¿Cuál es la función de la religión en la vida de las personas? Aunque este no es exactamente el tema de la película, sí es la cuestión que nos vemos obligados a formularnos al final.
Kadosh nos adentra en el mundo del judaísmo ortodoxo de Jerusalén. Un mundo de disquisiciones sobre el sabbat, regulado hasta en sus detalles más íntimos. Un mundo donde uno no se pregunta sobre el papel de la mujer en la sociedad (porque la sociedad es lo exterior, lo ajeno, "ellos, los ateos, nuestro gobierno laico"), sino sobre el papel de la mujer en el judaismo. Ese papel, naturalmente, consiste en "engendrar judíos".
Las hermanas Rivka y Sarah se enfrentan a su destino de manera opuesta, una con resignada aceptación, la otra con resignado rechazo. Meir, el marido que ignora su esterilidad, se ve obligado por el rabino a repudiar a Rivka, que tras diez años de matrimonio, aún no ha sido capaz de concebir.
Sarah, tras haber rechazado uno tras otro a todos los candidatos que le han propuesto, se ve forzada a contraer matrimonio con un marido violento y fanático.
El pequeño barrio de jerusalén donde sucede la historia parece sacado de otro tiempo, y es una pena que los subtítulos no proporcionen información alguna sobre los omnipresentes carteles de las calles, que, según averiguamos en los extras del DVD, cumplen la función de recordar a los habitantes del barrio y a sus visitantes las normas que deben observar en todo momento.
En última instancia, Kadosh no es tanto una película sobre el judaismo como sobre el fanatismo religioso y sobre la forma en que este conduce inevitablemente a la infelicidad; sobre la forma en que el fariseísmo acaba ocultando o desvirtuando los preceptos básicos y esencialmente humanos de cualquier religión; y, en resumen, sobre cómo dichas actitudes no hacen sino alejarnos de Dios. La eterna cuestión, en una película interesante y emotiva.
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