Temporada redonda, quizá no siempre magistral, pero sí impecable.
Lo mejor:
La dignidad recobrada de un personaje detestables y odiado por todos, como es Ralph. Tras el accidente que sufre su hijo y que lo deja en coma, Ralph, destrozado, se redime. Vemos a un Ralph sincero al pedir perdón a su mujer, lo vemos intentar confesarse, sin saber por dónde empezar, y con tanta fe en Dios como desesperación; y lo vemos negando de forma convincente para el espectador (no así para Tony) su implicación en el incendio que acaba con la vida de su caballo.
Naturalmente, todos sospechamos de Paulie, que tarde o temprano tendrá que rendir cuentas.
¿Qué pasará cuando Tony vea su retrato con Pie-O-My convertido en un ridículo Napoleón y colgado en el salón de Paulie?
El duelo de Bobby Baccalieri por su mujer, y la posterior relación con la arpía de Janice. Pobre Bobby, qué buenazo y qué ingenuo. ¿Cuándo le llegará a Janice la hora de pagar por ser tan malazorra? ¿O acaso podrá redimirse también?
El chiste sobre el culo de la mujer de Johnny, y el desarrollo del personaje de este último. Capaz de lo mejor y lo peor, tan romántico y apasionado como despreciable maquinador del asesinato, luego abortado, de Carmine.
Carmela y Furio. Él, evidentemente, volverá. ¿Intentará olvidarlo todo? ¿O se suicidará al intentar acabar con Tony?
Y cuando parecía que la temporada no conducía a un clímax, ¡bum!, Irina rompe el matrimonio Soprano.
¿Lo peor? No se me ocurre nada en absoluto.
¡A por la quinta!
pt
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