Quizá sea inevitable que las cabinas telefónicas estén en peligro de extinción. Lo que les pueda suceder a esas máquinas de robar que son las cabinas de Telefónica me trae sin cuidado, pero sería una tragedia universal que desaparecieran las cabinas inglesas, tan rojas e icónicas ellas. Así, cuál no sería mi alegría al ver que en el pueblecito de Somerset donde acostumbro pasar parte del verano, sus alrededor de cien habitantes habían decidido reconvertir la cabina del pueblo en una biblioteca. Uno va allí, coge lo que quiera y deja lo que ya ha leído.
Sin embargo, cuando vi una biblioteca idéntica en un pueblecito de Hampshire me di cuenta de que esta bibliofilia telefónica era una tendencia de carácter nacional.
En el otro extremo se sitúa The Bookbarn, que, como su propio nombre indica es un granero lleno de libros. La evolución de la economía y la globalización han acabado con miles de granjas en Inglaterra. Hoy, muchos graneros y granjas han sido reconvertidas en viviendas, o, con menor frecuencia, en inmensas librerías de segunda mano. Hay que señalar que cuando hablamos de granero, hablamos de una construcción gigantesca. He aquí el de Somerset:
Todos los años hago una visita a este Bookbarn, y siempre encuentro alguna joya. Este año estaban de inventario o algo por el estilo, y para no complicarse la vida decidieron que todos los libros tuvieran un precio de una libra. Dios mío, y yo con las maletas llenas...
Empero, no me fui con las manos vacías. Compré unos cuantos libros de Bernard Malamud, a quien jamás he leído, una biografía de Iván el Terrible, y una absoluta maravilla: una edición de 1924, en perfecto estado, con papel biblia y tapas de cuero, de Life of Samuel Johnson, de James Boswell. Por una. Libra. Esterlina.
Para que os hagáis una idea de lo que es un granero lleno de libros, aquí os dejo algunas fotos más.
Cabinas telefónicas y graneros llenos de libros. No quiero pecar de antipatriótico, pero ¿alguien es capaz de imaginar iniciativas parecidas en Camisa blanca de mi esperanza?
Hola Batboy.
ResponderEliminarSimplemente, por responder a tu pregunta (retórica, ya lo sé).
No.
Me ha encantado el cartelito de prohibido fumar en la cabiblioteca (!?). En la Camisa Blanca etc., pienso que hay quien entraría directamente a fumar, solo por joder al prójimo.
Precisamente, y viene de perlas en tu post, Samuel Johnson dixit: "patriotism is the last refuge of the scoundrel". Nunca se puede pecar de antipatriotismo: es una virtud.
Saludos,
Jorge
Creo sinceramente que el problema es en gran medida la diferencia en el respeto al libro que se tiene en tierras inglesas respecto de nuestro país. El volumen de lectura en esos paises es suficiente para mantener ese maravilloso "mammoth" de librería. No se que tmaaño/población tiene Somerset, pero aqui se necesitaría ciudades muy grandes para poder mantener el flujo de libros de un establecimiento asi. Del granero me refiero, igual de la cabina de teléfinos si que nos podíamos hacer cargo... Bueno en mi ciudad casi por los pelos.
ResponderEliminarInteresantisimas fotos de interesantisimos sitios. Me encantan. No se como has sido capaz de venirte con tres libros. Eres un hombre de autodisciplina, no me cabe duda...
Impresionante bibliogranero. Además ordenadito por temáticas y todo a la vista, no como en muchas de nuestras librerías de viejo. Me parece una idea fabulosa a tener en cuenta y especialmente por los precios de los que tanto tenemos que aprender. Creo que los países anglosajones entienden que la lectura no es una mercancía de lujo, sino que el fomento de la lectura constituye una riqueza para el país.
ResponderEliminarAquí andamos peleándonos con los precios fijos de los libros y sacando todo el beneficio económico inmediato posible. Los libros deben circular y el mercado de segunda mano debería ser más activo. Por cierto, en los Encantes también hay un puesto con miles de libros amontonados a 1 euro (el desorden te obliga a veces a capitular en la búsqueda).
Como Oscar, veo que eres una persona que se ha marcado esa autodisciplina y la cumple. Enhorabuena.
Pues no podría estar más de acuerdo con los cuatro, Jorge, Óscar, Carlos y Johnson. El nacionalismo es el último refugio de los canallas, siempre que los catetos les hayan guardado sitio.
ResponderEliminarEn Gran Bretaña, el respeto por los libros raya en la veneración. En el vestíbulo de un edificio de apartamentos donde me alojé, había, una vez más, una pequeña librería donde los residentes iban dejando libros para quien quisiera servirse. Y por citar otro ejemplo, seguro que todos conocemos esos pubs donde uno entra, coge Ulysses y, pinta en mano, se sienta a leerlo como si tal cosa. No he visto muchos Casa Pepe con una copia del Quijote.
En cuanto a las cabinas-biblioteca, dudo que tuvieran mucho futuro en España:
-¿Cómo? ¿Cabinas llenas de libros? ¿¿¿Gratis??? ¡Me los llevo todos!
-Pero si tu no has leído un libro en tu vida...
-Ya, pero ¡es que son gratis!
Y así nos va...
Nuestra necesidad de espacio, amigo Batboy, a veces nos lleva a desprendernos de lastre para ganar algunos palmos en la estantería, aunque sea en segunda fila. Yo he pasado por varias etapas: 1º, fuera tochos aburridos y regalos no deseados; 2º fuera traducciones de libros cuyos originales poseo; 3º, fuera libros que he leído y que no hubiera pasado nada si no lo hubiera hecho; 4º misceláneas; 5º, premios planeta, etcétera. Últimamente he regalado incluso libros a los que les tengo mucho cariño, pero que me he bajado a mi e-book. Y, gracias a este chollo de la economía espacial (tampoco alegaré nada en su defensa si lo criticáis) he leído este verano un libro del que os leí algo a Óscar y a ti: "El castillo de los Cárpatos", de Julio Verne.
ResponderEliminarTermino con este comentario atolondrado con un recuerdo de una biblioteca mínima de aforismos: las tablas que en Tent City, un camping que había (no sé si aún está) en Sepherd´s bush, en Londres, ponían a disposición de los usuarios cuando meditaban sobre el bien y el mal sentados sobre la taza del váter.
Saludos
Me encantan los comentarios atolondrados.
ResponderEliminarYo también he pasado por las mismas etapas, aunque todavía no he llegado al e-book.
Sin embargo, no acabo de entender lo de las tablas. ¿Eran para leer o para escribir? ¿Qué aspecto tenían? ¿Se parecían a las Tablas de la Ley?
Un saludo.
Las tablas, my friend, eran justamente eso, dos tablas de madera situadas a ambos lados del váter, con un bolígrafo colgando de una cadenilla -ojo, no confundir con la de la cisterna- a disposición del campista para que compartiera por escrito con los siguientes visitantes esos pensamientos que suelen anteceder al momento de la exoneración. Una vez cubiertas las superficies de cada tabla hasta el mínimo resquicio, se pintaban de blanco otra vez y, como un palimsesto, quedaban libres para los nuevos visitantes.
ResponderEliminarQué paraíso, con lo que me gusta revolver en librerías de segunda mano!
ResponderEliminarOjala cundiera el ejemplo y hubiera muchas más cabinas y graneros biblioteca por todo el mundo. Pero claro, también tendría que cundir el ejemplo de la gente, para no llevárselos todos y usarlos para atizar la chimenea.
Buenas noches
Bisous
Ese granero-biblioteca me parece un lugar paradisiaco. Y si encima lo ponen todo a 1 libra, no sé cómo pudiste tener esa fuerza de voluntad y no arramblar con todas la existencias. Bueno, me imagino que a mí me hubiera pasado lo mismo al pensar en el espacio disponible en mis estanterías (inexistente).
ResponderEliminarEn cuanto al aprovechamiento de lugares insólitos para intercambio de libros, hoy he ido a tirar pilas y otros desechos reciclables al "punto verde" de mi barrio y me he encontrado con una sorpresa: una estantería con el cartelito "Libros que merecen seguir siendo leídos. Sírvase usted mismo". Los libros que otros desechan, puestos a disposición del público. Loable iniciativa. No todo está perdido...
Sí que es paradisiaco, Elena, y si le añades que te puedes sentar a tomarte un té y un "scone" con mermelada mientras ojeas y te piensas lo que quieres comprar, pues no te digo más. Mi problema era tanto de estanterías como de maletas.
ResponderEliminarY la iniciativa que cuentas es, en efecto, loable, más aún con ese cartelito.
Un saludo.