jueves, 8 de abril de 2010

Crónicas berlinesas, de Joseph Roth

Michael Bienert nos informa en el fascinante posfacio de que la obra periodística de Joseph Roth fue rescatada hace unos 25 años de unos archivos en proceso de desintegración. De un total de 1300 artículos, este libro recoge una breve selección que le deja a uno con ganas de mucho más.
Joseph Roth tenía una relación de interés-odio con Berlín. Nunca dejó de sentirse fascinado y amenazado en la ciudad que, precisamente en los años 20, iniciaba su proceso de transformación en una gran metrópoli. Vemos ese proceso reflejado en los fascinantes y apasionados artículos que Roth dedica al tráfico, a la arquitectura, a algunas de las calles y avenidas más significativas, a los rascacielos, a la subasta de las figuras del museo de cera... Los artículos no tienen desperdicio. Desde sus observaciones de las casas que se extienden a los lados de la vía del tren, hasta la reinserción en la sociedad de un hombre tras pasar 50 años en prisión, y que ahora no reconoce su ciudad, pasando por los paseos del periodista por tugurios llenos de borrachos, chulos y putas, las fotos de muertos sin identficar en una comisaría, el cine, los grandes almacenes, una carrera de bicicletas que dura seis días...
Como toda la buena literatura, estos artículos son completamente atemporales. Así, en los "pasajeros con bultos" podríamos estar leyendo un texto sobre los inmigrantes africanos o rumanos cargados de gigantescas bolsas que nos encontramos en el metro, mientras en "Una hora de feria..." o "La industria berlinesa del entretenimiento" vemos a la gente que se aburre, humilla o tortura para cumplir con los preceptos de la diversión obligatoria.
Roth era un hombre que consideraba que la sección cultural de un periódico era la parte más importante, la que más hacía disfrutar a la gente, la que más prestigio le daba. Su visión es irónica, unas veces despiadada, otras incrédula, siempre apasionado y entregado por completo a su trabajo. Pero, por encima de todo, Roth es compasivo con los desfavorecidos, sin caer jamás en el sentimentalismo. Es indudable que estaba comprometido con la causa de los perseguidos, los marginados y de aquellos a los que se les ha negado todo, pero él siempre se define como "apolítico", lo cual es muy de agradecer. Cuando haya digerido bien este libro, sacaré el que escribió sobre su viaje a la Unión Soviética. Promete promete.
Podría seguir hasta haber hablado de todos y cada uno de los artículos, dado que son todos de una altísima calidad. El último de ellos, "El auto de fe del espíritu", es una joya escrita tras la noche de los cristales rotos, y es un perfecto colofón a esta extraordinaria muestra de verdadero periodismo. Genial como siempre Joseph Roth.

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