Si uno no se deja engañar por las críticas ni los Oscars, y se conforma con pasar un rato entretenido, The Queen no le decepcionará. Es una película que se propone gustar, y para conseguirlo no duda en hacer las típicas trampas que siempre funcionan: apelar a la televisión, a los acontecimientos históricos y a los recuerdos colectivos. Hace, si no me equivoco, casi 20 años, Kenneth Brannagh nos sometió a la deleznable Peter's friends, un éxito indiscutible porque, ¿a quién no le va a gustar un vídeoclip de 90 minutos con la banda sonora de parte de su vida? Pues algo parecido hace aquí Stephen Frears. ¿Acaso hay algún espectador de esta película que no recuerde lo que estaba haciendo cuando murió la princesa Diana? A este sentimiento de pertenencia a una comunidad y un recuerdo colectivo apela Frears en esta película, todo ello disfrazado de un supuesto retrato personal de la reina, una mirada nueva a la monarquía, y un relato sobre el dilema de ambas: adaptarse a la modernidad o morir.
Naturalmente, como retrato de la reina, la película es bastante superficial (aunque uno podría argüir que su majestad tampoco es que tenga tanta profundidad), y como descripciónde la monarquía en estos nuevos tiempos, no aporta nada nuevo.
Por su estilo y fotografía, la película recuerda más bien a un telefilme, aunque en este caso quizá se trate de un acierto, dado que todos asociamos aquells momentos con la televisión, y ésta, con su combnación de momentos históricos auteénticos y recreados, tiene una presencia constante.
Algunas escenas rayan el ridículo, como el encuentro de la reina con el ciervo, y el modo en que éste simboliza la monarquía casi ofende por su obviedad. Además, el retrato de algunos personajes, como Alastair Campbell, es demasiado estereótípico, mientras que otros, como Chéri Blair, caen en la caricatura (curiosamente el príncipe Philip se escapa de este tratamiento caricaturesco; su personaje me ha resultado bastante convincente, quizá por la interpretación del siempre excelente James Cromwell).
Sin embargo, como he dicho anteriormente, la película funciona como entretenimiento, y es difícil resistirse a la complacencia que nos produce el "yo me acuerdo de eso".
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