Todos nos hemos preguntado en algún momento qué haríamos si supiéramos que nos queda sólo un año de vida. Hay quien se pegaría una juerga interminable, para morirse de gusto antes del plazo; otros se dedicarían a visitar a antiguos amores, amistades, a pedir perdón a aquéllos a quienes hirieron; otros intentarían acabar una novela de Manuel Rivas. A Arthur Schnitzler no le interesaba indagar sobre a qué dedicaría su tiempo una persona en esas circunstancias, sino qué sucedería en su interior. Y eso es Morir, una poderosa novela psicológica donde observamos con creciente angustia los estados de ánimo por los que pasa una persona en ese trance.
Sorprende que en una novela con semejante tema, no haya ni una sola mención a Dios, al misterio de qué puede haber tras la muerte; sorprende que la palabra "fe" no aparezca ni una sola vez (si no recuerdo mal). Tampoco sabemos prácticamente nada de los protagonistas. Tan sólo sus nombres de pila, Felix, Marie y Alfred. Los dos primeros sabemos que están casados, y se sugiere que él es escritor. Pero lo ignoramos todo sobre su pasado. Schnitzler se centra de modo absoluto en la cuestión central: ¿qué pasa por la mente de un hombre cuando este sabe que va a morir?
Schnitzler es uno de esos escritores incapaces de escribir una mala novela o una novela aburrida. Al igual que tantos de sus contemporáneos, desde Zweig a Roth, está tocado por la gracia, como lo demuestra esta pequeña joya, un libro absolutamente recomendable, que se lee de un tirón, y nos deja un regusto como cabe esperar de un título tan explícito.
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