. Suelo recomendar, y casi todos los cartaresquistas coinciden conmigo, El ruletista, que es muy breve, pero apasionante y genial. O si no, Lulu, que tiene muchos puntos en común con éste, sobre todo la confusión que le genera al lector.
      Saludos.

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    2. Me quedo con la recomendación de "El ruletista". Sé que lo tengo apuntado en mi lista de pendientes, y si no recuerdo mal, es cortito. Probaré entonces primero con esa obra.

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  7. Hola NV:

    Fascinantes descripciones que me han hecho recordar las de aquellos que han probado el ayahuasca: mezcla de sueño, cielo e infierno; viaje psicodélico y trascendental. Las fotografías me han hecho recordar también mi ciudad, pero convertida en una de leyenda y de un país remoto, inalcanzable.

    Saludos desde Alemania

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    1. Gracias Hjorgev,
      sí, la verdad es que el libro tiene mucho de tripy de ayahuasca, peyote y setas mágicas, así como de viaje en el tiempo a un país remoto e inalcanzable, como dices. Y además, es todo así, cada párrafo es una joya.
      Un saludo.

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  8. Casi me pierdo esta joyita de reseña. A mí me da un poco de miedo este libro, es que me ha gustado tanto el Cartarescu de los relatos cortos que temo encontrarlo, no sé, pretencioso. Escribes que da gusto y eres capaz de inocular el veneno del deseo de una lectura temida.
    Un abrazo,
    Sonia

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    1. Muchas gracias, Sonia.
      Como señalo en la entrada, el Cartarescu de Por qué nos gustan... y éste son dos autores diferentes y casi irreconciliables. Este libro es muy complejo y ambicioso, pero en mi opinión, no tiene nada de pretencioso, y te lo digo yo que detesto la pretenciosidad ;-)
      Un abrazo.

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  9. Una vez más, amigo Batboy, solo puedo dejar constancia aquí mi de ignorancia y de mi agradecimiento. Tomo nota, pues, de tu turbación y anoto el nombre de Cartarescu, que se une a una fila de revelaciones que a veces me resulta inquietante por su extensión.
    Un saludo.

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    1. Gracias Ricardo, y deja que Cartarescu se salte unos cuantos puestos en la fila. No te arrepentirás.
      Saludos.

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