Kipling tiene mala fama. Se ve que era un facha. Ser un defensor convencido de las bondades del Imperio Británico (aunque no le dolían prendas cuando pensaba que debía criticarlo), junto con un par de irrelevantes anécdotas basta para que te metan en el cajón de los fachas. Naturalmente, el hecho de que le endosen un adjetivo tan absurdo da una idea del nivel intelectual de quienes lo emplean. Por eso es tan reconfortante leerlo: en primer lugar, porque cualquier escritor que esté mal visto por los dictadores de lo políticamente correcto es hoy en día una bendición; y en segundo lugar, porque, como dice Alberto Manguel en el postfacio, "este libro contiene algunos de los relatos más perfectos escritos en lengua inglesa."
La selección de relatos, también a cargo de Manguel, si bien presenta algunos peros, sí es muy acertada por cuanto nos muestra de manera muy clara la evolución en los relatos de Kipling. Y una cosa puede decirse: Kipling nunca es "sencillo". Eso es algo que se va acentuando conforme va madurando como escritor, hasta llegar al estilo críptico de "Aficionados", pero que está ya bien presente en sus primeros relatos. Sirvan como ejemplo "La casa de las cien penas" o "La extraña galopada de Morrowbie Jukes". En este último, como sucede con otros, Kipling le da al relato un final que a primera vista se nos antoja precipitado. La historia nos pide, nos exige una segunda lectura. En unos casos, esa segunda lectura, aparte de un gran goce como lector, nos causará más perplejidad; en otros, nos quedaremos con la duda de si las cosas son tan simples como aparentan, como en "El jardinero".
Maravillosos son "El hombre que pudo reinar", de todos conocido; el autobiográfico "Bee bee, ovejita negra"; el irónico y borgiano"Un hecho real"; y, sobre todo, "El mejor relato del mundo", otra joya de estilo borgiano y que, valga la hipérbole, que no sé si será el mejor del mundo, pero lo intenta de manera muy digna. Pero la verdad es que, aparte de "La colmena madre", una fallida fábula indescriptiblemente tediosa, no hay relato que no sea un pequeño prodigio de originalidad e inteligencia.
Como único punto negativo de la edición, destacaría que la traducción se habría beneficiado de una revisión más exhaustiva.
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