domingo, 12 de diciembre de 2010
El Paraíso en la otra Esquina, de Mario Vargas Llosa
Con este libro, publicado hace ya siete años, Vargas Llosa continuaba explorando (como lo sigue haciendo ahora, con su reciente El Sueño del Celta) los sueños, obsesiones y delirios de algunos, ora destacados, ora pseudo-ignotos, utópicos de la historia (¿para cuándo una sobre...?). En este caso, la búsqueda del paraíso era la de Flora Tristán, pionera de la lucha obrera en la Francia de los años 1840, y Paul Gauguin, el agente de bolsa que a sus treinta y tantos tacos le dijo a su mamá que quería ser artista (en realidad se lo dijo a la danesa de su mujer, a la que le encalomó los 5 churumbeles que le había hecho y los dejó allí en Copenhague).
Como en otros de sus libros (estoy pensando en La Tía Julia...), El Paraíso... son dos historias separadas (Francia, Tahití, y 50 años por medio) narradas en capítulos alternos. En ellos, somos testigos de las tribulaciones de Flora Tristán, conocida como Madame-la-Colère, intentando ganar para su causa a una clase obrera tan embrutecida y degradada que parecía ni darse cuenta de la miseria en que vivía. Flora no tiene que enfrentarse tan sólo a la autoridad, a los patronos y empresarios, o a los reticentes y temorosos obreros, sino también a lo que ella considera absurdas teorías de sus teóricos correligionarios, a saber, fourieristas, falansteristas, y otras cosas del revolucionar.
Por su parte, Paul Gauguin, pintor de vocación tardía, descubierta su nueva pasión, rechaza su vida de burgués y, en Bretaña primero, en Tahití después, se lanza a la búsqueda de una sociedad "pura", libre de los prejuicios cristianos y burgueses.
Como ya he dicho anteriormente, el talento y el estilo de Vargas Llosa se bastan para hacer fascinante cualquier cosa que escriba, y El Paraíso... no es una excepción. Bien es cierto que no está a la altura de Conversación... o La Fiesta del Chivo, pero qué gusto da leerlo (y más después de la mala racha que he tenido con las últimas novelas que he leído).
¿Qué une a Tristán con Gauguin? La respuesta obvia es la sangre, ya que la primera es abuela del segundo. Más importante, por supuesto, es la búsqueda del paraíso que ambos emprenden. En este mundo. En la otra esquina, a la vuelta de la sociedad, como quien dice, que es donde lo busca Flora, o en el otro rincón, confín, rinconfín (toma Cabrera Infante que ha salido) del mundo, para donde enrumba (!!) Koke. Y de fondo, Perú, ah el Perú, siempre el Perú.
Impresionante trabajo de documentación de Vargas Llosa, que, como todo grande, sabe transmitir al lector la urgencia de ahondar en la historia, y andarse y perderse por las ramas. Flora Tristán no está en la Enciclopedia Británica (sí en wikipedia). Los foureristas. Los mahu. Google nos muestra las obras mencionadas de Gauguin. Gauguin el sifilítico. La sífilis ha tenido que debilitarse para sobrevivir, las horrorosas malformaciones físicas de su manifestaciones más graves impedían la expansión del virus, la supervivencia del más débil. Koke atraído por el canibalismo, símbolo de la regeneración de la vida, de la pureza primitiva. Gauguin y El Holandés Loco. El Perú independiente aferrado a las maneras coloniales. Flora y Marx, Marx y Flora...
La Historia, la fabulación, el dominio magistral de todas las técnicas literarias convierten este libro en una absoluta gozada. Y cuando llega la muerte, bellísima descripción de los últimos días de Koke, cruda crónica la de sus restos.
He aquí el enlace con una entrevista con el autor sobre la novela.
Gran novela.
Sin embargo, empero y ello no obstante, a ver si se enteran señores de Alfaguara, no sean pusilánimes ni catetos, incluso uno de los mayores escritores del siglo XX en cualquier lengua puede necesitar de una revisión por parte de la editorial. Porque ahí donde lo ven, el señor Vargas Llosa se empeña en poner una coma después de cada "pero":
Pero, no fue ese trabajo estúpido...
Pero, la razón por la que...
Se olvida preposiciones:
...convenció a los jóvenes discípulos de Paul que se metieran...
O escribe tonterías como:
Millones de personas se quedan viudos o viudas.
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