lunes, 27 de junio de 2011

Libros de mudanza



En los días de mudanza, uno agradece su contención, desde hace ya lustros, a la hora de comprar libros. Contención, todo hay que decirlo, obligada por motivos económicos y de espacio.
Uno también reflexiona sobre por qué queremos llenar nuestras casas de libros que, en el mejor de los casos, leeremos 3 ó 4 veces; por qué compramos un libro que luego no leemos hasta pasados 10 años; o por qué, al contrario, compramos un libro que acabamos de leer para así poder tenerlo siempre on nosotros... Yo personalmente, y debido a las razones arriba mencionadas, soy un asaltador de bibliotecas. De hecho, me podría formular las mismas preguntas: ¿Por qué saco tantos libros que al final sé que no voy a leer?


Desde hace tiempo apenas compro novelas. Hago una excepción, eso sí, con indiscutibles clásicos, por la sencilla razón de que quiero legar a mis hijos una biblioteca como Dios manda.
Sí compro poesía, ensayo e historia, porque pienso que ese tipo de libros sí se prestan más a ser leídos, releídos y consultados de manera errática aunque frecuente.
Y aun así, pese a mi frugalidad bibliotecaria, he perdido la cuenta de las cajas de libros que he hecho en los últimos días. Eso sin contar los que todavía languidecen en casa de mi madre, a la espera de una casa más grande. Quizá ahora ha llegado el momento de rescatarlos.
La mudanza es también el momento de tomar la dura decisión de deshacernos de libros. Y aquí es donde mi contención compradora me recompensa, y demuestra que lo que entra en mi casa está muy justificado. Fijaos si no en los escasos libros que se han quedado fuera del arca:


Mister Pip, de Lloyd Jones. Está bien, pero dudo que lo vuelva a leer. Es uno de esos libros que no me haría especial compañía desde la estantería.
The blunderer, Patricia Highsmith. Lo mismo.

Restless, William Boyd. Muy bueno, pero con una lectura basta.


Medea, Euripides. Clásico indiscutible, sí, pero tengo las obras completas de Eurípides en otro volumen.


Arroz, El País. Uno de esos libros que regalan de vez en cuando. Ya domino el arroz a la cubana.


Y a continuación, algunos de esos libros que se van vírgenes.






An Italian Education Italian Neighbours, de Tim Parks. Creo que éstos eran de mi cuñado.
La Cultura, de Dietrich Schwanitz. Tenía el subtítutlo de "Todo lo que hay que saber" o algo así.
No sé jugar amb mascares, de Mª Àngels Anglada. No sé que tienen los regalos de la biblio por Sant Jordi que nunca me atraen lo más mínimo.
Quatre contes russos, Pushkin, Chejov, Babel y Berberova. Otro regalo de la biblioteca con motivo de Sant Jordi. Nunca me han atraído estas mezclas  de cuentos y autores totalmente sacados de contexto.
Trunk road to Pakistan. No recuerdo el nombre del autor. Parecía un interesante libro de viajes, pero con todo lo que tengo por ahí para leer, ¿cuándo encontraría tiempo para éste?
Rose, 1944, de Helen Dunmore. Una miniedición de bolsillo de Penguin. Me remito a mi comentario sobre los cuentos rusos.
The Shadow of the wind, Ruiz Zafón. Regalo de mi suegro a mi mujer.

Y ahora, a ver si la compañía telefónica no se demora mucho, me ponen internet pronto, y puedo seguir con las reseñas de lo que sí leo.

8 comentarios:

  1. LOL. ¡Qué bueno! Arroz al purgatorio de los libros. ¡Ya dominas el arroz a la cubana! Con eso ya es suficiente para sobrevivir, no me cabe ninguna duda.
    También me ha encantado la portada de An Italian Education. Por sí sola ya es harto instructiva...
    Saludos desde el invierno antípoda.

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  2. Desgraciadamente te he de dar la razón en tus argumentos sobre la acumulación de libros. Y digo desgraciadamente porque soy plenamente consciente de que tienes santa razón y aún así caigo una y otra vez en lo mismo.
    Por suerte todavía dispongo del espacio adecuado, pero mi mujer ya me avisa del peligro de ser sepultados en un futuro por toneladas de papel y yo hago caso omiso. El tema económico se salva acudiendo a los lugares adecuados y no queriendo tenerlo todo nuevo siempre. En el traslado me niego a pensar, ya me tocó una vez cuando no poseía ni la mitad de lo que tengo ahora y el piso sin ascensor fue un auténtico suplicio.
    Niño Vampiro esto es una enfermedad incurable (pero bendita enfermedad) y fuera de todo raciocinio y por tanto es injustificable. Hay que asumirla y sobrellevarla. Uno se consuela pensando que hay cosas peores.
    Respecto a lo de legar una biblioteca a los hijos, uno empieza a tener sus dudas. No sabes si lo que les legarás es una carga que no sabrán que hacer con ella. Para mí, todo lo que tengo me parecería casi imprescindible porque lo he ido creando poco poco y ese es el valor de mi biblioteca. Entiendo que mis hijos crearán la suya (supongo) y quizás utilicen algo de lo que yo les legue y el resto deberá cobrar nueva vida en las manos de otro (como la mayoría de los libros que poseo). De hecho, poco me importará.
    Por otro lado está el valor de los libros per se. El otro día compré a un chico, a través de un foro de internet, unas obras descatalogadas que me interesaban. Me comentó que se veía obligado por problemas económicos a deshacerse de su biblioteca. Muchos de los libros que se pusieron a la venta desaparecieron en pocas horas, aunque el valor de algunos descatalogados era superior al precio original, lo que indica que un libro puede ser una buena inversión. Un valor a añadir.
    En fin no me alargo más. Saludos.
    P.D. Me gusta regalar libros por la cara. Siempre que encuentro buen material a buen precio lo compro para regalárselo a alguien sin ninguna obligación, para darle nueva vida al objeto. Es como una tarjeta de presentación que espero que algún día admitas.

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  3. Hace menos de un año que me mude y cuando empece a llenar cajas de libros y a llevarlas yo poco a poco (no me fiaba de los de la mudanza y casi me deslomo llevando cajas) formé un cerro, literalmente, con ellos (unos 5.000). Hice tal montón de cajas (amén de llenar el armario empotrado que tengo en la nueva biblioteca) que le hice fotos con el iPhone y estuve apunto de hacer un post en el blog acerca de ello. Pero llevaba poco tempo con el blog y temí que me tomarais por un friki. Bueno, no es que dicha idea de que me consideréis asi se haya ido aun, pero bueno.
    A ver si me pasas la receta del arroz a la cubana (yo voy por los vasitos de arroz para calentar al microondas).
    Que tu nueva casa te depare buenas lecturas.

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  4. Oye, este post está provocando comentarios muy perspicaces entre el personal.
    Las dudas respecto a lo de legar o no una buena biblioteca yo las he puesto en su sitio. La cuestión, desde mi punto de vista, es legar una buena biblioteca. A quien pensaba dejársela porque amaba los libros, ya no puedo hacerlo, y si los dos que me quedan la reciben con agrado y sin trifulcas, pues tanto mejor. Si no, que una biblioteca pública los acoja en su seno.
    ¿sabe alguien de alguna novela que tenga en su trama la pelea de unos hijos por los volúmenes de la biblioteca de su padre/madre? Sería interesante, ¿no?

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  5. Yo no me obsesionaría con lo de legar bibliotecas a nuestros hijos. Primero, porque cada biblioteca es reflejo de unos gustos e inquietudes muy personales y ¿quién te dice que tus herederos los compartirán? A mí ya me pasó eso con la biblioteca de mi padre: con gran dolor de mi corazón tuve que deshacerme de la mayor parte de los libros: unos, ya los tenía yo, otros, no me interesaban. Y algunos más, hubieran podido interesarme pero, francamente, en casa ya hay tal superávit de material impreso que había que hacer una selección drástica. Por mi parte, tengo la intención -veremos si soy capaz de llevarla a la práctica- de ir adelgazando mi biblioteca hasta dejarla en lo esencial. Cuestión de ahorrarles trabajo a loos que vengan después. Por cierto, Carlos, tendrás que pasarme las direcciones de dónde poner a la venta esos libros sobrantes. Es una buena idea, desde luego.

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  6. Mudanza concluida, internet instalado. Ahora empieza el no poco interesante trabajo de desempaquetar, colocar, experimentar con la colocación, cambiar una y otra vez de sitio y, a ser posible, dar una oportunidad a esos libros que hasta ahora estaban en la fila de atrás de la estantería. Tengo ganas de oír a esos lomos de libros diciendo "ya era hora, ¿no? ¡Diez años escondido detrás de Beckett, apretujado entre Virgilio e Ishiguro!"
    Gracias a todos por vuestros comentarios. Tenéis razón respecto a lo de legar una buena biblioteca, cada uno ha de hacerse la suya propia. Aún así, sí creo que hay esos clásicos indiscutibles que a mí de niño me habría gustado ver en casa, donde había unos 3.000 libros, y ni un Dickens, ni un Homero, ni un Cervantes.
    Tienes razón, Carlos, cuando dices que la bibliofilia es una enfermedad. Y temo que mi nueva casa, casi el doble de grande que la anterior, equipada con un par de librerías vacías, y no tan cerca de la biblioteca pública, me va a provocar una seria recaída en mis peores hábitos acumuladores.
    Un saludo a todos.

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  7. Casualmente he pasado por aquí y me he quedado rendido ante unos razonamientos que yo mismo he tenido muchas veces. El no poder explicarme por qué intento tener cerca de mí libros que leeré dos o tres veces o nunca. Me justifico pensando que algunos se descatalogan y si quiero releerlos en un momento dado tal vez no los encuentre. Pero teniendo en cuenta que mi economía y mi espacio adolecen de la misma enfermedad que la tuya, me he vuelto también animal de bibliotecas. Debo ser la pesadilla de esos señores que me atienden más a mí que a veinte clientes normales porque esos centros públicos son mi segundo hogar. El gobierno quiere recortar su economía. Pues qué bien. En fin, un gusto leerte. Voy a cotillear por tus gustos literarios a ver si encuentro algún nuevo huracán de la literatura como diría alguien en un blog de literatura que leo bastante.

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  8. Muchas gracias por tu comentario, Houllebecq y bienvenido al blog.
    La justificación de que los libros se descataloguen yo también la he utilizado a menudo, y he acabado arrepintiéndome si no los he comprado.
    Espero que encuentres algo de tu interés por aquí, aunque ya he visto que compartimos en gran medida nuestros gustos literarios. Cuando tenga un respiro entre cajas y más cajas, me pasearé por tus blogs, que se me antojan muy sugerentes.
    Un saludo.

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