Fue a raíz de alguna entrevista con Menéndez Salmón, leída por ahí, que me decidí a leer algo de este señor. Parecía un tipo interesante, inteligente, alguien a quien le interesa bien poco la fama y mucho la literatura. Así que en cuanto vi este libro en la biblio, cortito, de Seix Barral, me dije "a por él".
En su primera parte, Derrumbe parece ser un thriller, aunque no muy al uso. Nos encontramos con un despiadado asesino en serie, y con un detective sagaz, culto, y en plena crisis matrimonial. Hasta aquí, lo normal. También hay un grupo pseudo-terrorista, Los Arrancadores, que se dedica a ir sembrando el terror por medio de sabotajes tales como introducir agujas en los alimentos, carece de reivindicaciones políticas y no persigue otro objetivo que el de sembrar el terror. No obstante, el estilo de esta primera parte no es el habitual en lo que sería un thriller convencional. La intercalación de breves escenas, el hábil cambio de punto de vista; el magistral uso de la elipsis; el lenguaje, a ratos poético, a ratos crudo, así como el tono retórico, nos indican que se trata de otra cosa.
La segunda parte de la novela es la que, por lo menos a mí, más me desconcierta. No porque sea confusa o esté mal escrita, sino porque me pregunto si el autor no habrá ido demasiado lejos al dar rienda suelta a su imaginación. En Promenadia, la ciudad imaginaria creada por Menéndez Salmón, se encuentra Corporama, un parque temático sobre el cuerpo humano, construido sobre un gigantesco modelo, cuyas entrañas pueden recorrer los vsitantes, conocido popularmente como El Hermafrodita. Es allí donde tres jóvenes, Menezes, cultísimo niño de papá rico, y los gemelos Humberto y Hugo, conciben el primero de sus sabotajes. Ahora dejamos de lado el thriller policial y entramos en una historia de jóvenes con demasiado tiempo, demasiado dinero, asqueados de la sociedad y resueltos a llevar a cabo una hecatombe e irse al infierno con los demás.
La tercera parte recupera a Manila, el inspector, y a Mortenblau, el asesino en serie. El título de esta tercera parte, "Padres sin hijos", es bien elocuente. Parece ser ésta una reflexión sobre el dolor de ser padre, sobre los tenues, o casi inexistentes, vínculos que unen a padres e hijos. Manila, Valdivia (uno de los personajes centrales, que aparece en la segunda parte) y el mismo Mortenblau nos muestran diferentes aspectos de este vacío emocional y de este abismo generacional que separa a unos y otros.
Paz. Paz. Paz, es todo lo que uno de los padres puede implorar al final, sabedor de que sólo hay una forma ancestral y terrible de encontrarla.
No sé si Derrumbe es una "gran" novela. En esto de la grandeza siempre hay grados. Es, desde luego, muy interesante, original, arriesgada, y además se lee de un tirón, cosa que no siempre sucede con las novelas cortas. A mí me ha descubierto a un autor al que pienso seguir leyendo, y cuya novela anterior, La ofensa, la tengo ya esperando en una pila de libros.
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