jueves, 28 de enero de 2010

Envidia, de Yuri Olesha


Envidia está considerado como la obra maestra de su autor, como un pequeño clásico del siglo XX. A mí, la verdad, me ha producido gran placer en su primera parte, y perplejidad en la segunda. Perplejidad porque el autor parece desdecirse, en cuanto al estilo, de todo lo que ha hecho en las primeras 100 páginas. En ellas, Kavalerov, un pobre borrachín, nos describe sus sentimientos de agradecimiento y al mismo tiempo absoluto desprecio hacia su "salvador" el empresario Andréi Bábichev, arquetipo del hombre nuevo y centro de todas las envidias. Y lo que hace de estas 100 pa´ginas una pequeña joya es sin duda este Kavalerov, genial narrador, apasionado, ingenioso y sincero.
En esta primera parte volvemos a encontrarnos con la divertida y despiadada sátira que tanto abundó en la literatura escrita durante el NEP, como en Las doce sillas, de Ilf y Petrov, o Chevengur, de Platonov . Al igual que ésta última (que un día terminaré, si encuentro una traducción menos atroz que la de Ed. Cátedra), el escritor no puede por menos de satirizar el culto al "nuevo hombre" que caracterizó los años de la Nueva Política Económica. También encontramos elementos de ciencia-ficción, presentes también en otras novelas de la época, tales como Nosotros, de Zamiatin, o en algunas de las las sátiras de Bulgákov,  como Los huevos fatales.
Así, además de ser una novela perfectamente representativa de su época, es, en esta primera parte, un fascinante estudio psicológico, un ejemplo perfecto de cómo manejar el tiempo de la novela, y de cómo intrigarnos, despejar nuestras dudas en el momento preciso, y dejarnos con ganas de más.
Nada más lejos de lo que sucede en la segunda parte. En ella nos encontramos con un narrador en tercera persona, centrado sobre todo en el personaje de Iván Bábichev, hermano de Andréi. Pero el problema de esta segunda parte es que tenemos una serie de escenas deslavazadas, y a mi parecer completamente irrelevantes (¿de qué otra manera se puede describir el capítulo VII?), que no aportan nada a la historia sino confusión. Por no hablar de los dos últimos capítulos, que hacen que este lector se pregunte si todo no habrá sido más que el desvarío de dos borrachines.
Y es por eso que digo que me ha dejado perplejo. ¿Acaso los críticos se van pasando las reseñas de generación en generación, para aprovecharlas y así no tener que leer el libro? ¿O es que yo soy un lector tan ignorante, superficial y simplón que es incapaz de apreciar una obra maestra? Mejor no respondáis...

2 comentarios:

  1. Acabo de terminar de leer esta novela, y me ha sucedido exactamente lo mismo. Hay una disparidad notable entre la primera parte -coincido con tus apreciaciones- y la segunda, que me ha desconcertado, pues parece desconectada de la primera. Da la sensación de que perteneciera a otra historia. En una palabra, me gustó mucho la primera parte; me desconcertó -y no me gustó- la segunda.

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    1. Creo que éste podría ser uno de los pequeños misterios de la historia de la literatura: qué le sucedió a Olesha entre la primera y la segunda parte.
      Gracias por participar.
      Saludos.

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